miércoles, 16 de enero de 2013

Capitulo 34: "Julian Silva"




Un flash-back se me vino a la mente en aquel momento
   Caminaba sola a mi salón de clases después de haber dejado a Edith en el suyo. Y al pasar por una puerta, una mano me jalo hacia ella encerrándome en aquel cuartito. Era el cuarto de limpieza, donde el conserje guardaba todas sus cosas. Nunca había entrado y estaba más amplio de lo que debería estar…
   ¡Pero en donde tienes la mente muchacha!
   Reaccione y mire a mi secuestrador que me tenía en un rincón. Sebastián no dejaba de ver mi rostro que cada vez mostraba más disgusto
-          ¡Estás loco!—murmure tratando de empujarlo pero no se movió ni un centímetro, arrinconándome
-          Loco por ti—puso una mano delicadamente en mi mejilla
-          No me vengas con cursilerías y déjame salir—dije más tranquila
   Me miro directo a los ojos y todas aquellas palabras en contra de él se me olvidaron por completo
   Bajo su mano y con el pulgar acaricio mis labios en forma de puchero y estos se relajaron de inmediato
-          Ya no me rechaces, Carolina…
   Se acerco un poco más
-          No puedo
-          ¿Por qué?—susurraba mientras se acercaba un poco mas y mas
   Mi sentido de razón se nublaba cada vez más, mire a sus labios y resistí en no arrancárselos de una mordida
   Sacudí la cabeza, saliendo de las nubes y empujándolo
-          Porque no—dije con el ceño fruncido
-          Me encantas cuando te enojas—se mordió el labio
-          Que gracioso eres—susurre sarcástica
-          ¿De verdad no te gusto ni siquiera un poquito?
-          No me necesitas, hay muchas mujeres ahí afuera esperando a que las voltees a ver—no se lo decía en broma, y odiaba que eso fuera verdad
-          ¿Alguna de ellas eres tú?—se acerco lo suficiente como arrinconarme de nuevo
-          No—mi voz fue débil
-          Entonces no me interesan
   Su rostro ya se encontraba a centímetros de los míos y salió una sonrisa picara de su rostro
   Un suspiro me trajo de regreso a la realidad y empujándolo delicadamente salí del lugar
   Abrí los ojos y regrese al presente. Ya había pasado mucho tiempo desde aquel momento y ahora estaba exactamente en el mismo lugar frio pero acogedor por la persona con la que estaba
   Sebastián y yo habíamos coincidido en una hora libre y nos escabullimos. Nos encontrábamos sentados en el suelo, el recargado en una de las paredes y yo sentada de lado en su regazo
   No hablábamos, de hecho ya llevábamos un buen rato sin decir palabra, solo con los ojos cerrados y jugando levemente con nuestros dedos
   Ahora que ya tenía mis ojos abiertos lo voltee a ver. Estaba todo relajado con sus ojos cerrados. Comencé a acariciarle la cara delicadamente, trazando sus labios carnosos, sus parpados y su nariz
-          Hoy cumplimos un mes—susurre sin dejar de acariciarlo
-          Lo sé—no abrió los ojos
   Ya no hablamos durante otros minutos
-          ¿Recuerdas la última vez que estuvimos aquí?
-          Justo en eso pensaba
-          ¿Cuándo tiempo más vamos a esconder lo nuestro?—ahora si tenía los ojos bien abiertos
-          Solo un poco más, lo prometo
-          Mira hasta donde hemos llegado, ahorita podríamos estar sentados en sol o en la cafetería
-          Si tantas ganas tienes de estar allá, nadie te detiene—dije en buen tono
-          No es eso—me tomo la mano y entrelazamos los dedos y me miro a los ojos
-          No pasa de esta semana lo prometo—murmure dándole besos en la barbilla
-          Está bien pero…
-          ¿Qué?—me detuve
-          Mis labios están aquí
   Agarro mi cabeza con las dos manos y…
   El timbre nos interrumpió, haciendo que nos detuviéramos y nos miráramos algo decepcionados con los labios queriendo más que un simple roce.
