martes, 5 de julio de 2011

Capitulo 10: Cafeteria



--Un té helado, un cappuccino y…--la señora veía la tabla arriba de mi cabeza con todos los nombres de los cafés y sus costos—mejor que sean dos capuchinos.
   Yo movía mi mano en la caja registradora.
--- ¿Eso sería todo?—pregunte amable.
---Sí.
---Son 65 pesos.
    Mientras la señora agarraba el dinero de su monedero agarre un vaso y el marcador y estilo Starbucks pregunte:
--- ¿Su nombre?
   La señora me dio el dinero y tecleando mas se abrió el cajón con todo el dinero. Lo eche y saque la feria.
---Laura.
   Lo anote en el vaso de plástico y lo puse sobre la barra donde se supone lo agarran y preparan la mescla. Le di su tiquete y el dinero sobrante.
---En un momento se lo dan—sonreí.
    No había nadie más en la fila así que me recargue en la barra.
---Estoy cansada—dije mientras me frotaba los ojos con cuidado para que no se me corriera el rímel.
---Ocúpate de entregar los pedidos, yo hago tu trabajo—me dijo Melisa.
    Con ella era con quien me llevaba mejor en mi trabajo. Me pagaban lo suficiente para la gasolina y mis lujos personales en la cafetería “Dos perros y un café” Si, lose. Original, raro y un poco patético nombre pero en realidad la cafetería que también era librería si pegaba. Había los suficientes clientes como para sobrevivir; bueno más que eso. Siempre estaba lleno, lo cual hacia que mi cansancio fuera más.
---No gracias, Melisa pero ya te debo demasiadas. Mejor yo lo hago.
    Se escucho que se abría la puerta, de nuevo. Suspire y me levante del lugar para volver detrás de la computadora táctil para hacerle el pedido a quien sea que entro.
    ¡Dios mío!
    Se estaba acercando un muchacho, como de 19 años con una gorra de tela y unos lentes negros. Realmente guapo y con los lentes y gorra se veía sexy. Carraspee un poco y él se distrajo leyendo el titulo de un libro y aproveche para acomodarme el pelo y mejorar un poco mi cara. Una checada en el reflejo de la estantería y estaba lista.
    El muchacho realmente guapo se fue acercando con paso lento y Melisa paso atrás de mi rozándome y cuando voltee a verla me guiño el ojo después miro al muchacho que ya estaba enfrente mío.
---Buenas noches, ¿Qué va a llevar?—dije lo que siempre decía.
    Cayo unos segundos mientras como todos veían arriba mío. Mientras yo lo registraba discretamente. Estaba más guapo de cerca.
---Un café helado—hasta su voz quedaba con su cara. Genial.
--- ¿Es todo?—pregunte mientras no quitaba mis ojos de la computadora. Al ver que no contestaba alce mis ojos y él me observaba y asintió con la cabeza.
    Seguí con el pedido moviendo mi dedo.
---Son 40 pesos.
   Y mientras sacaba el dinero aquí venia mi parte favorita, más si se trataba de aquel maravilloso hombre. Agarrando el vaso y el marcador lo puse alado mío. Me paso el dinero y yo le regrese su tiquete.
--- ¿Su nombre?—pregunte.
---Lucas
    Lucas Lucas Lucas.
    ¡Qué te pasa Carolina! Hace mucho que no tengo un crush. Me reí de mi misma. Lo anote en el vaso de plástico. Y lo que hice a continuación lo hice sin pensar.
---Bien, Lucas. Yo te lo entrego cuando esté listo—y le sonreí sutilmente.
   Me regreso la sonrisa de igual manera observo mi placa con mi nombre.
---Gracias Carolina.
    Y se marcho con todo y su encanto y su sonrisa que ¡Dios! Okeey me voltee y empecé a sonreír como loca.
---Buena esa—me dijo Paco. Un muchacho algo joven de pelo negro.
    Reí entre dientes.
--- ¿Tan mal me vi?
---Bastante atrevida pero estuviste genial—y alzo su puño y los chocamos.
