viernes, 22 de julio de 2011

Capitulo 11: Verdades

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Ya se encontraba sentado una mesa para dos pegada a la pared con sillas acolchonadas. En el pequeño restaurante-café se encontraba Martin, una señora mayor con su uniforme de mesera y otro señor adulto con un periódico en las manos y unas gafas gruesas.
    Martin me miraba mientras me acercaba, tenía un café enfrente suyo que no tenia rastro de que lo hubiera tocado. Deje mi mochila desgastada en el suelo y me senté enfrente de el.
--Te pedí un café.
-- ¿No es muy tarde para café?
--Tal vez—se encogió de hombros—pero ya pague y alguien se lo tiene que tomar.
   Sonreí.
--Me lo tomare si empiezas con lo que tienes que decir.
   Suspiro y puso sus manos en la mesa y se inclino hacia adelante y apoyo los brazos en la mesa blanca.
--No sé cómo empezar…
--Solo ve al grano Martínez—lo presione. Mi curiosidad me estaba matando.
--Okey
    Y agarro la taza de café y le dio un sorbo grande y con la mirada me ofreció. Divertida agarre la taza y le di un sorbo aun más grande y después me arrepentí. Hice un ruido sacando la lengua disgustada. El café estaba amargo pero no me había dado cuenta que estaba negro y no tenía ni azúcar ni crema ni nada; tal y como le gusta a Martin que en este momento se reía fuerte de mi.
--No es gracioso—dije mientras agarraba un sobre de azúcar y me lo echaba todo a la boca.
--Bueno, ya empecemos. ¿Qué quieres primero?
--La mala—conteste mientras terminaba de digerir la azúcar.
--Pues lo siento porque si quieres escuchar la mala tendrás primero que escuchar la buena.
    Fruncí el ceño divertida mientras echaba una carcajada. El señor con lentes dejo el periódico y me dedico una mirada extraña.
--Entonces porque… ¿? olvídalo. Sigue—susurre mientras las cosquillas de mi estomago se iban lento.
--Hemos decidido
-- ¿Decidido?—interrumpí incrédula levantando la ceja.
--Si, que te contare que lo que nos has pedido que te contáramos desde la primera vez que llevaste a Sebastián. ¿Hace tres semanas no?—no hable—Vine yo porque según Gabriel yo era el único que podría contarte esto y manejarte.
-- ¿Manejarme?—volví a interrumpir incrédula y volví a levantar la ceja.
--Si, eres muy difícil sabes.
--Solo ve al grano Martínez—dije de nuevo.
    Suspiro y se recargo en su asiento.
--Habrá otra carrera de coches de esas clandestinas que hacemos cada seis meses o cuando queremos. Tal vez vayan algunas motos y esas cosas.
-- ¿Es todo? ¿Tanto escándalo para esto? Tiene que haber más.
--Y lo hay: No puedes ir.
    Volví a levantar la ceja incrédula.
-- ¿Podría saber por qué?
--Porque es muy peligroso para ti.
-- ¿Podría saber por qué?
--Porque si.
    Me cruce de brazos y me recargue de la misma manera que el con mi cara de perra.
--Es una larga historia—dijo dudoso.
--Tengo tiempo—me enderece.
--El jefe y no hablo del jefe o el jefe ¡NO!—dramatizo—hablo del JEFE—articulo de mas la palabra.
-- ¿Qué jefe? ¿De qué hablas?
--Es que tengo que empezar desde el principio—paso sus manos entre sus cabellos y ahí se quedo. No podía ver su rostro—Y no se si pueda contarte o lo más importante si es lo correcto.
   Parecía hablar consigo mismo. No lo presione; conociendo a Martin sabia que me lo contaría. Después de un rato levanto la cabeza y le volvió a dar un sorbo al café y me miro como si me estuviera analizando.
---Es sobre… Roberto—dijo sin quitarme el ojo de encima.
    Me sorprendió demasiado que lo nombrara pero entendí porque dudaba en contarme lo que tenía que contarme. Si se trataba de Roberto la herida volvía a arder.
--- ¿Qué pasa con él?—susurre.
---Sabes que él trabajaba en un…bueno el—saco el aire que retenía. Trabajaba en la mafia.
---Si—volví a susurrar—y que era algo muy importante dentro de ese asqueroso mundo. Nunca me gusto que trabajara hay.
---Y al principio a el tampoco le gustaba pero tenía que trabajar y no encontraba trabajo. También sabes que solo curso hasta la preparatoria por el mismo problema de dinero. Te tendré que resumir la historia.
  “Él empezó antes de que tu llegaras a nuestras vidas y empezó desde cero. Solo repartiendo mercancía y ganando algunos pesos en eso, algo muy sencillo. Siempre tuvo ese talento nato para negociar y lo descubrió hasta que vio que el encargado de la mercancía no hizo bien su trabajo y discutía con uno de los “malos” por así decirlo. Desde entonces el ascendió a ser el encargado y eso significaba que tenía que relacionarse con mas mafiosos y narcotraficantes con más poder y así duro un tiempo no tan largo hasta que un día se equivoco con un pedido y lo estafaron.
