martes, 2 de julio de 2013

Capitulo 39: "Besos"

   


Recogí mi pelo en una cebolla y me puse mis botas gruesas. Esto va enserio
   Mi amigo Rodrigo me llamo para decirme que había una carrera de autos, de apuesta. Y bueno, necesito algo de dinero pero a quien engaño hasta Rodrigo sabe que me fascinan esas carreras.
   El y otros amigos me recogieron sobre una avenida, le informe a Sebastián por mensaje que saldría y tomamos vodka mientras íbamos a alta velocidad hacia la carretera.
   Respire hondo, admitiendo que extrañaba esto. Los amigos a casi mitad de la noche, en una carretera dirigiéndome hacia un lugar desconocido junto con una botella casi por terminar de alcohol.
    Hace mucho que no veía a estas personas, me puse al tanto con ellas; sus vidas ahora empezadas la universidad y otras pocas que como yo, todavía no entran
-¿El semestre que viene entraras a una carrera?
   Torcí la boca
-Vale, chico, que mi mama me ha corrido de la casa, creo que tendré que esperar más tiempo
-¿Por qué te ha corrido?—pregunto un persona que no conocía hasta ahora, su nombre era Eduardo
-Recuerdo cuando mi madre me corrió de la casa—comento Gil
-Yo me fui por mi propia cuenta—grito Rodrigo que manejaba
-Todavía no sé porque lo ha hecho, pero ya no hay marcha atrás
-¿Dónde vivirás ahora?
   La botella ya estaba llegando a su fin, igual que el camino. Nos dirigíamos al sur, casi al cruce con el estado vecino a un pueblo olvidado y lo suficiente lejos de la caseta para poder hacer nuestro desmadre. Se podría decir que han pasado varios años desde que fui a una carrera, Dios, deberían de hacer unas más seguido
   Le di un trago grande y desee tener a la mano un limón, me limpie con el dorso de la mano
-Con Sebastián
   Todos se volvieron locos con la noticia, unos empezaron a aplaudir mientras otras amigas solo reían mientras me guiñaban el ojo. Rodrigo hizo sonar la bocina como si el equipo favorito de alguien ganara un torneo y no dejaban de burlarse sobre la situación.         Yo no podía dejar de reír
-Hay que enseñarle a hacer sexo oral, por nuestro amigo Sebastián—se burlo Omar
   Mi risa fue aun más fuerte
-Si no es que ya sabe—hablo Rodrigo en carcajadas
-Eh, eh… ¿Qué no Sebastián se irá a España?
   El ambiente se puso más serio, al igual que mi cara. Rodrigo le bajo un poco a la música mientras yo asentía
-¡Que triste!—vocifero Sofía con cara de horror—Que tu novio se valla lejos
-¿Cómo te lo tomaste?—preguntaron varios
   Me encogí de hombros
-Mal—dije avergonzada
   Termine noqueada en el hospital
    Ya que Sebastián me dijo a mí, empezó a decirle al mundo sobre su partida. Empezando con Borjas, que quedo afectado y siguiendo con sus amistades, para rematar con las amistades de los dos.
   La casa, aparte de recibir personas interesadas en su compra, también se lleno de amigos nuestros, todos preguntando si era cierto y diciendo que volverían para despedirlo cuando llegara el momento de su partida.
   Aunque debería de alegrarme dada que la popularidad de Sebastián seguía viva aun y cuando ya no íbamos a la escuela y que todos se preocuparon por él, me hacía sentir triste. Solo me recordaban más que dentro de un poco la luz se me va a escapar.
-Te ayudaremos a recuperarte, ya verás—me animo Brandon dándome una palmada en la rodilla
   Sonreí a medias
-¡Pon la música alta de nuevo, que estamos aquí para divertirnos!—grite



