-
¿No
necesitas ayuda?
-
No,
no esta tan pesado como se ve
Y eso era una completa mentira porque
estaba literalmente arrastrando a Sebastián—que parecía pesar lo mismo que una
ballena blanca—hasta la puerta de su casa.
El seguía como inconsciente pero si movía
las piernas. Aunque no me ayudaba mucho.
-
¿Estás
segura de esto?—pregunto de nuevo mi amiga
-
Si,
ustedes váyanse. Gracias por la fiesta Edith
Esta me sonrió y Eduardo me despidió con la
mano.
Los vi dar la vuelta en la esquina.
-
Sebastián—lo
sacudí un poco al llegar a la puerta de su casa— ¡Sebastián!
Muy apenas y abrió los ojos
-
¿Tienes
las lleves contigo?
Señalo débilmente a su bolsillo y yo las
agarre con mucho cuidado de no tocarle nada indebido. No quería despertar a su
madre y hermana así que al abrir la puerta trate de ser lo más discreta que
pude.
Con la misma poca ayuda de su parte termine
de subir las escaleras y llegamos a su habitación.
Literalmente lo tire a la cama donde él ni acomodarse
se dio el lujo pues a los segundos escuche su profunda respiración.
Recargada en la puerta me puse a recorrer
con la mirada aquel cuarto. La última vez que estuve aquí, no fue un bonito
recuerdo.
Mi mirada termino en el muchacho que yacía
dormido en su cama
Me acerque a él. Encendí el aire para que se
enfriara solo un poco la habitación. La primavera ya estaba haciendo ver sus
partes calurosas.
Y cuando él se volteo boca arriba, aproveche
para quitarle los zapatos, la sabana de abajo y arroparlo. Puse la almohada en
posición correcta.
Había un espacio donde me senté alado de su
cabeza, y paso lo mismo que en la camioneta.
Me acosté a su lado, apoyando mi cabeza en
el codo
Y no lo pude evitar, lo volví a acariciar,
como hace unos minutos en la camioneta. Era algo imposible de no hacer.
Ahora sus labios si estaban rojos. Se veía
aun más… angelical, muchísimo más guapo. No recuerdo la última vez que lo vi
dormido.
Me acerque lento, despacio. Mi nariz rozaba
la suya, mientras sentía su respiración levemente en mis labios.
Cuando de pronto suspiro y sentí el calor de
su boca.
Sentía un vacio en el pecho que sabía que
solo se iba a llenar si le decía cuanto lo quería, y las ganas de desaparecer
esos tres centímetros de distancia a sus labios.
Sin embargo, de la misma manera en que me
acerque a él…retrocedí.
No podía, tenía que tener fuerza de
voluntad. Aunque mi cuerpo pedía a gritos que llenara ese vacío; no podía
Me daba igual Samanta, lo que me dijo hace
una semana exactamente en esta habitación, y todos esos meses en que nuestra
amistad casi se desintegra.
Daba igual todo eso, porque no lo iba a
besar, porque él no me quiere de la misma manera en que yo a él. Por eso razón,
yo nunca me le iba a insinuar. Si lo hacía, la que iba a salir perdiendo soy yo
porque de seguro me rechazara.
Si él me rechazara, sería la primera vez en
que me romperían el corazón, más de lo que ya lo tengo destrozado.
Me retire, apagando la luz de la mesita de
noche y dejándolo en completa obscuridad. Y salí despacio igual, dejando la
llave en un lugar escondido de la ventana.
Como acordamos hace un poco más de una
semana. Al terminar la cuarta clase y comenzar el descanso, fui al
estacionamiento a encontrarme con Borjas.
Estaba recargado en el coche de Sebastián,
con este alado de él.
Ambos fumando un cigarrillo. Entorne los
ojos
Borjas me vio y me hizo raras y discretas
señas que no sé como pero entendí, diciéndome que me fuera a la parte de atrás
del coche. Al parecer su seña de silencio significaba que Sebastián no debía
verme.
Me escabullí hasta llegar a la parte trasera
del coche rojo, donde los muchachos al parecen se encontraban plácidamente
hablando sobre lo sucedido hace tres días
-
La
hubieras visto, Borjas—comento Sebastián
-
Si
lo hice, pero recuerda que tu lo provocaste
Se encogió de hombros… no lo quería admitir
el cabron
-
Pero
después de que te fuiste, ¡Dios! Se estaba agasajando con uno, me dio tanta
rabia, hermano
Ahora Borjas se encogió de hombros
-
Te
recuerdo que tu provocaste todo esto, no hay nada de lo que te puedas quejar,
debiste controlar tu boca de animal la semana antepasada
-
Ya
déjame, ¿estás conmigo o no?
