Lo voltee a ver raro, claro que el no vio mi mirada por los lentes.
---Muchas veces—conteste.
--- ¿Por qué? Tienes a demasiados esperando una respuesta tuya, una pequeña importancia hacia nosotros…
---“nosotros”—lo interrumpí, levantando la ceja.
---Bien sabes que somos muchos los que andamos tras de ti y parece que tu disfrutas haciéndolos sufrir.
---Primero te incluyes en la manada, luego sales—miraba por el parabrisas.
--- ¿Cómo?—me volteo a ver un segundo, después volvió a poner sus ojos adelante.
---dijiste: “andamos” primero, luego “haciéndolos” –murmure, bromeando.
---No trates de cambiar el tema
---No estoy tratando de cambiar nada. Es difícil ¿sabes? Y parece que a nadie le importe una mierda. Que todo en mi vida es haber si hago sufrir a muchachos o no, si acepto a uno o no, mi vida no gira en torno a eso. Tengo cosas más que solucionar, en mi casa, con mi familia, conmigo misma—susurre deprisa y alterada. Saque todo lo que llevaba adentro por meses.
No volvimos a hablar por todo lo que quedo en el camino. Hasta que se estaciono enfrente de su casa. Y él se bajo rápido y me abrió la puerta. Justo como yo lo hice.
Baje despacio, quitándome los lentes, dejándolos en el asiento. Baje la cabeza.
---Caro…--le puse un dedo sobre los labios.
Me abrazo de pronto. En otro momento lo Hubiera rechazado, pero ya estaba cansada de rechazar y ser rechazada. Lo abrase también, tan fuerte como pude. Necesitaba de amor mas de lo que pensaba. Mas de lo que quería reconocer. Pero no podía tomarlo de el. Asi que me separe pero de manera dulce.
---Gracias—murmure sinceramente.
---No hay problema, hermosa—me beso la frente. Una de las cosas que me gustaban de Alex, era que podía ser el mas dulce y reconfortante de todos.
Se alejo, hasta que entro a la casa, no sin antes gritar: “nos vemos mas alrrato” le sonreí y me metí en el auto.
Abrí la puerta de mi cuarto. El reloj marcaba las siete y media. Mi habitación estaba muy obscura, me debatía entre meterme a bañar o no de nuevo. Mi pelo estaba bien. Tenía el pelo castaño caoba obscuro, ondulado. No de ese ondulado muy ondulado, si no mas leve. Mi cabello era largo, nunca me gusto traerlo corto; lo tenía hasta abajo del busto pero por mis churritos me llegaba aun más largo. Abrí la cortina para dar más luz por mi pequeña ventana. Desde ahí se veía a Sebastián usando su laptop acostado en la cama, con audífonos. Movía el pie con ritmo. Supongo que no me vería, ya que la cama estaba a un ángulo en el que yo si lo podía ver pero él a mí no. Ventaja o no, llame su atención.
Dejo su computadora y abrió su ventana.
--- ¿Qué pasa?—pregunto.
--- ¿Qué harás esta noche?—pregunte picarona.
Se quedo varios segundos mirando hacia la nada.
---Unos amigos me presentaron a una muchacha, que me invito a una fiesta en su casa. A la que tengo entendido irán muchos.
--- ¿Muchacha?—aclare--¿Cómo era?—tenia la seria sospecha de quien era.
---Alta, pelo negro, blanca, delgada. Samanta, dijo que se llamaba.
Entorne los ojos. No me sorprendió que lo invitara. Era obvio, Sebastián era guapo y ella no dejaba pasar la oportunidad de engatusar a cualquier hombre que se le presentaba.
--- ¿Pasa algo?—me miro confundido al ver mi rostro de: “tenía que ser”
---No. Nada, entonces nos veremos hay—dije mientras cerraba la ventana.