   Dios, extrañaba estos lugares
   Era una zona pequeña para los visitantes y los que concursaban. Para ellos estaba trazado una pista que se perdía de vista, escondida entre arboles.
   La música era dirigida por una persona encima de un remolque y había la suficiente luz para distinguir rostros, no más.
   Estábamos rodeados de arboles, y si no fuera por la música apuesto a que podríamos oír a los grillos y sapos.
   ¿Qué más extrañaba de todo esto? Las personas. Las strippers con poca ropa excéntrica era lo primero que te llamaba la atención, la mayoría encima de los pantalones de un hombre o en la boca de otros. Los corredores se recargaban en sus carros de lujo con egocentrismo y las muchachas guapas—igual con poca ropa—alrededor de ellos.
   Los coches estaban en fila, estacionados y esperado su turno para competir. Las competencias se hacían al azar, al registrar tu carro podías competir con cualquier coche. Un riesgo, así lo veía yo, ya que un bocho Volkswagen podía competir con un Lamborghini.
   Era como las películas de Rápido y Furioso, a excepción que los corredores no eran mafiosos y policías, o guapos y con cuerpos musculosos. No se puede tener todo en la vida, pensé irónicamente.
   Casi todos mis amigos hombres con los que venía al rato de una hora y media parecían fumados y la mitad de mis amigas, con hombres platicando. Me encontraba tomando una cerveza—la tercera—con un grupo de personas que acababa de conocer, frente a la pista, viendo a los carros correr. Todos estábamos parados, gritando, emocionados y la mayoría apostando.
   Cuando el ganador pasó la meta, y los perdedores pagaban su apuesta me senté, esperando a los siguientes coches. Un hombre se sentó alado mío
-¿Otra cerveza?
-No, gracias—dirigí mi mirada a su rostro.
   Apuesto, con cabello castaño que le llegaba a los hombros, ojos miel y camisa negra de interior de tirantes así que se le veía los grandes músculos trabajados. Me pregunte como se vería Sebastián con el pelo largo de esa manera…
   Wow Detente hay ¿Por qué pensé eso? ¿Así será cuando se valla? Que cada hombre que me hable le encontrare un parecido o me hará pensar en el… ojala y no.  
   Le di un largo trago a mi cerveza
-¿Haces apuestas?
-No—reí y el rio igual
-¿Por qué no?
-Me creerás si te digo que soy pobre
-No
-¿Y tú? ¿Apuestas?
-Ya perdí dinero, pero gane el suficiente como para invitarte otra cerveza
-Todavía tiene esta—alce mi mano
-Ya casi se acaba—inclino la cabeza
   Reí entre dientes y me incline hacia adelante, recargando mi codo en mis rodillas
-¿Estas intentando ligarme?
-Me conformo con una pequeña amistad
-Trato, en ese entonces. Una cerveza no hará daño





  Los efectos del alcohol ya me hicieron completo efecto. El chico de la melena larga se llamaba… ¿Cómo me dijo que se llamaba? Bueno, eso no importaba ahorita verdad
   Ya eran las dos de la mañana, ya Rodrigo me dijo que casi todos nos iríamos, a excepción de varios que se quedaban.
-Ya me voy, amigo—dije entre risitas
-¿Tan rápido?
   Asentí mientras me frotaba los ojos y de pronto sentí unos labios sobre los míos.
   ¿Sebastián? Sebastián…
   Mi novio me estaba dando un beso. Le correspondí algo confundida, se sentía diferente a como el siempre se siente. Sentí sus manos en mi espalda y moví las mías a su cabello y…
   Me despegue bruscamente. ¡Que tonta! El chico de melena larga frunció el ceño como si algo anduviera mal. ¡Todo estaba mal! En un impulso le metí una cachetada todo el rostro y con casi todas mis fuerzas. El alcohol no ayudaba mucho
-¡Desgraciado!—murmure mientras me veía todavía con el ceño fruncido y me marche de ahí.
   ¡No puedo creer que lo bese! Sebastián que matar cuando le diga…
   Llegue a la camioneta donde ya todos estaban listos. Arrancamos en cuanto me subí a la camioneta.
-Por ser la única mujer, te llevare hasta la puerta de tu casa—dijo Brandon
   Me pregunte donde estaba Rodrigo, pues era él el que manejaba y al alzar la vista lo vi al fondo de la camioneta casi dormido.
-Gracias—le sonreí
    



