miércoles, 3 de agosto de 2011

Capitulo 12: Quiero saber mas


Me encontraba cómodamente sentada en una de las bancas de la cafetería. Edith charlaba animosa sobre lo que hará este viernes por la noche.
--Saldré con Edgar y lo veré, desde hace como dos días que ni hablo con él. ¿Puedes creerlo?—me pregunto.
   Yo me encontraba aburridamente recargada en el hombro de Sebastián viendo mis papas fritas con salsa y como cada vez se hacían más aguadas.
--No, no puedo—conteste apática.
  Siguió con su charla y en eso llego Marcelo. Por suerte para ella Marcelo si le prestaba la suficiente atención y empezaron a charlar de…no sé. Yo seguía viendo mis papas aguadarse cada vez mas y se me revolvió el estomago. Las deje en la mesa y hundí mi cabeza en el hombro de mi amigo.
--- ¿Estás bien?
--Bien aburrida—conteste y bostece.
--Vamos adentro—susurro.
  Nos levantamos, cosa que ni Edith ni Marcelo lo notaron siquiera. Entramos a los edificios y me recargue en uno de los casilleros.
--No me has contado lo que te paso ayer en la noche. Mira tu cara.
--Gracias, me encanta que me halaguen.
  Me senté en recargándome en uno de los casilleros y cerré mis ojos, pude sentir cuando Sebastián se sentó a mi lado.
--- ¿Quién es Roberto Saldaña?—pregunto después de un momento de silencio.
  Lo voltee a ver con cara confundida. Que yo recuerde nunca lo he nombrado a él enfrente de Sebastián. ¿Oh si?
--- ¿Como sabes de el?
--La última vez que fui contigo, Martin me conto algo de él. Algo así como que te iba a decir algo así que te apoyara en todo y que ese hombre significo algo en tu vida… aparte de que no te dejara cometer una de esas estupideces muy tuyas.
   Reí entre dientes.
--De verdad adoro tus halagos—bromee y se me ocurrió algo— ¿Harás algo esta noche?
   Suspiro
--También me comento Martin que te vigilara para que no te fueras a las carreras—me miro extraño— ¿Cuáles carreras?
-- ¡Dios, no se cansan!
--Sabes, suelo desesperarme y matar sin piedad a la persona que se encuentra más cerca si no me explican las cosas—dijo pacientemente y reí por eso.
   Le conté todo lo que me habían contado a mí la noche anterior. Bueno no todo, no nombre las peleas entre los hermanos, no nombre siquiera a Gustavo. Ni los motivos por los cuales Roberto llego a convertirse se traficante a mafioso a fugitivo. Ni que podría estar vivo, eso se lo contaría después; tampoco que se escapo por eso y básicamente por mi seguridad. Así que me limite a esta explicación:
--Hay un mafioso asqueroso que me busca desde hace tiempo y se presume que quiere matarme, pero puedo lidiar con eso.
--Wow. Okey me encargare de que no vayas—me sonrió.
  Le saque la lengua en forma de juego y él me la saco a mí. Una guerra amistosa fue lo que hicimos los siguientes diez minutos sin parar. Después me quede pensando en lo que había dicho hace un momento. Sandoval me buscaba y hace dos años me quería matar pero ahora ya no podía porque supongo y él cree que Roberto está muerto. No tiene derecho de hacerme daño y Gustavo siguió en su trabajo. Si me quería muerta ya lo estuviera desde hace mucho tiempo.
-- ¿En qué piensas?
--En algo que debí de pensar ayer por la noche.






