jueves, 4 de abril de 2013

Capitulo 36: Entiendeme, por favor


Siento haberme tardado tanto pero ahorita entenderan el por que. Si pueden comentar estaria perfecto, necesito saber que piensan de este capitulo y subiere el otro lo mas antes que pueda


Unas manos me taparon los ojos. Eran pequeñas y delicadas. No tenia que pensarle mucho pues su delicioso aroma me llegaba desde atrás.
   Pero para seguirle el juego puse mis manos arriba de las suyas acariciándolas, actuando a que intentaba adivinar.
   Sus manos eran tan suaves…
-Felices seis meses—susurro en mi mejilla
   Y sentí su sonrisa en mi cuello mientras me daba un beso
-Felices seis meses—repetí mientras mi novia se ponía en mi regazo
   Estábamos en mi casa, en la sala exactamente. Mi mama se encontraba en la cocina y mi hermana perdida en el segundo piso. Yo trataba de perder el tiempo viendo la tele hasta ahorita
   No había nada que decir, nos quedamos viéndonos por un largo rato hasta que se estiro para agarrar el libro que estaba en la mesita de alado del sofá—“El resplandor” de Stephen King—se estiro en el sofá con su cabeza en mi regazo y sus piernas en el resto del mueble, abrió el libro y se hundió en el.
   Mientras veía mi programa, distraídamente le acariciaba el pelo. De pronto encontré el programa aburrido y sin sentido mientras prestaba más atención a la mujer que tenía en mis piernas, tratando de concentrarse todo lo que puede y se que ya casi va a terminar el libro. Esa es su cara de libros terminados.
   Recordé mil y un momentos mientras la contemplaba mientras ella no lo notaba. Vino a mi mente aquel día de la llamada de Roberto, al encontrarla en el estudio—el único lugar al que se que iría después de hablar con él—y como me tenia abrazado diciéndome que todavía no quería enfrentarse al mundo y justo cuando le vi la pequeña lagrima salir de su hermoso rostro supe que nunca la había visto más vulnerable que en ese momento.
   Martin, Gustavo, Gabriel y todos los demás hombres que no conocía regresaron sanos y salvos. Carolina desde entonces se nota muchísimo más alegre y aliviada y aunque que nunca me lo dijera se que ella siempre temió lo peor. Gustavo me agradeció por haber ayudado a Carolina en el cuidado de su madre y Martin nos felicito por nuestro—en aquel entonces—primer mes de novios.
   Otro momento que nunca olvidare, estábamos en la sala de su casa pues su familia se había ido a una cena del trabajo de Ignacio. Veíamos películas viejas mientras teníamos toda la mesa llena de comida no demasiado sana. Reíamos a carcajadas mientras la comida cada vez se hacía más escasa, luego se escucho el timbre de la puerta.
   Ella se levanto con su gracia habitual y aunque no conocía tan bien esa voz sabía que era de alguien que no me caía bien. Me levante algo brusco para ver a Lucas parado en el umbral de la casa de mi novia y la chica a la que él solía besar. Los celos invadieron cada célula de mi cuerpo y comprendí perfectamente a Carolina la vez en que Samanta vino a tratar de recuperar todo hacia algunos meses atrás
   Después de un intercambio corto de palabras, Carolina me echo de la entrada con la mirada y yo camine hacia el comedor vacilante. Escuchaba sus voces bajas mientras trataba de distraerme con cualquier cosa que encontrara pero antes de que siquiera pensara mis pies ya estaban actuando y caminando hacia ellos y cuando doble en la esquina de la sala los vi abrazándose.
-Suéltala—no tuve que gritar
   No necesite separarlos pues ellos solos lo hicieron al instante. Me sorprendieron mis celos pues normalmente yo no reacciono así y Carolina lo sabe y también se sorprendió por la expresión de su cara. Me disculparía con ella después
-No estábamos haciendo nada—murmuro Lucas en su defensa
-¿Por qué estás aquí?
-Creo que eso es un asunto entre Carolina y yo. Nada que te incumba
   Levante una ceja algo incrédulo mientras daba un paso hacia adelante e inconscientemente apretando mis puños
-¡Hey, hey! ¡Alto hay Sebastián!
   Carolina se interpuso entre nosotros, tratando de pararme en seco. Se volvió hacia él y agarrándolo por los hombros hizo que se marchara de la casa
-Hablamos después sí, yo te llamo o haber que pasa, perdónale el no es así normalmente. Si, adiós. Yo también
   Lucas alcanzo a mirarme y me lanzo una mirada de burla y sé que si estaba burlándose de mi, por el pequeño acto que acababa de hacer
   ¡¿Yo también?! ¡¿Hablamos después?! ¿Acaso se estaba disculpando por mí?
   Cuando Ricky Ricon se marcho por completo y Carolina cerró la puerta para encararme sabía que no tendría compasión de mí.
