Estaba consciente que estaba despierta pero no
quería abrir los ojos. Estaba boca abajo y podía sentir las sabanas en mi
espalda baja.
Unos
dedos comenzaron a acariciar mi espalda, de arriba a abajo. Me hacia cosquillas
Creo
que estaba algo aturdida. Poco a poco fui abriendo los ojos y me encontré con Sebastián
recargando su cabeza sobre su codo, observándome.
Pase
mis ojos de su rostro a la ventana donde el sol brillaba
¡El
trabajo! ¡Maldición!
Me
levante y parecí cual bala, recogiendo una blusa del suelo y ponérmela.
-¿Qué pasa?—dijo realmente confundido
-Llegare tarde al trabajo
-¿Qué? ¿Trabajo? No, no, no señorita
Me
detuve en mi búsqueda de ropa y lo mire con una ceja alzada
-Tengo un trabajo que no puedo perder, Sebastián
Desde
que me gradué mi empleo en la cafetería ya no cubría todos los gastos que iba a
necesitar así que conseguí otro empleo de secretaria en una pequeña empresa.
Era demasiado el trabajo pero era buena paga para un trabajo de medio tiempo,
me daban dos días de descanso, no podía quejarme.
-¿No puedes faltar hoy? De verdad te quiero
conmigo
-No me hagas esto, Sebastián. Créeme que yo también
pero no puedo
Me dirigí
al baño, tome mi ducha y salí con solo una blusa y mis bragas. Al regresar al
cuarto él seguía en la misma posición en la cama.
-Ven
-Sebastián…—comencé a quejarme
-Solo ven
Me
acerque hasta él y me senté alado de sus piernas
-Quédate—agarro mi mano
Le sonrió
dulcemente, y meneando la cabeza. Me mataba que me mirara de esa manera y
después de la noche que pasamos… tan maravillosa. Los recuerdos me inundaron la
mente y un pequeño rubor subió por mis mejillas
-Deberías de estar aquí alado mía, todavía
bellamente desnuda—solté una risilla—o mejor aún, deberías de estar en solo una
blusa mía haciendo el desayuno, como en las películas.
-Tendría que hablarle al jefe, decirle que
llegare tarde
-¿Tienes el teléfono de tu jefe?—exclamo muy
emocionado
-Si—fruncí el ceño al no entenderlo
Agarro
mi celular de la mesa de noche alado de la cama y comenzó a buscarlo mientras
le preguntaba constantemente que haría. Se puso el teléfono en el oído y con
dos manos agarro mi boca como si fueran pinzas.
-Señor—hablaba con voz un poco más gruesa—Perdón
por interrumpirlo, le habla el padre de Carolina Montes, si, si, su secretaria.
Solo quería avisarle que mi hija está enferma, le dio indigestión o algo así y
no deja de vomitar no puede salir ni de la cama. Muchas gracias por entender
señor, si la llevaremos con un doctor. Disculpe mi atrevimiento, ¿mañana también
puede faltar? Muchísimas gracias, señor. Que tenga buen día
Colgó
y me entrego el teléfono. Al mismo tiempo soltamos una carcajada y ahora, sin
tener que ir a trabajar me subí a su regazo y lo envolvió con mis brazos
-Así que, ¿sabes hacer desayunos?
-¿Por qué no hicimos esto antes?
-¿Hablarle a tu jefe?
Menee
la cabeza
-Sabes a lo que me refiero
Me dio
un beso en a frente
-Fue maravilloso—susurre
Beso
mis labios
-Lo sé, fue increíble. Ahora será difícil que
te mantenga lejos de esta cama—me miro profundo.
Mis
brazos reforzaron mi agarre a su cuerpo y mis dedos acariciaron su barbilla,
subiendo ligeramente por sus patillas. Nuestras narices de rozaron lentamente y
sentí si aliento contra todo mi rostro. Nuestros labios estaban a milímetros de
distancia, observe su rostro, sus ojos cerrados por nuestra cercanía. Pase mi
dedo índice por sus labios carnosos
Me
levante de sus piernas y lo jale fuera de la cama
-Por ahora, vamos a hacerte un desayuno
Mientras comía alegremente el desayudo con mi novio, mi padre me marco.
Me necesitaba en su oficina a las cuatro de la tarde y no dijo nada más.
-¿Qué crees que quiera?—dijo Sebastián al yo
colgar
-Debe ser importante para tomarse el tiempo de
llamarme—me encogí de hombros, tratando de no darle importancia
Sebastián
me agarro la mano y me dio un suave apretón, haciendo que lo mirara a los ojos.
Este chico me conocía demasiado, sabiendo como reconfortarme.