Me sonrió, mientras volvía a su cama y agarraba de nuevo su laptop. No quería que él me viera arreglarme. Sería algo incomodo, así que corrí de nuevo la cortina, pero dejando un poco de luz. Empecé a arreglarme.
La chica del espejo, con su pelo ondulado y su piel blanca. Sus ojos colores café claro y delineados. Su boca carnosa, pintada de un rojo vivo y sus mejillas ruborizadas levemente. Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa. Se veía bien y lista para una fiesta.
Con la música a todo volumen desde que empecé hasta que termine, muchos me pidieron como siempre que le bajara. Papa, su esposa y mi hermana más de 15 veces tocaban la puerta. Bueno, no tocaban ¡golpeaban! Eso me divierte mucho y obviamente no le baje. Sebastián estuvo todo el tiempo escuchando mis CD. Lo escuchaba cantar a ratos y me alegraba saber que compartíamos en común la música. Ponia grupos como Green Day, AC/DC, Guns N’ Roses, Muse, The Beatles, The Rollins Stones, My Chemical Romance y una que otra de Bob Marley, ya que su música la escuchaba mas para relajarme, calmarme o cuando mis odios se cansaban de tanta música ruidosa. Me encantaba la música de los ochenta y noventas y también escuchaba solistas de esa época.
La música en si era parte realmente importante en mi vida. Sin ella lo que hago no tendría sentido y yo no existiría casi creo.
Sali un poco de mi habitación, para despejarme e ir por un poco de agua y vi como Lorena salía de su habitación vestida para ir a una fiesta. Supuse que iria ella ya que se llevaba excelente con Samanta ¡y cómo no! Si eran iguales de sangronas, y ego centristas. Llevaba unas medias color negro con unos zapatos con plataforma del mismo color, y una blusa pegada y larga que le llegaban demasiado cortó, yo diría que abajo de la nalga—reí en mi interior—de color azul marino y su pelo liso aun mas liso.
Yo la vi de arriba a abajo y viceversa. Me hizo una mueca y yo le sonreí hipócritamente y baje a la cocina donde estaba mi papa.
--- ¿A dónde vas?—pregunto al verme con esa ropa. Todavía no llevaba los zapatos pero apuesto a que se hubiera espantado.
---A casa de los Treviño—murmure mientras agarraba un vaso y lo llenaba de agua.
--- ¿Tan arreglada?—levanto una ceja, después me miro picaron— ¿Acaso tu y Sergio ya se entendieron?—mi papa y el padre de los hermanos deseaban eso. Que Sergio y yo tuviéramos algo, pero no les daba el gusto.
--No—dije secamente lo cual hizo que se le fuera la sonrisa—Va a ver una fiesta.
--- ¿También tu hermana ira?
---Si—dije entornando los ojos y bebiendo.
--- ¿irán juntas?
Levante una ceja, diciendo si hablaba enserio. Se quedo callado, esperando una respuesta mía. Lo decía enserio. ¡WOW! Me dio un ataque de risa, haciendo que escupiera algo de agua, lo cual causo más de mis risas. Mi padre era demasiado ignorante con las cosas que sucedían en su propia casa. Su familia en si era su trabajo, su computadora y su taza de café. Más de una vez me decepciono demasiado.
---Claro, papa y los dinosaurios todavía existen—murmure mientras salía de la cocina.
Se escucho un claxon. Demonios, ya llegaron y todavía no me ponía los zapatos. ¿Pero que no iban a llegar a las nueve? O al menos a mí se me paso el tiempo muy rápido. Abrí la puerta y hay estaba en la calle una Lobo estacionada con varios muchachos de la preparatoria y, con Eduardo, el hermano de Edith al volante y ella en el asiento del copiloto.
Les hice una seña, haciéndoles entender que me esperaran unos minutos.
--- ¡Apúrate!—me grito Edith.