Despidiéndome de todos, me baje de la camioneta. El efecto del alcohol ya no era tanto, pues no había consumido lo suficiente. Arrancaron antes de que entrara.
   Recordé que no tenia llave así que comenzó a tocar. Pasaban los segundos y nada pasaba, seguí tocando hasta que Sebastián abrió. Su cabello se veía algo húmedo—el niño se baño—y con ropa para dormir. Eso significaba un simple bóxer, desnudo de la cintura para arriba.
-Me tenías preocupado—susurro
   Entre a la casa, directo a la cocina para servirme agua
-No es tan tarde—comente después de saciar mi sed
-Son las cuatro de la mañana
   Solté una risilla, tal vez si seguía algo ebria
-Perdón—dije seria al ver la expresión de mi novio
-Ya vamos a la cama, necesitas dormir
-Quiero un baño, y ropa limpia—dije mientras me frotaba los ojos—estoy tan cansada—murmure
   Cerré los ojos y solo sentí la mano de Sebastián sobre la mía, llevándome por las escaleras. Mantuve mis ojos cerrados y los abrí hasta que nos detuvimos. Estábamos en el baño privado de la habitación de su madre. Había una tina y se estaba llenando.
-¿Cuánto bebiste?—hablo mientras salía de la habitación y regreso con una toalla.
-No mucho, la cosa es mi cansancio—que me llego de la nada
   Los ojos se me cerraban, no los force más y los deje cerrados. Me senté en la taza del baño y puse mi cara entre mis manos. Solo escuche como él cerraba la llave.
-Levántese, mujer. Vamos a darle un baño
-¿Vamos?
-Te quedaras dormida a mitad del baño, te caerás, te ahogaras y no queremos eso verdad
   Reí entre dientes. Me levante y comencé a quitarme la ropa. El momento fue algo gracioso, pues Sebastián no sabía a dónde mirar.
   Me acerque a e y agarre su rostro con mis dos manos.
-Está bien—le sonreí
   Continúe con mi momento de stripper hasta quedar solo en ropa interior y entre a la tina. El agua estaba deliciosa. Mientras Sebastián acercaba una pequeña silla para poder sentarse yo me sumergí completamente, así despertándome casi por completo.
   Él comenzó a poner shampoo en su mano y frotarlo contra mi cabeza, haciendo un delicioso masaje
-Cualquiera diría que me tienes bien chiflada
-Me gusta chiflarte
-Me gusta que me chifles—le sonreí
-¿Y cómo te fue con los chicos?
   Recordé al de la melena larga… mierda.
-Estuvo bien, tranquilo a comparación de otras. Montón de gente, lo de siempre—bostece
   No dijo nada hasta que termino con el masaje
-Abajo—ordeno con voz dulce y de nuevo me volví a sumergir, haciendo que toda la superficie del agua se llenara de espuma
   Agarro el jabón y la esponja y también comenzó a hacer espuma
-¿Cómo te fue con Samanta?
-Bien, nada especial
-¿Para qué te quería?
-Em… Cari, ¿tú te enjabonas o lo hago yo?
   Lo mire a los ojos, el se veía indeciso. Ya me había bañado una vez hasta donde me dijo pero yo estaba inconsciente, así que…
-Tu, si no te molesta
   Comenzó por mi espalda hasta que se tropezó con mi brasier. No dijo nada pero yo moví mis manos y lentamente me lo quite. No apartamos la vista de los ojos del otro hasta que la prenda estuvo fuera de mi cuerpo y la puse delicadamente en el suelo. Me puse en la misma posición como estaba. Abrase mis piernas y recargue mi barbilla en mis rodillas
-Samanta se entero que me iba y quería confirmarlo, creyó que solo era un rumor
   Me costó entender a que se refería, hasta que recordé de nuestra conversación antes dejar mis pechos al aire, literalmente
   Paso la esponja por toda mi espalda, mis hombros, y mis piernas. Me enjuague yo sola
-Me llevo a una cafetería por aquí cerca. Ella pago, se sintió raro—rio entre dientes
   Me levante de la tina y él me paso una toalla. Salió para darme privacidad.
   Ya seca entre a su habitación y me fui a la esquina más lejana de la cama a ponerme ropa limpia. Me seque el pelo completamente con la toalla y la deje en una silla.
   Al voltearme me encontré con mi novio acostado en la cama, su cabeza recargada en su codo, viéndome con una sonrisa.
-¿Qué?—comencé a reírme
   Se encogió de hombros con una sonrisa burlona en sus labios. Camine rápido hacia la cama y salte sobre él. Grito un poco por la sorpresa y los dos rompimos en risas
