-
Recuerda
siempre viendo hacia tu blanco, brazos arriba; derechos
Roberto camino muchos metros mientras ponía cuatro
botellas de vidrio sobre una roca alta. Por mientras yo cargaba mi arma con más
balas
Cuando termine y vi para mis cuatro blancos
observe a Roberto poner distancia para que no le cayera ningún vidrio y alzo el
brazo con el pulgar arriba
Como el me lo indico subí los brazos, divise
mi punto.
Las botellas estaban muy lejos así que solo
veía puntos gruesos; algo era algo. Respire hondo y apreté el gatillo.
No le di a la botella. Roberto torció la
boca pero me hizo un gesto muy propio de el que significaba que estaba bien,
que lo volviera a intentar.
Esta vez me concentre más. Subí un poco más
los brazos, hasta hice caras para divisar bien el blanco. Me tome mas segundos
para darme cuenta que tenia correctamente las coordenadas y volví a apretar el
gatillo.
Esta vez sí le di. Roberto exclamo mientras
yo también festejaba.
Las otra botella también le di pero a la
cuarta no.
Roberto se acerco corriendo hacia mí.
-
Para
ser tu primera vez esta perfecto—me abrazo— ¿Quieres intentarlo otra vez?
-
Claro—reí—
¿Por qué no me enseñaste esto antes?
-
Estabas
muy pequeña. Mira, considera esto uno de tus regalos de cumpleaños. Los quince
no se cumplen dos veces en la vida.
-
¿Regalos?—repetí.
-
Claro,
¿o que creías? Que mi princesa se la conformaría con uno—rio entre dientes—te
lo mereces.
Así fue hace dos años o mejor dicho… tres.
Hoy era mi cumpleaños. 18 años. Y hace ya
tres años, fue cuando Roberto me trajo a este lugar por primera vez a enseñarme
a disparar. Lo mejor con él y ahora no estaba conmigo.
Los chicos
no me daban señales de vida y yo aquí. No tenía ganas de nada. Faltaban
todavía días para completarse la semana para dar mis razones a Borjas. La lista
empezaba a agrandarse.
Alex seguía sin ir a la preparatoria y a mí
por cada hora me seguí importando menos.
Ya era más de mediodía y en mi coche tenía
muchos globos y regalos que recibí con una gran sonrisa y agradecimientos.
Todo iba bien hasta que se me acerca Sebastián.
Yo en su cumpleaños 18 hace menos de cuatro—antes de que fuera novio de
Samanta—meses le hice una gran fiesta, hasta un pastel y mil cosas. Pero ahora así
sin hablarnos y dolidos, aunque me regalara algo no se lo iba a aceptar
-
Carolina…—susurro
al llegar a mi casillero
Yo cerré este y di la vuelta, queriendo
caminar hacia el otro lado. Digo queriendo porque no di ni un paso y me agarro
del brazo y me volvió a voltear hacia el
25. Su
tacto
-
Déjame
felicitarte y pedirte perdón
-
¿Perdón?
¿Haber porque?
-
No
te hagas
Me cruce de brazos esperando
-
Da
igual porque no me importa—me solté de su agarre
-
¿Qué
no te importa?
-
Si,
¿o que pensabas?
-
¿No
te importa que estemos peleados a tal punto de ni siquiera mirarnos?
Nos miramos a los ojos, desafiantes
26. Sus
ojos
-
No—dije tajante
Me fulmino con la mirada
-
No
te creo, tu orgullo no puede conmigo
-
Piensa
lo que quieras que ya te dije no me importa. Ni tú, ni tus palabras. Lo que me
dijiste me va y viene—suspire—No me importas.
-
Bueno
entonces gracias por informarme y ahorrarme las ganas de arreglar nuestros
problemas. Muchas felicidades Cari—dijo en tono hipócrita—Y que cumplas muchos
años más.
Y ahora sentada en mi coche. Después de eso
no pude muy y apenas pude quedarme a las demás clases pero lo soporte y llegando
la hora de salida corrí hacia mi coche.
Y eme aquí, en la pequeño rancho abandonado
donde Roberto me trajo. Estaba algo lejos de la ciudad y así era mejor.
Descansar un poco del mundo.
Mis padres ni en cuenta con mi cumpleaños.
De seguro y ni saben que es hoy. Me reí ante la ironía.
Estire mi brazo y agarre mi pistola. La roca
donde Roberto hace años puso las botellas todavía estaba firme y las botellas
seguían hay porque el llevo demasiadas y practicamos por horas.
Las puse todas en filas y me puse a una
distancia aceptable.
En una mano tenía mi pequeña pistola cargada
y en la otra mi confiable botella de licor.
La abrí, le di un trago grande y apunte.
Le di a la mitad de un tiro. Le volví a dar
tragos grandes y me senté en cuclillas. Desde abajo, le di a la otra mitad de
botellas.
Y me quede sin blancos. Solo seguí bebiendo.
Me levante y comencé a disparar a lo loco.
A los arboles, a las ramas. Al cielo, a las nubes. A todo
Me detuve un poco y volví a darle tragos a
mi botella. De reojo divise a un cuervo volar en círculos a unos metros de
donde estaba.
Sin pensarlo levante la pistola y dispare.
El ave cayó desde el cielo y me sentí culpable de inmediato.
“Nunca mates a un animal si no es para comértelo”
Bien
me lo había dicho Roberto, ahora tendré que comérmelo
Y estas aves no son de comer pero ni modo.