   Sin embargo solo dijo muy tranquila tres palabras
-Que paso aquí
   Me lleve mis manos a la cabeza y me frote los ojos, para cuando los abrí Carolina estaba más cerca mío
-No tengo idea… yo… Cari, no sé que me paso
-Tranquilo, está bien. Solo prométeme que nunca volverás a hacerme una escena así con un amigo
-¡Es que el no te ve solo como una amiga!—me exaspere—Me da coraje ver su cara porque sé que él te beso primero que yo
   Carolina empezó a reírse bajo y le lance una mirada enojada
-Sebastián, sabes que como 20 hombres me han besado primero que tu—dijo entre risas, yo reí un poco también
-Sí pero… es distinto. Porque él quiere que tu y yo terminemos, el te quiere a ti
   Le agarre su cara con las dos manos y le acariciaba su labio superior con el pulgar
-Quiere lo que es mío, y tiene que entender que tú eres mía
   Sus labios formaron una tímida sonrisa que seguí acariciando
-No tienes nada que temer, me caes muy bien—bromeo
-¿En serio? Creí que te caía mal
   Mientras decía esto la agarre por la cintura y en un movimiento la pegue a mi cuerpo. Ella puso sus brazos alrededor de mi cuello y podía oler su delicioso aroma.
-No, me caes realme…
   No pude controlar mi impulso de comérmela a besos
   Un mes y medio después ella apareció en mi habitación echando fuego por la nariz. Su madre la había corrido temporalmente de la casa después de una enorme discusión sobre la cual no me quería decir
 “No estoy lista para hablar de ello” me decía mientras se calmaba. Mi madre la recibió muy bien por unos cuantos días y yo estaba encantado
   Cuando la noche llego y nos preparábamos para dormir la incógnita estaba en que si los dos dormiríamos en la misma cama. Yo pensaba que si, no sabría si ella también quería.
   Recostado en una orilla de la cama con mi laptop en las rodillas observe como entraba a la habitación oliendo a jabón y rosas. Entro con una toalla enrollada por todo el cuerpo y sin voltearme a ver se fue al rincón más lejano de la cama.
   Yo tampoco la mire cuando entro pero si fije mi vista en ella cuando escuche la toalla caer al piso.
   Tenía puestas un pesquero pegado que le llegaba hasta debajo de las rodillas y arriba… arriba no llevaba nada. Me daba la espalda y eso era lo único que podría ver, su pequeña, lisa, delicada y de seguro suave espalda.
   Necesite de una enorme fuerza de voluntad para no levantarme y poner mi mano en esa piel que olía a jabón y rosas. Se hecho el pelo para la atrás y sus risos—casi húmedos—le taparon casi toda esa espalda que tanto fantaseaba con tocar. Se puso una blusa rápido y agarro la toalla que estaba en el suelo
-¿Me secarías el pelo?
   Su voz me saco de mi ensoñación. Sacudí la cabeza mientras apagaba la computadora y la ponía en el buro alado de la cama. Ella se sentó alado mío y puso la toalla en mis manos. Comencé a masajearle el pelo mientras me sentía el novio más mandilón de la tierra. El pensamiento me hizo reír
-¿De qué te ríes?—me pregunto divertida
-Nada, nada
   No hablamos hasta que termine, unos minutos después. Deje la toalla en el suelo y ella se acomodo en la cama.
   Y ahí fue donde lo sentí. Quería tenerla entre mis brazos, besarla hasta que ya no pudiera respirar. Amarla hasta que no pudiera mas, demostrarle todo mi amor a base de silencios y gemidos. Quería hacerla mía en todo el sentido de la palabra, toda la noche hasta que nuestros cuerpos estuvieran tan cansados que nos dormiríamos sin darnos cuenta, entrelazados y desnudos
   ¿Qué te pasa, Sebastián?
   Aleje esos pensamientos y me acomode a su lado. Estábamos cara a cara. Y no podía pensar en otra cosa que no fuera que iba a despertar con ella a un lado y en mi misma cama. Acerque mi mano para tocarle su rostro ligeramente rosado y sentí la frialdad de la piel
   De pronto, Carolina comenzó a besarme y note la urgencia de sus labios. Se sentía tan delicioso, sus labios que eran tan suaves tomando los míos y saben divinos. El beso empezó a subir de tono—vagamente pensé que hace mucho tiempo que no nos besábamos tan intensamente—mis manos pasaron lentamente de su cara, a su cabello, de su cabello a sus hombros y disfrutando de su piel suave, a la espalda que tanto quise tocar hace unos minutos antes. Sin controlarme pase mi mano debajo de su blusa y acaricie toda su piel muy lentamente. Era mejor de lo que pensaba. Podía sentir sus manos retorcerse en mi pelo mientras me jalaba hacia ella
   Acostados, ella se puso arriba mío y en un impulso me senté y se acomodo a horcajadas en mi regazo; todo sin dejar de besarnos. Nuestras lenguas saludaban a la otra y empezaban un pequeño baile entre ellas.
   Sus manos se acomodaban en mis brazos y sentía la presión que ponía. Comenzó a bajar por mi abdomen hasta llegar a agarrar la blusa y pasarla por encima de mi cabeza, quitándomela. Baje mis labios hacia su cuello y ella se inclinaba hacia atrás, dándome una bienvenida a su piel.