 Estaba en mí cuarto encima de mi cama, recargada en la pared y con el teléfono celular en la mano. Dudaba en asistir a esas carreras. Aunque no lo hacía notar que un mafioso pensó en matarme me pone los pelos de punta. Pero por lo orgullosa que eras asistiría, así estuviera solo diez minutos. Estaba recién bañada, mi pelo estaba chorreando y sentí gotas fresca recorriéndome la espalda.
   Me quite la pereza y baje a servirme agua y descansar un poco. Eran cuando mucho las siete, traducido: era demasiado, demasiado temprano. Me senté en el sillón de la sala y prendí la tele. Estaba empezando South Park y sin verlo empezó a beber mi agua. Hasta que Cartman dice que no está gordo y Kenny muere, me sacaron una carcajada.
   En eso llega mi madre con mi hermana. En sus manos muchas bolsas de tiendas caras y mi madre con el pelo recién pintado, su color original era castaño casi caoba como el mío pero se lo pinto rubio para disque verse mas mejor.
--- ¡Ignacio!—grito Sara.
--Estoy en la cocina—escuche— ¿Qué pasa ahora?—contesto mi padre.
-- ¿Ya le avisaste a la muchacha?
-- ¿De qué?
   Sara bufo.
--De lo de esta noche, Ignacio—mi madre parecía realmente cansada y molesta.
   Mi padre suspiro.
-- ¡Carolina!
   Entorne los ojos y apague la televisión, con una expresión no muy amistosa y fui directo al lobby donde se encontraba mi papa recargado en la puerta de la cocina y mi madre cruzada de brazos en el pie de las escaleras.
--Arréglate que iremos a una cena formal de mi trabajo. Nos vamos en dos horas.
--No puedo lo siento—me dirigí a subir las escaleras pero mi madre me lo impidió.
--- ¿Qué no puedes?—bufo—Iras no es pregunta.
--Oblígame—y trate de subir de nuevo.
   Me agarro por la muñeca con fuerza y me retuvo.
--¡Soy tu madre y me obedeces!
--¡Ah, ahora si eres mi madre!—le grite en la cara.
   Pude ver como Lorena asomo la cabeza desde la sala con cara de risa, a ella siempre le entretenían mis peleas con mi madre.
--- ¡Siempre lo he sido, niña malagradecida y ahora me respetas!
-- ¡No iré a eso y se acabo!
   Sara alzo una mano para darme una cachetada pero yo la detuve usando mi otro brazo el cual no me sujetaba.
--Ya no tengo diez años, Sara—le espete en la cara y ella me miro a los ojos para soltarme lentamente.
--Iré—me dirigí a él ahora—pero me iré temprano y se los advierto que ustedes me obligaron a hacer esto.
   Dicho esto subí las escaleras y me encerré en mi cuarto. Me acorde de las múltiples veces en que mi madre hizo lo que estaba a punto de hacer, me recordó a la mala relación que tenemos y que mi padre nunca se mete para no causar más problema pero yo sabía que era porque no quería tener más discusiones con Sara.
   Y mala suerte que Sebastián no se encontraba en su habitación para animarme un poco y me dedique a arreglarme para ese estúpido evento. Estaría hay máximo hasta la cena y largarme lo más pronto posible. Cobraría venganza eso sí, pero el simple pensamiento me hace sentir como si estuviera en una telenovela de malos actores. Martin me prometió que él y Gustavo en ningún momento me dejarían sola pero los conozco perfectamente y me dejarían por otra con escote y nalgas fuertes. En este tipo de eventos no faltaba que las chavas fueran con ropa muy provocativa y que te encontraras cervezas por todas partes. Sería la fiesta más loca de mi vida lo sabia pero no la disfrutaría como debería, eso lo tenía demasiado claro.
   En fin, me senté enfrente de mi pequeño peinador a iniciar con lo que sería la noche más extraña y larga de mi vida.




