Nos encontrábamos
acostamos acurrucados en el sillón de la sala, junto al calor del otro, jugando
con nuestros dedos en el aire
-
Perdóname—susurre de repente
-
¿de qué hablas?
-
Lo tonta que fui, la forma en que te trate…
-
No hay nada que perdonar—me interrumpió
-
Si, fui una tonta
-
No digas eso
Nos miramos
-
Dime que me perdonas por haber sido tan tonta
-
Si eso es lo que necesitas escuchar, de acuerdo, te
perdono
-
¿Cómo es que no tiraste la toalla?
-
Te quiero demasiado como para hacerlo
Reí entre dientes
-
Creo que me asuste ante la idea de que alguien me
quisiera
Me miro comprensivo
-
Todo está bien, ¿sí? Pasitos de bebe—me sonrió
-
Okei
-
Por cierto ¿cómo van las cosas en Rio?
Suspire
-
No muy bonitas, ¿verdad?—adivino por mi expresión
-
Gustavo me advirtió que no podía marcarme cada
semana pero ya han pasado muchas y
creo que ya me estoy empezando a preocupar
-
No lo estés—me acaricio el hombro y me hizo
estremecerme—ya verás que esa llamada llegara antes de que pienses
-
¿Y si nunca más marcan? ¿Y si también los pierdo a
ellos?—murmure, llena de dolor
-
Siempre en positivo, Cari. Así podrías sobrevivir a
tus pensamientos
Asentí y me acurruque en el. Me
dio un beso en la mejilla y yo subí mi cabeza y nuestros labios quedaron a la
misma altura.
Lento beso la puntita de mi
nariz—como lo había hecho el día en el baño—y cuando estaba a centímetros de mi
boca sus labios se dirigieron a mi mejilla derecha, luego a la izquierda. Con
toda la pasividad del mundo.
En vez de darme el beso hablo a
centímetros de mi boca
-
No tienes idea de cuánto te extrañe—me apretó mas a
él y sentí su mano subiendo lentamente por mi espalda.
Si hablamos de mí, no resistí y
la que dio el beso fui yo. Enrosque mis brazos en su cuello, pasando mi pelo
por sus sedosos cabellos.
Sentí un escalofrió de placer y
cuando me mordió lento el labio inferior
-
Tenemos que hablar—dije entre el beso. El no se me
separo, de hecho sentí que me beso con más intensidad
-
Puede esperar—dijo sin aliento
-
No mucho—dije de igual manera
Terco, no me soltaba y no me soltó
hasta que se nos fue todo el aire que nos quedaba. No me di cuenta que ya casi él
estaba encima mío y nuestras piernas enroscadas entre a otra. Rápido nos
acomodamos como estábamos antes, riéndonos nerviosamente
-
¿Qué pasa?—pregunto
-
Tenemos que hablar todo lo que nos ha pasado útilmente
y no podíamos por qué no nos hablábamos—dije en un susurro, mirando a otra
parte
-
Cuéntame tu historia con Samanta
Frunció el ceño
-
¿Por qué quieres escuchar eso?
Me encogí de hombros
-
No sé, Carolina, no sé si deba… –-miro para otra
parte
-
¿Por favor?—le agarre la cara con las dos manos y
le di tiernos pequeños besos— ¿Si?