   De nuevo sus manos empezaron a explorar mi cuerpo y yo la dejaba hacerlo. No quería que detuviera su toque… pero sin embargo lo hizo
-Basta, basta—susurro mientras se separaba de mis labios
   Jadeando por la falta de respiración, vi su cara de confusión. Fruncí el ceño tratando de averiguar qué pasaba
-Es solo que… me fui más allá del límite. Perdón—un rubor subió por sus mejillas. Ella nunca se ruboriza
   Abrazada como la tenia, se veía incomoda
   La solté y ella se deslizo al otro lado de la cama con gesto de avergonzada
-Perdón, la que comenzó ese beso fui yo… y no creo que—se quedo viéndome, mi cara confusa, hasta que suspiro y se puso enfrente mío—No creo que esta noche sea la noche. No estoy lista
   Y todo tuvo sentido… la que se paso de los limites no fue ella, fui yo. Yo con mis pensamientos y mis ganas.
   Ella no estaba lista y podía ver por la expresión de su cara que estaba muy avergonzada. ¿Avergonzada? ¿Por qué? Tenemos la suficiente confianza como para hablar de estas cosas sin avergonzarnos, al menos para mí.
   No la iba a presionar. Un no es un no. Yo podía esperarla todo el tiempo que ella quisiera hasta que estuviera segura de querer llegar la relación al siguiente nivel. Y si nunca estaba lista, si nunca llegaba ese momento… bueno, no todo es acerca de eso. Quiero tanto a esta mujer que la esperaría 100 años aun sabiendo que tal vez nada pasaría.
   Me acosté en la cama y alce mi brazo para invitarla a que se me uniera
-¿No vas a decirme nada?—susurro
   Suspire y la jale delicadamente para que ella quedara a mi lado acostada, dándome la espalda para así poder abrazarla por detrás. Le di un beso en el pelo
-No hay nada que decir, si no estás lista, no lo estas así que no va a pasar nada. Todo está bien
   Dio un pequeño suspiro y se dio la vuelta para quedar cara a cara. Abrió la boca para decir algo pero batallaba en pronunciar las palabras, o tal vez no sabía que decir. Después de un rato me sonrió y me rodeo con sus brazos, escondiendo su cabeza en mi cuello.
-Que hice para mecérsete. Te quiero—dijo tan bajo y en un largo y profundo silencio que no estaba seguro de que hablo.
   La rodee con mis brazos y olí discretamente su pelo. Después de un rato sentí sus respiraciones profundas contra la piel de mi pecho y recordé que no traía la camisa puesta  
   Ella se quedo una semana entera durmiendo en mi casa, y fue la mejor semana de mi vida
   Carolina cambio de página y acerco más el libro a su cara. Escuche como mi mama terminaba de preparar la comida y supe que en un rato nos llamaría a todos a comer.
   Así como los recuerdos buenos llegaron a mi mente, así llegaron los malos. Recién habíamos cumplido cuatro meses y empezamos a pelear por una tontería, que llevo a otra y llevo a que termináramos
   Se supone que tenía que recogerla de casa de Doña Piedad y me quede tomando con unos amigos y se me olvido completamente. Casi borracho, apestando a cigarro y golpeado de la cara—porque me involucre en una pelea—llegue a la calle que daba a la pequeña casa a mitad de la noche. Ella caminaba hacia la avenida en medio de la obscuridad con los brazos crudos y mentalmente me esperaba para lo peor. Pero cuando ella subió al coche no dijo absolutamente nada. Solo pude ver su cara de disgusto cuando olio ruidosa y profundamente y sé que eso lo hizo a propósito.
-Dime lo que piensas—susurre antes de arrancar.
-Bájate del coche, yo voy a manejar
   Y antes de que terminara la frase ella ya estaba afuera del coche y cruzándolo para tomar la posición de piloto y supe que no estaba discusión este punto. Resignado me baje yo también, ella ya estaba enfrente de la puerta. No me miro cuando le entregue las llaves y azoto la puerta cuando la cerró.
   ¡Dios! Si que está enojada
   Ya casi llegábamos a nuestras casas y abrí la boca para decir algo, lo que fuera y como si ella me leyera la mente dijo antes
-No digas nada, no tienes nada que decir. Estas ebrio, casi sangrando, apestas a cigarro y llegaste dos horas tarde por mí a pesar de que tenía prisa y tú lo sabias
  ¡Como se me pudo haber olvidado! No tenía llaves de su casa y sus padres cerraban la puerta así que quería estar en casa desde antes para no tener que tener problemas
-Duerme en mi casa
-Ni siquiera puedo ver tu cara
   AUCH
-No seas dramática
-Perdóname por enojarme—dijo sarcástica
-¿Insinúas que todo esto es culpa mía?
-Bueno te estoy culpando a ti, que es casi lo mismo
   Bufe
-¿Dónde pretendes dormir? ¿En el porche?