Salí disparada hacia mi habitación, poniéndome los zapatos. Agarre mi bolsa y me dio una ligera inspección por el espejo. Vestía una blusa negra estraple y un short también negro. Los zapatos rojos de tacon alto hacían juego con mis labios pintados del mismo color. Algo de perfume y baje casi corriendo pasando enfrente de mi papa al cual casi le cierro la puerta en la cara diciéndole: “Perdón” mientras subía a la camioneta.
Todo el camino me la pase riendo y jugando con todos. Adoraba la preparatoria y sobre todo porque era época de fiestas. Yo era muy fiestera pero no en exceso. Los excesos te pueden llevar a situaciones aparte de incomodas, no deseadas.
Llegamos a la casa de los mellizos. Por supuesto que estaba a reventar. Gente afuera en el porche bebiendo y algunos fumando. Las fiestas de los dos hermanos siempre eran formales, por así decirlo. Todas las mujeres con sus tacones, vestidos y faldas y los hombres con camisa formal pero con pantalones de mezclilla.
Afuera, en el porche había mucha gente. Principalmente fumando, la razón por la que salían. Al entrar al porche, había una manada de muchachos fumando. Alado una pareja besándose. Al pasar por su lado sentí una que otra mirada y yo por mi parte me le quede viendo con cara de asco uno de los cigarros que traía el muchacho más alto. Este al verme, me malinterpreto pensando que lo veía a él. Le dio un codazo a su amigo de la izquierda, señalándome.
Se acerco a mí.
--- ¿Quieres uno, pequeña?—dijo sacando de la bolsa de su pantalón una caja de cigarrillos.
Por un momento creí que bromeaba pero después de unos segundos le sonreí y le conteste:
---A la próxima—le guiñe el ojo y di media vuelta.
Solo escucho abucheos de parte de sus amigos y carcajadas.
Dentro de la casa donde todo era un desastre. Había personas por todas partes en la sala, cocina, escaleras hasta de lejos vi a un muchacho bebiendo sentado sobre la tapa de la taza del baño hablando con unos amigos. Reconocí algunos amigos de mi hermana y a otros de la preparatoria y también de la preparatoria donde los mellizos estudiaban.
Recorrí con la vista toda la casa, hasta que encontré, con un vaso de cerveza en la mano a Sebastián recargado en la pared al pie de la escalera y Samanta enfrente de el. Coqueteándole obviamente. Pero como no me lo imagine si ella aprovechaba cualquier oportunidad que se le presentaba.
Empecé a caminar hacia ellos sin saber la razón pero alguien se travesó en mi camino.
---Hola, hermosa—me grito Alex y casi no lo escuche con lo fuerte que estaba la música.
Traía un cigarro en la boca y de pronto me echo el humo en la cara.
--- ¡Alex!—le grite, empujándolo y agitando mi mano enfrente de mi cara tratando de que se fuera ms rápido el olor.
---No te enojes, anda agarra uno
--- ¡No! Y quítate—trate de esquivarlo pero me agarro de la cintura
—vamos afuera.
--- ¿Para qué?—pregunte de mala manera.
---Para que me perdones—me susurro en el odio.
Lo pensé.
---Con una condición
--- ¿Cuál?
---Que no fumes
---Echo—agarro mi mano y me saco rápido de la casa. La música era más aceptable desde afuera. Nos sentamos en una de las bancas y el muchacho del porche que me ofreció el cigarro me guiño el ojo. Le sonreí.
Y llegaron unos amigos a sentarme a mi lado. Cristián, Brandon y Adrian. Alex tiro su cigarro y lo piso.
--- ¿Mejor no?—me burle un poco de él, poniéndole una mano en el hombro.
Dijo que no con la cabeza pero volteo a ver mi mano en su hombro. Me sonrió aun más.
---Estamos aquí—dijo Cristian alzando las manos y agitándolas
---Si no me dices, no me doy cuenta—bromee con él. Se echo a reír.
---Eres una mala persona—me dijo picaron y dándome un leve codazo.