-
Si tu quieres—murmuro inseguro
-
Y no te ahorres los detalles, yo estaré bien no te
preocupes
Suspiro
-
Nunca dejamos de hablar desde aquella fiesta en su
casa y yo no te quería decir porque sabía lo mal que no la soportabas. Perdóname
por eso, pero en mi defensa yo todavía no sabía nada de ti—no dije nada—y sin
darme cuenta creo que siempre me llamo la atención y me gusto de verdad; para
ese entonces yo ya era uña y mugre contigo y me contaste tu historia y algo en
mi me decía que tu tenias todo el derecho de saber. Entonces te conté lo de mi
padre y aproveche para confesarte eso
-
Si recuerdo—murmure
-
Nos comenzamos a ver en persona poco tiempo
después, yo mas aliviado al ya tu saber y saber que también me apoyabas. Y
bueno pues todo se dio por sí solo, no sé ni cuando paso que ya nos
encontrábamos besándonos en el porche de su casa—lo ultimo lo susurro
Se quedo callado, como
esperando una respuesta mía o una petición de que no siguiera. Yo también calle
dándole a entender que siguiera
-
Y un día le pedí que tuviéramos una relación, ella
dijo que sí. Ella le dijo a todas sus amigas al día siguiente, y con eso ya
todo mundo sabía pero yo todavía no le decía a nadie. Quería que tú fueras la
primera desde mi propia boca y no sabía cómo. Tú te enteraste de la manera más
inapropiada—carraspeo—te enojaste y tenias todo el derecho, pero después el que
me aleje fui yo. La primera vez que… Samanta y yo duramos tres meses, bueno al
casi primer mes estábamos en su habitación—entorne los ojos y el al notarlo me
dio un beso en la mejilla—viendo tele—me sonrió y yo reí—y se levanto a su peinador
diciéndome que le regalaron una muestra en el centro comercial de un perfume
que le había gustado. Se puso un poco en el cuello y se acerco a mí y al olerla…
la abrase inmediatamente, dejándome llevar por el aroma. No podía dejar de
abrazarla, de acariciar su pelo mientras mantenía los ojos cerrados. Cuando la
vi, aunque nunca lo he admitido ni siquiera en mi cabeza es que me decepcione
un poco porque no era su cara la que quería ver. Era la tuya. El perfume que
ella se puso era el tuyo, y al olerla me recordó tanto a ti y me di cuenta de
lo tanto que te extrañaba y te necesitaba y en vez de volver contigo me aleje
mas porque tenía miedo de esos nuevos sentimientos. Perdóname otra vez por
herirte como lo hice yo…
No lo deje continuar. Le agarre
la cara con las dos manos hasta que abrió los ojos
-
Ya es cosa del pasado, ¿sí?
Asintió, pero como ido. Pegamos
nuestras frente y así nos quedamos por mucho rato, viéndonos hasta que el cerro
sus ojos y respiro hondo.
-
Cada vez que te veía con un hombre sentía un coraje
horrible y me picaban las manos mientras se cerraban en puños. En tu fiesta con
aquel desconocido alado mío—se estremeció—Cuando te vi con Lucas en aquella
fiesta, cuando los vi besándose, el agarrándote como si fueras solo de él y tu
siguiéndole el juego…—la voz que le salía era demasiado dolorosa, su expresión
era de tristeza y me dio una punzada de culpa al recordar aquel momento.
Bufe
-
¿Sabes la razón por la cual lo bese? La que comenzó
aquello fui yo—confesé
Abrió sus ojos y me los clavo,
esperando mi respuesta
-
Fue porque yo estaba muy tranquila disfrutando
cuando volteo para un lado y veo a una pareja de enamorados muy enamoradamente
dándose un beso de enamorados—dije con cierto enojo—Yo también me estaba
muriendo de celos, Sebastián
Baje la cabeza con cierta
vergüenza
-
Perdóname por todas las veces en las que me tuviste
que ver con ella… pero yo creí que no te afectaba, yo creí que tu no me querías
Me salió una carcajada, no
fingida ni forzada. Salió de lo más profundo de mí
-
No importas con quien hayas tenido una relación o
cuantas veces te vi con ella, lo importante es que ya estamos bien ahora….
Pego sus labios a los míos, sin
siquiera dejarme terminar la oración. Todavía sin podre creer que lo tenía
entre mis brazos comencé a acariciarlo
Se escucho que un carro se
estacionaba y yo me levante de inmediato, dejándolo con los labios abiertos y
abrazando a la nada. Me acomode la blusa que la tenia chueca y me peine con los
dedos, nerviosa. Era su mama y yo aquí en su casa besándome con su hijo de una
manera no muy bien vista.