-Tal vez en casa de algunos de los amigos con los que estuviste divirtiéndote para que yo también me divierta ya que no dormiré en mi cama esta noche
    Pensar en Carolina durmiendo en casa de otro hombre—aunque lo dijo sarcásticamente—me dio una oleada de celos
   Empezamos una pelea donde nos dijimos hasta el mas mínimo defecto que el otro y casi creo nos insultábamos descaradamente hasta que ella se estaciono enfrente de nuestras casas. El alcohol me estaba haciendo mucho efecto y cada vez decía cosas menos irrelevantes. Se bajo del coche toda molesta y cuando piso la banqueta la alcance, agarrándola del codo. Carolina se quito toscamente y me empujo en un impulso
-¡Porque, Sebastián!—casi pude sentir el nudo en su garganta
   Y sé porque ella estaba de esa manera, estaba recordando la noche después de que Alex tratara de… cuando ella despertó y yo la… ¡Maldición, que estúpido eres!
-¡Esto no es como aquella noche!
   Me entendió y confirme que si estaba pensando en esa noche
-También me “rescataste” a mitad de la nada y también me estabas insultado
-¡Tu lo estás haciendo igual!—dije irritado
-¡Porque tú empezaste!—grito
   Y a mitad de camino en mi mente borrosamente ebria recordé las palabras que le dije en el carro
“-¡No seas tan estúpidamente dramática! Contrólate un poco mujer, por Dios”
   Yo comencé la discusión, así como su mal genio al no recogerla a la hora que me pidió y confió, llegando borracho y golpeado dejándola vagar a mitad de la noche sola
   Di un paso hacia adelante con las manos alzadas pero ella lo dio para atrás.
-Carolina…
-No empieces con tus cosas
-Perdóname
-No quiero que nuestra relación se deteriore
-Yo tampoco, créeme
-Pero parece que sí, últimamente no hacemos más que discutir—hizo una larga pausa donde bajo la mirada. Di otro paso para adelante pero ella lo dio para atrás—creo que…
-¿Qué?
   Alzo la mirada y me la clavo en los ojos
-No quiero que esto se convierta en algo malo, así que hasta aquí llegue yo
-¿Qué quieres decir?—dije con pánico en la voz
-Terminamos
   Me quede  como paralizado, mi cerebro dejo de funcionar al recibir esa simple palabra… ni siquiera parpadeaba. Nos mirábamos a los ojos y la vi alejarse lentamente hasta que se dio media vuelta
-¡No!—se detuvo un poco y yo camine rápido hacia ella, la agarre de los brazos— ¡No, Carolina! ¡NO!
   Mi voz reflejaba el pánico que sentía en todo el cuerpo, Carolina forzó un poco hasta simplemente susurro
-Déjame ir
   La solté inmediatamente, sin decir palabra. Me dejo a mitad banqueta, confundido, triste, roto mientras la observaba caminar y dar la vuelta para ir a casa de Edith
   Toda esa noche no pude dormir, me la pase dando vueltas en mi habitación como león enjaulado y sin soltar el celular. No me contestaba las llamadas ni me respondía los mensajes. Hasta que rendido a mitad de la madrugada me senté a mi cama a derramar algunas lágrimas, esto no se podía quedar así, recuerdo haber pensado. No podíamos terminar, yo no quiero terminar. Ella me hace el hombre más feliz del mundo e incluso cuando discutimos no puedo dejar de pensar que esta mujer me pertenece, no quiero perderla nunca
   Al siguiente día a primera hora llegue a casa de Edith y me encontré con la sorpresa de que ella no había llegado a la casa. Y aunque Carolina tiene muchas amigas no pude pensar en una en específico que resaltara de las demás o que supiera donde vive. Llame a todas nuestras amistades y nadie la había visto. Llame a Martin y nada. La preocupación empezaba a crecer en mi pecho.
   Pasaron tres días sin saber nada de ella, tres días donde no pude dormir y no dejaba de lamentarle. Todo esto era mi culpa y ahora ella estaba en no sé donde con no sé quién. Hasta mi madre tuvo que darme la mitad de un tranquilizante al amanecer del tercer día, yo me encontraba desesperado y sin saber qué hacer y preparándome para lo peor—que ella no quisiera volver.
   Al salir de mi casa para ir a la suya y hablar con su madre—mi última opción—la encontré sentada en el porche con diferente ropa y sin nada de maquillaje; se veía un poco demacrada por las ojeras tan grandes que se le marcaban y supe que al igual que yo, no durmió tan bien en las noches  
   Miraba el cielo en silencio y de la misma manera me senté a su lado. Nos quedamos callados por muchos minutos hasta que decidí romper el silencio
-Entonces ya no somos pareja
-No
   Asentí lentamente
-¿Sigues enojada?
-No
-¿Podemos hablar?
   Se levanto con su singular elegancia y me contemplo desde arriba, con las manos en la cintura, su mirada era desafiante y sin decir palabra camino hasta la puerta de su casa y se metió en ella. Espere unos segundos hasta que escuche—levemente—el sonido de la puerta de su cuarto al cerrarse
   Me levante y toque a su puerta. Lorena fue la que me abrió y se apoyo en el marco, cruzada de brazos
-¿Si?
