Recogí mi pelo en una cebolla y me puse mis
botas gruesas. Esto va enserio
Mi
amigo Rodrigo me llamo para decirme que había una carrera de autos, de apuesta.
Y bueno, necesito algo de dinero pero a quien engaño hasta Rodrigo sabe que me fascinan
esas carreras.
El y
otros amigos me recogieron sobre una avenida, le informe a Sebastián por
mensaje que saldría y tomamos vodka mientras íbamos a alta velocidad hacia la
carretera.
Respire hondo, admitiendo que extrañaba esto. Los amigos a casi mitad de
la noche, en una carretera dirigiéndome hacia un lugar desconocido junto con
una botella casi por terminar de alcohol.
Hace
mucho que no veía a estas personas, me puse al tanto con ellas; sus vidas ahora
empezadas la universidad y otras pocas que como yo, todavía no entran
-¿El semestre que viene entraras a una carrera?
Torcí
la boca
-Vale, chico, que mi mama me ha corrido de la
casa, creo que tendré que esperar más tiempo
-¿Por qué te ha corrido?—pregunto un persona
que no conocía hasta ahora, su nombre era Eduardo
-Recuerdo cuando mi madre me corrió de la
casa—comento Gil
-Yo me fui por mi propia cuenta—grito Rodrigo que
manejaba
-Todavía no sé porque lo ha hecho, pero ya no
hay marcha atrás
-¿Dónde vivirás ahora?
La
botella ya estaba llegando a su fin, igual que el camino. Nos dirigíamos al
sur, casi al cruce con el estado vecino a un pueblo olvidado y lo suficiente
lejos de la caseta para poder hacer nuestro desmadre. Se podría decir que han
pasado varios años desde que fui a una carrera, Dios, deberían de hacer unas más
seguido
Le di
un trago grande y desee tener a la mano un limón, me limpie con el dorso de la
mano
-Con Sebastián
Todos
se volvieron locos con la noticia, unos empezaron a aplaudir mientras otras
amigas solo reían mientras me guiñaban el ojo. Rodrigo hizo sonar la bocina
como si el equipo favorito de alguien ganara un torneo y no dejaban de burlarse
sobre la situación. Yo no podía
dejar de reír
-Hay que enseñarle a hacer sexo oral, por
nuestro amigo Sebastián—se burlo Omar
Mi
risa fue aun más fuerte
-Si no es que ya sabe—hablo Rodrigo en
carcajadas
-Eh, eh… ¿Qué no Sebastián se irá a España?
El
ambiente se puso más serio, al igual que mi cara. Rodrigo le bajo un poco a la
música mientras yo asentía
-¡Que triste!—vocifero Sofía con cara de
horror—Que tu novio se valla lejos
-¿Cómo te lo tomaste?—preguntaron varios
Me encogí
de hombros
-Mal—dije avergonzada
Termine noqueada en el hospital
Ya
que Sebastián me dijo a mí, empezó a decirle al mundo sobre su partida.
Empezando con Borjas, que quedo afectado y siguiendo con sus amistades, para
rematar con las amistades de los dos.
La
casa, aparte de recibir personas interesadas en su compra, también se lleno de
amigos nuestros, todos preguntando si era cierto y diciendo que volverían para
despedirlo cuando llegara el momento de su partida.
Aunque
debería de alegrarme dada que la popularidad de Sebastián seguía viva aun y
cuando ya no íbamos a la escuela y que todos se preocuparon por él, me hacía
sentir triste. Solo me recordaban más que dentro de un poco la luz se me va a
escapar.
-Te ayudaremos a recuperarte, ya verás—me animo
Brandon dándome una palmada en la rodilla
Sonreí
a medias
-¡Pon la música alta de nuevo, que estamos aquí
para divertirnos!—grite
Dios,
extrañaba estos lugares
Era
una zona pequeña para los visitantes y los que concursaban. Para ellos estaba
trazado una pista que se perdía de vista, escondida entre arboles.
La
música era dirigida por una persona encima de un remolque y había la suficiente
luz para distinguir rostros, no más.
Estábamos
rodeados de arboles, y si no fuera por la música apuesto a que podríamos oír a
los grillos y sapos.
¿Qué más
extrañaba de todo esto? Las personas. Las strippers con poca ropa excéntrica
era lo primero que te llamaba la atención, la mayoría encima de los pantalones
de un hombre o en la boca de otros. Los corredores se recargaban en sus carros
de lujo con egocentrismo y las muchachas guapas—igual con poca ropa—alrededor
de ellos.
