viernes, 10 de junio de 2011

Capitulo 9: Daance

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Me levante y me plante alado suyo con las manos cruzadas.
--- ¿Se puede saber que parte de “no te detengas hasta llegar a la avenida y sobre todo NO TE BAJES DEL COCHE no entendiste?—dije molesta y frunciendo el ceño—mira que este lugar es peligroso y tú no puedes venir así porque sí.
    Agarro mis manos y las junto en medio de nosotros, me decía que me calmara.
---Justo porque es peligroso vine.
---Chico, que yo se me cuidar sola. Este es como mi segundo hogar yo no corro ningún peligro aquí.
---Esa gente no es de fiar—susurro y los volteo a ver de reojo. Gustavo estaba viendo toda la escena. Con una mano en su bolsillo trasero. Tenía que calmar las cosas.
---Todo lo contrario, esta gente no tiene nada de malo. Si; viven en unos rumbos no muy buen vistos pero son gente buena, créeme—le suplique con los ojos—de todas formas no tengo 10 años. Te repito, se cuidarme sola.
   Dijo no con la cabeza.
---Y ahora regrésate por donde viniste que yo no quiero que te pase algo malo.
---Nada malo me va a pasar.
--- ¿Y cómo me puedes asegurar eso? Tu coche es demasiado bueno, te van a robar unas partes solo lo dejes de ver por dos segundos. Aquí el que no corre, vuela—le susurre lo ultimo—Regrésate por favor, Sebastián. Yo sé lo que te digo.
---Preséntame a tus amigos—me sonrió, como si no hubiera abierto la boca.
    Dio un paso hacia mi derecha, para darme la vuelta y quedar de frente con ellos. Pero antes de que pudiera terminar de dar su pasito le puse una mano en el pecho.
---No puedo creer que esté haciendo esto—dije entre dientes, mirando el suelo.
--- ¿Hacer qué?—me reto.
    Suspire y le agarre la mano y lo lleve a donde estaban ellos.
---Hey, chicos—llame su atención—Quiero presentarles a un amigo, este es Sebastián—lo señale—Sebastián, estos son mis hermanos—ahora los señale a ellos.
---Que tal—fue lo único que dijo mi amigo.
    Martin se le quedo viendo a nuestras manos unidas.
--- ¿Solo son amigos?—se echo a reír.
       Nos soltamos las manos inmediatamente, con gesto de  vergüenza haciendo que todos se empezaran a reír de nosotros.






Sorpresivamente, todos aceptaron muy bien a Sebastián. Sobre todo Martin, que al parecer serán muy buenos amigos aquellos dos. Poco a poco la gente fue llegando, todos muy entusiasmados. Sebastián no tuvo problema de acoplarse a la gente, la acepto de maravilla y yo feliz platicando con todos.
    Gustavo y los demás me enseñaron la coreografía que ellos hicieron en mi ausencia y les seguí lo más rápido que pude, hasta que le la aprendí en el cuarto intento.
--- ¿Me salió?
---Claro—me sonrió se oreja a oreja Juan.
     La practicamos todos juntos hasta que nos quedo a la perfección. Con Sebastián, los más adultos y los más niños de público sudamos hasta morir, haciendo los pasos de brake dance.
    Y llego de sorpresa Agustín que cambio de música por una cumbia y me saco a bailar, Martin a Valeria y todos se echaron reír cuando Gabriel saco a bailar a Esteban de broma. Paola le tendió la mano a Sebastián y bailaron también. Simple y sencillamente amaba estar aquí.
    Empezamos a hacer una coreografía ya hecha, todos parejos hasta que Gabriel se equivoco, diciendo que ya se le había olvidado.
---Bailar eso se ve sencillo—se le ocurrió decir a Sebastián.
--- ¿Qué tal si nuestro nuevo amigo ensaya con nosotros?—grito Martin a la gente que nos veía. Todos gritaron: “Si” y yo llena de risa le susurre al odio cuando llego alado mío:
---No están sencillo como se ve, aprenda señor—y le daba un leve coscorrón— ¡AQUÍ VAMOS!—les grite a todos, estando yo al frente y Sebastián a mi lado.
---Abre el ojo, niño rico—bromeo Paola.
---Primero lo primero—empecé.
    Comencé enseñándole los primeros pasos, quería que los viera sencillos para que se confiara. Todos se sentaron a ver como yo le enseñaba los pasos.
---Hasta aquí es la mitad ¿quieres que ponga la música?
    Todos los bailarines ya sentados, gritaron si contestando por él.
    Sonó la música y todos se pusieron en sus posiciones, y Sebastián ya sudado trato de acordarse de los pasos enteros.
--- ¡Cinco, seis, siete…!
    Comenzamos a hacer la coreografía al ritmo de la música, todos nos veíamos parejos y Sebastián solo pudo hacer la mitad de los pasos correctamente, a la mitad se rindió y se agacho; empapado de sudor. Quitaron la música.
--- ¿Tan sencillo fue eso?—bromee y me senté junto a él. Poniéndole una mano en el hombro, riéndome suavemente por lo agitada que estaba.
---otra vez—apenas consiguió decir.
--- ¿Es enserio?
---Ya lo escuchaste—me susurro Martín en el odio que sin darme cuenta estaba alado mío— ¡Arriba muchacha!—ahora me grito, cosa que hizo que me espantara y él se riera de mi.








