lunes, 15 de julio de 2013

Capitulo 40: "Perdidos en la cama"

This..

El sol me despertó golpeándome en la cara con toda su intensidad, de seguro pasaba mediodía. Estaba algo confundida, pues como desde mi habitación el sol nunca tocaba mi cama, era demasiado inusual que ahora lo tuviera por todo el rostro.
   Pero a Sebastián no. El se encontraba todavía plácidamente dormido sobre mí, literalmente. Sus piernas las tenia enredadas con las mías y sentía su respiración profunda en mi pecho, y sus manos en mis hombros. Me tenía como almohada y francamente eso me gustaba. Después de un rato de estarlo observando dormir me decidí por pararme y activarme. Trate de ser delicada al quitarme a mi novio de encima pero se termino despertando así que con menos delicadeza lo empuje al otro lado de la cama.
   Me dirigí al closet para cambiar mi ropa de dormir por deportiva
-¿A dónde vas?— pregunto bostezando
-Iré al parque a hacer algo de ejercicio
-¿Por qué?—murmuro ya mas levantado
   Bufe
-¿No me has visto últimamente? Engorde un poco, pero eso no es lo importante; no quiero perder condición—hablaba mientras terminaba de vestirme y ya cuando estuve lista me dirigí de nuevo a la cama donde él estaba sentado observándome con cara de sueño
-Vuelve a dormir, cuando despiertes ya estaré aquí—sonreí
-Quédate—agarro mi mano y nos recostó a ambos en la cama, recargue mi cabeza en su hombro
-Lo siento pero hace demasiado tiempo que no me activo. Piensa en mí como alguien más sano—ese fue mi intento de una broma
   Se quedo callado mientras acariciaba mi brazo. Arriba, abajo, arriba y de nuevo abajo
-¿Y si voy contigo?
-¿Enserio?—me pare, emocionada. Asintió—Te espero abajo en cinco minutos








-¿Estas loco verdad?—dije mientras me reia fuerte
-No, la cita será a las ocho así que vístete elegante
   Estábamos sentados en la sala, comiendo, después de bañarnos y después de nuestra visita al parque.
-Mañana trabajo, no puedo desvelarme
-¿Qué? ¿Trabajar?—hablo como si fuera una mala palabra—Renuncia
-Estas muy gracioso este día—dije con sarcasmo
-Mi mama me dejo suficiente dinero para sobrevivir todo el tiempo que me quedare, pero sin lujos
-Si, pero te vas y yo que, todavía tengo que pagarme un lugar para vivir
   Torció la boca, sintiéndose culpable y por consiguiente haciéndome sentir a mi también culpable
-Entonces si dices que te dejaron suficiente dinero sin lujos, como vas a pagar esta cena—hable para suavizar la situación
   Mostro una sonrisa torcida que lo hacía verse muy sexy
-Tengo mi propio dinero guardado, ya sabes




   La idea de Sebastián era que íbamos a tener una cita, la escena de dos casi desconocidos tratando de conocerse. Y literalmente, quería que actuáramos como si no nos conociéramos. Al principio se me hizo estúpido pero realmente podría ser divertido.
   Así que a las ocho con tres minutos alguien toco la puerta
   Me di un último vistazo hacia el espejo; usaba un vestido corto de color rojo, tenía mi pelo amarrado en una cebolla alta con aretes largos que hacían juego con el vestido, tacones altos de color crema y un pequeño bolso.
   Abrí la puerta y un chico vestido con ropa formal estaba recargado en el marco de la puerta. Me miro de pies a cabeza y me sonrió con una emoción que no pude descifrar
-¿Así que a donde me llevas?—pregunte
-Paciencia, señorita. ¿No me invitaras a pasar por un momento?
   Reí entre dientes
-Sebastián, es tu casa
-No, no—se salió de su papel—Yo no vivo aquí, ni siquiera sabes donde vivo
   Eso me arranco varias risas que no pude controlar y cuando lo hice carraspee para enderezarme y tratar de actuar. Sebastián solo me sonreía, pero esperara a que continuara
-Ehh, ¿quieres agua o, no se una cerveza antes de irnos?
-Claro, gracias por invitarme
   Contenía pequeñas risas y cerré la puerta tras él. Fui a la cocina para llevarle un vaso de agua
-¿Vives sola?
-No, con mi novio
-¿Tienes novio?—alzo las cejas mientras tomaba el vaso—Apuesto a que es muy guapo, musculoso y bien dotado. 
-Si, pero ahora no está. Creo que se fue a un antro gay, ya sabes   
   Sebastián casi escupía el agua
-Eso es interesante—carraspeo— ¿Nos vamos?
  