En realidad ya había comido cuervo antes. Me dirigí hacia el animal que cayó a
varios metros de mí, todavía se movía. Le di el tiro de gracia y me agache
junto a él.
Le di otro trago y con él se fue toda mi
dignidad. Edith ya había planeado para el viernes mi gran celebración en uno de
los antros mas exclusivos de la cuidad con una reservación desde semanas. Lo
bueno que era hasta el jueves porque ganas no tenia de nada.
Tras dos horas de estar en el rancho. Tire
la botella ya vacía y me dirigí hacia mi casa. Por suerte y no choque porque
estaba ebria. Al llegar a mi casa, con el cuervo en una bolsa de plástico y
globos y presentes a la otra vi que en el porche de la casa vecina estaban los
dos enamorados.
Sebastián y yo hicimos contacto visual por
mucho tiempo y Samanta se llego a dar cuenta.
Le tomo el rosto y comenzó a besarlo y el y yo rompimos el contacto. Al
llegar a la puerta y abrirla sin ganas me di cuenta que Sebastián tenía los
ojos abiertos y seguía viéndome. Le cerré la puerta en la cara, literalmente.
Deje todo en la entrada y me fui a la cocina
donde se encontraba Lorena y Pepe; su novio. Salude a Pepe porque me caía
increíblemente bien. De hecho nunca entendí como un muchacho tan agradable
saliera con Lorena pero bueno.
En la
mesa saque el cuervo
-
¿Qué
es eso?—pregunto horrorizada mi hermana
-
Un
cuervo—contesto su novio.
Le sonreí a Lorena y comencé a despellejar
el ave. El procedimiento me lo había explicado muchas veces Doña Piedad
-
¿Qué
estás haciendo?—pregunto asqueada
-
¿No
ves? Lo estoy despellejando
-
¡¿Por
qué?!
-
¿Te
lo vas a comer?—pregunto Pepe confundido
Asentí
-
¡Asquerosa!
-
¿Por
qué?—volvió a hablar Pepe
Comencé a reír
-
Porque
lo mate y a mí me enseñaron que animal que mates, animal que te comes
-
¿Quién?
-
Mi
padre
-
¿Nuestro
padre?—exclamo Lorena
-
Ah…
perdón; el que yo considero mi padre
-
¿Ese
tal Roberto? ¿No murió?
Le dedique mi mirada más fría a Lorena
-
No—dije
tajante
Ella comenzó a parlotear y Pepe al dedicarme
una mirada, me sonrió, agarro la mano de Lorena y se la llevo. Le di una
sonrisa de gracias y él me la regreso.
Al día siguiente después de mi cena de ave y
la escuela me encontraba plácidamente dormida en el sofá de la sala. Bueno no
tanto dormida a punto de.
Hoy era la fiesta que Edith me había
organizado, hoy era viernes gracias a Dios. Alguien toco a la puerta.
Me quede donde estaba pero en los próximos
cinco minutos esa persona no dejaba en paz el timbre.
Me pare a regañadientes y abrí la puerta con
cara de perro
Edith le dio un ataque de risa
-
Quita
esa cara—entro— ¡Hoy es la fiesta!
-
Yupi—sonreí
a la fuerza y me fui a la sala a volver a acostarme
-
¿Quieres
ver la lista de invitados?
En realidad… Me vale
No conteste
-
Lo
bueno es que le dije a Alex desde antes porque en toda la semana no ah ido que
irresponsable…
-
¡Tú
hiciste que!
Me levante de golpe
-
Si,
¿Qué tiene?—pregunto confundida
En realidad no podía culparla; ella no sabe
nada. Las únicas personas que sabemos somos Alex, Sebastián y yo. Borjas me
aclaro que Sebastián no le conto eso, y no me pregunto.
-
No,
nada—me modere— ¿A quién más?—dije dudosa
-
Pues
a todos los que conocemos y haber… a unos que solo tú los conoces. Lucas, el papacito
ricachón—Edith rio entre dientes—Sergio. Sebastián no podía faltar
Ijuesuuuuuu…
tranquila Carolina; ella no sabe nada
-
Sin
Samanta claro que le dije—dijo Edith al ver mi cara, trate de fingir que me
relajaba con esa información.
-
Qué
bien…--voltee la cara para otra parte para ocultar mi miedo.
Sería una
fiesta muy interesante, y sobre todo para mis nervios
-
¿Quieres
que me arregle aquí contigo?
-
No—dije
rápido—no hace falta, quiero sorprender a todos en mi fiesta hasta a ti—le
sonreí
-
De
acuerdo. Pasare por ti a las ocho en la camioneta porque llevare a varios. Acuérdate
que el antro es algo… como decirlo—se quedo pensando—de dinero van muchos pues así
que te arreglas bien no como siempre lo haces para ir a tus fiestas en bosques
Me eche a reír. Mi mejor amiga se levanto y
se fue de mi casa. Yo subí las escaleras, llegue a la habitación de mis padres,
agarre una almohada y grite.
Grite demasiado fuerte, como nunca.
Y ahora tenía que prepararme
psicológicamente para esa fiesta donde iban a estar todos los pretendientes que
Sebastián me echo en cara, el propio Sebastián y el que más me preocupada; Alex
me encanto!!!!!
ResponderEliminarjajajaja lo del cuervo fue epico! xD pobre Caro se siente mas sola que nunca en su cumple y como culparla?! el amor de su vida casi la llamo zorra(aunque lo dijo indirectamente) su padre(Roberto) esta desaparecido sus amigos(los verdaderos) estan distantes que malo, y Sebástian.......puff!
plis publica pronto
besos
cuidate ;)