El solo se rió de mi, mientras
me ponía una mano en el hombro y me sentaba junto a él. Me agarro de la mano y
entrelazo nuestros dedos en un intento por calmarme.
-
¿Por qué estas nerviosa?
Sacudí la cabeza, ni yo sabía
la razón
Emma entro saludándonos y me
calme por completo. Jimena iba detrás de ella, cargando un cuaderno de dibujos
-
¡Mama! ¿puedes venir?
-
No, no, no—murmure
Emma no tardo en aparecer, se
ocupo con algo en la sala
-
¿Qué pasa hijo?—mientras no se dejaba de mover
El carraspeo hasta que Emma nos
miro y sus ojos se fueron directo a nuestros dedos entrelazados
Se le quedo viendo a Sebastián
directo con una mirada que no pude interpretar, tampoco cuando me volteo a ver
a mí.
Se acerco hasta sentarse en la
mesa de centro enfrente de nosotros. El me apretó la más la mano cuando sintió
que yo las quería despegar
-
¿Ella sabe sobre…?—se dirigió seria hacia Sebastián
pero él la interrumpió con respeto con un
-
Ya somos novios mama—le sonrió de oreja a oreja
¿Novios? ¿En qué momento me has pedido que seamos novios?
-
¡Qué bien!—exclamo, aunque con un disgusto en la
cara— ¡Yo creí que jamás lo conseguirían!
Según yo, a Emma le caía bien
-
Si—le regrese el abrazo que me dio
No pude evitar darme cuenta que
había como preocupación en la cara de la mujer, Jimena entro al cuarto a
saludarme y Emma se la llevo a hacer tarea al comedor.
Nosotros nos dirigimos a su habitación
-
¿Desde cuándo somos novios?—exclame mientras abría
la ventana y contemplaba mi habitación
-
¿Ah, no lo somos?—sentí como Sebastián me rodeaba
por detrás, poniendo sus manos en mi abdomen
-
No me has preguntado
-
¿Quieres ser mi novia?—me lo susurro en el oído
mientras apartaba el pelo de mi oreja, me mordió levemente el lóbulo.
-
No puedo esperar a que todos se enteren
-
¡Que!—voltee a verlo
-
¿Algún problema con que las personas sepan?
-
No… es solo que, bueno—me calle y volví a lo que
estaba
En su misma habitación tiempo
después de yo haber aceptado su propuesta y nos pusimos un poco románticos, el
se ocupo en su computadora y yo acostada en su cama terminaba un libro.
Mis ojos volvieron a la
lectura, pero ya no pude concentrarme en ella. Sebastián dejo su laptop y se sentó
a mis pies donde yo fingía lectura
-
Haber Carolina, ¿Qué pasa?
Al no responder el me quito el
libro delicadamente y se acerco mas a mí con una ceja alzada. Suspire y me enderece
-
Mira, es que ha pasado muy poco tiempo desde que tu
y Samanta terminaron y siento que la gente pensara mal si tu y yo…
-
¿Desde a cuando a Carolina la rebelde y indomable
de la preparatoria que le vale la vida le importa lo que opinen los demás?
Calle, mordiéndome el labio y
evitando su mirada. Delicadamente agarro mi cara y me hizo verlo directo a los
ojos
-
Solo dímelo
-
Quiero tiempo antes de que la gente se entere,
siento que esto será lo suficientemente juzgado dada la situación de Samanta y
tu y yo siendo mejores amigos y luego desconocidos. La gente habla, Sebastián,
sobre todo porque somos populares nuestra vida está en boca de todos y no
quiero que esto sea objeto de chismes. Quiero que todos se olviden de Samanta
en tu historial luego ya decir sobre nosotros. Por favor, entiéndeme
-
Lo hago
-
¿De verdad?
