Yo aquí muy
tranquila pasando el rato.
Me puse algo
que perfecto encajaba en la situación y el lugar. Un vestido o mejor dicho
micro-vestido pegado, que me llegaba a unos dedos debajo de la nalga. La parte
de atrás del vestido llevaba encaje así que como el vestido ya tenía copas se
me veía absolutamente toda la espalda desnuda, desde el inicio de mi nuca hasta
casi llegar a mi cadera.
Con tacones altísimos y mi típico labial
rojo, hasta yo pensaba que lucía fenomenal y Edith me felicito por mi elegancia
y a la vez verme sexy. No siempre se lograba eso.
El antro pues si estaba de la alta sociedad,
haber si la fiesta también. La gente empezó a venir y Edith los recibía como la
anfitriona que siempre ha sido y luego a mí, la cumpleañera y razón de la
celebración.
Comencé tranquila la noche en lo que alcohol
se refiere y estuve todo el tiempo de nervios mientras me imaginaba a Sebastián
o Alex entrar por esa puerta.
Al cabo de un tiempo necesite aire así que salí
a la calle. Me refresque un poco y cuando estaba a punto de voltearme, alguien
me detuvo.
Cuando mis ojos se posaron en aquel rostro
entre en pánico. Mi corazón se acelero de la peor manera y un sudor frio
comenzó a aparecer en las palmas de mi mano
-
Felicidades,
por ayer—dijo Alex
No estábamos solos. Estaba toda la cola de
gente que quería entrar y muchos guardias.
No estás
a solas con él, no te puede hacer nada. Sonríe, ándale
-
Gracias—dije
fría
Suspire
-
Carolina…
-
No
tienes porque Alex, de verdad—me apresure.
-
¿No
le has dicho nada a tu mejor amiga verdad? De ser así, ¿Por qué recibí una
invitación?
-
No
sabe nada.
-
Tuve
un mal día, entonces me fui por unas copas a un bar y las cosas empeoraron.
Termine tan borracho que tuvieron que correrme porque comencé a molestar a la
gente y cuando te vi…
Comenzó a justificarse sin que yo se lo
pidiera
-
“Al
día siguiente que desperté todo golpeado, en la calle. No me acordaba de nada más
que las peleas en el bar así que dé hay supuse que venían mis golpes. Llegue a
mi casa y mientras me daba un baño todo se aclaro”
No sabía si mirarlo o mirar al suelo. No sabía
qué hacer más que pensar que no estábamos solos, que no podía hacerme daño
-
Te
juro que yo nunca te hubiera lastimado, Carolina. No estaba consciente de lo
que hacía y los celos y rabia me cegaron.
-
¿Y
celos porque?
-
Bien
sabes lo observador que soy. Me doy cuenta de las cosas muchísimo antes que tú
misma. Tú sientes algo por Sebastián y en ese momento al recordarlo—Alex
suspiro mientras se pasaba las manos por la cabeza—Necesito que me perdones, mínimo
que me mientas al decírmelo. Cada golpe que me dio Sebastián me lo merezco y agradezco
a Dios que haya llegado a tiempo. Yo se que nunca podrás perdonarme del todo
pero necesito que lo intentes, que lo olvides. Al menos dímelo
-
Alex—susurre—Te
podre perdonar de verdad, lo superare, eso te lo prometo; de hecho ya empecé a
hacerlo. Pero jamás lo olvidare. Y si, podría mentirte al decirte que lo hare
pero la verdad es que no. Lo que me ibas a hacer si Sebastián no hubiera
llegado iba a hacer que te odiara por el resto de mi vida. Suerte que no fue así
-
Entonces…
¿No me perdonas?
-
Si
necesitas escucharlo para que tu mente este en paz… Si.
-
Gracias
-
Pero
tú y yo ya no somos amigos, ahora tu perdóname a mí. Por el momento tampoco
quiero que me hables, hasta que lo supere totalmente al menos. No le diré a
absolutamente nadie, los únicos que sabremos somos tu, yo y el. Te lo prometo,
no quiero perjudicarte
Alex suspiro pesadamente
-
Claro
que si, Caro. Y gracias, por todo. Fue un placer ser tu amigo
Eso me causo tanta ternura
-
¿Abrazo
de despedida?—pregunto
Lo pensé demasiado, voltee para todas partes
y vi a todas las personas y guardias par adarme confianza.
Me acerque lento y muy y apenas me acerque a
él. Sentí miedo al sentir su cuerpo y me separe de el casi de inmediato.
-
Perdón—me
disculpe de verdad y muy apenada
-
Ni
lo digas, es todo mi culpa—suspiro pesadamente—Adiós, que disfrutes tu fiesta.
Y desapareció entre la obscuridad de las
calles. Me quede cruzada de brazos, sin querer regresar adentro.