 Paola me dejo bañarme en su casa. Estaba empapada de sudor, como siempre termino después de hacer esto. Diciéndoles a los chicos que regresaría como en una hora, me lleve a Sebastián para que conociera a Doña Piedad.  Su humilde casa, estaba tres cuadras más arriba.
--- ¿Cómo dices que se llama?—me pregunto en el camino.
---Ya le preguntaras su nombre. Te va a caer bien—le asegure.
---Pero… ¿Quién es?
---Una amiga mía. Solo deja de hacer tantas preguntas.
---No puedo—me sonrió.
    Llegamos y toque a la puerta y sin esperar respuesta abrí. Mi amiga estaba sentada, viendo hacia la ventana con gesto paciente.
---Hola, Doña—susurre.
   Ella volteo su cabeza despacio. Y por tres segundos me observo atreves de sus grandes lentes para después sonreírme.
---Hola preciosa. Pensé que ya me habías olvidado.
---Como cree doña, jamás.
    Me acerque para abrazarla y puso su mano marchita en mi mejilla.
---Te he extrañado Carolina—después poso su mirada en Sebastián— ¿y quién es este muchachito? ¿Tu novio?
    Sebastián bufo para después contenerse la risa. Yo le sonreí a Doña piedad.
---No, es solo un amigo. Quería presentártelo.
    Con un gesto le indique a que se acercara.
---Doña Piedad, este es Sebastián.
---Mucho gusto, señora—le dijo amablemente, tendiéndole la mano.
---Ven aquí muchacho—y en vez de agarrar su mano le tendió los brazos. Sebastián con una sonrisa incrédula abrazo a la anciana.
    Deje la bolsa con toda la despensa en la pequeña mesa alado de ella. El lugar donde vivía era más un cuartucho que una casa. Donde estaba la cama en un rincón, el pequeño closet en otro, el refrigerador  alado de la cama y la mesa enfrente del primero. Doña Piedad amaba ver por la ventana a lado de su pequeña mesa, a veces me la encontraba haciendo eso por horas. Yo la acompañaba, ponía una silla a su lado y platicábamos. Me contaba de sus aventuras de cuando joven; de cuando se escapo con su novio a los quince y tres años después se casaron. Sus experiencias y consejos me servían bastante en la vida, ella es como la abuela que perdí hace tantos años.
---Le traje comida, lo de siempre. Y también un postrecito por si acaso.
    Me sonrió, haciendo que sus arrugas de los ojos de marcaran mas.
---Gracias, hija.
    Empecé a acomodar todo en donde siempre y Sebastián se sentó en la silla más cercana.
---Carolina, Gustavo de nuevo me trae problemas.
--- ¿Ahora que hizo?
---Se metió en la balacera de hace dos días, solo porque estaba disque aburrido.
    A Sebastián se le ensancharon los ojos, sorprendido no solo de la declaración; si no también por la tranquilidad con que lo dijo ella y mas con la tranquilidad en que yo también reaccione.
---No entenderá hasta que le den un buen susto—dije.
---Lose, pero no escucha razones.
---Yo lo hare entender, ya verá Doñita. Usted no se preocupe.
    Termine de hacer todo y me senté a su lado, agarrándole la mano.
--- ¿Cómo va con sus enfermedades? ¿Necesita algún medicamento?
---No, hija. Con los que me trajiste el mes pasado todavía aguanto. No te preocupes por mí.
---No me pida eso, Doña. Comoquiera le pediré a Gustavo que este al pendiente de usted.
