domingo, 13 de octubre de 2013

Capitulo 42: Colchon

Al salir de la oficina, Sergio me invito a un café al que dije que si de inmediato. Todavía no quería pensar en la conversación que acababa de terminar, y eso haría si me iba a casa.
   Necesitaba una distracción y Sergio me la dio. Hablamos de todo y al mismo tiempo de nada. Hablamos de su vida amorosa, pero no me pregunto por la mía. Hablamos de lo que acordó con su padre hace unos momentos, pero no me pregunto por la conversación con el mío. Y justo cuando termino la conversación y el café agradecí al universo por haberme puesto en el camión a la persona correcta en el momento correcto.
    Sabiendo que nos faltaría más rato para volver a vernos nos deseamos suerte. Me apretó la mano y me dio un beso en la mejilla con un murmuro en la oreja “Todo pasa por algo” y se marcho. Dejándome colgada de una línea
   Conduje a casa y los pensamientos me querían golpear. Acelere para llegar lo más rápido posible, algo me hacia querer en un impulso llegar más rápido.
   Al estacionar al carro vi a mi hombre sentado en el porche con un cigarro en la mano y el sol pegándole en la cara; la luz hacia que frunciera el rostro.
   Una mirada hacia ese pequeño puchero involuntario para darme cuenta que no era el impulso de ir más rápido, era el impulso de querer verlo.
   Al apagar el motor volteo a verme y se levanto de inmediato con una sonrisa que hizo mi corazón bombear más rápido. En el trayecto tiro el cigarro y lo piso rápidamente. Se recargo en la ventanilla del coche y me dio un beso en la mejilla.
   Sonreí sin mostrar los dientes y tome su mano. Y se en el momento en el que vi su expresión al ver la mía  que sabía que algo iba mal.
   Todo paso sin hablar.
   Abrió la puerta de mi coche, me ayudo un poco a bajarme y cerró la puerta. Agarro mi mano y rápido me llevo a la casa, cerrando la puerta se volteo para agarrar mi cara con las dos manos y mirarme a los ojos.
   Sentía que mis pupilas estaban dilatadas, los ojos me picaban pero no sentía ganas de llorar. Lentamente, como si dudara de mis manos casi temblorosas agarraron la parte inferior de su camina y lo atraje a mí.
   Me rodeo con sus brazos mientras yo ocultaba mi cara en su pecho. Me abrazaba con fuerza, mientras acariciaba mi cabello.
   Sé que esperaba algún sollozo mío. Y supe en ese momento que estaba esperando mi llegada, sabía que algo pasaría conmigo después de una visita a mi padre. Si no me hubiera ido con Sergio para distraerme un poco seguramente ahorita estuviera luchando contra las lagrimas; lucha que no hubiera ganado.
   Me llevo al sofá donde me sentó arriba de él. Yo todavía con la cara escondida en la base de su cuello no podía moverme ni decir nada. Los pensamientos que tanto había querido evitar estaban llegando con todo lo que tenían.
   Lo único bueno que le puedo ver a esto es que, si es cierto que soy hija de otro hombre al menos fui hecha con amor. Esa idea no era suficiente para hacerme sentir bien  
-¿Tenemos alcohol?—susurre
-¿Quieres?
   Asentí débilmente
-Quiero preguntar por que
-Quiero ponerme borracha contigo, a solas. Es una pequeña fantasía que tengo
   Se le salió una sonrisa y me abrazo más fuerte.
-Siempre llena de sorpresas



   Agarre dos vasitos de shot y subí las escaleras hasta la habitación que pertenecía a Emma. Lo único que quedaba en la habitación era una pequeña tele vieja y un colchón.
   Ya no llevaba puesto el vestido, solo tenía puesta una camisa larga de él que me cubría un poco debajo de los glúteos.