---Gracias—levante la ceja, devolviéndole el gesto.
Comenzamos los cinco a hablar sobre que este tipo de fiestas eran mejores que la de los antros y comenzó un debate. Reímos y a la mitad del debate Alex prendió otro cigarrillo y se lo agarre y lo avente lejos. Me hizo un puchero por lo cual todos se rieron. Después de otro rato largo comenzaron a hablar de chicas.
---Ya viste a la del vestido rosa—Brandon le dijo a Adrian—Esta guapísima.
---No empiecen a hablar de chicas enfrente de mí—me queje.
--- ¿Celosa?—trato de adivinar Adrian.
--- ¿Debería?—levante la ceja picarona.
Los tres e echaron a reír.
---No, no deberías. Eres más guapa a comparación.
---No busco que me halaguen, solo que cuando empiezan con temas de hombre me sentiré excluida.
---Cierto—Alex me dio la razón.
---Bueno, ¿y ya vieron a Samanta y a Sebastián, el nuevo?—susurro Alex con tono de vieja chismosa
---Ese chico es afortunado, no todos consiguen toda la atención de la niña rica. Ni de—fingió toser—una personita que tengo a mi lado.
Automáticamente tenía todas las miradas encima.
---Fue mi mejor amigo en la primaria y es mi nuevo vecino. No podía dejarlo solo, le guardo mucha cariño—me justifique.
---No sabía que ahora atracción sexual se le llama cariño—murmuro Brandon.
Todos se atacaron de risa por el comentario. Yo por el contrario estaba roja y no era que estaba ruborizada.
--- ¡Ahora si te mato!—brame antes de levantarme y darle una muy leve cachetadita. Yo también me reí del comentario pero si se había pasado—Prométeme que no repetirás eso.
---Lo prometo—levanto la mano y fingió cara de estúpido—Pegas muy fuerte—rio entre dientes mientras fingía dolor en la mejilla.
Me volví a sentar donde estaba pero volvieron a hablar de ella y Sebastián. No iba a soportar escuchar hablar de esa así que me levante decidida hacia la casa.
--- ¿A dónde vas?—pregunto Alex levantándose de su asiento.
---Iré a defender a mi amigo—dije sin voltearlos a ver.
--- ¡Caro espera…!—comenzó Alex.
Oí sus pasos acercarse a mí y antes de entrar a la casa escuche:
---No, esto se pondrá interesante—y escuche como los otros tres se levantaban.
Genial ahora soy su maldito bufón.
Ahora sí, sin que nadie se interpusiera en mi camino llegue a donde estaban esos dos. Muy acaramelados, sobre todo ella con él. Desde que puse en posición enfrente de ella muchos dejaron de hacer lo hacían y voltearon hacia donde nos encontrábamos.
La sonrisa que tenia Samanta se desvaneció en cuanto me vio. Cosa que me dio muchísimo gusto.
--- ¿Que hace tu puto y celulítico trasero en mi fiesta?—grito.
Más miradas.
Me gusto muchisimo tu blog sobre todo tu historia sigue asi!!! eres genial =) cuando vuelvas a publicar habisame en mi blog!!!!
ResponderEliminarHey hola! me he pasado por tu blog y mme gusto tu historia t sigo!!
ResponderEliminart invito a que t pases por mi blog: http://tintadecristal.blogspot.com
Hola! he pasado por tu blog, veo que eres nueva, ya te sigo y te invito a que pases por mi blog http://sagahibrido.blogspot.com/
ResponderEliminarPrometo que pronto me tendrás por aquí comentando tu historia =)
Lindo blog :)
ResponderEliminarEscribes muy bien!!
Sigue pronto
Me encanta!
El rincón de los sueños perdidos
:O!!!
ResponderEliminaresa samantha es una... uish!!!!
pero veo que no pierde su tiempo...
bueno me gusta como caro es con los chicos, no es tan mala despues de todo :)
voy por el siguiente
Bsos