  Estábamos sentados en una acogedora mesa para dos, con nuestros postres casi terminados.
   El restaurante—uno de los más elegantes en el que he comido—era muy hermoso, grande y lleno de gente elegante y bien vestida. Definitivamente me sentía fuera de lugar pero, por lo que podía ver, Sebastián también. Durante toda la velada actuamos como dos personas queriéndose conocer pero vaya que coqueteamos. Realmente él y yo nunca nos coqueteamos antes de ser novios así que esto era casi nuevo y sinceramente me encantaba. Estaba teniendo uno de los mejores días de todos
-¿Caricatura favorita?
-Emm.. De niña no vea caricaturas
-¿Lugar favorito para estar?
-Los brazos de mi novio—le sonreí dulcemente
   Ya teníamos las manos agarradas encima de la mesa y el entrelazo los dedos con los míos y me beso el dorso de la mano. Nos quedamos callados—por primera vez—por un tiempo mientras nos veíamos a los ojos. Juro que el mundo se detuvo por ese momento
-Tengo unas enormes ganas de besarte ahorita mismo—susurre cerca de su cara
-Hazlo—contesto a centímetros de mi boca
-No es correcto dar besos en la primera cita
-Dicho por quien
   Reí entre dientes
-Mientras sigamos en esta cita, no creo que pase
-¡Mesero!—llamo Sebastián, haciendo que un joven se acercara—La cuenta por favor