   Sebastián tenia escondida una botella de tequila que planeábamos acabárnosla. Antes de eso, le conté todo
-Esta muy confusa esa historia
-Lo sé—murmure
-Entonces… ¿tu madre engaño a tu padre con otro hombre que resultaba ser su mejor amigo?—asentí— ¿Y tu padre lo supo todo el tiempo, pero tu madre no sabe que tu padre sabe?—asentí
-¿Y todo este tiempo tu padre ha tenido la duda de si eres su hija o no?
-No fue lo suficientemente valiente como para hacer una prueba de paternidad
-Tal vez no quiere dar por hecho que una mujer tan hermosa no es su hija—me sonrió
-El sabe que no soy su hija, en el fondo siempre lo supo—mire mis dedos
-¿Por qué piensas eso?—susurro
-Por la manera en que siempre me ha tratado, la forma en que me golpeaba. La primera vez que me golpeo, cuando me saco de casa de Samanta y me dejo sangrando en el suelo… era como si toda la furia que tenía en mi contra, o en contra de Sara o tal vez del mejor amigo, tal vez a los tres; la sacara
   Se hizo un silencio, uno donde yo pensaba y él me dejaba pensar
-Tanto tiempo me había hecho esta idea de que tal vez no era parte de esa familia. Es raro sentir que todo este tiempo tenía razón
-Sigues siendo parte de esa familia
   Sacudí la cabeza
-Nunca me he sentido y ahora menos, sabiendo que no soy una verdadera Montes
-Eso sonó muy telenovela—me sonrió, para animarme
   Le regrese la sonrisa
-Se siente bien tener a alguien en este tipo de momentos—susurre—Sin ti, estuviera encerrada en mi habitación, con la música a todo volumen mientras gritaba a una almohada
-Todavía puedes hacer todas esas cosas, nadie te lo impide
   Solté una carcajada
-Por fin tengo la versión de mi padre, pero falta la más importante: la de Sara. Ella es la que de verdad me dará respuestas. Ignacio solo me lleno más de preguntas
-Resolvió algo en tu mente, dale algo de crédito—acomodo un mechón de mi pelo detrás de mi oreja
   Suspire
-Pues sí, el porqué siempre fue tan distante. Y abrió la puerta a mas aclaraciones—me quede callada un momento—Ignacio no me dio el nombre de aquel hombre
   Sebastián me miro a los ojos, no estando segura de que buscaba en ellos
-¿Quieres saber?
-Al menos el nombre, si
-Si supieras el nombre de tu padre biológico, ¿lo buscarías?
   Me encogí de hombros
-No es muy probable, pero quien sabe, después de que te vayas tendré mucho tiempo libre—calle de nuevo—de seguro no lo buscare, se largo después de todo
-Tienes que hablar con Sara y pronto. No puedes sacar conclusiones apresuradas
  Acerque la botella de tequila y serví los shots.
-Falta que Sara quiera hablarme, y falta que quiera hablar de eso y falta que me lo quiera hablar  
-La convencerás, no deja de ser tu madre
   Agarre mi vaso y le di a mi shot




   Todavía no estaba ebria, pero empezaba. Mi cabeza estaba recargada en la panza de Sebastián, mientras miraba al techo.
   Jugábamos a las Pregunta y Respuesta pero alrrevez; queríamos probar que tan bien nos conocíamos
-¿Mi comida favorita?
-Pizza—conteste de inmediato
   Bufo
-Esa estuvo muy fácil
-¿Cómo me gusta el café?
-Negro, no te gusta el sabor de la leche
   Le di un trago a la botella y se la pase, el también bebió.
-Hablando de cafés, al estar en la oficina de Ignacio me encontré con Sergio
-Aja—murmuro
-Y al salir me invito un café
-Bueno eso explica tu tardanza
-¿Me estabas esperando?
-Por supuesto—no dijo nada más por unos segundos— ¿Y cómo se encuentra?
-Bien, mejor que nosotros
   Pude oír como soltó una risilla
-Estamos tirados en un colchón, medio borrachos sin ninguna responsabilidad, ¿Quién está mejor que nosotros?
   Me uní a sus risas
-Tienes razón, la estamos llevando fácil
-Entonces que, ¿me fuiste infiel con Sergio?—bromeo
   Estando boca arriba me cambie de posición a boca abajo y mi cara seguía en la barriga de Sebastián, pero ahora lo veía.