Dos horas después baje las escaleras con mí vestido negro con un escote hecho por encaje y sin mangas con unos tacones altos del mismo color. Lorena iba con una sonrisa con un vestido blanco pegado y unos zapatos rojos. Aparte de mi vestido llevaba una bolsa grande con mi cambio de ropa para cuando me fuera y cosas personales. Lorena me vio de arriba abajo con una ceja levantada y entorno los ojos cuando vio mi grande bolsa colgada en mi hombro.
   Salí de la casa directo hacia mi carro y avente la bolsa al asiento, cerrando los ojos para suspirar pesadamente. Pasaría un mal rato en ese evento, lo presentía.
--- ¡Cari!
   Pegue un salto en mi asiento cuando escuche que gritaban alado de mi oreja. Abrí los ojos de golpe para encontrarme con Sebastián recargado en la puerta de mi coche y riendo por la ventana cerrada. La abrí lentamente mientras se encontraba con mi mirada asesina.
--No fue gracioso—dije lento.
--Bien sabes que si—seguía riendo— ¿Adónde vas? ¿No iras a tu fiesta donde la gente está muy loca, wtf?
--Si pero primero tendré que ir a esto. ¿Vendrás?
--Claro, es viernes por la noche no me quedare en mi casa. Pero sabes que por mi tu no irías.
   Suspire.
--Lastima que no es tu decisión—dije divertida, devolviéndole el susto que él me dio.
   Mi papa se estaba acercando y Sebastián se mostro algo incomodo.
--- ¿Por qué no te vienes con nosotros?—me pregunto susurrando. Sebastián se había retirado un poco.
--No me escapare si a eso te refieres.
--- ¿Cómo sabré que no mientes?
--Ve atrás de mi, se donde queda el salón.
  Se miro más tranquilo.
--Escucha no quiero escándalos, ¿de acuerdo? Nos vemos hay—observo a su vecino—Buenas noches, Sebastián.
--Buenas noches, Sr. Montes—contesto educadamente y mi papa se fue.
--Ya me voy
--Solo dime como llegar ahí.
--No, yo volveré por ti y nos iremos juntos ¿Si?—asintió—Llegare como a las once y no traigas nada valioso.
   Arranque el coche, directo al salón Le’Blanc donde siempre eran las cenas formales del trabajo de mi padre. Obviamente también estaría Sergio y mi mejor amigo Samanta, ya que su padre y el mío trabajaban juntos. Sería algo demasiado incomodo con Sergio que no hemos hablado desde la pelea que tuvo con Alex y con Alex las cosas no estaban mejores. Ya ha pasado mucho tiempo pero entre Sergio y yo el tiempo no existía realmente. Estacione el coche en el lujoso estacionamiento del lugar. Me baje con cuidado para que no se me vieran los calzones y mientras esperaba por mi familia me peine con los dedos. Me colgué mi bolsa en los hombros y cuando mi papa estuve alado mío entramos fingiendo ser una familia feliz.
--Finge por mí—me susurro mi papa.
--Podría no estar aquí, ustedes me obligaron.
--Es un evento familiar.
-- ¿Y desde cuando yo participo en sus eventos familiares?
-- ¡Ignacio! ¿Cómo has estado?—un señor robusto y canoso se acerco a nosotros, inmediatamente nuestras caras pasaron del fastidio a una sonrisa fingida y felicidad actuada, mi padre y el señor se saludaron—Y dime, ¿Quién es esta señorita tan guapa?—el señor me tendió la mano y yo se la estreche.
--Carolina, mi hija la más chica—dijo mi padre mientras le estrechaba la mano al señor canoso.
--Un gusto, soy Iván.
--Igual.
  Por el nombre adivine que era el jefe de mi padre, parecía simpático. Se separo de nosotros para ir a saludar a mi madre que ya se conocían para después seguir recibiendo gente.
   Nos fuimos a la mesa donde se encontraba la familia Treviño. Inmediatamente mi padre empezó a platicar con el padre de los gemelos. Mi madre con su madre, Lorena con Samanta no sin antes voltearme los ojos y yo siempre hacia dúo con Sergio que nos encontrábamos incómodos sentados con la mirada en nuestros pies. Nunca me había enfadado con él antes, ni incomoda con él antes hasta que quiso seguir más allá de la amistad de la manera más estúpida nunca antes vista.
-- ¿Cómo has estado?—me pregunto.
--Bien, gracias
--¿Bien gracias? ¿Desde cuándo tan educada?—rio.
--Desde que nací—le conteste con una sonrisita de burla.
  Estuvimos hablando como unos desconocidos hasta que empezó a hablar desde el micrófono dando las gracias a sus trabajadores bla bla bla… deje de prestar atención después de que pronuncio una oración completa. Después nos dieron de cenar y la verdad me atasque. La comida estaba deliciosa y hace mucho tiempo que no me preparaba a mi misma de comer cosas tan finas y elegantes. Yo a lo mucho llegaba a unas flautas en un plato desechable. En mi casa lo último en lo que me fijaba era si agarraba una cuchara de plástico o de plata.
   El reloj de mi celular dio las 10:45, quince minutos tenia para cambiarme e ir por Sebastián. Me levante al terminar mi cena y me dirigí al baño de mujeres. Estaba vacío, me cambie sin meterme a un espacio donde estaban los retretes.
   Para ir a unas carreras que también eran como fiestas locas no se necesitaba un vestido como el que yo llevaba. Me puse una blusa de tirantes negro donde enseñaba el abdomen, bueno desde el ombligo hasta la cintura y un short muy corto y unas botas negras de tacón alto que me llegaban a la mitad de la pierna. Cuando levantaba solo un poco los brazos la blusa se levantaba aun más.  
    Ahora empecé a maquillarme. Los ojos ni los tria pintados y los maquille ahumados y me puse mi bendito labial rojo. Mi pelo lo traía exacto como me gustaba, liso desde la raíz pero mientras bajaba se hacía rizado. Me puse el kilo de pulseras, collares y anillos que siempre me ponía y deje para el ultimo la cruz de plata que me había dado Roberto antes de morirse o irse… Una última mirada al espejo de cuerpo completo y puse una mano sobre la puerta viendo en mi mente la reacción de mis padres y de los demás. Yo les advertí que no debieron traerme y ahora tendrán que pagar las consecuencias.
   Suspire y salí del baño para encontrarme con Sergio mirándome de arriba abajo.
--- ¿Y eso?—pregunto mientras no dejaba de ver mi blusa.
--Hey, los ojos están acá—le levante la mirada y le señale mis ojos—Me tengo que ir.
-- ¿Iras a una fiesta? Wow.
--No se si se podría llamar así pero adiós de todas formas.  
   Seguí caminando, consciente de las miradas. Unas desaprobatorias y otras lujuriosas. Me sentía realmente incomoda, a mi mama se le cayó la mandíbula al verme y mi padre ni hablar; se le llenaron los ojos de rabia. Todos observaban por cinco razones: una, todos iban con ropa formal y muy tapados cosa que yo no ni una cosa ni la otra. Dos, la manera en que el organizador del evento estaba a punto de llamarme la atención. tres, que todos los hombres no me quitaban el ojo y las esposas no estaban muy contentas y cinco, que mi madre realmente enojada se acercaba a mí con intención de mínimo torturarme antes de mandarme a la hoguera.
--¡Como se te ocurre vestirte así! ¡La vergüenza que nos estás haciendo pasar! ¡Que tú no puedes pensar más allá de ti! ¡Cuando estemos en la casa te ira de lo peor!—mi madre susurraba realmente enojada. Yo solo suspire y le di un beso en la mejilla.
--Nos vemos, mami. Yo les advertí que no me obligaran a venir y ten por seguro que no llegare a dormir—dije mientras me daba la vuelta dejándola verde.
   Camine hasta mi coche aliviada de dejar todo atrás.