-Fue la mejor cita que haya tenido
-Pienso igual
   Ya estaba el coche estacionado enfrente de la casa. Sebastián se bajo del coche para abrirme la puerta a mí. Caminamos hacia su casa pero yo empecé a cambiar de rumbo hacia la casa de mis padres
-Es para que cada quien se meta a una casa, está bien, creo que ninguno de los dos esta—me explique
   Nos detuvimos al llegar enfrente de la puerta.
-Fue un placer conocerte—murmure
-Si, a ti igual. Eres una mujer hermosa
   Dio un paso hacia adelante
-¿Seria raro decirte en la primera cita que te amo?
   Eso me corto la respiración. Es la primera vez que me decía que me amaba. Sonreí—una sonrisa muy grande—emocionada y nerviosa. Nadie me había amado antes
-Te amo, también
 Quería besarlo, quería besar todo su rostro, quería sus manos en mi cuerpo, y sus labios en mi cuello y… esos pensamientos no me van a llevar a ningún lado bueno. Ahora mismo es una tentación enorme tan siquiera verlo.
   Nos despedimos—se podría decir—y yo entre a la casa. Estaba sola y sentí nostalgia al pensar que ya nunca volvería a vivir aquí. Subí las escaleras y decidí tomar un baño.
   Todavía con el peinado y los aretes me metí a la regadera, trate de no mojarme el cabello y juro que me pude haber quedado hay para siempre pero Sara o Lorena podrían regresar pronto.
   Entre a mi habitación y me puse ropa limpia. Me quite los aretes y los deje en no sé donde y cuando volteo a ver para la casa vecina visualice a mi novio. Estaba yo situada en el único ángulo de toda la habitación donde yo podía verlo a el pero el no a mí.
   Estaba con una toalla alrededor de la cintura y se la estaba quitando… rápido mire para otra parte, avergonzada por estarlo casi espiando y cuando mire de nuevo ya estaba con un bóxer encima, su torso estaba desnudo y se le marcaba las entradas. Cortó mi inspiración al ponerse una camisa de interior negra de tirantes gruesos que hacía que se le notaran los músculos de los brazos. Me estaba matando. Lo deseaba. Demasiado
   ¿Desde cuándo? Tal vez desde siempre pero me daba mucha cobardía aceptarlo o hacer algo al respecto. Sebastián salió de la habitación sin siquiera saber cuan patéticamente lo estaba espiando. Rápido y más que nada tratando de huir de esos deseos lujuriosos trate de empacar más cosas necesarias de mi habitación pero ni siquiera sabía que hacía.
   Sin saber cómo ya me encontraba saliendo de la casa, diriguiedome a la nuestra y antes de tocar la puerta sabia que ya no había marcha atrás. Toque tres veces y lento abrió la puerta. Solo lo vi y supe que no podía esperar otro momento. Lo quería hacer mío, completamente mío.
   Lo mire a los ojos y no sé qué expresión tenía mi cara pues el frunció el ceño, confundido. Abrió su boca para hablar—tal vez preguntarse qué me pasaba o porque no entraba—y yo di un paso adelante y tome su boca. Lo bese con pasión, dejando las ganas fuera de mí.
   Con los labios juntos entramos a la casa y de una patada cerré la puerta para que un segundo después me empujara a ella. Sentí sus manos en mi cuerpo mientras me apretaba fuerte contra el suyo. Caminamos pocos pasos hasta llegar a una mesa alta que honestamente no me había fijado que teníamos y agarrándome por las caderas me subió a ella. Rodee su cintura con mis piernas, nos separamos agitados y nos miramos con mucha intensidad
-¿Segura?—pregunto jadeando, pero al mismo tiempo me apretaba más fuerte
   En este momento supe que él me deseaba tanto como yo a él. ¿Qué si estaba segura? Nunca había estado más segura de nada en mi vida, lo amaba demasiado. Baje mis manos a sus brazos, lento para sentirlo y su reacción fue volver a besarme pero esta vez más calmado, y nuestras lenguas se juntaron deliciosamente
-¿Tu no?—hable sobre nuestros labios en movimiento
   Su respuesta la expreso al intensificar el momento y sus manos se metieron debajo de mi blusa y subieron por mi espalda suave. Sus labios se movieron a mi cuello ¡Dios! De su cabello moví mis manos a su espalda y de pronto su camisa me estorbaba, quería sentir su piel y con un movimiento casi desesperado le agarre la camisa por la espalda y rápido se la quite. Detuvo los besos en mi cuello para facilitarme la salida de la prenda y termino en el suelo.