Los
coches estaban en fila, estacionados y esperado su turno para competir. Las
competencias se hacían al azar, al registrar tu carro podías competir con
cualquier coche. Un riesgo, así lo veía yo, ya que un bocho Volkswagen podía
competir con un Lamborghini.
Era
como las películas de Rápido y Furioso, a excepción que los corredores no eran
mafiosos y policías, o guapos y con cuerpos musculosos. No se puede tener todo
en la vida, pensé irónicamente.
Casi
todos mis amigos hombres con los que venía al rato de una hora y media parecían
fumados y la mitad de mis amigas, con hombres platicando. Me encontraba tomando
una cerveza—la tercera—con un grupo de personas que acababa de conocer, frente
a la pista, viendo a los carros correr. Todos estábamos parados, gritando,
emocionados y la mayoría apostando.
Cuando
el ganador pasó la meta, y los perdedores pagaban su apuesta me senté,
esperando a los siguientes coches. Un hombre se sentó alado mío
-¿Otra cerveza?
-No, gracias—dirigí mi mirada a su rostro.
Apuesto, con cabello castaño que le llegaba a los hombros, ojos miel y
camisa negra de interior de tirantes así que se le veía los grandes músculos
trabajados. Me pregunte como se vería Sebastián con el pelo largo de esa manera…
Wow Detente hay ¿Por qué pensé eso? ¿Así
será cuando se valla? Que cada hombre que me hable le encontrare un parecido o
me hará pensar en el… ojala y no.
Le di
un largo trago a mi cerveza
-¿Haces apuestas?
-No—reí y el rio igual
-¿Por qué no?
-Me creerás si te digo que soy pobre
-No
-¿Y tú? ¿Apuestas?
-Ya perdí dinero, pero gane el suficiente como
para invitarte otra cerveza
-Todavía tiene esta—alce mi mano
-Ya casi se acaba—inclino la cabeza
Reí
entre dientes y me incline hacia adelante, recargando mi codo en mis rodillas
-¿Estas intentando ligarme?
-Me conformo con una pequeña amistad
-Trato, en ese entonces. Una cerveza no hará
daño
Los
efectos del alcohol ya me hicieron completo efecto. El chico de la melena larga
se llamaba… ¿Cómo me dijo que se llamaba? Bueno, eso no importaba ahorita
verdad
Ya eran
las dos de la mañana, ya Rodrigo me dijo que casi todos nos iríamos, a
excepción de varios que se quedaban.
-Ya me voy, amigo—dije entre risitas
-¿Tan rápido?
Asentí
mientras me frotaba los ojos y de pronto sentí unos labios sobre los míos.
¿Sebastián?
Sebastián…
Mi
novio me estaba dando un beso. Le correspondí algo confundida, se sentía
diferente a como el siempre se siente. Sentí sus manos en mi espalda y moví las
mías a su cabello y…
Me
despegue bruscamente. ¡Que tonta! El chico de melena larga frunció el ceño como
si algo anduviera mal. ¡Todo estaba mal! En un impulso le metí una cachetada
todo el rostro y con casi todas mis fuerzas. El alcohol no ayudaba mucho
-¡Desgraciado!—murmure mientras me veía todavía
con el ceño fruncido y me marche de ahí.
¡No
puedo creer que lo bese! Sebastián que matar cuando le diga…
Llegue
a la camioneta donde ya todos estaban listos. Arrancamos en cuanto me subí a la
camioneta.
-Por ser la única mujer, te llevare hasta la
puerta de tu casa—dijo Brandon
Me
pregunte donde estaba Rodrigo, pues era él el que manejaba y al alzar la vista
lo vi al fondo de la camioneta casi dormido.
-Gracias—le sonreí
Despidiéndome de todos, me baje de la
camioneta. El efecto del alcohol ya no era tanto, pues no había consumido lo
suficiente. Arrancaron antes de que entrara.
Recordé
que no tenia llave así que comenzó a tocar. Pasaban los segundos y nada pasaba,
seguí tocando hasta que Sebastián abrió. Su cabello se veía algo húmedo—el niño
se baño—y con ropa para dormir. Eso significaba un simple bóxer, desnudo de la
cintura para arriba.