-
Así que tu y
ese ya son mejor amigos de nuevo
Sebastián apareció entre la gente y se puso
alado mío.
-
No
es de tu incumbencia. ¿Qué haces aquí?
-
¿Tan
rápido?—siguió—Eso de verdad merece la indiferencia que me dedicas a mi
-
El
no era consciente de lo que hacía y tu si, esa es la diferencia. Te lo
preguntare de nuevo ¿Qué haces aquí?
-
Fui
requerido
-
No
por mi
-
De
todas maneras, requerido. ¿Por qué?—pregunto
Me quise reír
-
¿Quién
fue la que me invito?
-
Edith—conteste
rápido
-
Supongo
que ella no sabe lo que esta pasando entre los dos
-
¿Y
que se supone que está pasando entre los dos?
-
Carolina…—torneo
los ojos
-
Sebastián—lo
imite hasta su noto de voz que era como de impaciencia—Si piensas todas esas
cosas de mí, significa que te podría caer mal, ¿no?—dije tímidamente, aunque lo
trate de disimular— ¿Qué haces aquí entonces?—volví a preguntar
-
¿En
qué jodido mundo crees que me caes mal?—dijo exasperado
-
¿No
recuerdas todas las cosas que me dijiste hace una semana? De acuerdo, eso no lo
contestes mejor contéstame; ¿Por qué dijiste esas cosas?
-
En
ese momento estaba… ¡yo ya te di mis disculpas pero tú no las tomaste!
-
¡De
acuerdo, si tanto quieres que te perdone lo hago! Pero eso no hará que se me
olvide lo que hiciste
-
¡Ya
vez porque te dije todas esas cosas! ¡Me enojaste como ahorita!
Hicimos una pausa, donde yo baje la mirada
-
¿De
verdad pensaste eso de mí?
Nos miramos a los ojos como siempre
últimamente: desafiantes
No dijo nada… Eso contestaba su pregunta
-
Bien,
¡te enseñare de verdad lo que es ser una gata ofrecida y dejada!
Lo deje
pasar, solo para que me pudiera observar.
Durante las próximas, me convertí en la puta
que nunca había sido y que por suerte nunca seré.
Bailaba cerca de las mesas donde Sebastián
se encontraba, con varios muchachos que me rodeaban y yo bailaba lo más
provocador y sexy que podía. Era uno tras otro.
Uno muy atrevido, en medio del baile me paso
la lengua por el cuello. La sensación fue sumamente agradable que hasta me
sentí culpable.
Después de un rato y ya cansada me regrese a
mi asiento donde se encontraban varios amigos y entre ellos Sebastián.
-
¿Estás
ebria?—pregunto Edgar serio
-
No,
no he tomado ni una gota
-
¿Entonces?—pregunto
Yo voltee a ver a Sebastián—en modo de
respuesta que solo él y yo entendíamos—donde me volteo los ojos.
-
Ya
hiciste tu punto—murmuro el
-
No
lo creo, no ha sido suficiente
-
¿Suficiente
qué?—pregunto Edith
-
Da
igual—conteste, mas para el que para ella
Pedí un agua y me comencé a echar aire y a
los pocos segundos llego un muchacho a mi asiento. Guapísimo, de ojos grises y
pelo negro con una piel blanca. Desde su camisa polo se notaban sus músculos.
En este lugar parece que todos van al gimnasio y usan cosas de marca. Aunque
crecí en este ambiente, no estaba acostumbrado a él. Mucho Whisky y Vino.
Generalmente iba a las fiestas a donde la cerveza llovía, el Vodka apenas y
sobrevivía y el Tequila no podía faltar.
-
¿Bailas?—me
extendió la mano
-
Claro—le
sonreí mientras la tomaba y vi de reojo como Sebastián se le quedaba viendo a
aquel muchacho tan fríamente.
-
Eres
muy hermosa—me decía aquel muchacho.
Su nombre era Alfredo y ahora nos
encontrábamos alado de la mesa donde estaba sentada, que ahora estaba vacía.
Recargados en la pared mientras no nos dejábamos de besar. Que digo besar,
comer.
Hace mucho que no besaba así, era como un
fuego que crecía en mí. Deseo.
Alfredo recorrió todo mi abdomen hasta
llegar hasta mi muslo y acariciarlo. Subí la pierna para que me tocara mejor.
Su boca paso por todo mi cuello hasta besar
mi pecho y de ahí su lengua volvió a subir por todo mi cuello hasta llegar a mi
barbilla y volver a besarme en la boca.
Antes de esta escenita nos encontrábamos
bailando muy pegados donde me planto el primer beso. No le tome importancia y
seguimos bailando. Hasta que me planto el segundo, el tercero… El tercero hasta
ahorita sigue.