-Llévame arriba—le susurre en el oído
   Sin dejar de rodear su cintura con mis piernas me agarro por el trasero y empezamos a subir las escaleras. Yo no dejaba de besarle el cuello y la barbilla mientras subíamos y cuando llegamos al final de las escaleras me dejo en el suelo. Me empujo ligeramente a la puerta de su habitación cerrada y puso sus manos cada una alado de mi cabeza y de nuevo unimos nuestros labios, sedientos por el otro.
   Sentí su jale hacia mi blusa y supe que no faltaba mucho para que ya no tuviera ninguna puesta. Abrí la puerta de la habitación y entramos yo rodeándole el cuello con mis brazos.
   Me quito la blusa con un movimiento, sus manos sintiendo mi piel desnuda. Traía puesto un short viejo que fácil yo sola me lo quite. En el segundo que cayó al suelo sentí su mano bajar aun mas hasta tocar mi trasero y apretarlo. Gemí
-Me vuelves loco—dijo entre besos y jadeos
   Le mordí lentamente el labio y nos miramos. Al mismo tiempo caminamos hacia la cama hasta quedar acosados en ella, uno sobre el otro.
   Estaba en el paraíso. Me senté a horcajadas sobre él y el se sentó igual, quedando cara a cara. En medio de la cama, yo con los ojos cerrados podía sentir el placer de sus labios bajando por mi cuello con besos lentos y seguir en mi clavícula. Me quito el tirante del brasier y prosiguió hasta llegar al hombro. Sus manos subieron por mi espalda, quitándome el brasier y tirarlo lejos. Dejo mis labios para observarme desnuda de la cintura para abajo.
   No sentía pena ni vergüenza, todo lo contrario. Era grandioso saber que le tenía esta confianza. Dirigió sus manos hacia mi cabello, recordando que todavía lo tenía recogido. En un solo movimiento rompió la liga que lo ataba y mi cabello callo en cascada sobre mis pechos.
-Eres mía—susurro y delicadamente movió mi cabello para atrás, dándome besos en mi pecho
  Puse mis manos en su hombros y lo acaricie lentamente hacia abajo, hasta llegar a sus bóxer y sin dejar de mirarnos a los ojos, lentamente lo quite. Ahora yo era el que lo veía a él, desnudo. Me acerque a él y suavemente pase la punta de mi lengua en su labio.
-Soy tuya—le conteste
   Agarrándome de la cintura y tomando el control, dimos vuelta y quedamos de nuevo recostados en la cama, el arriba mío. Me perdía, realmente me perdía en sus besos, tan apasionados, tan reales. Sentía que no podía llenarme de ellos.
   De pronto se arrodillo a la altura de mis pies, lo mire extrañada. Sin dejar de vernos a los ojos se inclino y me quito las bragas muy despacio y quitándola admiro mi cuerpo.
   Me encontraba completamente desnuda frente a los ojos de mi mejor amigo, aquel hombre que conocí por primera vez cuando éramos unos niños, aquel hombre con el que me reencontré hace ya casi tres años delante de mi casa, aquel hombre que se gano tanto mi confianza y mi amor para estar haciendo esto por primera vez con él.
-Muy hermosa—murmuro
   Quería decirle que el también era hermoso, quería decirle cuando lo amaba pero no encontraba mi voz
   Bajo sus labios hasta mi tobillo, prosiguió por toda la pierna besando cada parte de ella. Al llegar a mi rodilla dio un suave mordisco y sentí su lengua contra mi piel. Gemí fuerte, arrastrada por el deseo. Casi al llegar a mis caderas, paso sus manos por mi cintura, bajando hasta acariciarme los muslos. Seguía besando mi silueta hasta llegar a mi ombligo, levanto la mirada hacia mi rostro.
   Toque su cara, y el volvió sus labios a mi piel, llego a la parte de mis pechos. Dulcemente acuno mis pechos en sus manos y pasó los labios sobre ellos, se sentía divino.
   Después de todo su recorrido por mi cuerpo… la verdad no sé si pasaron segundos, minutos u horas en los que nos pasamos abrazados, acariciándonos, besándonos. Conociendo el cuerpo del otro, conocerlo tanto como el propio y dando vueltas sobre la cama una y otra vez
-Te amo—hable entre nuestros besos, ni siquiera sé de donde salió mi voz. Solo lo dije, porque tenía que decírselo
   Sentí su sonrisa sobre mis labios
-Igual yo, mi amor. ¿Estas lista?
   Asentí con los ojos bien puestos en sus ojos y sentí…