-Te extrañe—murmuro y puso un mechón detrás de mi oreja
-Yo no—le saque la lengua
-¿Ah no?
   Sebastián comenzó a hacerme cosquillas, haciendo que me retorciera a carcajadas. Pataleando todas las sabanas y hasta quedarme sin aire
-Para para—dije entre risas
   Se detuvo
-Haz de estar cansada, duerme un poco—me sostuvo cerca de él—Ya casi amanece
   Mire hacia la ventana y efectivamente, el sol amenazaba con salir
-Ya no tengo sueño, ¿tu?
   Negó con la cabeza. Agarro las sabanas que acababa de patear y nos cubrió a los dos con ella. Me abrazo por la cintura y acomodo su cabeza en mi pecho. Acaricie su pelo y acomode mi barbilla encima de su cabeza, poniendo mi otra mano en su espalda
   Así nos quedamos por mucho tiempo, sin decir palabra. Solo acariciándonos muy levemente hasta que dejamos de hacerlo. Sentía sus respiraciones profundas en mi abdomen
   Cuando creí que ya se había quedado dormido, algo me hizo hablar
-¿Sebastián?
-¿Si?—hablo de inmediato
-En las carreras, hice algo que no debía
   Se quedo callado y movió su cabeza para ver mi cara, esperando a que volviera  a hablar
-Ya estaba algo ebria y había conocido a un hombre y al despedirme de él… bueno, me beso—dije avergonzada y casi no me salió la voz
   Después de unos momentos, Sebastián comenzó a reír… como, carcajadas
-¿De qué te ríes?—fruncí el ceño
-Hoy al despedirme de Samanta, también me beso
   Mi reacción fue la misma que la de él, la risa me salió involuntariamente
-Tienes que estar bromeando
-¿Cómo besaba?
-No lo sentí, muy apenas duro cuatro segundos. Creí que eras tú—susurre, aun mas avergonzada y solo causo que se riera mas
-¿Y qué hiciste cuando descubriste que no era yo?
-Le pegue una cachetada—seguía susurrando— ¿Y tuuuu? Que paso con tu ex
   Su risa se calmo un poco
-Se disculpo diciendo que tenía que hacerlo, aunque ya no sintiera nada por mí. Tampoco duro mucho que digamos. La plática se acabo después de eso—torcí los ojos
   Baje un poco hasta quedar cara a cara, recostados.
-Sabes que soy tuyo
   Sonreí tímidamente y paso su pulgar por mis labios
-Así que este chico… ¿besaba mejor que yo?
-Oh, mi amor, ni siquiera se acerca—susurre
-¿Cómo se llamaba?
   Pegue mis labios con los suyos, sin besarlo
-No tengo ni idea
   Soltó una risilla
-Que romántica eres
-Solo con un hombre—le bese la punta de la nariz—No te preocupes, no creo que me olvide de tu nombre
-Eso espero, señorita
   Para cuando termino la oración ya estábamos con las piernas entrelazadas, mis manos en su pelo, y las suyas rodeando mi espalda y cintura.
   Nos observábamos. Yo me sabía el rostro de este hombre de memoria, pero al momento de verlo todo se me olvidaba y tenía que volver a observar cada detalle de él.
   Su mandíbula cuadrada, su mentón recto. La manera en que su piel era suave pero en la mandíbula se podía sentir lo rasposo de la barba empezando a salir. La forma que hacían sus labios al sonreír me deleitaba.
   Pero lo mejor, una de las razones por la cual me enamore de él, sus ojos. No es solo el verde si no la manera en que me miran. Cada vez que yo los veo me siento completa y cada vez ellos me ven me siento amada. Como ahorita mismo… me siento completa y amada.
   No te vayas, no me dejes sola
-¿Puedo pedirte algo?
-Lo que quieras
  Se tardo en volver a hablar
-Quiero ver tus cicatrices
-¿Qué?—pregunte realmente confundida
-Note algunas cuando te bañe en tu casa, y ahora note otras más. Se lo que viviste de niña, y quiero comprenderlo un poco mas
   ¿Mostrarle mis cicatrices? Tenía tantas, tantas que ya se me olvidaron donde las tenia. Mi mente viajo años atrás, cuando por las noches Doña Piedad siempre me aplicaba ungüento para que se me notaran menos; antes de dormir cuando me quedaba en casa de Roberto o me la ponía en una bolsa cuando dormía en la casa de mis padres. Quiere ver mis cicatrices, algo demasiado intimo y personal para mí pero…
-Si no quieres, no
-Lo hare—le sonreí
   Me pare y me dirigí al closet donde agarre un top deportivo y de espaldas a Sebastián me quite la blusa que tenía—sin brasier—y me puse el top deportivo. Así solo quede en braga y el top. Me volví a sentar a mitad de la cama