    Doña Piedad gira la cabeza a ver a Sebastián.
--- ¿Y donde conociste a este muchacho tan guapo?—me pregunto en voz alta.
    Reí fuerte, el también.
---Es vecino mío, ¿verdad Sebas?—recordé una vez que el me había dicho que odiaba que le dijeran así.
---Si, también somos compañeros en la escuela.
---Me recuerdas a alguien, muchacho.
--- ¿Enserio? ¿A quién?—se inclino.
Suspiro.
---A mi primer novio. Eres igualito a él, lástima que lo nuestro no llego a mucho.
    Aaaaaaaaaaa continuaciooooooooooooooooooooooon… platica de media hora entre los dos tortolos. Doña Piedad contándole de una historia que ya me la había contado hace años, y Sebastián demasiado intrigado y picado en la historia como para disimularlo. Mientras conversaban yo hacia la cena, lo usual. Frijoles refritos con totopos, espagueti y como la cereza del pastel; sopa aguada. Era lo que ella siempre tenía en el refrigerador aun y cuando yo le compraba más variedad.
    Abrieron la puerta, era Gustavo con unos refrescos en la mano. Venía muy campante, silbando.
---Que tal abuela.
   Deje la estufa, a que se calentara lo suficiente la comida. Agarre del brazo a Gustavo y lo lleve al patio.
--- ¿Qué pasa?—me pregunto sonriente.
---Pasa que tu abuela se preocupa por ti—susurre preocupada—al igual que yo. Eres el más peleonero y el más terco de todo el barrio y de todos los barrios cerca.
    Su sonrisa desapareció y en su cara se formo una expresión de confusión al no ver a donde iba. Realmente ni yo sabía a dónde iba.
---Explícame eso de que tiraste balazos a lo tonto—me cruce de brazos.
---Mi abuela se preocupa demasiado…
--- ¡Y con mucha razón! Mira, te la pongo de esta manera. Ella solo te tiene a ti de familia ¿Cómo no esperas que se preocupe? Ella le juro a tu mama que te iba a cuidar y eso trata de hacer pero tú no te dejas, Gustavo.
---No menciones a la que era mi madre—saco de su bolsillo un cigarro de mariguana y antes de que lo prendiera se lo quite.
---Ni te atrevas a fumar eso delante mío. Que no me gusta para nada lo que haces, y no solo me refiero a fumar—me hizo un puchero—Y te menciono a tu madre para que entiendas de una vez por todas, que no quiero que Doña Piedad le de un infarto que Dios no lo quiera y se nos vaya de las manos. Todo porque no te pudiste controlar.
---Esta bien—me entorno los ojos—solo no me regañes.
---Si, te regaño porque te quiero—le sonreí—Me importas, aunque no lo creas.
--- ¿Mas desde que Roberto se fue?
    Calle y mire al piso.
---Okey, no debí de decir eso.
   A lo lejos, más alto en la punta del cerro se empezaron a escuchar balazos. Gustavo agarro su pistola donde la tenia guardad, entre el pantalón y el abdomen y salió casi corriendo.
--- ¡Hey, espérate!—le grite.
   Se acerco rápido
--- ¿Qué pasa?—me pregunto.
---Te cuidado, no te metas en lo que no te incumbe. Ni siquiera sabes por qué y ya vas de metiche.
---Tengo que ir.
---Solo diles a los muchachos que ya está la cena lista y que con o sin ellos la serviré.
--- ¿Me guardaras?—rio entre dientes.
---Claro, babas—lo despeine—No te tardes y otra vez; ten cuidado.