-Me tenías preocupado—susurro
Entre
a la casa, directo a la cocina para servirme agua
-No es tan tarde—comente después de saciar mi
sed
-Son las cuatro de la mañana
Solté
una risilla, tal vez si seguía algo ebria
-Perdón—dije seria al ver la expresión de mi
novio
-Ya vamos a la cama, necesitas dormir
-Quiero un baño, y ropa limpia—dije mientras me
frotaba los ojos—estoy tan cansada—murmure
Cerré
los ojos y solo sentí la mano de Sebastián sobre la mía, llevándome por las
escaleras. Mantuve mis ojos cerrados y los abrí hasta que nos detuvimos. Estábamos
en el baño privado de la habitación de su madre. Había una tina y se estaba
llenando.
-¿Cuánto bebiste?—hablo mientras salía de la
habitación y regreso con una toalla.
-No mucho, la cosa es mi cansancio—que me llego de la nada
Los
ojos se me cerraban, no los force más y los deje cerrados. Me senté en la taza
del baño y puse mi cara entre mis manos. Solo escuche como él cerraba la llave.
-Levántese, mujer. Vamos a darle un baño
-¿Vamos?
-Te quedaras dormida a mitad del baño, te caerás,
te ahogaras y no queremos eso verdad
Reí
entre dientes. Me levante y comencé a quitarme la ropa. El momento fue algo
gracioso, pues Sebastián no sabía a dónde mirar.
Me
acerque a e y agarre su rostro con mis dos manos.
-Está bien—le sonreí
Continúe
con mi momento de stripper hasta quedar solo en ropa interior y entre a la
tina. El agua estaba deliciosa. Mientras Sebastián acercaba una pequeña silla
para poder sentarse yo me sumergí completamente, así despertándome casi por
completo.
Él
comenzó a poner shampoo en su mano y frotarlo contra mi cabeza, haciendo un
delicioso masaje
-Cualquiera diría que me tienes bien chiflada
-Me gusta chiflarte
-Me gusta que me chifles—le sonreí
-¿Y cómo te fue con los chicos?
Recordé
al de la melena larga… mierda.
-Estuvo bien, tranquilo a comparación de otras.
Montón de gente, lo de siempre—bostece
No
dijo nada hasta que termino con el masaje
-Abajo—ordeno con voz dulce y de nuevo me volví
a sumergir, haciendo que toda la superficie del agua se llenara de espuma
Agarro
el jabón y la esponja y también comenzó a hacer espuma
-¿Cómo te fue con Samanta?
-Bien, nada especial
-¿Para qué te quería?
-Em… Cari, ¿tú te enjabonas o lo hago yo?
Lo
mire a los ojos, el se veía indeciso. Ya me había bañado una vez hasta donde me
dijo pero yo estaba inconsciente, así que…
-Tu, si no te molesta
Comenzó
por mi espalda hasta que se tropezó con mi brasier. No dijo nada pero yo moví
mis manos y lentamente me lo quite. No apartamos la vista de los ojos del otro
hasta que la prenda estuvo fuera de mi cuerpo y la puse delicadamente en el
suelo. Me puse en la misma posición como estaba. Abrase mis piernas y recargue
mi barbilla en mis rodillas
-Samanta se entero que me iba y quería
confirmarlo, creyó que solo era un rumor
Me costó
entender a que se refería, hasta que recordé de nuestra conversación antes
dejar mis pechos al aire, literalmente
Paso
la esponja por toda mi espalda, mis hombros, y mis piernas. Me enjuague yo sola
-Me llevo a una cafetería por aquí cerca. Ella
pago, se sintió raro—rio entre dientes
Me
levante de la tina y él me paso una toalla. Salió para darme privacidad.
Ya
seca entre a su habitación y me fui a la esquina más lejana de la cama a
ponerme ropa limpia. Me seque el pelo completamente con la toalla y la deje en
una silla.
Al
voltearme me encontré con mi novio acostado en la cama, su cabeza recargada en
su codo, viéndome con una sonrisa.
-¿Qué?—comencé a reírme
Se encogió
de hombros con una sonrisa burlona en sus labios. Camine rápido hacia la cama y
salte sobre él. Grito un poco por la sorpresa y los dos rompimos en risas
-Te extrañe—murmuro y puso un mechón detrás de
mi oreja
-Yo no—le saque la lengua
-¿Ah no?
Sebastián
comenzó a hacerme cosquillas, haciendo que me retorciera a carcajadas. Pataleando
todas las sabanas y hasta quedarme sin aire
-Para para—dije entre risas
Se
detuvo
-Haz de estar cansada, duerme un poco—me sostuvo
cerca de él—Ya casi amanece
Mire
hacia la ventana y efectivamente, el sol amenazaba con salir
-Ya no tengo sueño, ¿tu?