  “Ese error suyo costo algunos miles de pesos y el dueño de esa mercancía era “El Sandoval”
--- ¿El Sandoval?—pregunte.
---Nadie sabe su nombre pero ese es su apellido.  
--- ¿Qué paso después?
---Lo mandaron a llamar, bueno no fue tanto eso si no lo agarraron y se lo llevaron a un lugar que ni siquiera el sabia en donde y lo dejaron a solas con él. Al principio pensó que moriría pero el Sandoval se dio cuenta de que era bueno para el negocio, las estafas y todo lo que eso conlleva. De cómo saber enfrentarse de una manera inteligente a otros importantes con los que quería hacer negocio”
  “Le perdono la falla pero con la condición de que sería su mano derecha y le aconsejaría y le ayudaría en todo momento. El obviamente no quiso pero tenía que aceptar si no acabaría muerto de una u otra forma”
--- ¿Qué no se supone que debería de estar feliz por eso?—lo interrumpí.
---Si fuera la mano derecha de una empresario en una fábrica de jabones claro y le hubiera encantado pero hablamos de otra cosa totalmente distinta—me contesto—Eso significaba que tenía que meterse aun mas en eso y que conocería a gente aun mas metida que él y que sería conocido por ser la mano derecha de uno de los hombres más buscados del planeta. Gano respeto; claro pero eso no quita el hecho de que tenía que estar escondiéndose.
   “Por eso vivía en el mismo barrio feo que nosotros, porque si se iba a vivir como su jefe a mansiones y viaje despertaría sospechas y eso no le convenía para nada”
--- ¿Dónde entro yo? 
---Justo después de que lo volvieran a dejar donde lo agarraron. Yo estaba con Gustavo afuera de mi casa y cuando caminábamos hacia la suya veíamos llegando a Roberto algo sucio y con una pequeña niña en sus manos. Hubieras visto nuestras caras.
   Suspiro sonriendo, como si recordara ese momento. Yo también lo recordé.
---Once años no es una edad tan pequeña—me defendí—Tú estabas viejos—medio bromee.
---Hey, solo tenía 16. Roberto era el que estaba ruco de verdad.
---Cierto—dije lento—Tenia 24 ¿no?
   Rio quedito.
---La sorpresa de Gustavo. De verdad dudo por un segundo que te había robado. Hasta que nos conto la historia de cómo te encontró y eso. Siempre te quise hacer esta pregunta pero nunca supe cómo sacarla a flote en una conversación.
---Escúpela—musite mientras bebía un poco de café después de haberle puesto azúcar. Ya estaba algo frio.
--- ¿Cómo una niña de once años confía en un hombre mayor que no conoce? ¿Qué pensaste? Quiero decir Roberto nunca te habría hecho daño pero la gente tiene sentido común.
---Yo también me he preguntado eso muchas veces, créeme. Pero ahora comprendo que me dio una confianza sumamente grande, tal vez por eso acepte irme con él. Fue como un padre para mí. Es como un padre para mí.
---Linda respuesta. El resto lo resumiré aun más. Pasaron los años y Gustavo estaba ansioso por entrar a trabajar en lo mismo que su hermano. Roberto claro y no lo quería dentro pero Gustavo fue muy terco. Nunca fueron muy cercanos—torció la boca—pero los años no solo aumentaron las ganas de él sino que también te cambiaron a ti.
--- ¿A mí?—pregunte incrédula. Otra vez.
---Te estabas convirtiendo en toda una mujercita y pasabas demasiado tiempo con nosotros y despertabas los deseos de algunos, créeme. Te volviste por mucho la más guapa no solo del barrio si no de la zona entera y por mucho. Todos te codiciaban y Gustavito no era la excepción. Te—Martín trataba de encontrar la palabra correcta—quería; primero para cómo—volvio a lo mismo hasta que suspiro—de acuerdo esta es la parte mas incomoda de toda la puta historia, de por si no es la más bonita.
    Yo trataba de digerirlo todo como podía y me mantuve cayada pero le mire a los ojos para que agarrara confianza.
--El te quería como un trofeo pero poco a poco te empezó a agarrar cariño. La razón por la cual los primeros meses que conociste a Roberto su hermano no te aceptaba era porque te tenia celos del trato especial que su hermano te tenia a ti y no a él—bufo—aunque ya estaba algo grandecito nunca recibió amor, pero creo que mas que presumirte a los demás si te tenia llego a pensar que la que le podría dar ese amor serias tu.
    Baje la mirada. Muchas veces rechace a Gustavo, pero tampoco él ayudaba mucho. Era algo grotesco y en algunos momentos llego a ser grosero pero siempre lo aprecie. Pero nunca tuve sentimientos mayores hacia él.