Y eme
aquí, diez minutos antes de las cuatro de la tarde saliendo del elevador que
daba al piso donde se encontraba su oficina. Era un edificio alto que se
dedicaba a varias ocupaciones y en el sexto piso se encontraba el buffet de
abogados donde Ignacio trabajaba.
Todo
era demasiado elegante para mis pobres ojos a pesar de haber nacido bajo el
mismo techo de un hombre que trabajaba aquí. El piso y las paredes eran de
mármol, en medio de la recepción había una mesa alta y amplia donde atrás se
encontraba sentada una señorita atendiendo teléfonos. Enfrente de la recepción
había un gran ventanal que actuaba como pared donde se veía un día soleado en
la ciudad. Había una fila de sillas negras recargadas en dos paredes donde
había muchas personas esperando a ser atendidas. Muchas hablaban entre ellas y
otros se limitaban a hojear las revistas que había en las pequeñas mesas con
arreglos florales en las orillas.
Sintiéndome
algo tímida avance hasta donde la señorita estaba sentada. Trate de vestirme
bien para la ocasión, me puse creo yo el único vestido que tenia; blanco, corto
de tirantes gruesos y pegado al cuerpo, muy casual. No era la manera en que
normalmente me vestía pero si Sara me corrió de la casa y hago una mala
impresión en el trabajo de Ignacio podrían cortarme las pocas cosas que ellos
me daban como el pago al celular o el mantenimiento de mi coche.
-Buenas tardes, señorita, ¿en qué puedo
ayudarla?
-Ignacio Montes me cito hoy a las cuatro de la
tarde
La
mujer—joven y de pelo color negro—comenzó a teclear en la computadora que tenía
enfrente.
-¿Cuál es su asunto con el Señor?
-Emm… soy su hija.
La
mujer se enderezo un poco más y me miro realmente sorprendida. Fruncí el ceño
ante su mirada y ella se recupero de su shock
-Lo siento, es solo que no sabía que el Sr.
Montes tenía otra hija aparte de la señorita Lorena
Le
sonreí amable
-No se preocupe
Me senté
en el lugar más alejado de todos, admirando la vista. El sonido de elevador sonó
y escuche como las puertas se abrían. Mire de reojo y vi como Sergio—nuestros
padres trabajaban juntos, casi se me olvidaba—se encontraba hablando con la
mujer de pelo negro, se podría decir que con confianza. Terminaron con una gran
sonrisa y sin aparente sorpresa vino a sentarse a mi lado
-Mucho tiempo si verte a ti—me sonrió
Le
regrese la sonrisa
-Eh estado ocupada con el trabajo, ya sabes.
¿Cómo vas en la universidad?
-Muy bien, de hecho he sacado buenas notas
últimamente—comento con orgullo al que yo respondí con una risilla
-¿Y tú?
-Espero entrar pronto—fue lo único que dije y
fue lo único que me pregunto
-Es muy raro verte aquí
Me encogí
de hombros
-Ignacio me llamo, quiere verme. Parece que tu
vienes aquí seguido—mire hacia el escritorio donde estaba la mujer,
refiriéndome a como se hablaron como amigos
Sergio
sonrió, se veía mejor que la última vez que lo vi, hace semanas. Había algo
diferente en el que no encontraba
-Si, siempre vengo a pedirle dinero a mi padre y
me lo da porque se lo regreso con tiempo. Casi como negocios—bromeo
Comenzamos a hablar de cosas tontas y sentía su mirada evaluándome. Me
pase las manos por el cabello como reacción incomoda, notando su mirada
-Tienes el pelo aun más largo, si eso es
posible—rio entre dientes—Estas más hermosa que nunca por ese nuevo rubor en
tus mejillas
-Sergio…
-Solo estoy diciendo lo que veo—alzo las manos,
como modo de disculpa
Torcí
el gesto
-¿Cómo vas con tu novio?—pregunto con buen tono
-Genial—sonreí de oreja a oreja al suelo
mientras Sebastián aparecía en mis pensamientos
-Se puede ver. Samanta me conto que se mudara
lejos—susurro
Mantuve mi vista lejos de la suya mientras asentía
-Enloqueció cuando se entero—sonrió para sí
mismo, como si e recuerdo le causara mucha gracia
-Imagina mi reacción—murmure
Puso su
mano encima de la mía
-Que gacho, lo siento
-Si tampoco se va a morir—dije para aligerar el
ambiente, me regreso la sonrisa
-Pero parecido, ¿no?
Todo
lo que pensaba y sentía reducido a una sola oración. Había olvidado cómo era
Sergio con las palabras, siempre acertándolas.
La
mujer con el pelo negro—que Sergio me aclaro que se llama Sofía—me hablo diciéndome
que podía pasar a la oficina de Ignacio. Algunas personas en la sala de espera
se vieron molestas por pasar antes que ellos
Pase
muchas otras oficinas, era un largo pasillo antes de encontrar la puerta con el
letrero elegante anunciando el nombre de mi padre. Entre sin tocar la puerta.