   Sin decir palabra salimos rápido del lugar antes de que se llenara de personas, ya que seguía el descanso
   Todo iba normal, como todos los días. Sebastián estaba al otro lado de la cafetería con sus amigos y yo con las mías. Estaba riendo cómodamente de las pláticas hasta que mi risa se desvaneció al ver a Puta Monserrat coqueteando con Sebastián
   Ella encabezaba la lista de gatas que lo querían engatusar y al parecer no se había dado por vencida.
   Desvié la vista con solo una pizca de celos pues yo confiaba en mi novio hasta que Cintia hablo
-          ¿Ese no es Sebastián? 
-          Parece que ya cayo—rio Edith
   Alce la vista a la escena y vi que Monserrat abrazaba a mi novio y este no le correspondía… hasta que levanto su brazo y le rodeo la cintura. Ella lo miro y le dio un largo beso en la mejilla y lo apretó mas a el mientras los amigos alrededor se reían
-          ¿Le gustara a Sebastián?—susurro Edith con el chisme en la boca
-          Pues seria un milagro ya que no parece pelar a ninguna desde Samanta
-          Si, y eso fue hace tres siglos y medio
-          ¿Sabes algo?—me llamaron— ¿Carolina?
   Unos dedos tronaron en mi cara
-          ¿Qué?—dije confusa. No podía quitarle la mirada al par
-          Que si sabes algo, no sé; si a Sebastián le gusta o algo
-          ¿Por qué yo abría de saber?
-          Eres la mejor amiga del muchacho—dije Edith en tono de lógica
   Resople de desesperación y me levante bruscamente de la mesa
-          ¿A dónde vas?—grito Cintia a mis espaldas
   Cruce la cafetería hasta que llegue donde estaban ellos. Los amigos de Sebastián que también eran mis amigos me saludaron alegres mientras le regresaba la sonrisa y seguían en sus pláticas
-          ¿Sebastián?—me dirigí a él con una sonrisa fingida
-          Si—Montserrat fue la que hablo mientras Sebastián me daba una mirada de disculpa
-          Podemos hablar a solas—recalque la últimas palabras
-          No, no puede
   Mire para otra parte de reojo y vi que mis amigas estaban atentas a la escena y no solo ellas
-          Sebastián—murmure algo enojada pues ya se estaba pasando de la raya
-          Ya deja de molestar que estamos algo ocupados
   ¡Es todo! Aquí acaba una de tus nueve vidas  
   Lo hice sin pensar siquiera, algo que nunca se había apoderado de mi lo hizo. No la iba a golpear pues eso empeoraría las cosas pero iba a poner a esa perra en su lugar
   Fue rápido. Le agarre la cabeza, me valieron todos los presentes y le plantee un beso. Escuche el asombro de la gata a nuestro lado cuando Sebastián—que la agarraba con los dos brazos—la soltó por completo para agarrarme por la cintura y regresarme el beso con todas sus ganas.
   Todas las ganas contenidas por nuestro encuentro interrumpido por la campana y mis celos reflejados hacían el beso más apasionado y delicioso
   Conforme subía de tono nuestro momento se escuchaban más de una voz de confusión
-          ¡Que!—esa era la voz de Edith
-          ¡Ni de chisteeeeeeeeeeee!—Alberto casi gritaba
-          Eso es hermano—se escucho entre risas de sus amigos
   Nos separamos y nos vimos a los ojos. “Perdóname” articulo con los labios
   Voltee a ver a Monserrate que seguía hay parada por no sé qué razón
-          Mantente alejada de mi novio perra—faltas de escupirle no me faltaron
   Se fue caminando con su ritmo firme y con una mirada que no aceptaba una derrota
-          Perdóname por hacerte esperar tanto—le susurre
-          No te preocupes—me dio un beso en la frente—Perdón por hacerte ver eso
-          Me lo prestan un ratito—dije riendo a sus amigos
-          Todo tuyo—dijo Oscar
   Nos agarramos de la mano por primera vez dentro de la preparatoria y en camino a salir dos hombres vestidos de traje entraron a la cafetería. Se me hizo demasiado raro pero trate de no hacer contacto visual.