    Después de un rato en donde seguí con mi trabajo Lucas estaba en uno de los sillones leyendo un libro. Aparte de guapo; culto. Ge-nial.
---Un café helado para…
--- ¡Cállate!—le susurro Melisa al jefe, donde él se rio porque ya sabía sobre la situación del chico guapo.
---Solo no quiero un pancho ¿estamos?
   “estamos” era su frase preferida. Yo observaba la pequeña escena mientras terminaba de atender a una señora, que era muy lenta por cierto.
--- ¿Su nombre?—esto era lo que más me cansaba de este trabajo: tener que ser amable con todos aunque en realidad quería gritarle que ya se fuera.
---Sara.
    Levante la mirada y me le quede observando a la señora. Igualito que mi madre. Anote el nombre con rapidez y dándome el dinero le entregue su feria con su tiquete y puse el vaso en la barra.
    Llegue alado de Melisa donde me entrego el café y con mi total seguridad que era demasiada me acaricie el pelo. Con mis pantalones negros y mi blusa amarilla con el logo de la cafetería no me ayudaban mucho pero no lo necesitaba. Se necesita seguridad para lucirse así estés en pijamas.  
--- ¿Me veo bien?
---Si, escucha no lo chulees porque se le subirá el ego y eso no será bueno pero si él te chulea a ti ya la armaste. Otra cosa, no te sientes hasta que el te diga y yo te cubro con el jefe.
---Gracias—le susurre y me encamine a donde estaba “Lucas” hace mucho que no sentía esto y me emocionaba. Estaba sentado en uno de los muchos sillones que teníamos leyendo un libro sobre la historia del rock.
   Aparte tiene buen gusto de música, que más puedo pedir. Pero ahora no era el momento.
---Aquí tienes, un café helado. ¿Algo más?
---No—dijo secamente— ¿Te gusta Aerosmith?
--- ¿Disculpa?
---Si, su música.
---No tanto como AC/DC—le sonreí.
    Se me quedo viendo un rato y yo cortésmente volví a preguntar.
--- ¿Algo más?
---No así estas perfecta.
--- ¿Disculpa?—volví a decir, no lo había escuchado bien.
---No.
---Llame cuando necesites algo.
    Me voltee. De acuerdo eso fue aburrido, pero interesante. Extrovertido no, pero si emocionante en el tercer sentido de la palabra.
    Se me paso el turno demasiado lento, pero las manecillas del reloj iban rápido. El lugar estaba vacío, excepto por el Sr. Encanto que no parecía aburrirse en aquel lugar.
---Ve y dile a tu ligue que ya casi cerramos—me dijo Paco.
---Claro jefe—repuse con un poco de sarcasmo. En realidad si era mi jefe.
    Camine por segunda vez hacia el diciéndome a mi misma que debo guardar la calma.
---Disculpe—alzo la cabeza de su celular—Yo otra vez—le medio sonreí.
--- ¿Ahora qué?—dijo molesto. Y ahora yo también estaba molesta. ¿Qué pretendía al hablarme así?
---Cerramos en cinco minutos, se podía ir ¿por favor?—le dije de la misma manera en que el me hablo.
    Iba a decir “si se puede retirar” pero por su tonito tonto no me iba a quedar callada.
---Que ruda—sonrió.
    Alce una ceja y di media vuelta, pero antes de dar un paso me agarro la mano y me impidió seguir. Incrédula gire mi cabeza pero no mi cuerpo para ver que quería.
--- ¿Quieres sentarte? Solo un momento.
   ¡GOL!
---Lo siento tengo mucho trabajo.
   Miro a su alrededor, no había nadie y vio a todos los empleados ya agarrando sus cosas para marcharse.
--- ¿Enserio?—me pregunto riendo.
---Me tengo que ir, ya cerraremos.
    Me soltó la mano y yo me encamine hacia la cocino donde había un pequeño closet en donde guardábamos nuestras cosas. Ya todos se habían ido.
    ¿Tanto me tarde? Hasta Melisa me dejo solita. Bueno, solo esta Paco. Menos mal.
---Hasta la próxima semana Carolina.