-
Lo intentare, es solo que… ¿eso significa que no
podre tratarte como mi novia en público?
Hice una mala cara
-
Suena horrible también para mí pero… solo será un
tiempo
-
No hay problema—me sonrió—Solo que tendrás que
darme doble amor cuando estemos solos—me guiño el ojo
Me reí nerviosa y me voltee
cuando sentí mi cara roja. Si él lo noto, no me dijo
Cuando estaba a punto de irse
de la cama lo detuve
-
Una última cosa, yo le caigo bien a tu mama ¿no?
-
Le caes muy bien, te quiere mucho ella me lo ha
dicho
Me alivie un poco
-
Es que no
pareció reaccionar bien cuando tu le dijiste de nosotros
-
Ahhh…—Sebastián no supo que responderme—No fue
nada, te lo prometo. Es que aunque le cuento muchas cosas no le conté de
nuestro primer beso y esas cosas.
-
¿Qué pensaba ella de Samanta?
-
Pues no le caía mal, si es lo que quieres saber.
Pero una vez me comento que la veía muy plástica, no muy profunda en
sentimientos.
-
¿Y tú?
-
A veces pensaba lo mismo, pero todos tenemos
nuestros defectos así que no me quejaba.
-
¿Ella te decía algo mío?
Meneo la cabeza con la boca
torcida, eso era un si
-
Cosas negativas, así como tú me dices de ella.
-
Te comente que antes de que terminaran fue a
visitarme
-
No—abrió mas los ojos
-
Bueno, llego a gritarme que me alejara de ti. Sebastián,
ella tenía miedo de perderte. ¿Tanto te quiso?
-
Se le pasara, ella supera rápido créeme; lo más
seguro es que ya lo hizo. Aunque lo último que quiero es que este lastimada
Ya lo esta
-
Bueno, bueno…—cambie de tema— ¿Tienes ganas de
fiesta?
Un sábado en mañana, desperté con los
rayos del sol en mi cara. Baje a desayunar o que encontrara y lo que encontré
fue a mi madre en la cocina tomando un café mientras leía el periódico.
Me volteo a ver pero su mirada regreso a su
lectura. Agarre unas barras que eran de ella, para adelgazar.
-
Esas son mías
-
¿Tan egoísta eres?
En ningún momento nos miramos
-
¿Dónde están los demás?
-
Tu padre en la oficina y tu hermana con Pepe
Asentí mientras me preparaba
café
-
¿No te molesta que Ignacio siempre este en la
oficina?
Se quedo callada
-
Es su trabajo, de eso vivimos
-
Sara—dije tan pronto como termino, ella le dio un
sorbo a su café— ¿Soy hija tuya verdad?
-
Que pregunta tan mas estúpida
-
Y… ¿estás segura que soy hija de Ignacio?
Me volteo a ver directo a la
cara, como hacía muchos años no lo hacia
-
¿Por qué de pronto me preguntas esto?
El día en que Ignacio me llevo
a la escuela cuando mi coche estaba en el taller, me di cuenta que éramos como
dos gotas muy diferentes. No tengo nada de su personalidad. La suya muy
calmada, muy paciente pero cuando se enojaba parecía que se le metía el
diablo—me estremecí con ese pensamiento—Y de su físico tampoco… al menos a mi
me consta que tengo los ojos de Sara pero no tengo nada de Ignacio.
No era la primera vez que pienso
esto, así que no está de más preguntar
-
Solo contésteme, señora
Enojada dejo su periódico a un
lado y agarro su tasa, creí que iba a aventarla en mi cara
-
Déjate de estupideces y escúchame bien—casi gritaba
en su camino a la salida de la cocina—No quiero que comentes nada de esto con
tu padre, ¿entendiste?
lamento la tardanza, publicare mas seguido desde ahora
cambie de twitter: https://twitter.com/effyrenovato
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