-Busco a Carolina
-Y tú eres… ¿el vecino?
-El novio—creo
   La chica rubia, que vendría siendo mi cuñada, alzo una ceja con incredulidad y paso sus ojos desde mis pies hasta mi cabeza
-Es broma verdad—me sonrió mientras jugaba con un mechón de su pelo. Cualquiera diría que trataba de coquetearme
-Desde hace cuatro meses—le sonreí de oreja a oreja— ¿De verdad no sabias?
-Muy apenas y la veo dos veces a la semana y bueno como si me afectara…
   Lorena rodeo sus ojos al darse cuenta que me estaba contando cosas familiares y alzo una mano mientras abría totalmente la puerta
-Encuéntrala
   Sonriéndole por cortesía pase a su lado y sub las escaleras directo a la habitación de Carolina. Abrí la puerta y la encontré a ella sentada en la cama y sé que estuvo esperándome. Camine hacia ella y me puse en cuclillas y quede a la altura de sus rodillas
-Me disculpo por todo lo que paso, yo solo… no quiero perderte, no lo soportaría. Te quiero tanto que sin ti… nada, sin ti nada, no me hagas esto. Lo que tenemos va a mejorar, yo voy a luchar para que dejemos esta mala racha que tenemos y va a pasar, solo dime que ya todo está bien entre nosotros
   Inclino la cabeza como un pajarito y dio un pequeño suspiro. Me observo durante un largo tiempo hasta que también se puso en cuchillas para estar a la misma altura
-Fue algo impulsivo de mi parte haber dicho que terminábamos—me tomo de la mano—Perdóname tu a mi por eso
   Apretando su pequeña mano, le di un beso en el dorso
-Claro que te perdono. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
-La primera noche dormí en mi carro. La segunda en casa de Marcelo y la tercera no dormí. ¿Te duelen todavía esos golpes?—toco mis moretones y sentí sus dedos helados contra mi piel
-Dejo de doler desde ayer—susurre
   Se sentó en mi regazo para darme tiernos besos en mis golpes y moretones y donde yo automáticamente le rodee la cintura y la jale más cerca de mí oliendo su aroma que había extrañado desde la última vez que lo olí.
-Dime que me perdonas—implore
   Agarro mi cabeza con sus manos y mientras me besaba lento susurro “Si” y con una sonrisa la levante en brazos, la tenia agarrada de la cintura mientras daba vueltas y ella gritaba y reía de emoción.
   Desde entonces ya casi nunca discutíamos y si lo hacíamos nos reconciliábamos en el acto.
   Al dejar esos recuerdos, mi cabeza se fue a unos aun más lejanos, cuando todavía no éramos novios, cuando todavía estábamos en esa mala racha donde yo mantenía mi relación con Samanta, antes de aquel beso que mi Cari me dio y me hizo ver lo que sentía por ella y me hizo terminar con Samanta
    Salimos de clase de Valores totalmente peleados, realmente parecía que ella discutía conmigo porque me odiaba pero yo lo hacía para poder escuchar su voz y ver su cara, que fuera de eso éramos dos desconocidos. Pero esa pelea traspasó la escuela y nos encontramos también enojados enfrente de nuestras casas. Sin nada que decir simplemente camine hacia mi casa cuando escuche que ella grito a mis espaldas.
-“No pretendas actuar como si me conocieras, no sabes nada de mi”
   Eso me llevo hasta mi punto límite, mas enojado que nunca camine hacia ella y la agarre de los hombros y le clave la mirada
-¿Qué no te conozco?
-No lo suficiente
-Tu nombre es Silvia Carolina Montes Castilla, hija de un abogado y una contadora que ya no ejerce su profesión. Odias tu primer nombre razón por la cual casi nadie sabe de su existencia. No tienes color favorito pero te apegas más a los colores opacos. La música que escuchas es de bandas y solistas de los años noventas ochentas y sesentas. Tu princesa favorita de Disney es “Jazmín” tu animal favorito, la pantera negra y el tigre blanco. Bailas por distracción y sales casi todos los días a correr al parque saliendo de la preparatoria. No muestras tu lado sensible porque piensas que las personas se aprovecharan y acabaran haciéndote daño como lo a echo tu familia, emocional y psicológicamente y no te dejas de nadie por el daño físico que te han puesto. Tienes muchas cicatrices por todo tu cuerpo, aunque tú no sabes yo las he notado. No te encariñas con las personas al pensar que te terminaran abandonando como lo hico tu tía, tu primo, tu abuela y Roberto. Te agradan las personas humildes y no soportas a las adineradas que presumen sus categorías sociales. Tú más grande sueño es largarte de tu casa y ver el mundo, nunca piensas casarte por la mala visión que tienes del matrimonio gracias a tus padres pero sientes la necesidad de tener una familia para cambiar el concepto que tienes de ellas. Amas a tus padres aunque el odio que sientes por ellos es más grande, y te gustaría tener una buena relación con ellos, eso no te lo dices a ti misma pero sabes que es verdad. Le temes a la obscuridad y a la soledad, aunque te encanta el hecho de estar sola, lo disfrutas mucho. Tomaste las fiestas como distracción a tu realidad dentro de tu casa hasta que se te hizo costumbre salir cada fin de semana y llegar al siguiente día tomada. La cruda la curas con ir a la cafetería con un logo de manzana y pides tu café americano con leche de soya. Eres la persona más orgullosa que alguien puede conocer pero eres bondadosa y compasiva una vez que alguien llega a conocerte. Desconfías de las personas por tu pasado y aunque no te des cuenta sé que hay muchas cosas que todavía no me cuentas pero sé que lo harás. Usas tu belleza para ventajas propias y en un pasado te encantaba sonsacar a los hombres hasta que te canso que te vieran como un objeto, así fue como empezaste a rechazarlos hasta para una charla e hizo que fijaran más en ti. Le tienes miedo al amor por el daño que tienes pero, Carolina, no todas las personas quieren hacerte daño tienes que entender eso—me acerque a cinco centímetros de su rostro—te conozco muy bien, no me gusta que me subestimen
   Diciendo esto me marche y la deje a mitad de su patio, confundida.