---Buenas noches—le respondí. Solo venia a trabajar los lunes, miércoles y jueves. Hoy era jueves.
    Al salir de la cocina, ya no había nadie, Las sillas estaban montadas arriba de las mesas y algunos focos apagados. Y el Lucas se fue. Suspire decepcionada, realmente era guapísimo. Pero algo grosero.
    La noche estaba cálida, como siempre en la gran ciudad. En donde se sentía más el calentamiento global que los vientos fríos del norte. No traía coche porque tenía una flojera enorme de conducir y me vine en camión. Así que ahora regresaría de la misma manera. Suspire, al mismo tiempo que abrí la puerta y estaba completamente fuera.
---Espero que ese suspiro sea por mí—dijo una voz alada mío.
    Di un pequeño salto de sorpresa. Lucas estaba recargado en la pared con las manos en las bolsas y se había quitado sus lentes. Sus ojos eran de un azul profundo en el que me negaba meterme.
---No, no lo es.
---No seas grosera, dulzura.
---No mas que tu—le eche en cara. Yo era demasiado orgullosa.
---No es así.
---Si que lo es.
    No me alteraba, todo lo contrario me estaba divirtiendo con la “pelea”. No me había dado cuenta que palabra que decíamos paso que dábamos y ahora estábamos pegados cara a cara. Yo con sus pequeños y carnosos labios cerca. Sí, me moría por besarlo pero no, no se lo dejaría tan fácil.
--- ¿Coquetear con la clientela es cosa que haces siempre?
---Algunas veces, cuando vale la pena.
--- ¿Valgo la pena?—me susurro acercándose mas
---Perdóname, pero a ti no te coqueteaba.
---Oh, claro que sí. Y te diré algo—se acerco a mi hasta que sus labios quedaron alado de mi oreja—lo haces estupendamente.
   Y eso que no hice mucho esfuerzo.
---Te repito que no te coqueteaba—le susurre de la misma manera en que me lo dijo a mí.
  En los coqueteos la gente siempre mentía y yo no era esa excepción.
  Nuestros cuerpos se transmitían calor y sentía su aliento chocar contra mis labios. Mi deseo por besarlo creció, pero él era un desconocido y sabía perfectamente cómo controlar mis impulsos.
--- ¿Me aceptarías una invitación?—nuestra conversación se hacía en susurros.
---Depende—me mordí y el labio. Él lo noto.
--- ¿De qué?
---De adonde iríamos.
---Por un trago… ¿aceptas?
   Mi mano, que se encontraba traviesa por su cuello bajo hasta tocar su fuerte pecho. La deja hay un poco mientras sentía su rugosa piel, el respiraba más rápido; lo sentía debajo de mi mano. Ya lo tenía.
---Déjame pensar—susurre tratando de sonar sensual, que de seguro lo logre y me acerque a dos centímetros de sus labios. Su respiración de elevo a dos mil por hora y sonreí maliciosa. Tenía sus labios entreabiertos y listos para solo yo acercar los míos.
    Y sin verlo venir lo aparte de mi con la mano y el salió de su burbuja. Me miro extrañado y con decepción. Reí entre dientes.
---Eres extremadamente guapo y me gustas—sonrió de oreja a oreja—Pero no te conozco. Lo siento.
    Empecé a caminar hacia sentido contrario, dejándolo con la boca abierta de la sorpresa. En coqueteos la que ganaba era yo, no la que se dejaba llevar.
--- ¿Me dejas llevarte al menos?—grito a mis espaldas.
   Me detuve en seco. Pensándolo de una manera más inteligente, solo tenía billetes de cincuenta y ni de chiste gastaría uno para pagar siete pesos para el camión. La casa me quedaba bastante lejos y ya el estacionamiento estaba casi vacío. Pero él seguía siendo un extraño. Me gire lento y vi una sonrisa de victoria en su rostro.
---Lucas, ¿verdad?—lo señale.
---Ese soy yo.
--- ¿Eres confiable?—alce la ceja, fingiendo tonito de detective.
---Que crees tú.
    Lo mire de pies a cabeza sin preocuparme si el se daba cuenta o no.