-Ya casi no se notan y unas se fueron por completo—hable en voz baja—las más dolorosas siguen aquí
   Este era sin duda unos de los momentos más íntimos que he tenido con una persona en mi vida y eso que no he tenido tantos momentos íntimos
-Bueno ya conoces la herida de bala cuando estaba con Alberto—señale mi hombro donde había una cicatriz en forma ovalada
-Como olvidarlo—murmuro Sebastián mientras fruncía el ceño
-Tengo varias heridas de cuchillo
-¿Cuchilladas?—dijo horrorizado
  Me encogí de hombros
-La primera vez que intentaron robarme, cuando Roberto se entero los dejo en el hospital. Me dieron aquí—soñare en mi antebrazo, era una cicatriz tenue de cinco centímetros de pulgada—no fue profunda. No fue para tanto pero Roberto estaba furioso
   Sebastián sonrió con tristeza
-Este—señale en mi pantorrilla—este y este—los dos casi juntos en la parte superior de mis muslos—son por el baile, en mis intentos por hacer piruetas y esas cosas
-¿Y resulto al final?
   Asentí mientras me reía con los recuerdos que salían de mi cabeza
-Mira para resumir casi todo, todas las pequeñas que veas es por momentos con Sara que sinceramente no recuerdo y la otra mitad son tanto buenas o malas experiencias.
-Martin una vez me menciono que te vieron con una quemadura
-Ah sí… una pelea seria con Sara y si intento hacerme más daño del que siempre me hace pero logre salir de la casa sin que me hiciera más daño. Tantas veces me había golpeado Sara que aunque era fuego no le tome mucha importancia—señale a mi muñeca, donde tenía la piel diferente al resto pero solo se notaba si veías muy de cerca.
-¿Y todas estas?
   Observe detenidamente esas marcas permanentes en mi cuerpo. Las cicatrices tenían forma de tira—de los látigos que recibí—y estaban largos. Parecían unas muy marcadas estrías.  A comparación de todas las demás hechas por Sara, esta si importaba.
   Dios, tanto tiempo intentando alejar esos recuerdos, que ahora que tenía que sacarlos parecía que me raspaba la garganta. Trague fuerte y Sebastián se dio cuenta de mi esfuerzo
-Carolina…
- ¡No!—lo detuve—Fue la vez que mi padre me golpeo después de mi discusión con Samanta, ¿lo recuerdas?
   Asintió
   Esto era más duro de lo que pensé que sería.
   Mantente en el presente, mantente en el presente.
   Pero mi mente no escuchaba mi razón y sentía de nuevo que estaba bañada en mi propio charco de sangre, luchando con el dolor de la carne abierta de mi espalda y parte de mi abdomen.
-Son los que más he intentado quitar, pero como se me cerraron de una mala manera la cicatriz siempre estará ahí. Necesitaba puntos y fui al hospital demasiado tarde
-¿Puedo?—pregunto vacilante
   Me acerque a él y él se acerco a mi hasta que quedamos lo suficientemente juntos para que tocara con delicadeza, como con miedo a romperme. Como yo estaba hincada y él seguía sentado, su cabeza y mi abdomen quedaban a la misma altura.
-Lo siento tanto
-¿Por qué?—fruncí el ceño
-Por qué no estuve ahí cuando me necesitabas
   Le sonreí con dulzura
-Teníamos como menos de 12 años Sebastián, en que podrías haberme ayudado
-En lo que sea, es solo que… me tortura saber que ni siquiera estaba cerca de ti
-No pienses esas cosas. Te gastas tu cabeza en cosas que ya no puedes cambiar
   Siguió inspeccionando mis heridas más viejas
-Debió de haberte dolido tanto—susurro tan bajito
   Sonreí un segundo con tristeza 
-Llego un punto donde ya no sentí nada          
   Sebastián alargo su brazo y agarro una blusa de no sé dónde y me la entro
-Suficiente de malos recuerdos, ya no quiero ver más
   Me puse su camisa e inspire hondo su olor sin importarme lo ridícula que me veía
-Solo de pensarte toda herida hace que me den ganas de abrazarte
-Bueno, pues me puedes abrazar ahora—le sonreí
   Nos recostamos como estábamos, con el abrazándome por la cintura y su cabeza en mi pecho



2 comentarios:

  1. me encanta la historia.... enserio eres muy buena escribiendo sigue así :D

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  2. Holaaa!
    Muy buena tu historia espero que publiques pronto.
    Besos

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