-
Si
quieres que te mienta, okey… estoy de tu parte
Sebastián suspiro
-
Después
de verla así me fui a otra parte y me puse lo más borracho que pude para
quitarme esas imágenes de la cabeza. Ella en los brazos de otro.
-
A
los que tu literalmente la lanzaste a ellos
Sebastián le dedico una mirada tan fría a su
amigo, sin embargo este no parecía arrepentido
-
¿Cómo
llegaste a casa entonces? No traías coche y—sonrió—dudo que caminaste todo ese
tramo
-
Lo
último que recuerdo fue quedarme dormido en la banqueta, tal vez alguien que me
conocía. Pero sin duda fue una mujer
Ahogue un grito, me tape la boca para que no
se escuchara. Si me reconoció, que vergüenza.
Tranquila,
dijo que solo sabe que fue una mujer
Mi corazón
seguía acelerado por la posibilidad que si se haya dado cuenta de todo lo que
hice
-
¿No
sabes quién?
-
Desearía,
pero no. Amanecí hasta bien acomodado, con los zapatos afuera y todo—hubo una
pausa—bueno, hay algo que si recuerdo
No moví ni un dedo
-
Me
gusto—dijo con un raro sentimiento
-
¿Qué?
¿Qué te hayan arropado?—Borjas estallo en risas
-
Cállate,
estúpido—le decía sonriendo—te lo digo bien. Fue una de las mejores sensaciones
las que sentí en ese momento. No sé quien fue ni lo que hizo pero… algo me dice
que fue maravilloso
-
No
seas cursi, animal
Sebastián tiro su cigarro y lo piso, saco su
celular que vibro un poco
-
Me
voy, quede con Samanta
Pero
si estábamos pisteando bien agusto mijo’
Entorne los
ojos. Justo decía que le gusto todo lo que hice y se va a largar con aquella
Ironías de la vida
Me levante y me recargue alado de su puerta
Me vio y se quedo inexpresivo.
-
Estas
en mi puerta
-
Lose
-
¿Te
podrías quitar?
-
¿A
dónde vas?
-
No
te incumbe
-
Claro
que si
-
¿Por
qué?
-
Porque
terminando el descanso tenemos clase de valores. Yo quiero saber si estaré sola
en esa clase
-
Tal
vez, si no te mueves
-
¿Iras
con ella?
-
Tampoco
te incumbe eso
Baje la mirada. Estaba atravesando uno de
esos momentos donde los celos balacean mi corazón, aparte de darme cuenta por
sus respuestas que seguía enojado de ayer
-
Suerte—murmure
mientras me separaba del coche
Le camine hacia donde estaba Borjas, a unos
metros de distancia ahora recargado en su carro con otro cigarrillo en la boca.
No di ni dos pasos cuando me agarro la mano,
deteniéndome
Me detuve y al voltear en vez de mirarlo a él,
mire a nuestras manos. Al darse cuenta lo malinterpreto y me la soltó rápido.
Me moriría si no se la volvía a tomar, literalmente
-
Ehh…—--dijo
nervioso y confuso— ¿Sabes quién fue la que me trajo a mi casa después de tu
fiesta?
Me puse pálida.
-
¿Por
qué crees que yo voy a saber?
-
Supongo
que fuiste la ultima en irte no? Da igual
Se subió al carro y arranco. Yo llegue con
Borjas
-
No
digas nada
-
No
iba a decía nada—estaba aguantándose una risa
Me medio moleste en medio broma medio no se
entonces agarre el cigarro de su boca y lo tire al suelo, a un pequeño charco hecho
de agua de las plantas que rodeaban el estacionamiento
-
¡Hey!—vio
mi cara—bueno, ¿traes tu lista?
-
Aquí—y
puse mi dedo en la sien de mi cabeza
Como la última vez no subimos al capo de su
carro—un carro medio usado—y el saco un paquete de galletas de su bolsillo
-
¿Quieres?—me
ofrecí con la boca llena
-
No
gracias—suspire
-
Fuiste
tú la que lo llevo hasta su casa, ¿verdad?—me sonrió picaron, el ya estaba
plácidamente acostado, recargándose en el parabrisas
Bufe
-
Claro
que no
-
Como
digas
-
Bueno…
Edith se lo llevo en su carro
-
Y
tu hasta su cama
Me sonroje
-
Ya
te delataste y solita
-
Fue
inevitable…yo solo lo quería dejar arrumbado pero se veía tan vulnerable y
tierno
-
Uuuuuuuuuuuuuy,
si súper tierno
Me dio un ataque de risa
-
Solo
dile lo que sientes
-
Esta
con ella en estos mismos momentos y ¿tu quieres que le diga acerca de mis
sentimientos? Aparte aunque me si quisiera, cuando estoy enfrente de el… no lo
puedo evitar es como si todo el rencor y un cierto tipo de odio me invadieran
-
No
es odio son celos
-
Te
equivocas
Me miro levantándome la ceja
-
Lo
odio por la manera en que me mira, en que me habla. En que me trata
Borjas callo, dándome chance de desahogarme
y eso iba a hacer
- Lo
odio porque el llego a ganarse mi confianza cuando nadie más lo había logrado
de la manera en que él lo hizo. Por la manera en que me consuela y lo bien y
especial que me hace sentir cuando estoy con el, bajo el refugio del que fue mi
mejor amigo.