Negó
con la cabeza. Agarro las sabanas que acababa de patear y nos cubrió a los dos
con ella. Me abrazo por la cintura y acomodo su cabeza en mi pecho. Acaricie su
pelo y acomode mi barbilla encima de su cabeza, poniendo mi otra mano en su
espalda
Así
nos quedamos por mucho tiempo, sin decir palabra. Solo acariciándonos muy
levemente hasta que dejamos de hacerlo. Sentía sus respiraciones profundas en
mi abdomen
Cuando
creí que ya se había quedado dormido, algo me hizo hablar
-¿Sebastián?
-¿Si?—hablo de inmediato
-En las carreras, hice algo que no debía
Se
quedo callado y movió su cabeza para ver mi cara, esperando a que volviera a hablar
-Ya estaba algo ebria y había conocido a un
hombre y al despedirme de él… bueno, me beso—dije avergonzada y casi no me
salió la voz
Después
de unos momentos, Sebastián comenzó a reír… como, carcajadas
-¿De qué te ríes?—fruncí el ceño
-Hoy al despedirme de Samanta, también me beso
Mi
reacción fue la misma que la de él, la risa me salió involuntariamente
-Tienes que estar bromeando
-¿Cómo besaba?
-No lo sentí, muy apenas duro cuatro segundos.
Creí que eras tú—susurre, aun mas avergonzada y solo causo que se riera mas
-¿Y qué hiciste cuando descubriste que no era
yo?
-Le pegue una cachetada—seguía susurrando— ¿Y
tuuuu? Que paso con tu ex
Su
risa se calmo un poco
-Se disculpo diciendo que tenía que hacerlo, aunque
ya no sintiera nada por mí. Tampoco duro mucho que digamos. La plática se acabo
después de eso—torcí los ojos
Baje
un poco hasta quedar cara a cara, recostados.
-Sabes que soy tuyo
Sonreí
tímidamente y paso su pulgar por mis labios
-Así que este chico… ¿besaba mejor que yo?
-Oh, mi amor, ni siquiera se acerca—susurre
-¿Cómo se llamaba?
Pegue
mis labios con los suyos, sin besarlo
-No tengo ni idea
Soltó
una risilla
-Que romántica eres
-Solo con un hombre—le bese la punta de la
nariz—No te preocupes, no creo que me olvide de tu nombre
-Eso espero, señorita
Para
cuando termino la oración ya estábamos con las piernas entrelazadas, mis manos
en su pelo, y las suyas rodeando mi espalda y cintura.
Nos observábamos. Yo me sabía el rostro de
este hombre de memoria, pero al momento de verlo todo se me olvidaba y tenía
que volver a observar cada detalle de él.
Su mandíbula cuadrada, su mentón recto. La
manera en que su piel era suave pero en la mandíbula se podía sentir lo rasposo
de la barba empezando a salir. La forma que hacían sus labios al sonreír me
deleitaba.
Pero lo mejor, una de las razones por la
cual me enamore de él, sus ojos. No es solo el verde si no la manera en que me
miran. Cada vez que yo los veo me siento completa y cada vez ellos me ven me
siento amada. Como ahorita mismo… me siento completa y amada.
No te
vayas, no me dejes sola
-¿Puedo
pedirte algo?
-Lo
que quieras
Se tardo en volver a hablar
-Quiero
ver tus cicatrices
-¿Qué?—pregunte
realmente confundida
-Note
algunas cuando te bañe en tu casa, y ahora note otras más. Se lo que viviste de
niña, y quiero comprenderlo un poco mas
¿Mostrarle mis cicatrices? Tenía tantas,
tantas que ya se me olvidaron donde las tenia. Mi mente viajo años atrás,
cuando por las noches Doña Piedad siempre me aplicaba ungüento para que se me
notaran menos; antes de dormir cuando me quedaba en casa de Roberto o me la
ponía en una bolsa cuando dormía en la casa de mis padres. Quiere ver mis
cicatrices, algo demasiado intimo y personal para mí pero…
-Si
no quieres, no
-Lo
hare—le sonreí
Me pare y me dirigí al closet donde agarre
un top deportivo y de espaldas a Sebastián me quite la blusa que tenía—sin brasier—y
me puse el top deportivo. Así solo quede en braga y el top. Me volví a sentar a
mitad de la cama
-Ya
casi no se notan y unas se fueron por completo—hable en voz baja—las más
dolorosas siguen aquí
Este era sin duda unos de los momentos más íntimos
que he tenido con una persona en mi vida y eso que no he tenido tantos momentos
íntimos
-Bueno
ya conoces la herida de bala cuando estaba con Alberto—señale mi hombro donde
había una cicatriz en forma ovalada
-Como
olvidarlo—murmuro Sebastián mientras fruncía el ceño
-Tengo
varias heridas de cuchillo
-¿Cuchilladas?—dijo
horrorizado
Me encogí de hombros
-La
primera vez que intentaron robarme, cuando Roberto se entero los dejo en el
hospital. Me dieron aquí—soñare en mi antebrazo, era una cicatriz tenue de
cinco centímetros de pulgada—no fue profunda. No fue para tanto pero Roberto
estaba furioso
Sebastián sonrió con tristeza
-Este—señale
en mi pantorrilla—este y este—los dos casi juntos en la parte superior de mis
muslos—son por el baile, en mis intentos por hacer piruetas y esas cosas
-¿Y
resulto al final?