   Se fue corriendo. Entre a la casa, los balazos seguían y Sebastián estaba sentado en el suelo, al igual que Doña Piedad. No me sorprendía que ella estuviera tan calmada. Cosas como estas pasan casi todos los días aquí, pero Sebastián se veía tan calmado, como si no escuchara nada. Lo más normal es que estuviera asustado o algo.
--- ¿Ya está la cena lista, hija?
---Si, Doña. Solo hay que esperarlos a ellos.
--- ¿Ellos no son los de la balacera?
---No, Gustavo fue a llamarlos.
    Suspiro.
---Bueno, al menos el no está en medio.
    No le quería mentir, pero tampoco podía decirle la verdad.
    Así todos llegaron. En manada, sentándose a que les sirviera.
---Todavía que les hago la cena, ¿quieren que les sirva?—les pregunte riendo.
--- ¡SIIIII!—gritaron juntos.
---Chiflados—susurre.
   Todos se empezaron a reír… de mí. Sirviéndoles a todos, disfrutando de la cena y de la noche. El obscurecer; las balas dejaron de sonar y aunque casi nadie lo noto, yo sí. Viendo la ventana, esperando a que Gustavo llegara. Hasta que llego, con un tono preocupado y llamando a Martin y Gabriel para hablar con ellos afuera. Se me hizo demasiado raro. Ellos siempre me incluían en sus pláticas privadas, importantes o urgentes.
    Algo anda mal, lo sabía. Con una mano en la mesa moviéndola rápido y con nervios. No podía comer, ni siquiera toque la comida. Esperaba a que volvieran a entrar para preguntarles qué pasaba. Mis dedos se movían más rápido contra la mesa.
    Pero pronto una mano se puso arriba de la mía, haciendo que mis dedos se detuvieran. Me gire para encontrarme, de nuevo, con los ojos verdes en los que tanto confiaba.
---Todo a su tiempo, confía en ellos. Cualquier cosa que esté pasando, seguro que ya lo tienen controlado. Y disimula un poco, estas empezando a preocupar a Doña Piedad—me susurro.
    Voltee a ver a todos. Paola, Valeria y Claudia jugaban y chismeaban; mientras el resto de los muchachos reían en un rincón mientras todos comían. En la mesa estábamos más gente y Doña Piedad, al igual que yo no dejaba de ver la puerta. Pero al volver a ver ese verde algo en mi me decía que me calmara. Que Sebastián tenía razón… otra vez. 


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Heey mis bloogeeros (: nose si sepan exactamente lo que es el hip hop o el brake dance,  tal vez lo han visto en los videos o tengan alguna idea de ello; pero el Hip hop que se supone y Carolina baila es algo mas complicado que eso asi que les pondre  videos de baile hip hop algo rudo que es el que Cari y sus amigos bailan. Veenalos que estan rebueenos y no se arrepentiran para nada ;) 
  LOSQIERO. BESOS CON GLOS (K) 

Get rigth –Jennifer Lopez
Guees who’s back -50 cent
Telephone –Lady gaga
Imee be –Black eyes peas

http://www.youtube.com/watch?v=1FCdxJ1IZTc&feature=related 

How low can you go –Ludacris

Judas –Lady gaga 


PD. copien & pegen. 

1 comentario:

  1. Hola, linda :)

    Muchas gracias por pasarte :)
    Me alegro de que te gustara el blog.
    Si te gusta la literatura, te animo a hacerte seguidora.

    Un beso.
    El desván de los sueños

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