   Carolina cambio de página y yo comencé a acariciarle su cabello. Nunca en mi vida había sido más feliz que en estos seis meses, no cambiaria absolutamente nada de lo que hemos pasado y es indescriptible el amor que siento por ella
   Alzo la vista del libro y me miro
-¿Qué?—pregunto extrañada. Le sonreí
-Nada solo… recordaba cosas
-¿Qué cosas?—se enderezo por completo hasta sentarse alado mío y apoyo la cabeza en su codo.
-La semana en que te quedaste durmiendo aquí
   Sonrío de oreja a oreja
-Fue una muy buena semana
-La mejor—despertar a tu lado era lo mejor—me pregunto cuándo volverá a pasar
-Cualquier día que lo pidas—me lo susurro en la oreja
   Pero nunca más iba a volver a pasar, no después de hoy. Hoy era el día en que le tenía que decir la noticia a Carolina. Esa noticia que me ha perseguido desde hace meses y ya no podía callármela mas, por el bien de ella.
   Te va a odiar, no te querrá volver a ver, decía mi lado más positivo. Bufe internamente
   Mi novia puso un dedo en mi barbilla y alzo mi cara
- ¿Por qué esa cara de tristeza?—me sonrío— ¿Es porque no te compre un regalo de seis meses?—bromeo
   Muy apenas pude poner buena cara
-Sebastián ¿Qué pasa?—pude sentir un cierto miedo en su voz
   Le di un beso en la mejilla, uno más en la nariz, y otro en la comisura de sus labios, un pequeño beso en sus labios y seguí un camino hasta llegar a su oreja donde le susurre:
-Sabes que te quiero, ¿verdad?—seguí antes de que me interrumpiera—Que me has dado los mejores años de mi vida. Oh Dios mío, Carolina te quiero tanto, siempre recuérdalo por favor, siempre—enfatice las últimas palabras antes de posar mis labios en los suyos y dolió pensar que tal vez era una de las últimas veces que lo haría si ella me rechazaba después de lo que tenía que decirle
-Me estas asustando—susurro entre mis labios
   Como no, si rara vez le digo estas palabras.
-Ya está servida la comida—hablo mi mama
   Nos sentamos todos en la mesa y mis tres mujeres comieron alegremente. Mi madre y mi novia se llevan realmente bien y vino a mi mente esa vez en que Carolina me dijo que a veces la veía como una madre. Pude notar que mi madre notaba mi triste humor y al final de la comida me hablo para ir a la cocina
-Ya volvemos con un postre
   Eso hizo a Jimena sonreír
-¿Pasa algo malo?—pequeñas arrugas se formaron alrededor de sus ojos, dejando ver su preocupación
-Hoy le diré a Carolina lo de…
-¡Apenas!—me regaño— ¡Eso debiste decírselo en el momento en que quedo cerrado ese trato, hijo! No debiste esperar tanto tiempo
-¿De verdad crees que estaría aquí tan campante si se lo hubiera dicho antes? Yo solo quería más tiempo con ella
-¿Por qué piensas así?
-Es lo más obvio, mama. El ocultarle algo tan grande como esto va a ser que me odie
-Bueno, puedes echarme a mí la culpa que yo estaba indecisa o…
-No, ya no quiero decirle más mentiras
   Emma torció la boca
-Es por el bien de nosotros tres que tenemos que hacer esto, Sebastián. Por más que quiera que las cosas sean de otra manera no puedo. Se cuanto quieres a esa muchacha pero tenemos que hacer esto y ya no hay marcha atrás, lo siento
   Asentí y mi madre me acaricio el rostro con preocupación tatuada en el rostro
-Si ella te quiere, entenderá
    Suspire
-Bueno, tengo que llevar a Jimena a una fiesta de cumpleaños. Eso te deja la casa sola por un par de horas
   Mientras hablaba abría el refrigerador para sacar una botella de nieve.
-¿Vas a querer?