Cuando nos arrastramos hasta la pared a un
lado de la mesa donde se encontraban mis amigos-- que no estaban desde que llegue con Alfredo—solo estaba Sebastián,
que tenía una copa de vino en sus manos. Cuando me vio en brazos de aquel
chico; me miro al ojo tan profundo que hasta sentí culpa y se paro sin dejar de
verme hasta que lo vi marcharse a otra parte. No sé si seguía en el antro.
Y sin aliento; Alfredo quería ir a otro
nivel. Me sentó en una silla que no sé de donde salió y yo abrí las piernas
para que pudiéramos estar más cerca. Ahí fue donde su mano—que estaba en uno de
mis muslos—se deslizo hasta más adentro.
-
Para,
para—susurre entre sus labios mientras detenía su mano
-
¿Por
qué no?
-
No
y se acabo—dije firme
Alfredo no pareció muy complacido así que le
facilite la salida y me solté de sus brazos, caminando hacia la dirección donde
se había ido Sebastián.
Ya después de varias horas, ya casi todos
mis “invitados” se habían marchado. Ya no había visto a Sebastián así que pensé
que ya se había ido.
Sin el presente ya no me pareció seguir
bailando y besando a más hombres así que lo deje por la paz. Tampoco volví a
ver a Alfredo y agradecí por eso.
-
¿Cuándo
nos vamos?—le dije a Edith
-
En
unos 20 minutos, tranquila. Parece que ya no me llevare a nadie de
regreso—comento más para sí—más que a ti.
Ya deberían de ser como las 3 de la mañana.
Y el lugar seguía bastante lleno para ser esas horas de la madrugada.
¡Qué flojera! Es demasiado temprano, pero no tengo ganas de seguir festejando mientras realmente no tengo motivos para hacerlo
Pasaron más de 20 minutos y Edith junto con
su hermano, Eduardo, nos dirigimos hacia la salida donde afuera el que recibe
los coches nos regresaría el nuestro.
Al salir nos encontramos con un muchacho en
el suelo
-
¿Sebastián?—dijo
Edith confundida
Inmediatamente voltee a ver a aquel muchacho
que parecía dormido o inconsciente afuera del lugar
-
¿Qué
le paso?—pregunto Eduardo al señor de seguridad
-
Causo
problemas. Estaba en completo estado de ebriedad y justo cuando estábamos a
punto de noquearlo para que se callara de una maldita vez se quedo
inconsciente, de seguro por tanto alcohol—se encogió de hombros
Llego el coche de Edith—la camioneta
blanca—y los hermanos se pusieron adentro mientras yo acompañe a mi amigo en la
caja de la camioneta
Hace mucho que no veía a Sebastián dormido.
Puse su cabeza en mis piernas y me puse a acariciar su pelo y su cara.
Le sonreí muy tontamente y desee que el
hombre que hoy me beso con tanta intensidad hubiera sido él.
Recorrí toda su cara con mi pulgar. Su
frente, su recta nariz. Sus suaves pómulos y sus labios rojos, ahora un poco
blancos.
Me quede en sus labios—ese manjar que nunca
probare—donde con la yema de mis dedos los acaricie muy delicadamente. Sentí su
respiración profunda.
-
Te
extraño tanto, mejor amigo—susurre
Tome su mano y la entrelace con la mía. Hace
tanto que no sentía sus dedos entre los míos. Era una sensación más que agradable.
Ya sé que no debía de hacer esto. Tener una
de sus manos entre las mías mientras la otra no dejaba de acariciar su cara y
cabello. Pero desde hace meses que no podía ni hablar bien con él. Ahora menos.
Aun y con fiesta y todo, mi cumpleaños fue
algo solitario para mí. Sin mis padres felicitándome—que aunque no me importen
para nada sigue afectándome—, sin Roberto. No pude ver a Doña Piedad así que
tampoco me la pase con ella. Sin mi familia que ahora vive en Los Estados
Unidos; Alberto, Tía Carmen y la Abuela. Y ahora… sin mi mejor amigo. Esto ya
era demasiado para mi, lo necesitaba más de lo que pensaba. El problema aquí es
que, realmente a él no me necesita a mí.
me encanto!!!!!
ResponderEliminarpor favor sigue con la historia!!! y Dios Cari se pasó se que queria determinarle el punto a Sebastian pero enserio! se pasó! espero que lo puedan arreglar pronto =(
plis publica pronto
besos
cuidate
Logre ponerme al día con tu historia :D ¡ME ENCANTAA! quiero saber que pasara entre carolina y sebastian n.n
ResponderEliminarPublica pronto n.n
Podrias darme tu opinión sobre mi blog: quierollorarparaolvidarte.blogspot.com.ar
Gracias, besos