---Vamos chico, dame un aventón.
    Su sonrisita de satisfacción volvió.
    Caminamos juntos hasta donde se supone estaba su coche. En el camino se quito la gorra y vi por completo su cabello sedoso y sensual. Se lo despeino aun más con la mano y me sonrió al ver mi expresión. Realmente no se qué expresión tenia mi rostro. Pero de seguro a de estar pensando: “Dios que se limpie la baba que le cae, ya sé que soy demasiado sexy pero que le disimule porque solo hace que mi ego crezca más  de lo que ya esta y eso no puede ser posible pero ya que”
    De pronto no me parecía una estupenda idea que me llevara.

Lo estaba abrazando con fuerza desde la espalda. Mis brazos rodeaban su cintura y mi cabeza se apoyaba en su espalda también. Disfrutando de la brisa nocturna que revoloteaba mis cabellos.
    Resulto que era moto y no carro. Otro punto para el Loco Lucas.
    Veía la ciudad rápida y como si fuera un sueño. Hace mucho que no me subía a una moto. Exactamente en dos años, ya habían pasado muchos ayeres. El perfume de Lucas se desparecía por el viento y me embriagaba con su dulce perfume; mas que dulce, masculino.
--- ¿A la avenida? ¿Segura?—grito.
    Le pedí que me llevara a la avenida que quedaba cerca de mi casa. Quería caminar.
---Si, segura.
    Se detuvo en una parada de autobús que estaba solo. Ya era tarde, como las diez de la noche. Tenía que llegar a casa de Edith, se lo había prometido. Los autos iban rápido y los letreros iluminaban la ciudad. Me baje de la moto y me acomode mi mochila-bolso en el hombro. Y me peino los cabellos que estaban fuera de lugar y me volví a hacer el fleco para atrás con un pasador olvidado en mi bolsillo.
---Gracias—le dije sincera mientras terminaba de peinarme.
---No hay problema… pero tengo una duda.
--- ¿Cuál?
--- ¿Cuándo aceptaras mi invitación?—me pregunto picaron.
---Cuando te conozco la suficiente como para poder besarte, ese día—le guiñe el ojo.
    En su rostro volvió a aparecer esa sonrisa de victoria.
---Te veré pronto—me dijo pero sonó más a pregunta.
---Ya sabes donde trabajo, búscame hay. Gracias otra vez Lucas.
    Gire y empecé a caminar, adentrándome a las colonias.
--- ¡Ni un beso de buenas noches!—grito a mis espaldas divertido. Volví a girar y camine rápido hacia él y me puse a dos milímetros de sus labios carnosos. Cerró sus ojos y le di su beso… en la mejilla.
---Buenas noches, Brad Pitt.
   Se la había hecho de nuevo, sonriendo para mí misma volví a caminar para después de estar ya muchos metros alejada escuche como la moto volvía a la vida y se encaminaba con Lucas encima suyo.
    Las calles estaban solas y camine rápido por miedo a que algo me pasar y mi sentido común no estaba tan despierto como yo hubiera querido. Pensé dos minutos en Lucas, era apuesto si pero no creo que vuelva a buscarme. Eso sería muy poco probable.
    Y entonces empecé a recordar la conversación que tuve con Sebastián después de que fuera por primera vez a los barrios. Cuando me moleste porque ni Gustavo ni Martin ni Gabriel quisieron decirme que rayos pasaba porque lucían algo preocupados y como si tuvieran un dilema en sus manos. Y lo que más me desesperaba es que ni siquiera tenía una pista sobre aquello. Después de una mini discusión con Gustavo me fui directo por Sebastián y le pedí si me podría llevar a casa. Mientras caminábamos juntos el solo me observaba mientras yo echaba chispas por los ojos.
---Te enteraras después, o ellos mismos te lo dirán. Estas haciendo una tormenta en un vaso de agua.
   ¿Acaso alguna vez se equivocaría en algo? ¿Por lo menos en algo chiquito?
---No es cierto—lo negué aun sabiendo que tenía razón—Pero no lo entiendo, nos contamos todo.