Asentí mientras me reía con los recuerdos
que salían de mi cabeza
-Mira
para resumir casi todo, todas las pequeñas que veas es por momentos con Sara
que sinceramente no recuerdo y la otra mitad son tanto buenas o malas
experiencias.
-Martin
una vez me menciono que te vieron con una quemadura
-Ah
sí… una pelea seria con Sara y si intento hacerme más daño del que siempre me
hace pero logre salir de la casa sin que me hiciera más daño. Tantas veces me
había golpeado Sara que aunque era fuego no le tome mucha importancia—señale a
mi muñeca, donde tenía la piel diferente al resto pero solo se notaba si veías
muy de cerca.
-¿Y
todas estas?
Observe detenidamente esas marcas
permanentes en mi cuerpo. Las cicatrices tenían forma de tira—de los látigos
que recibí—y estaban largos. Parecían unas muy marcadas estrías. A comparación de todas las demás hechas por
Sara, esta si importaba.
Dios, tanto tiempo intentando alejar esos
recuerdos, que ahora que tenía que sacarlos parecía que me raspaba la garganta.
Trague fuerte y Sebastián se dio cuenta de mi esfuerzo
-Carolina…
-
¡No!—lo detuve—Fue la vez que mi padre me golpeo después de mi discusión con
Samanta, ¿lo recuerdas?
Asintió
Esto era más duro de lo que pensé que sería.
Mantente
en el presente, mantente en el presente.
Pero mi mente no escuchaba mi razón y sentía
de nuevo que estaba bañada en mi propio charco de sangre, luchando con el dolor
de la carne abierta de mi espalda y parte de mi abdomen.
-Son
los que más he intentado quitar, pero como se me cerraron de una mala manera la
cicatriz siempre estará ahí. Necesitaba puntos y fui al hospital demasiado
tarde
-¿Puedo?—pregunto
vacilante
Me acerque a él y él se acerco a mi hasta
que quedamos lo suficientemente juntos para que tocara con delicadeza, como con
miedo a romperme. Como yo estaba hincada y él seguía sentado, su cabeza y mi
abdomen quedaban a la misma altura.
-Lo
siento tanto
-¿Por
qué?—fruncí el ceño
-Por
qué no estuve ahí cuando me necesitabas
Le sonreí con dulzura
-Teníamos
como menos de 12 años Sebastián, en que podrías haberme ayudado
-En
lo que sea, es solo que… me tortura saber que ni siquiera estaba cerca de ti
-No
pienses esas cosas. Te gastas tu cabeza en cosas que ya no puedes cambiar
Siguió inspeccionando mis heridas más viejas
-Debió
de haberte dolido tanto—susurro tan bajito
Sonreí un segundo con tristeza
-Llego
un punto donde ya no sentí nada
Sebastián alargo su brazo y agarro una blusa
de no sé dónde y me la entro
-Suficiente
de malos recuerdos, ya no quiero ver más
Me puse su camisa e inspire hondo su olor
sin importarme lo ridícula que me veía
-Solo
de pensarte toda herida hace que me den ganas de abrazarte
-Bueno,
pues me puedes abrazar ahora—le sonreí
Nos recostamos como estábamos, con el abrazándome
por la cintura y su cabeza en mi pecho
me encanta la historia.... enserio eres muy buena escribiendo sigue así :D
ResponderEliminarHolaaa!
ResponderEliminarMuy buena tu historia espero que publiques pronto.
Besos