   Escuche que alguien decía mi nombre y me voltee justo a tiempo para ver como un muchacho que estaba en mi clase de Historia me señalaba
-          ¿Qué pasa?—pregunto Sebastián
-          Nada, solo que…
-          ¿Señorita Montes?—grito una voz desconocida y más de una persona volteo
-          Que—dije de mala gana
-          Acompáñenos
   Mientras se acercaban, voltee a ver a Sebastián que me miraba con pánico
-          Yo arreglo esto, no digas nada te lo suplico—le dije muy bajito
-          Pero…
-          ¡Pero nada, Sebastian! Solo empeoraría las cosas, te lo suplico
   Ellos llegaron y me agarraron por los codos, vi  muchas caras sorprendidas
   Me saltee de su agarre
-          Porque—fue todo lo que dije
-          El señor Silva la solicito
   Uno de los hombres se precipito a volverme a agarrar por los codos
-          No me toque—retrocedí
   Ya tenía varias miradas no deseadas en la escena
-          Vengan—murmure
   Camine—sin fijarme si me seguían—al edificio donde estaba solo. Lejos de las miradas no deseadas—en un pasillo vacio—me detuve
-          ¿Qué fregados quieren?
-          No queremos llevarla a la fuerza, así que coopere Señorita
-          ¿A la fuerza?—maldije—antes explíquenme—grite
   El mismo hombre—al parecer el menos paciente de los dos—saco una pistola de las grandes apuntándome directo al corazón. No retrocedí ni me inmute. Lo mire directo a sus ojos obscuros
-          Déjalo estar—el otro hablo
   Cuando este bajo un poco la pistola y se distrajo con un ruido atrás suyo agarre mi pequeña pistola que guardaba entre mi cadera y mi pantalón. Cuando sus miradas regresaron mi pistola apuntaba a uno de ellos.
-          Quiero detalles—susurre
   El otro también saco su arma
   Dos contra uno, no es justo
   Sin saber qué hacer, me apunte a mí misma. Los dos hombres se sorprendieron, sin embargo no bajaron sus armas
-          Les dejo este pequeño encargo que es traerme a la Señorita y esto es lo que me encuentro
   Otra voz desconocida llegaba por detrás de mí. Mire de reojo y deduje que era el mismo hombre al que le había disparado en la pierna hace muchas semanas en un techo de lamina en el barrio. No cojeaba, ni tenía señales de herido, le fruncí el ceño.
   Cerré los ojos un segundo tratando de controlar el pánico que se me avecinaba. Esto era todo, estaban aquí por mí. Los hombres de Sandoval, que pedía mi cabeza arrepintiéndose por haberme dado la localización de Roberto o algún otro Carter buscándome por venganza hacia—de nuevo—Roberto
   Al abrir los ojos, tenía a los tres arrinconándome.
-          Suelta esa pistola dulzura, no te querrás hacer daño
   ¡Que! Sus palabras me confundían
   Con una señal del que parecía ser el líder—al que le pase una bala por la pierna—hizo que los otros dos bajaran sus armas. Hice lo mismo
   El líder dio un paso hacia mí y yo volví a levantar mi arma, esta vez hacia él. Los otros dos hicieron lo mismo, pero apuntándome a mi
   La campana sonó y al instante una ola de muchachos indiferentes a le escena se metieron. No me había dado cuenta que nos veían hasta que se escucharon muchos gritos de pánico. Los cuatro volteamos la cabeza hacia las personas que no se metían al pasillo por pánico y muchos corriendo hacia atrás.
-          ¡Maldición!—susurra el líder—A correr muchachos
   El líder me agarro la mano y por alguna razón no justificada corrí junto con ellos antes de que alguna autoridad de la preparatoria nos impidiera salir. Me llevaron al estacionamiento donde, igual muchas personas me vieron meterme a la enorme camioneta negra con aquellos tres hombres y sosteniendo una pistola.  
   Gracias a Dios no llevaba tacones