-Eso depende
-¿De qué?—ladeo la cabeza
-¿Se llama Sebastián?—susurre, los ojos pesados—Solo Sebastián
   Su rostro comenzó a mostrar una sonrisa que cada vez se expandía más. Pude ver como mis palabras le llegaron, movió su brazo con movimiento vacilante y sé que quiere tocarme.
   Como quien no quiere la cosa me muevo, haciendo que su sutil movimiento se detenga. Sus manos se abren y cierran rápidamente.
-Que bien—contenía su voz—que no me gusta compartir a mi mujer
   Solté una risilla tonta
   Tome la botella y me senté para tomarle. Un trago largo que me hizo hacer caras, haciendo que Sebastián se riera.
   Comencé a dar vueltas, hablando sin sentido. No estaba del todo ebria, pero quería alocarme un poco. Mi novio hizo movimiento de querer recargarse en la pared pero lo detuve. Agarrando la botella me puse a su lado y puse su cabeza en mi regazo.
   Todo el tiempo, Sebastián preguntándome mis acciones. Lo silencie poniéndole un dedo encima.
-Abre tu boca—susurre
  Sus labios carnosos se limitaron a separarse. Puse la boquilla de la botella y se la puse en sus labios. El liquido comenzó a bajar y el empezó a tomar.
   Cuando tuvo suficiente se enderezo y lo hizo tan bruscamente y rápido que se mojo un poco y las gotas de tequila comenzaron a bajarle por su cuello y comisuras, mientras yo reía y al final él también comenzó a reírse
   Me acerque a él, y bajando mi rostro, lambí la gota que caía ahora por su pecho. Con mi lengua recorrí todo su trayecto hasta arriba. Solo podía sentir la respiración de Sebastián entrecortada.
   Me detuve al llegar a su boca, todavía tenia pequeñas gotas en la comisura. Mi mirada encontró la suya, tenía los ojos bien abiertos. Todo sentido de mareo se fue de mi cabeza por unos segundos. Nuestras respiraciones se hacían cada vez más rápidas mientras la anticipación cargaba el aire
   Acerque mi boca a la suya y con la lengua le quite esas gotitas de alcohol de la comisura de sus labios. Y me aleje rápido mientras él se hacía para adelante con los ojos cerrados, buscando mas de mis labios, buscando un beso.
   Cuando los abrió sus ojos me veían diferente.
-¿Ya estas ebrio?
-Un poquito—su voz fue muy baja
-¿Quieres seguir tomando?
-No
-Yo tampoco.
   Cerré la botella y poniéndola en el piso la empuje lejos. El vidrio de la botella sonó contra la piso al alejarse.
   Sus manos se movían con ansia y sé que todavía quería tocarme. Pero me aleje un poco más. Quería que sufriera un poco
   Volvimos a nuestra posición inicial. El acostado en el colchón y yo boca arriba, con mi cabeza en su barriga.
   Nos quedamos en silencio por un rato. Un silencio que disfrute
   Después volvimos a nuestras preguntas y respuestas, con un poco mas de ánimo esta vez.
-Estaba así—junto su dedo índice con su dedo pulgar—de no mudarme a esta casa
-¿De verdad?—nunca me había dicho eso
-A mi madre le gustaba más otra casa, casi al otro lado de la ciudad. Pero a mí y a Jimena nos gusto más este sector. ¿Te imaginas donde estuviéramos ahorita? Sin conocernos
-Yo sé donde estaría. En algún antro de mala muerte cogiendo con un desconocido en un baño público totalmente drogada.
   Sebastián saco una carcajada pero cayó al ver que hablaba enserio
-¿Por qué dices eso?
-Mi pilar era Roberto y al él irse empezaba a decaer. Hasta que apareciste tu—lo mire—se podría decir que me salvaste de ser otra persona.