La oficina de Ignacio era grande y el gran ventanal estaba detrás de su
escritorio, de espaldas. El gran escritorio, con dos sillas de cuero enfrente. Tenía
una pequeña sala aun lado de la oficina y muchos cuadros en las paredes. Era
sofisticado y moderno y para mi sorpresa, me agrado.
Estaba
al teléfono así que solo me hizo una seña para que me sentara y poniendo los
hombros para atrás, me fui sentando en la silla.
Observe su rostro mientras atendía a un cliente en el teléfono. Ya se le
empezaban a formar canas y sus arrugas alrededor de los ojos eran con los años
cada vez más notorias. Termino la llamada y así como yo a él, me observo por un
largo rato
-Una disculpa por lo ocurrido entre tu madre y tú—por
fin hablo
-No hay problema
Más silencio
-¿Te gustaría regresar a la casa?
Incline la cabeza eh hice una mueca en señal de mi disgusto
-Por Sara no te preocupes, ya sabré manejarla
Si claro, como siempre estás en casa
-No regresare, Ignacio.
-¿Puedo preguntar el porqué?
-No hay un porque, solo que tu esposa no me
quiere hay y yo realmente no estoy cómoda
Más
silencio. Se reclino en la silla de cuero, lo que hizo que sonara. Me enderece
-¿Dónde estás viviendo?
Pensé
en la respuesta
-En la casa del vecino—no lo mire a los ojos
-Cual de todos—no me sorprendía que Ignacio no
supiera de cuál de todos los vecinos—que por cierto no son muchos--, me
refería.
-Los de la derecha, los Herrera
Asintió
y se llevo un dedo a la barbilla
-¿Por qué hay?
Me encogí
de hombros
-Una conversación necesita de dos, Carolina
-Lo sé—lo mire a los ojos—Sebastián es mi
novio—dije al final
Ignacio inclino la cabeza y frunció el ceño.
-No lo sabía—susurro—Parece un buen muchacho—parecía
hablar con honestidad
-Lo es—levante las curvas de mi boca en un
intento de sonrisa— ¿Eso es todo?
-Lo único que parece que puedo hacer por ti es
darte más dinero que solo el mantenimiento del coche y tu celular…
Levante una mano para interrumpirlo y el callo y volvió a reclinarse en
su silla
-No necesito más dinero del que para el gasto
de esas dos cosas, no te pido nada más. Que este fuera de tu casa no cambiara
nada.
-Carolina, apenas tienes 18 años
-Y he parece que he sobrevivido y no es por ti,
Ignacio
Se
volvió a llevar el dedo a la barbilla
-Cuando tu madre y yo nos casamos…
-¿Qué haces?—pregunte confundida, con mi ceño
fruncido cortándolo
-Antes, cuando eras una niña siempre me
preguntabas porque tu madre te odiaba a lo que yo te lo negaba. Y te lo sigo
negando. No se puede odiar a un hijo. Te mereces algunas respuestas—se paso la
mano por el pelo casi canoso y retomo donde lo interrumpí
“Cuando tu madre y yo nos casamos, realmente no teníamos planeados cuántos
hijos queríamos tener. Nunca en si tocamos el tema hasta que tu madre se
embarazo de Lorena dos años después de nuestro casamiento. Después de eso,
decidimos que con una bastaba.
No fui deseada
Fue mi primer pensamiento
“Pasaron los años y pues Sara se embarazo de
ti, fue una agradable sorpresa. Sin embargo siempre que yo tocaba su barriga tenía
cierta expresión en su cara—bufo—realmente no lo note hasta que me entere de
todo.
“Al momento
de tu nacimiento tu madre estaba dichosa, feliz pero al momento de comenzar a
crecer se fue alejando de ti, cuando comenzaste a caminar y tus facciones
estaban más definidas.
-¿Qué tiene que ver mi rostro?
-Tu madre me engañaba con uno de mis mejores
amigos
Wow, wow, wow
Fruncí el ceño, mi cerebro trataba de pensar en una conclusión
lógica pero no podía encontrarla
-No entiendo—casi grite
-Ella no sabe que yo sé, eso se acabo hace
mucho tiempo un poco después de que tu madre se embarazara de ti.
-¿Cómo te enteraste tu?
-Lo sospechaba desde hace mucho tiempo. Cuando
Sara me viene dando la noticia… sabía que era diferente de Lorena. Hable con él
y me lo confirmo. Poco después, desapareció, y al menos yo no he sabido de él.
-¿Y qué pasa con Sara?