“Lo odio por la manera en que me escucha y
me da los mejores consejos que nadie me ha dado jamás, la manera en que me
agarra de la mano para hacerme notar que el esta hay. Lo odio porque él sabe
que cuando me pongo de mal humor, sabe exactamente cual película necesito y cuáles
son las palomitas que más me gustan y como me encantan: con limón chile y
chamoy.
“Lo odio porque se me su número de memoria,
incluso aunque lo borre de mi lista y no le e hablando en meses. Lo odio porque
me abraza justo en los momentos en que no quiero ser abrazada, pero necesito
ser abrazada. También porque él sabe que aroma me pone de buen humor, y que
música adoro, la que me hace bailar y la que me hace ganas de ir a fiestas.
“Lo odio por la manera en que me cuida,
siempre protector. Por su paciencia hacia conmigo cuando me ponía histérica
cada vez que me llegaba un mal recuerdo a la cabeza. Por cada vez que me
acompañaba cuando me pelaba con mi madre, y por darme refugio cuando esta me corría
de la casa.
“Lo odio por
ayudarme a estudiar Psicología y Química, por ayudarme con los exámenes, pasarme
las respuestas por mensaje. Por aquella vez que condujo para reparar mi coche
en pleno solazo y en avenida en hora pico. Por todas esas aventuras en los
lugares públicos.
“Lo odio porque lo quiero y no puedo
tenerlo. Porque aun y con todo lo que hemos vivido el la sigue prefiriendo a
ella. Y siento que me estoy derrumbando sin él. No pido que le haga de Romeo y
me convierta en una Julieta. Solo pido que su presencia llegue a mi vida de
nuevo, que todas las malas experiencias, las discusiones que hemos tenido
últimamente desaparezcan de la historia, empezar desde cero. Lo extraño, más de
lo pienso y más de lo quiero aceptar. Y me duele saber que no puedo hacer nada.
Se formo un silencio, uno no incomodo
Lo rompió cuando di un gran bufido diciendo
no con la cabeza y evitando la mirada de Borjas
-
¿Qué?—pregunto
-
Es
solo que… es lo mas cursi y meloso que he dicho en toda mi vida—dije riendo
entre dientes, algo avergonzada
-
Está
bien—me sobo la mano—a veces tienes que decir algo cursi y meloso para desahogarte,
¿no?
Asentí sonriéndole
-
Ahora
cuéntame sobre ella
-
¿Qué
quieres que diga?—le volvió a dar un bocado a sus galletas
-
Si
no quieres decirme, está bien
Suspiro
- Lo
único que le reclamaría seria el enamorarme sabiendo que no me iba a corresponder.
Pero eso tampoco es totalmente culpa suya, yo fui el que caí en la trampa
-
Pero
fue ella quien la puso
- Ella
fue la cazadora y yo la presa… es así como funcionan las cosas y mientras no
pueda hacer nada por cambiarlas tratare de ignorarlas para no dañarme y dejar que lleven su
curso natural
Me
sorprendieron sus palabras… y ahora trataría de verlo como un consejo
-
Gracias
Borjas
-
Cuando
quieras chaparra. Solo dile como te sientes
-
No
puedo, cuando estoy cerca de el recuerdo sus gritos y es como todos los
sentimientos buenas se fueran y solo estuvieran los malos. El orgullo me gana,
por eso siempre discutimos
-
Inténtalo,
no te cobran por eso.
-
De
acuerdo… Cambiemos de tema, ¿sí?
OMG!!!!!!!!
ResponderEliminarpobre Cari, se mira que realmente le gusta Sebastián y el Borjas no!!!! pobre con su amor no correspondido TT___TT aunque me agrado que le hiciera ver la verdad a sebastián, no importa si no la acepto al menos esta consiente ¬¬ por otro lado :O que pasara cuando finalmente Sebastián se de cuenta de los sentimientos de Cari?! ay dios espero que no la rechaze!
plis publica pronto
tu siempre fiel seguidora Compañera...
besos
cuidate
Me gusta mucho el capítulo, aunque no comente los leo. ¡Siguiente! ^^
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