   Negué con la cabeza y recogí un plato pequeño solo para Jimena, pues mi madre no comía tanto dulce y a Carolina no le gustaba la nieve de fresa
   Ya con mi madre y mi hermana fuera de la casa, Carolina me ayudaba a limpiar la mesa y no dijimos palabra en todo el momento. Mi cabeza no dejaba de preguntarse cómo iba a empezar, en donde se lo diría y sobre todo como reaccionaria. Ya cuando todo quedo limpio y estábamos los dos en la cocina empecé:
-Tenemos que hablar
   Ella ni me miro, pero después de unos segundos camino hacia mí y puso sus labios sobre los míos. Al principio yo no respondí por la sorpresa pero rápido me deje llevar por sus suaves labios. Carolina rodeo mis hombros y empezó a jugar con mi pelo, yo la agarre por la cintura y la pegue a mi cuerpo, subiendo y bajando mis manos por su espalda, tratando de acercarla más a mí aunque ya no se podía más. Movía mis labios más rápido, quería comerme a esta chica a puros besos.
   Bajo delicadamente sus manos hasta mi abdomen mientras yo subía las mías hasta tocar su pelo y acariciarlo lentamente. Nos separamos un poco para buscar aire, pero yo no quería despegarme de ella y sus dulces besos. Comencé a morderle suavemente su labio superior y pase la punta de la lengua sobre él. Con eso ella con desesperación volvió a besarme con fervor, volviendo a agarrar mi cabeza y retorciéndome el pelo en un intento de acercarnos más uno del otro. 
   Cuando terminamos por devorarnos los labios, le siguió un fuerte abrazo. Sin decir palabras permanecidos abrazados por muchos minutos, y minutos. El tiempo se volvió algo irracional. Fue en esos minutos donde pensé “¿realmente ella me odiara? ¿Entenderá que lo tengo que hacer, por mi familia y en parte por mi futuro? ¿Qué tanto ella me quiere para entenderme? Yo se que ella me quiere lo suficiente, siempre me lo demuestra como ahora. Nunca me había sentido más amado y eso debe significar algo positivo… ¿verdad?”
-Recuerda las palabras que te dije antes de ir a la mesa
-¿Eso significa que no vas a terminar conmigo?—susurro
   Reí entre dientes
-No, Cari, nunca
   Me miro con ojos un poco aliviados y yo puse mis labios en su frente, todavía abrazados. Tome su mano y la lleve al sofá, mientras mi cabeza era un desastre
-Bueno, recuerdas que tengo familia de parte de mi padre en la capital y de parte de mi madre, en España
   Asintió
-Tu abuela y dos tías, lo recuerdo
   Me tarde un momento en acomodar la conversación en mi cabeza
-La fortuna que nos dejo mi padre para que nos valiéramos por nosotros mismos y comprar esta casa, pagar la colegiatura de Jimena, todo eso se está acabando
-¿Tiene problemas económicos?
-Se podría decir, y el trabajo de mi mama no basta para darnos esta vida que hasta ahorita hemos llevado, desde que se murió él. Así que… bueno ya encontré una universidad a la cual ir
-¿En serio? Eso es genial, Sebastián
-Mi abuela va a pagar por mis estudios y por los de Jimena y nos va a dar hospedaje en su casa mientras mama encuentra un mejor trabajo
-¿Hospedaje?—frunció el ceño
-La escuela a la que voy es Universidad Autónoma De Madrid, tiene el mejor programa de Psicología.
   Carolina reflejaba en su cara confusión total, casi podía escuchar sus pensamientos
   Estamos en vacaciones largas, nosotros ya nos graduamos de la preparatoria hace algunas semanas. La ceremonia fue muy emotiva, en un hotel exclusivo. Martin, Gustavo y Doña Piedad estuvieron hay, Carolina también recibió una llamada de Roberto para felicitarla. Mi madre y Jimena estuvieron hay igual y fue una sorpresa para Cari y para mí al ver llegar a Sara y Ignacio, mas por compromiso que por querer estar ahí. La mayoría de nuestros amigos ya están estudiando sus carreras, yo no por los problemas económicos que estábamos metidos y que no le había dicho a nadie, Carolina por la falta de dinero para poder entrar a una. Mientras mi novia trabajaba el doble y buscaba otro trabajo para poder pagarse la universidad—ya que sus padres no iban a hacerse cargo de eso—yo también empezaba a buscar el mío hasta que mi madre me detuvo, dándome la noticia de que nos mudábamos a España junto con la abuela y que ella nos iba a apoyar en los problemas de dinero. Mi madre se echo a llorar pidiéndome perdón por arrebatarme la vida que ya tenía aquí echa pero que no podía ella sola con nosotros dos. Yo me ofrecí a no estudiar y trabajar para sacarnos adelante pero ella me lo prohibió
   “Tienes que estudiar, es lo que tu padre hubiera querido y no te arrebatare la oportunidad”
   Así que ya no había marcha atrás. Esto lo sé desde algunos meses, mucho antes de la pelea que tuve con Carolina por eso me costaba más la idea de terminar de una mala manera. Y de verdad trate todo para impedir la mudanza pero hasta mi abuela me marco diciéndome lo contenta que estaba de tener compañía en su casa grande y hasta estaba remodelando algunos cuartos para nosotros, Jimena se puso alegre por la noticia y desde entonces mi madre se ve aun más relajada; se le notaba el alivio en la cara por las mañanas cuando llegaban las facturas. Este problema estaba más allá de mí y lo que podía hacer era dejar de verlo como un problema y verlo realmente como era: una solución. Era imposible para mi, en lo único que yo podía pensar acerca de esto era que dejaría a la mujer que tengo enfrente mío con el ceño fruncido y tratando de entender la información que la acababa de dar.