-Nuestro matrimonio siempre fue un fracaso y no
me sorprendió la noticia—me miro profundamente que sentí que me
perforaba—Lamento nunca ser un buen padre, lamento nunca haber estado hay para
defenderte de los golpes de tu madre
-¿Lamentas haberme dejado casi inconsciente y sangrando?
Abrió
los ojos aun más, con evidente sorpresa
-Nunca lo olvidaras, ¿verdad?
-Lo siento pero no. Nunca volví a ser la misma
desde esa golpiza
Hubo
un silencio largo, pero no incomodo y se podía notar los pensamientos del otro
-¿Soy tu hija?—susurre
-No lo sé, nunca me atreví a confirmarlo. Creo
que perdería la cabeza si lo hago
-Tal vez si lo sabes, en el fondo. Por eso
nunca me trataste como una hija.
-Lamento no haberte dado ese tipo de amor.
Lamento todo, desde los golpes y no haberte defendido, desde descuidarte hasta
el punto de no dejarte conocer a mi familia. Pero Sara era tan indiferente a
ti, y siempre que te miraba intentaba no recordar a aquel hombre que decía ser
mi amigo.
Me
mordí el labio y mire hacia el gran ventanal. Con la ciudad limpia y soleada,
ajena a esta conversación familiar. Me recargue en la silla y esta sonó
-Así que la razón por la cual yo he sido tan
mal tratada dentro de tu casa es por probablemente haber sido un producto de
una infidelidad.
Ignacio frunció los labios
Mi
mente viaje atrás, hace meses cuando estaba en la cocina con Sara y dije
inocentemente sobre si Ignacio era mi padre o no. Ella enloqueció y me amenazo
para no decirle nada. Irónico que ahora el me lo decía a mi
-¿En qué piensas?—susurro
Mire
su rostro consternado
-Creo que estoy enojada
Sin embargo
mi tono era tranquilo
-No te culpo—su tono era de culpa
-Me descuidaron tanto por algo que yo no tenía
culpa alguna. Me descuidaron tanto que tuve una pésima infancia, me involucre
con personas con morales diferentes, no llegue a dormir a la casa por días y
días enteros sin que se enteraran. Podría haberme vuelto drogadicta o alcohólica
o lo que quieras sin que ustedes se hubieran dado cuenta.
-Lo siento—paso su mano sobre su cabello de
nuevo
-Deberías. Tu, Sara y aquel tercer hombre que sabrá
Dios donde esta que ni siquiera tuvo la cortesía de verificar si tuvo un hijo
con la esposa de un amigo
Ignacio permanecía callado con su rostro crispado. Me hizo darme cuenta
que nunca había tocado este tema tan profundamente con nadie y menos una de las
personas más involucradas. La que se llevo toda la desgracia de este viejo
triangulo amoroso
-¿Cuál es su nombre?
Dudo
un momento pero al final no dijo nada
-¿Pretendes que le pregunte a Sara?
-Si hablas con ella significara que sepa que yo
siempre he sabido
-¿Te importaría?
-No realmente. Tal vez es hora de hablar con
ella acerca de esto.
-Pero no lo hare— ¿o sí?
-Has lo que quieras, Carolina—dijo en buen
tono—ya tienes mi versión de la historia.
-Sigo sin entender porque Sara no me acepta.
-Solo ella te podría decir. Tal vez al verte le
llegan recuerdos
Me
levante lentamente y cuando estaba a punto de dar la vuelta pregunte
-¿Nunca me pudiste ver como una hija verdad?
Incluso aunque lo sea, no podías. ¿Esa es la razón por la cual nunca tuve tu
interés?
Se
levanto de su silla y se puso enfrente de mí. Trate de recordar la última vez
que estuvimos frente a frente, trate de recordar la última vez que tuvimos una
conversación tan larga y no pude. Me sacaba una cabeza entera y percibí su
colonia. Agarro mi rostro con las dos manos
-Perdóname por estos 18 años en que nunca te
pude dar lo que tuve que darte. No te culpo si me tienes algún rencor o si
incluso me odias
-No lo hago—susurre rápidamente
Hizo
un intento de sonrisa
-Se que pude haber hecho mejor y no lo hice, no
sé como recompensarte todo eso
No puedes
-Al decirme esto, ya has hecho mucho. Gracias
Ignacio
Le di
un beso en la mejilla. Al irme de nuevo me ofreció darme dinero para mantenerme
pero de nuevo lo rechace.
-Estoy bien en donde estoy ahora.
-¿Cuándo te volveré a ver?
-Iré a la casa en un mes por el resto de mis
cosas, si quieres podríamos tener más conversaciones como esta después de eso
Me
enseño una sonrisa genuina por primera vez
-Claro, Carolina. Cuídate mucho—me abrazo
-Gracias por decirme esto, le diste respuesta a
muchas preguntas
Me
dejo ir con un beso en la frente
lo ame!!!!!!!!!! :D
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