-Si recuerdo lo alocada que eras hace dos años. Me llevabas a las fiestas más fuera de lugar. Como te tenía que llevar a tu habitación porque estabas muy borracha para caminar
   Bufe ante los recuerdos
-Me estaba perdiendo—suspire—te debo mucho
   Sacudió su cabeza, negando.
-Hablemos de cosas mejores, ¿si?
   Asentí mientras me incorporaba y  me sentaba a su lado, recargados en la pared
-¿Podemos dormir aquí esta noche?
-Podemos dormir en la cocina si así lo quieres
   Mostré una sonrisa tímida.
-No estoy ebrio, deberíamos de seguir tomando—susurro, casi como en broma
    Alargo su dedo y con la punta de este toco mi hombro y descendió por todo mi brazo hasta llegar a mi codo. A la tercera vez hable
-¿Qué?—susurre al ver su cara
-Nada, es solo que—se encogió de hombros—adoro lo suave que es tu piel
   Y ahí estaba de nuevo. Esa carga que se siente en el aire, algo en ti quiere cortar el espacio entre los dos cuerpos. Me mira mientras se mordía el labio levemente y en un movimiento rápido me subí a él a horcajadas.
   Nos encontrábamos cara a cara, nuestros labios demasiado cerca. Aun sin besarnos ya nos encontrábamos jadeando. Sentía sus manos en mis muslos, su mano firme moviéndose hacia mis nalgas donde ahí las apretó.
-Quítame la blusa—susurre entre pequeños jadeos
   Sus manos se movieron de mi trasero al borde de la camisa, quitándola. Mis brazos se movieron para darle acceso a la prenda fuera de mi cuerpo y así quede… desnuda, solo estaba en bragas.
   Nunca me iba a cansar de la expresión de Sebastián al verme así, sus ojos se ensancharon y sus manos se posaron en la base de mi garganta. Lentamente sus manos fueron bajando, acunando mis pechos por un momento para después soltarlos y seguir su camino. Al llegar a mis caderas no se detuvo y siguió hasta mis muslos, todavía más abajo hasta mis talones.
   Cerré los ojos para disfrutar su toque, sentía sus manos tan suaves.
   Y de pronto, demasiado rápido me empujo suave contra el colchón. Jade ante lo inesperado y al abrir los ojos me encontré con el encima mío, viéndome como con adoración.
-Quiero besarte toda—murmuro
   Y nuestros labios por fin se tocaron, la urgencia más presente que nada; fue un beso de esos que llegan tres o cuatro veces en la vida. Mis manos apretaban su cabello de una manera fuerte, si se dolió no se quejo.
    Por un momento recordé la manera en que antes de ser novios, mucho antes de eso, cuando estábamos tan peleados que no hablábamos; recuerdo la manera en que pensaba de sus labios antes, recuerdo que pensaba que nunca podría probar aquel carnoso manjar y eme ahora, no pudiendo respirar por culpa de esos labios.
   Cuando se separo de mi boca dirigió la suya hacia mi mandíbula y más abajo, hacia mi cuello. Desde ahí comenzó a besar, chupar y mordisquear cada parte de mi piel, tal y como él había dicho.
   Arquee mi espalda cuando dirigió sus labios hacia mis pechos, acunándolos con una mano mientras con sus labios jugaba con ellos, era divino, y así continuo por todo mi cuerpo. No podría decir quién de los dos lo disfrutaba más
   Cada tres segundos soltaba un gemido de lo bien que se sentía su lengua por todo mi cuerpo, era una pequeña tortura. Lo quería ya, lo deseaba.
   Cuando ya estaba a la altura de mi pantorrilla lo jale bruscamente hasta atraerlo de nuevo, a mi boca donde comencé a besarlo casi violentamente. Sentía que no podría tener suficiente de él, las lenguas no se hicieron esperar mucho más tiempo, tomando la boca del otro.