El reloj marcaba las dos de la mañana. Me encontraba felizmente en el pecho de Sebastián, dándole pequeños besos desde el hombro y brazo. El me acariciaba el cabello, peinándomelo.  No estábamos hablando, no era necesario. Mi cerebro y mi cuerpo estaban tratando de procesar lo que hice, bueno, lo que hicimos.
   Me sentía plena y dichosa. Ahora sabia porque tanto alboroto sobre esto, si es maravilloso, las sensaciones y el placer. Sobre todo el placer de la compañía. Todavía se me ponía la piel a flor de piel al recordar los gemidos y jadeos de Sebastián en mi oído, sentir su respiración rápida y la manera en que me hizo el amor tan dulce y sensualmente…
   Una duda se metió en mi cabeza. Sebastián se mostro muy seguro de lo que hacía. Según tengo entendido era virgen pero… antes de mi estaba Samanta y yo no sé nada acerca de lo que fue su relación. Entre en pánico, sacando conclusiones apresuradas
-¿Sebastián?
  Hizo un sonido como contestación y no dejo de acariciarme el cabello. Me mordí el labio, dudosa. Noto mi tardanza y dejo mi cabello a un lado
-¿Qué pasa?—frunció el ceño— ¿Te duele algo?
-No, no, no es nada de eso
   Suspire y me puse a la altura de su cabeza, recargando la mía sobre mi codo
-¿Te puedo preguntar algo?
   Asintió con una pequeña sonrisa
-Mira, esto no es nada fácil de decir, pero… bueno, tu sabes más que nadie que tuviste una relación con Samanta y pues, en ese tiempo ustedes… ya sabes y yo
   Hablaba tan entrecortadamente, nerviosa y apresurada que ni yo me entendía bien. Sebastián solo fruncía el ceño mientras ponía cara de confundido. Al yo no continuar puso un dedo en mi barbilla y alzo mi cara pues por la vergüenza la tenía baja.
-¿Puedo saber cómo Samanta llego a este momento?—me miro pensativo para luego soltar una carcajada
-No le veo lo gracioso—entrecerré los ojos
  Al no parar de reír me voltee hacia la pared, algo molesta. Se calmo un poco y empezó a llamar mi nombre. Solo sentí como él se movía y no siquiera sé cómo pero sentí que me jalo y termine sentada en su regazo. Estaba—bueno estábamos—sentado recargado en la pared
-No sé porque la risa
-¿De verdad crees que tuve relaciones con Samanta?
 -Pues no sé, por eso te preguntaba—murmure, avergonzada de nuevo
   Acuno mi rostro entre sus manos
-No, Carolina. Creí que ya tenías claro que nunca había tenido relaciones antes
-¿De verdad?—soné tontamente feliz—Es que, se como es ella y el pensamiento cruzo mi mente
-Lo intentamos, te seré honesto. Para el segundo mes pero… no sé yo no podía. Nunca comprenderé por que, no si, bueno ella no está mal—rio después de decir eso y supe que lo hacía para molestarme
-No te daré el gusto—toque su nariz
-Ya, serios. Creo que era que algo me detenía, diciéndome que esperara y cuando decidimos esperar un poco más… yo ya estaba enamorado de ti
   Sonreí aliviada y apoye mi cabeza en el hueco de su cuello. Empezamos a jugar con nuestras manos, quietos de nuevo. Pasaron minutos para que el rompiera el silencio
-Nunca te conté mi experiencia contigo cuando Martin te trajo noqueada, ¿verdad?
   Negué con la cabeza
-No hemos hablado de ese día—el día que me dijo que se iba
-Vaya experiencia, tenía que llevarte a tu habitación en completo silencio pues toda la familia estaba dentro
   Reí entre dientes
-¿En serio?
-Si, y tuve que esperar por mucho tiempo para que todos se durmieran para llevarte al baño. Ese fue otro asunto, ni siquiera sabía con que ropa cambiarte
   Sebastián guardo silencio para después suspirar.
-Después de bañarte que por cierto fue todo un show el desvestirte y vestirte, te acosté en tu cama—volvió a guardar silencio y pude sentir como era más fuerte su agarre hacia mi—era sorprendente como no reaccionabas y casi pude saborear miedo
-Lo siento—susurre
-Deberías, me diste el susto de mi vida
-No era mi intensión hacer eso o ponerme así. Yo solo… enloquecí. No era yo en esos momentos.
-No te culpo—hablo muy bajo
-Hey—puse la mano en su barbilla y atraje su rostro más cerca del mío—Lo que me paso esa noche no fue nada tu culpa, ¿entendido?
   Bajo la mirada. Rodee su cuello con mis brazos y apoye su cabeza en mi hombro
-Esa noche, fue la primera vez que dijiste que me amabas
-¡¿Qué?!—hable fuerte
   Sebastián soltó una risa
-Decías puras incoherencias en tu cama después de despertar así que no recuerdo ninguna, pero en eso dijiste que me odiabas para después decir que era mentira que en realidad me amabas—sonrió, mas para sí mismo
-¿Y qué dijiste tu?—pregunte fascinada
-Que yo también te amaba, y cuando te vi después de eso pude ver que no recordabas nada y pues no quería decírtelo. No quería presión sobre ti
   Esa era la razón por la cual siempre ponía cara de dolor cuando le decía que lo quería. Que tonta fui
   Pase mi mano de su rostro, hacia su cuello para llegar a su pecho. Hice círculos pequeños por su piel y baje aun mas por su abdomen pero ya no era solo mi mano, era toda mi palma que pasaba por su piel.
   Levante el rostro hacia sus ojos y cuando me encontré con ellos, vi su mirada llena de deseo. Fue solo hay cuando recordé que seguíamos desnudos y ahora de nuevo uno arriba del otro.

1 comentario:

  1. Estoy esperando que subas otro capitulo,quiero saber lo que va a pasar!
    Me encanta la nove esta genial,sube otro captulo prontoo!! (: Besoo

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