--- ¿No pudiste venirte más tapada?—Sebastián se burlaba de mi mientras conducía camino hacia el norte del estado para llegar a Bustamante. Siempre había gente acampando hay pero gracias a los disturbios causados por la llegada de los narcos el turismo bajo.
--Vine lo mas que pude, gracias.
-- ¿No solo te tendré que cuidar de mafiosos sino también de violadores?—se echo a reír y aunque yo me aguantaba saque solo una sonrisita.
--No, quien va a cuidar soy yo a ti. Yo me puedo cuidar solita y perfectamente.
--No si eso lo sé y muy bien. Pero, ¿viniste aquí para divertirte o para buscar a ese hombre?
--Para buscarlo a él, no creo que me pueda divertir por mas tentadora que se la situación sabiendo que él está en el mismo lugar sabiendo que le paso a Roberto.
--Pero ten cuidado, ¿sí?—dijo serio.
   Le sonreí.
-- ¿Qué paso con el tono burlón?—me salí por la tangente.
--Hay veces en que se tiene que callar.
   Suspire. Ya casi llegábamos y se empezaron a escuchar la música a todo volumen y el ruido de los motores de los carros.
--- ¡Wow! ¿Sabes? A las mejores fiestas que he ido es porque me invitas tú. Como esa vez que me llevaste al antro en el barrio antiguo y casi me asaltan—dijo con sarcasmo.
   Explote en risas al recordar eso. Sebastián llevaba con él un reloj de su padre de oro y unos pobretones feos se lo querían quitar. Nos asustamos mucho al salir corriendo y después en su carro sufrimos un ataque de risas como el que teníamos ahorita.
   Fui acelerando más y más hasta llegar a 100, 110, 130, 150, 180…
--Hey, Cari. Despacio.
--Cual despacio, ya casi llegamos y si quieres participar en esas carreras más vale que no le tengas miedo a la velocidad.
   Me mantuve en 180, se sentía demasiado bien y la carretera se me hacía nada peligrosa, todo lo contrario; como un juego de niños. Lo único que no me gustaba era que me estaba despeinando con el aire pero el aire…se sentía tan bien que lo de pelo casi ni lo notaba.
   Y aunque mi amigo me echo en cara que iba demasiado rápido sabía perfectamente que él lo disfrutaba tanto o más que yo y por eso no hablaba porque normalmente siempre esta bromeando.
   Lo voltee a ver para encontrarme con un Sebastián tranquilo con los ojos cerrados. Admire a mi amigo por dos segundos, de verdad no se qué aria sin él es un grandísimo apoyo para mí y realmente lo quiero. Sebastián abrió los ojos y vio que lo observaba. Sonrió.
--- ¿Qué?
--No nada—y mire para enfrente y me concentre en el camino y empezó a disminuir la velocidad.
-- ¿Por qué vamos más lento?
   Y sin contestarle empecé a meterme al cañón del municipio. Normalmente la gente llega hay por la carretera que los lleva a la entrada del ojo de agua para después entrar al cañón pero como esto era algo mas privado entrabamos de contrabando. Me fui metiendo entre los arboles con el carro.
--- ¿No es peligroso para el carro?
--Si, pero da igual después lo mando a reparar y de todas formas no le hare ningún rasguño.
   Empezamos a ver carros estacionados o más bien abandonados mientras nos adentrábamos hasta que ya no pude seguir por tantos que había. Pare el motor y me baje del coche y lo asegure bien. No faltaba un ladrón en esto tipo de eventos.