 
   El “líder” estaba muy plácidamente y cómodamente sentado, al contrario de mi que estaba tensa y en totalmente pegada a la ventana sin dejar de ver el exterior
   Los hombres de negro iban en la parte delantera sin decir palabra
-          Puedes relajarte, Carolina
   No moví ni un musculo y ya no se dijo más. Después de un rato yo rompí el silencio
-          ¿Cómo sabes mi nombre?—aunque hable no aparte mi vista del vidrio
-          Se mas que tu nombre—soltó una risilla amarga
   Mi cabeza giro con una ceja levantada hacia su rostro
   Suspiro
-          No crees que si quisiera hacerte daño ya lo hubiera hecho—murmuro viendo mi mano agarrada al arma
-          Perdón, no sé si viste toda la escena que me hicieron—use tono sarcástico
   Sin embargo solté el arma y me la guarde debajo de mi blusa entre mi cadera y mi pantalón
-          Y me disculpo por eso, esa no era la maner…
-          ¿De qué se trata todo esto?—lo interrumpí tajante
   Me voltee completamente y ya no estaba tiesa
   Rio entre dientes
-          A que te refieres, Carolina
   Tenía tantas preguntas que hacerle a este hombre
-          Me dicen “Pérez” aunque ese no es mi apellido. Te he estado buscando desde hace vario tiempo. Me mandaron aquí a buscarte
-          ¿Lo mandaron? Como… ¿Sandoval?—tratando de contener mi horror
-          No, el no tiene nada que ver con la situación
-          ¿Por qué me buscaba?
-          El hombre que me mando a buscarte quiere hablar contigo
   Mierda
   Nos quedamos callados por lo que parecieron horas. Hombre de negro #1 nos dirigía fuera de la ciudad. Mi teléfono no dejaba de vibrar pero realmente muy apenas lo sentía y lo último que quería hacer era ver que querían decirme. Sé que tal vez se están preocupando por mi pero tenía que liderar con eso en otro momento
-          ¿Es por eso que me perseguías hace unas semanas por los techos de las casas?
-          Si—tenía unas ganas enormes de mirar su pierna pero me contuve—Eres rápida, y realmente muy difícil de encontrar. Tuve que contratar al mejor detective de la ciudad y le batallo
   Bravo, Gustavo y Martin. Nunca creí que cuando me decían que les costaba mucho trabajo ocultarme lo decían muy enserio
-          ¿Por qué no simplemente toco la puerta de mi casa o la casa de Doña Piedad? Digo, en vez de estarme correteando con una pistola
   Comenzó a reírse
-          Te juro que esa era mi intención pero, Carolina, no soy el único tratando de encontrarte. Si usaba ese método al saber dónde estabas, muchos se hubieran aprovechado. Ahorita estuvieras muerta
   Mire a otra parte, lejos de sus ojos mientras mi cerebro procesaba esa información
-          ¿Por qué?
-          Julián te lo explicara
   Lo mire confundida
-          Julián Silva, el hombre para el que trabajo
-          Ni siquiera conozco al hombre
-          Lo conoces, solo que no lo sabes
-          Lo siento por la pierna
   Bufo
-          E salido de peores, no te preocupes. Siento por asustarte
-          Este hombre; Julián— Pérez levanto una ceja— ¿Qué quiere conmigo?
   El carro se detuvo al topar con un portón, se escucho un ruido odioso y el portón se abrió en dos dejándonos entrar a un sendero lleno de flores de todos los tamaños y colores. Los arboles alrededor del jardín eran altos y de muchas variedades que daban sombras debajo de algunas bancas repartidas por todo el lugar. Era grande y espacioso y era perfecto para un picnic.
   El coche se estaciono enfrente de una gran casa, una mansión se podría decir.
   Un hombre uniformado me abrió la puerta y me ayudo a bajar mientras una mujer igual vestida me ofreció una limonada.
   Le sonreí gentilmente mientras la rechazaba y ella me regreso el gesto y dio un paso atrás.
   Pérez apareció detrás mío y me guio dentro de la casa.
   Se me abrió la boca de sorpresa
   Julián debe de estar pudriéndose en dinero
   Era grande, espaciosa, elegante, bien decorada y hermosa. Parecía la casa de la realeza del siglo XIX. En el centro estaban dos escaleras que se juntaban en lo alto abriendo puertas al resto de la casa. Por donde vieras veías los colores dorados combinados con azules y verdes, realmente era hermoso.
   Me llevaron a la sala. Tenía un gran ventanal cuadrado donde la vista era el jardín y el día soleado. El techo es alto y tiene grandes decoraciones de ángeles y flores. Tenía dos candelabros de cristales y grandes cuadros de siglos pasados colgaban alrededor iluminando con arte. Me senté en la gran sala alado de la chimenea de mármol blanco y Pérez me acompaño sentándose enfrente de mí
-          No bromeaba cuando dijo que eras muy hermosa
   Entorne los ojos pero le di una sutil sonrisa
   ¿Quién no bromeaba?
-          Julián no es peligroso, ¿verdad?—trate de sonar calmada
   Algo cambio en el rostro de Pérez. Aquel hombre que no era tan agraciado, que tenia pelo muy corto de color ceniza y grandes entradas arriba de la frente. Lo que más destacaba era su sonrisa que no encajaba con su rostro, pues esta era deslumbrante.
   Su sonrisa ahora oculta por la línea dura que formaban sus labios
-          Nunca te haría daño—susurro
   Y mi curiosidad se extendió, ahora estaba impaciente
   Después de unos segundos, la misma señora de baja estatura con piel morena entro a la habitación con un teléfono en la mano y me lo entrego directamente.
   Pérez se paro y me sonrió. Sus ojos decían tantas cosas que no pude descifrar pero me dio un sentimiento en el estomago.
   El y la señora salieron al mismo tiempo
   ¡¿Qué?! ¡Este tipo hizo todo ese circo para solo llamarme por teléfono! Que pensativooooooooo…
   Me puse el teléfono en la oreja
-          ¿Diga?
   Se escucho que alguien sonreía al otro lado de la línea
-          Princesa
   Mi boca cayó al suelo por completo, mientras se me vino un enorme nudo a la garganta que amenazaba con sacar lágrimas de mis ojos.
   No puede ser…

3 comentarios:

  1. hola :D de verdad me fascino este capitulo, me encanta tu nove desde hace mas de 1 año cuando comencé a leerla, y si, parezco un fantasma porque nunca me aparecí pero la amo :D te queda genial, sube rápido plis :) jaja bueno nos vemos en el siguiente cap, besos y que la pases bien :P la amo! :D :P

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  2. Siiiguiiiente por favoooooor, es la mejor de todas las que leí, mi favorita, la amo, siguela:3!

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  3. Diooooooooooooos*________________*
    Siguela pronto cielo, moriré sino la seguís pronto:3
    Beeeeeeesos cariiñoL

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