--Roberto nunca le gusto que su hermano se fijara en ti porque era tan sobreprotector contigo como recordaras que decía que quería lo mejor para ti y sabia que Gustavo no era exactamente el mejor hombre del mundo. Se peleaban mas cada vez sin explicación alguna pero ellos sabían exactamente porque lo hacían. Uno de los hermanos quería protegerte y el otro tenerte; nunca se supo quien gano pero ahí fue donde El Sandoval se entero de dos cosas. La primera fue que vio en Gustavo como un guerrero, si lo quieres ver de esta manera. Su carácter fuerte intimidaba y era un gran peleador y sabía perfectamente cómo manejar las armas. Con Roberto como negociador y el hermano como guerrero se le volaron los ojos de felicidad. Era la mezcla perfecta para él o para cualquier líder del mundo.
    Cayó por un segundo. Vio mi rostro, mi expresión de curiosidad e intriga. Ahora entendía algunas cosas del pasado, cuando Roberto todavía estaba con nosotros. No lo presionaría para que me contara la historia más rápido o algo parecido porque si la cuenta lento es porque es más difícil para el volver a vivirla que para mi escucharla
--La segunda razón fue por la cual Sandoval se dio cuenta de la primera. ¿Cómo se entero que Gustavo tenía un carácter al cual temer? Bueno la sencilla respuesta es una persona—me miro, de pronto mi pulso se detuvo—Roberto y Gustavo peleaban básicamente por ti. Y como casi en todo el día no se veían solo en el trabajo hacían grandes escándalos. Yo una vez estuve en uno cuando acompañe a Gustavo con un traficante y hay estaba Roberto.
    Las manos me empezaron a temblar. Mi mente procesaba la información y la culpa se inflaba como un globo que no explotaba.
--No es fácil para mí decirte esto. No es fácil para mí siquiera decirlo.
--Dime todo, por favor—susurre aunque no quería escuchar nada.
 --Roberto decía cosas como: “Tu no le convienes para nada, quitando el hecho de que no tienes un trabajo decente, eres un irresponsable y no la quieres de verdad” Nunca olvidare esa charla ruidosa. Y Gustavo se defendió: “Tu que sabes de si la quiero o no, tú no sabes nada quitando el hecho de que la que decide es ella no usted”
   ¿Fui yo la culpable de la pésima relación de esos hermanos? ¿Fui yo la que causo que ellos se odiaran? Sentí como si me golpearan el estomago y no pudiera sacar el aire. Me sentí pésima.
-- ¿Estas bien?
   No sabía en ese momento el significado de “bien”
--Continua—dije después de un momento.
--Roberto de verdad quería lo mejor para ti, me decía que quería que estuvieras con un hombre decente que te quisiera, te respetara y que al menos este a tu altura tanto económicamente y clase—me miro burlón—siempre destacaste de entre nosotros. Gustavo pues… ya lo sabes todo. No podría decirte si realmente llego a enamorarse de ti.
-- ¿Y qué con que Sandoval se enterara de mi existencia?
--Aquí va lo más duro de la historia. Necesito que seas fuerte porque lo que estoy a punto de decirte cambiara muchas cosas y también la razón por la cual no puedes ir a esas carreras.
   Suspiro por milésima vez en la noche y empezó a hablar en susurros y con la cabeza baja.
--Al jefe no le gustaban para nada esas peleas aparte de que no le convenía para nada perder a su mano derecha y al otro que era parte de su seguridad y el que se encargaba del que se metía con él. Tampoco podía despedirlos porque simplemente eso no se hacía, así que decidió que tenia resolver el problema desde raíz y te lo traduzco:
--El problema era yo—murmure. Y el rompecabezas empezaba a tomar forma en mi cabeza.
--Exacto—choco las palmas.
--Pero, realmente no entiendo muchas cosas, Martin. Si quería deshacerse de mí ¿Por qué nunca lo hizo? Sigo aquí, digo—calle desesperada—no entiendo nada.
--Le ordeno a Roberto que le dijera tu apellido, porque tu nombre ya se lo sabía, tu edad, donde vivías; todo. Claro que no lo hizo porque su jefe solo quería hacer una cosa: matarte.
    Mis ojos se pusieron como platos y mi corazón se acelero.
--Roberto no supo qué hacer, por un tiempo Sandoval insistió pero él era igual de terco hasta que causo la desesperación de aquel hombre.
-- ¿Le hiso daño?—pregunte horrorizada—Oh…—me lleve la mano a la boca, mas horrorizada— ¡El lo mato verdad!
--SSSSH—me callo al ver que los demás me empezaron a ver con mirada extraña— ¡No, el no fue! Pero… ¿recuerdas que te habíamos dicho que Roberto se murió de sobredosis?—asentí—pues no fue así.
   Martin que tenía las manos sobre la mesa abrió la suya como gesto de que agarrara su mano.
--Me estas asustando—le dije mientras agarraba su mano y el entrelazaba nuestros dedos.
--Necesito que seas fuerte. Te mentimos.
-- ¿Cómo que me mintieron? ¿Quiénes?—articule desesperada.
--Roberto no murió.