-Creí que solo tomaríamos hasta vomitar—susurro entre los besos
   Solté una carcajada y mientras me reía el me besaba el cuello y bajando, el también con una nueva sonrisa en los labios
   Dimos vuelta, yo poniéndome encima de él tomando el control. Las risas ahora apagadas, comencé a moverme, meciéndonos. Cerró sus ojos mientras se enderezaba y su cara quedo entre mis pechos, que comenzó a besar mientras me movía más rápido. Y cuando ya no aguantamos mas, nos detuvimos para quitarnos la única ´prenda que nos quedaba






-Me encantan tus cicatrices—susurro mientras con un dedo acariciaba una que tenía en la espalda baja.
-¿De verdad?
-Si, se ven algo sexy—rio entre dientes mientras se encogía de hombros—es como si contaran una historia—me miro a los ojos—eso me encanta
-Tu me encantas—murmure, mis ojos se cerraban
   Sebastián lo noto y me abrazo por detrás, pude sentir su nariz en mi pelo
-¿Quieres que te traiga una sabana?
   Seguíamos en el colchón después de hacer el amor, y como yo se lo pedí ahora estábamos durmiendo aquí. Solo éramos nosotros, desnudos, con las piernas entrelazadas y un colchón.
-No, no te vayas



   Al día siguiente, agarre el teléfono y le marque a Sara. Era algo estúpido pues simplemente podría salir de la puerta y caminar hasta su casa pero preferiría no verla, prefería que no me viera a mí.
  Al principio no quería aceptar hablar conmigo pero al momento de decirle que tuve una charla con Ignacio no se negó de nuevo. La invite a mi nueva casa sin embargo se negó, quería ir a un lugar más público y casi se podía decir que la entendía. Pusimos fecha para la semana entrante, todavía no me sentía emocionalmente lista para saber del pasado de mi madre y del desastre que creo.
   Como yo no tenía que trabajar teníamos todo el día para hacer lo que quisiéramos y no teníamos ni idea de que podíamos hacer. Se nos paso la mitad de la mañana todavía acostados mientras poníamos ideas de adonde ir.
   Al final decidimos quedarnos todo el día en pijamas, pues al día siguiente yo tendría que regresar al trabajo y el tendría que atender asuntos con respecto a su mudanza y así serán casi todos los días.
-Sabes, tenemos que hablar de que pasara después
  Le baje un poco a la tele y me estire en el sillón, poniendo mis pies en su regazo acostada con mi cabeza en un brazo del sillón
-¿Qué hay que discutir?
-Me iré y ¿que pasara con nosotros?
-¿Te refieres a una relación a distancia?
   Hizo una mueca. Yo si había pensado en esto, pero no le había dedicado mucho tiempo. Quería enfocarme en el ahora pero al final del día esto se tenía que discutir
-Nunca me agrado ese tipo de relaciones
-A mi tampoco
-Pero, refiriéndose a ti podía aceptar eso
-¿Pero?
-¿Pero?—repitió confundido
-Hay algo mas, ¿no?
   Se quedo callado por un momento y se acerco a mí
-Yo solo quiero que terminemos bien—susurre
-Y si mantenemos una relación a distancia, no terminaremos de una buena manera
   Pensaba de la misma manera pero no entendía las razones por la cual terminaríamos de una “mala manera”. Lo quiero seguir teniendo en mi vida hasta que muera pero él se ira y no puedo hacer nada para cambiar ese hecho. No nos quedaba otra más que averiguar un modo o simplemente dejarnos ir uno al otro
-¿Por qué?—pregunte
-Estaré hasta en otro continente, podríamos mensajearnos y hacer video llamadas y todo lo que se le parece pero creo que me volveré loco si sigo viendo tu rostro y no puedo tocarlo, besarlo, hacerte el amor—me miro—No podre venir tan fácilmente, haría todo lo posible pero no sería suficiente y tu, Carolina—agarro mi cara con sus dos manos—te mereces lo mejor. Te mereces a un hombre que pueda hacer esto que estoy haciendo sin la necesidad de viajar en un vuelo de horas.
   Se me hizo un nudo en la garganta
-Y puedo imaginar con perfecta claridad el día en que me digas por llamada que ya todo se termina, que me quieres pero que ya no puedes seguir con esto y eventualmente, igual yo. Eso no es una relación; menos una sana. Terminaremos con una mala idea del otro.