--Cierra la boca que yo no limpiare tu bobota, babas—le di unas palmadas en la cabeza.
   A Sebastián se le estaban yendo los ojos al ver tanta muchacha linda. Le dije que yo venía lo mas tapada por que muchas aquí ni traían ropa interior. Mi amigo observaba detenidamente a una muchacha con un vestido que le llegaba debajo de la nalga azul eléctrico y con la espalda totalmente descubierta mientras yo me reía de lo ridículo que se veía. Había demasiada gente y también tiendas de acampar, fogatas por todas partes donde alrededor la gente bebía bailaba y se drogaba. Había un dj que tenía unas lámparas alrededor de él y era la única luz eléctrica, todos se iluminaban con fuego. Las carreras de carros estaban con las apuestas más altas. Chavas besándose con muchachos fortachones arriba de la cajuela de los carros más lujosos y rápidos. Casi me atropellan si no fue porque Sebastián me sostuvo a tiempo para impedir que me matara.
--- ¿A quién buscas?
--A Martin o Gustavo, al que encuentre primero.
--Pero si están hay—señalo a unos coches deportivos—con esas mujeres que wow, vamos con ellos—me eche a reír cuando me agarro de la mano y nos dirigimos a donde estaban y si eran unas muchachas muy hermosas.
-- ¡Martin!
--Creí que ya no llegarías.
--Y perderme de ver cómo te rechazan, jamás—le sonreí.
   Gustavo se acerco y Sebastián se fue a hablar con esas mujeres.
--Hay personas que no solo se vienen a divertir esta noche. Reza para que algún no te reconozca y le avise a mi jefe.
--No le tengo miedo, Gustavo.
--Le tendrás, te lo prometo.
  Martin suspiro.
--No quiero peleas, menos cuando estamos en esta situación. Carolina, antes que nada tendrás que cargar esto—me entrego una pistola de bolsillo FIE Titan—es la más chica que encontramos y solo tiene seis balas: un cartucho, has que cuenten.
   La agarre y la escondí entre mi piel y mi bota derecha. Gustavo me entrego un navaja demasiado filosa y pequeño y esa la metí en mi escote no sin ates hace una mueca, picaba demasiado.
--Ahora trata de mantenerte lo más normal del mundo y haber si tienes suerte de que no te reconozcan.
--Eso es justo lo que quiero, el debe de saber algo de Roberto.
--Te dije que no era buena idea decirle—Gustavo le dio un codazo a Martin.
--Tarde o temprano se iba a enterar.
--Mejor tarde, mejor nunca—bufo.
-- ¿Crees que me lo dijeron muy temprano? Fue demasiado tarde en realidad, a Doña Piedad le dijeron a los días y se tardaron dos años para decírmelo a mí, ¿Sabes lo que sentí cuando creí que estaba muerto?
--Era por tu seguridad porque sabíamos perfectamente que reaccionarias como lo estás haciendo ahora y  querer ir a enfrentarte a ese mafioso que ha matado a decenas de personas a sangre fría y crees que a ti te dejara así como así, por eso..
--No creo que será como visita de doctor se que correré riesgos pero los acepto porque quiero encontrar al que es para mí, mi verdadero padre; gracias…
-- ¡Que parte de ay más probabilidades de que este muerto no entiendes!
--Entiendo toda la parte pero existe la esperanza y la fe, que obviamente tu no las conoces…
-- ¡BASTA!—grito Martin.
   Gustavo se hizo para atrás todavía con miradas hostiles. Nunca había discutido así con Gustavo, eso de gritarnos y ni siquiera terminaba una oración y el ya estaba hablando y nuestras voces se confundían.
--- ¿No deberías estar con tu jefecito cuidándolo? ¿No eras el jefe de seguridad?—dije más tranquila.
--Si, pero hoy no.
-- ¿Conoces a los que me pueden reconocer?
--No, los que investigan y buscan a las personas no somos los de seguridad. Ni siquiera se quienes son.
--Bien—suspire—Me voy.
--Tendrás que quedarte cerca de nosotros—dijo Martín.
--Si, pero no tan cerca.
   No tenía ni idea de donde Sebastián se fue pero de seguro “conociendo” más a esas muchachas. Ja; suertudo. Yo también quería a alguien con quien estar.
   Un hombre alto sin camisa y son un físico impresionante me chiflo. Tenía una botella de alcohol en la mano alado de una fogata enorme. Con una sonrisa me ofreció un poco de tequila y al ritmo de la música y con una sonrisa me fui acercando a él.