   Deje de hacer presión sobre mi mano y solté levemente la suya pero él no soltó la mía. Sentí que me iba y mi cerebro trataba de entender la simple idea de que Roberto estaba vivo. Para mí, mi verdadero padre, el que me dio cariño, el que me cuido, protegió, dio de comer, me enseño y lo más importante me dio amor algo que ninguno de mis dos padres me han dado en mis patéticos 17 años de vida en donde se supone que me debieron de dar algo de su cariño y no todo dárselo a Lorena como si yo fuera invisible o ella fuera hija única.
-- ¿Está vivo?—susurre con una emoción que no podía describir.
--No sabemos.
   Fruncí el ceño.
--- ¿Cómo que no saben?
--Sandoval lo amenazo, era tu o él y adivina que decidió. Nunca quiso que tú te enteraras porque no quería que te pusieras en peligro por tratar de protegerlo, tampoco que hicieras una tontería como ir con Sandoval. Así que para protegerse a el mismo y para protegerte a ti, se marcho. Sabía que si se iba lejos Sandoval lo buscaría a él y te dejaría a ti en paz. Así que un día que tú no estabas agarro poca ropa y el suficiente dinero como para sobrevivir unos cuantos meses. No nos dijo a donde iba, ni que iba a ser, nada.
-- ¿Sin despedirse de mí?—sentí como mi corazón se sentía herido.
--Si lo hizo, acuérdate la última vez que te ayudo a estudiar que para un examen.
   Claro, era el examen final de matemáticas. Donde sí sacaba una buena calificación pasaría mi examen para la preparatoria. Nunca nadie me había ayudado a estudiar solo a hacer tarea y cuando tenía 8 menos cuando ya tenía 15 años. Llego a mi lado dándome un beso en la cabeza como siempre lo hacía y me pregunto:
 “-- ¿Quieres que te ayude en eso? Se ve complicado.”
 “--No, yo si le entiendo—me justifique, aunque estaba totalmente perdida en aquella ecuación que estaba más larga que la cara de mi profesora”
 “--Carolina—me hablo con aquel tono de padre, ese en donde ya saben lo que tramas o te cacharon en una travesura.”
 “-- ¡Bien! ¡Si, no puedo sola!—dramatice y el se echo a reír”
 “--Dame eso—agarro el libro de mi mano y lo estudio”
  En todo el día nunca se separo de mi, nadie vino a interrumpirnos y eso que siempre venia alguien a buscarlo a su casa para algo. Hasta que llego la noche, me preparo para cenar y recuerdo que ese día me dormí en su casa. No paramos de hablar en todo el día y me dormí en sus brazos. Al siguiente día me toco presentar mi examen y aprobé con una excelente calificación y cuando fui casi corriendo a decirle a Roberto estaban todos alrededor de su casa poniendo velas. Gabriel me dio la noticia de que había muerto.
--Sandoval dejo de molestar por unos meses hasta que se rumoro que volvió a buscarte pero no encontró nada. Te tratamos de esconder lo más que pudimos sin que sospecharas nada.
--- ¿En donde esta? Lo buscare hasta encontrarlo—empecé a formular planes en voz alta.
--Perdimos contacto con él, Carolina. No sabemos si está vivo o muerto, no sabemos si Sandoval lo encontró, no sabemos absolutamente nada y créeme que intentamos buscarlo pero nunca lo encontramos.
-- ¿Quiénes saben la verdad de que está vivo? Oh bueno, que no murió.
--Solo Gustavo, Gabriel y yo. Después por compasión a Doña Piedad, estaba tan desecha cuando se entero.
-- ¡Al igual que yo! ¡Y nunca me dijeron nada!—susurre enojada.
--Si, pero ya sabes las razones por las cual no te podíamos decir.
   Permanecimos en silencio y para aclárame la mente me bebí todo el café de golpe. Cerré los ojos y pensé, pensé y pensé.
--Lo siento pero iré de todas formas.
-- ¡Te podrían matar! ¡Es que no lo entiendes!
--Lo siento pero iré de todas formas, me enfrentare a ese Sandoval y ni tu ni nadie me detendrá—me incline hacia delante de la mesa— ¿Entendiste?
--Sabíamos que decirte esto no te detendríamos—voltio a su alrededor, ya éramos los únicos en la cafetería y estaban preparando todo para cerrar—y mejor nos vamos.
   Nos levantamos y al caminar juntos puso un brazo suyo alrededor de mi cuello.
--No pensé que te controlarías tanto al escuchar todo esto, me sorprendiste.
   Salimos y nos dirigimos al Nissan Tiida azul de Edith.
--Dime cuando me has visto llorar o descontrolarme—lo rete.
   Se encogió de hombros. Me reí de él, mi humor estaba a full. ¡Roberto podría estar vivoooooooooo! La felicidad no cavia en mi. Llegamos al coche me subí y baje la ventanilla.
--Sube, yo te llevo.
--No, me encontrare con unos amigos aquí cerca. Te veo después—se despidió.
--Espera. ¿En donde será mañana?
  Dudo unos segundos.
--En Bustamante, en el medio del bosque.
-- ¿Por qué tan lejos?
--Esta carrera no es de las que acostumbras. Esta va en grande, vendrás muchos importantes, de carreras y negocios. Y quieren estar más lejos de la ciudad para que no se escuche el escándalo de los carros y todo eso.
-- ¿Iras?
   Bufo.
--Eso no es pregunta—me sonrió y dio media vuelta para irse caminando hasta que lo perdí de vista entre la obscuridad de la calle.