   Hizo una pausa y espero por mi reacción. Baje la cabeza, mis pensamientos eran los mismos que el. Tenía razón acerca de todo, llegara un día en el que simplemente no podremos continuar con una relación de esa manera.
-Por mi parte, y te repito yo quiero que alguien te de amor de verdad. Yo no quiero privarte de nada. Estaré afuera demasiado tiempo, haciendo la carrera luego el servicio; me llevara demasiados años y en ese tiempo tu puedes conocer a un hombre que sea lo suficiente bueno que te pueda merecer.
   Comencé a sacudir la cabeza, negando todo eso que acababa de decir
-Si, Cari, si—murmuro en mi oído
-No me puedo imaginar estando con nadie que no seas tú—el nudo en mi garganta me impedía hablar más alto
-Yo tampoco, y me muero de celos de solo pensarlo, pero no quiero que termines odiándome
-Nunca hare eso—susurre pero le regrese la mirada—pero tienes razón, en todo eso. No te quitare el tiempo, ese tiempo en el que puedes encontrar a una que te de lo que no al final del día no te podre dar
-Yo solo quiero lo mejor para ti
-Igual yo
   Me dio un beso en la frente
   Después de eso volvimos a ver la televisión pero más juntos todavía. El final del programa me levante por una cerveza en el refrigerador. En todo lo que estuvimos callados mi mente no dejaba de procesar la conversación y sacando a relucir todas las cosas que no se atrevía a pensar.
   Todavía con la mente confusa y sin pensar, al llegar a la sala me pare enfrente de él
-No regreses—mi cara llena de emociones
-¿Qué?—agarro el control y pulso el botón de mudo
-Al irte, no regreses. Si me prometes que regresaras, aunque sea sin tener ninguna relación me volveré loca. Te buscare a cualquier lugar que vaya, todo el tiempo; lose. Cada vez que suene mi teléfono, pensare que eres tu diciéndome que estas aquí. No podre superarte de esa manera, estaré constantemente en una tortura—me desplome lento en el suelo, sentándome sobre mis talones—No regreses, la sola idea de todo esto ya me tiene enferma, cada hombre que vea le pondré tu rostro. Prométeme que aunque regreses, si te vuelves a ir no me lo digas, prométemelo
   Todo el tiempo lo mire a los ojos y fui testigo del mal sentimiento que fue apareciendo en su mirada. Los míos suplicaban con desesperación una promesa. No dijo nada durante lo que me pareció tres horas. Apoye mi cabeza en su rodilla, no mirándolo para darle algo de tiempo para que pudiera asumir todo lo que recién le dije.
   No me arrepiento de mi discurso, era todo lo que me atormentaba pero no lo sabía. Sentía alivio al decirle finalmente como me sentía a lo que quiera fuera de su partida. No quería una relación a distancia, eso sería como el tiro de gracia después del disparo de su partida.
   Por fin, sentí sus manos buscando mi rostro y lo alce. Su expresión mostraba demasiados sentimientos a la vez que no pude comprenderlos.
-Lo que me estas pidiendo en pocas palabras es nunca volver a vernos
   Inspire aire
-Perdóname, pero no creo ser capaz de sobrevivir a más de una vez una partida tuya. Quiero desesperadamente que sigas en mi vida pero no de esa manera, nunca de esa manera. Tu mismo lo dijiste, no es sano.
   Asintió mientras cerraba los ojos.
-De acuerdo, te lo prometo. Después de que me vaya, cortaremos comunicación
   Baje la cabeza, como si me pesara. Esto no me hacía  sentirme nada más que mal. Sebastián me levanto y me puso en su regazo y nos mantuvimos hay por mucho tiempo
-No te sientas mal—murmuro al leerme el pensamiento—Es bueno que me hayas dicho esto, lo que piensas.
   Asentí sin poder decir nada, después de acordar no volvernos a hablar después de su partida.

-Te quiero—le susurre 

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