   Llegamos al carro y me abrió la puerta y subí y me cruce de brazos. En realidad estaba molesta, me enojaba mucho no saber las cosas. Subió el por su lado y encendió el coche.
--- ¿Cómo es que llegaste hasta aquí? ¿Cómo es que los conoces a ellos? Es un lugar no tan cerca de donde vivimos, aparte se ve que los conoces de años. ¿Cómo es eso? Y po..
--- ¡Calma!—alce los brazos. Me dio un poco de risa que no dejaba de hablar  y respire hondo—Si quieres saber porque llegue aquí es una historia demasiado larga, como los conocí viene en el mismo paquete, si lo sé no es un lugar tan cercano y si los conozco desde hace cinco años y ¿cómo es eso? pues no se la amistad entre dos seres humanos o mas se da de vez en cuando ya sabes—le guiñe el ojo.
    Rio entre dientes.
---Es maravilloso como ayudas a esas personas. Más a Doña Piedad.
   Me encogí de hombros.
---La quiero demasiado, le debo muchos solo le regreso algo de lo que me dio.
   Se hizo un silencio donde solo se escuchaba el motor del auto y los claxon de los otros autos en medio del tráfico.
--- ¿Te puedo hacer una pregunta?
---Claro.
--- ¿Por qué cuando de escucharon los balazos no te asustaste? Bueno, al menos eso aparentabas.
---Al principio no los escuche, estaba demasiado metido en la historia que me contaba Doña Piedad, después cuando los escuche… Tu y ellas estaban muy tranquilas. Supongo que eso ayudo.
    Lo mire con una sonrisa en mi cara.
--- ¿Y eso es de todos los días?—pregunto con curiosidad.
---Casi, bueno si—reí—de todos los días. A veces no te das cuenta pero si los tiran.
---Que malo.
---Lose. Pero no puedes hacer nada.
---Cuando me contaras tu historia larga y eso.
   Suspire y le use una mano en el hombro.
---Algún día mi amigo; algún día.
   …
   Y regrese al presente. Ya han pasado tres largas, largas semanas. En donde no me e enterado de lo que me ocultan esos muchachos. E regresado, y una vez mes lleve a Sebastián pero siguen sin decirme nada. Pero le sacare la sopa a Martin pronto.
   Seguía caminando y pase por la casa de Sebastián. Donde estaba el, y El Borjas sentados en los escalones del porche con una cerveza y un cigarro cada uno. Genial.
---Hola Cari—me grito a lo lejos.
    Me acerque con cara de disgusto. No me gustaba verlo fumar; a ninguno de los dos.
---Que tal—agarre la cerveza que tenía en su mano y le di un gran sorbo. Lo necesitaba.
--- ¿A dónde vas?—me pregunto Borjas.
---A casa de Edith. Dormiré con en su casa.
---No quieres uno—me ofreció el Borjas.
---No, gracias. No fumo—aunque ya lo sabían.
    Callamos por un segundo en donde ellos se llevaron los cigarros a la boca y yo una cerveza.
---Nunca entendí porque trabajas si tus padres te podrían dar todo ese dinero—dijo Borjas torciendo.
   Bufe.
---Tu no conoces a mis padres—y eso me hizo volver a agarrar la cerveza y volver a darle un trago.
---Nadie los conoce—dijo Sebastián guiñándome el ojo. Era una indirecta a que nunca soltaba nada de información sobre mí.
    Suspire y me talle los ojos.
---Me tengo que ir; se me hace tarde.
--- ¿Para una pelea de almohadas?—bromeo Sebastián.
---Y en ropa interior, no me la quiero perder—le dije riéndome—Nos vemos y no se pasen con eso—dije mientras me alejaba.
   Al pasar por mi casa juro y vi a mi madre viéndome por la ventana.
   Llegue a la tienda de abarrotes donde estaba un cliente pagando y otro tomando cosas de una nevera. Eduardo, el hermano de mi mejor amiga estaba atendiéndolo y solo le sonreí y pase a la casa.
--- ¡Tengo que contarte algoooo!—le dije eufórica a Edith pero mi voz era un susurro contendiendo una emoción.