El carro ya estaba estacionado y ahora lo difícil seria entrar a casa de Edith sin que nadie se diera cuenta. Pensé seriamente meterme por la ventana pero ahora ya no lo vía como buena idea. Abrí lento la puerta para entrar a la casa sin necesidad de entrar por la tienda que también estaba cerrada pero más que cerrada, súper cerrada. Todo estaba obscuro y trataba de no tropezar con nada. Subí las escaleras lento y llegue a la habitación de Edith.
   Ella se encontraba ya con su pijama acostada en su cama con su laptop en las piernas. En cuanto me vio entrar la dejo y se sentó mejor.
--Ya me tenias preocupada.
  No conteste. Me quite la blusa que me prestó y me puse otra suya que siempre que me quedaba a dormir aquí me la daba para mi así que ya era prácticamente mía. Unos shorts que tenía guardados en mi mochila y empecé a desmaquillarme.
-- ¿Qué tienes?—se levanto—Te noto diferente.
--Creo que ahora me vendría bien un abrazo.


6 comentarios:

  1. me encanto , espero que subas rapido el prox capitulo, me encanta la historia es supero oriGinal

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  2. La pobrecita se acaba de enterar de que el que consideraba que era su padre esta vivo y que un mafioso la esta persiguiendo, espero que Sebastian la ayude. Me encanta la historia por fa cuando comentes hazlo en este blog: doublevite.blogspot.com porque en el otro esta algo estancado.
    Besos

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  3. Hola Fathima es Ale de Adictasalamoda me a encantado ese capitulo eres una gran escritora!!!! amo toda la historia al igual que a los personajes!!!!!

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Me podrias enviar los capitulos 11 y 12???

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