--- ¡Fondo, fondo fondo!—cantabamos yo, otro muchacho una chava y yo a Alan, así se llamaba el que me chiflo. El se bebió la botella de tequila lo cual de verdad era un reto tomando que ardía en la garganta.
    Todos empezamos a aplaudir muy idiota mente cuando se acabo todo el líquido.
--Ya no me dejaste nada—me queje cuando agarre la botella vacía y la voltee para abajo y solo salió unas cuantas gotas.
   Me rodeó con el brazo
--No hay problema cariño, todavía tengo aquí—y me acerco a su boca pero yo me detuve a unos centímetros.
--Mejor iré a traer más botellas.
  Alan me soplo y olía demasiado a alcohol. Le sonreí y empecé a caminar—consciente de que me veía—hacia una camioneta donde había una enorme hielera con botellas. La camioneta lobo estaba algo oculta entre los árboles y al ya casi llegar dos hombres me agarraron por los hombros y se sentí algo frio en mi costado. Mire de reojo; eran grande y fortachones y llevaban gafas pero estaban vestidos como los demás no totalmente de negro como yo creía. Una pistola me presionaba la cadera.
--Camina sin gritar o aquí presiono el gatillo—me dijo en el oído ya que la música estaba demasiado fuerte y se alcanzaba a escuchar los neumáticos de los coches en plana carrera.
   Me jalaron levemente y empecé a caminar hacia el norte, uno me puso una mano en el hombro.
   Genial, sin duda sería la mejor noche de mi vida.


3 comentarios:

  1. Que le pasara a la pobrecita !!!!y Sebastian se perdio por ahi cuando se entere seguramente se va a echar toda la culpa u.u
    Buen capi, besitos

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  2. hola!! me he leido tu historia y me encantoo
    me has dejado con la intriga!!
    espero tu proximo cap con ancias

    besosss

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  3. holaaa! me he leido toda la historia y me ha encantado ;)
    Espero q no le pase nada a Carolina y publica pronto q no puedo esperar másss! :)
    te puedes pasar por mi otro blog: www.lavida-cambia.blogspot.com
    besoss

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