--- ¿Qué?—me contesto de la misma manera. Me agarro de la mano y me llevo directo a su cuarto.
    El cuarto de Edith era igual a ella. Si la habitación pudiera hablar nunca se callaría. Las paredes estaban pintadas de color verde olivo y posters pegados de diferentes famosos de música pop y actores de Hollywood que lo último que tienen es talento.
--- ¿Qué paso?
---Conocí a un hombre…¡Dios! Más guapo que el pan.
   Dio un salto de alegría.
--- ¿Cómo era? ¿Le hablaste? ¿Qué paso? Acaso de besaron…
--- ¡No Edith como crees! No soy de esas—reí traviesa—le coquetee, claro pero hasta ahí.
    Camine y me senté al borde de la cama como ocultando algo apropósito para que ella lo notara.
---No me vengas con que solo le coqueteaste. Haber picarona; ¿que mas hiciste?—me sonrió de oreja a oreja.
--- ¿Adivina quién me trajo a esta casa?
--- ¡NOOOOOO!
--- ¡SIIIII!
--- ¡Hiciste que te trajera hasta aquí!
---Si pero no—me miro confundida—Le dije que me dejara en la avenida y camine hasta aquí.
--- ¿Y eso porque?
---Porque sigue siendo un extraño—le conteste en tono como si fuera una retrasada mental.
--- ¡Que feo! Lo hubieras traído y me lo hubieras presentado.
---También me invito a un trago pero se lo negué.
--- ¡NOOOOOOOOOO! ¡Dime que no hiciste eso! ¡Eso no se debe hacer! ¡Carolina!
   Y riendo me aventó un peluche que había tirado en el suelo. En eso sonó mi teléfono celular y con una seña le dije que parara.
--- ¿Quién habla?
---Soy Martin—dijo cortante.
--- ¿Martin? ¿Qué pasa?
---Tenemos que hablar, ¿estas muy ocupada?
--- ¿Ahora? Emmm… No. ¿Quieres hablar ahorita? ¿No puedes esperar hasta mañana?
---No. Te espero en la cafetería en 20 minutos.
   Y corto. Me le quede viendo al celular como si él me hablara.
--- ¿Quién era ese?
---Martin—dije mientras me levantaba de la cama y agarraba una blusa de Edith de su armario y me la ponía remplazando la otra.
---Si quieres ir de fiesta tengo mejores blusas que esa—se quejo.
   Reí entre dientes.
--- ¿Y que no es ese tu amigo del barrio donde bailas?
---Quiere verme ahorita. Supongo y debe de ser importante. Si llego tarde entro por la ventana—hable rápido y me colgué mi bolsa en el hombro y me arreglaba mi fleco echado para atrás.
--- ¿Cómo te irás?
---En camión.
--- ¿A las once de la noche?
   Me encogí de hombros. Y unas llaves de coche aparecieron en mis manos.
---Cuida mucho a mi bebe. Vuelve temprano y trata de que mis padres no se den cuenta.
---Gracias—le dije mientras la abrazaba.
---Después me cuentas el chiste—me susurro. Reí bajo y me encamine hacia la salida.
   Lo que Martin tenia por decirme tenía que ser bueno para hacerme salir a estas horas de la noche y a un lugar donde era cero seguro. 

5 comentarios:

  1. Sinceramente pense que el tio buenorro iba a ser Sebastian, tampoco pense que SDebastian fumara. Y tengo mucha curiosidad por lo que va decirle Martin a Caro porque me huelo que no es nada bueno.
    Estuvo super interesante el capi.
    BESOS.
    PD: publica pronto!

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  2. Holaaaaaaa hace muchisimo que no comento pero te quiero decir que me encanto el capitulo y me dejaste con la intriga de que va a decirle martin a las chicas avisame cuando vuelvas a publicar me encanto la historia!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Te mando un beso cuídate muchísimo

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  3. Me encanto este cap... q le dira martin :O ?¿ Me dejas cn la intriga ¬¬ jajaa
    Pasate x mi blog q recien lo empiezo :$ http://locaportiii.blogspot.com/ Grcias!!

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