-¿Madrid? No te entiendo Sebastián eso esta… muy lejos—alzo sus cejas
   Me quede callado, esperando a que ella se diera cuanta por sí sola. Carolina me miro con los ojos más grandes de lo normal y supe que ya había entendido
-No—susurro—No, no… ¡no!—alce mi mano para tomar la suya pero ella la aparto toscamente— ¡No me toques!
-Carolina, tienes que entenderme
-¿Me estas dejando?—una lagrima rodo por su mejilla
   ¡No, no por favor no llores, todo menos verte llorar por mi culpa!
-Claro que no…
-¡¿Te vas a mudar a España?!—me interrumpió con un grito
-¡Tengo que irme! ¡No es porque yo quiera, mi familia lo necesita, entiéndeme!
   Se quedo callada, mirándome mientras más lagrimas salían de sus ojos. Tuve que contenerme las ganas de limpiárselas y abrazarla. Estaba tan poco acostumbrado a verla llorar, en realidad nunca lloraba, no desde la vez que me conto todo su pasado en su camioneta y eso fue hace más de un año
-No es nada fácil para mí y yo trate de impedirlo, de verdad que si, Cari
- ¡No me digas Cari!
-Por favor, no llores
   Ella tomo aire profundamente como tratando de contenerse pero le salió todo lo contrario. De esa bocanada de aire le salió un sollozo que podría decir me desgarro por dentro. Apoyo sus codos en sus rodillas mientras agarraba su cabeza con ambas manos, tratado de controlarse pero iba a ser en vano, tan pocas veces lloraba que iba a ser imposible que se controlara por si sola.
   Pensé en abrazarla o algo pero me dio miedo que eso la pondría peor de lo que ya estaba. No podía hacer nada mientras la veía y escuchaba sollozar sin control, verla como trataba de calmarse y casi se ahoga en el intento, verla limpiarse las lágrimas que le caían involuntariamente. Tardo tiempo en volver a la compostura y era una total tortura verla de esa manera y no poder absolutamente nada, pero aun saber que la razón de tales lagrimas era yo. Se calmo casi por completo y me clavo esa mirada dura que tenía cuando estaba enojada pero había algo mas, sus ojos estaban rojos, sus mejillas húmedas, la punta respingada de su nariz estaba levemente rosada y sus labios estaban algo hinchados. Nunca la había visto de esta manera, tan… vulnerable
-¿Desde cuándo lo sabes?—susurro y al no contestar volvió a preguntar esta vez gritando
   Voltee la mirada, no podía ver su rostro, no se esa manera
-Tres meses
  Se levanto del sillón maldiciendo a los cuatro vientos mientras se movía de un lado a otro.
-¡Por qué Sebastián! ¡Porque me haces esto! Tu sabes todo sobre mi, absolutamente todo ni siquiera Roberto me conoce tanto, ni siquiera Edith… tu eres el único que me conoce hasta el más mínimo defecto. ¿Sabes por qué?
   Negué con la cabeza, por alguna razón avergonzada
-¡Porque confié en ti!—me apunto con un dedo—Me abrí contigo como nunca imagine hacerlo con una persona, te conté todo y… te vas—lo ultimo lo murmuro—me estas dejando como todos lo han hecho. Esta es exactamente la razón por la que no confió en la gente, ¡Maldita seas, Carolina!—lo ultimo lo decía sollozando
   No pienses así, mi amor
Empezó a llorar pero esta vez mas descontroladamente. Me acerque a ella pero de nuevo me empujo lejos
-Yo te quiero, es lo mas que he querido a una persona en toda mi vida, te dije que recordaras esto antes de la comida. Recuérdalo—su llanto no paraba—Odio verte de esta manera…
-¡Tu sabes esto desde hace tres meses! Me has besado, abrazado y diciéndome que me quieres sabiendo que te vas a largar dejándome de nuevo con todos mis demonios
-Yo solo quería más tiempo contigo, mira como estas reaccionando
-¿Qué esperabas? Saber que eres otro más de la lista en mi vida que se van sin más. ¿Cuándo te vas?
-Dos semanas
   Se volvió a sentar, ya mucho más tranquila pero como dijo ella, la conocía tan bien que supe que se estaba aguantando unas enormes ganas de seguir llorando. Respiro profundamente tres veces y se volvió a levantar
-Ya no puedo estar aquí
-No te vayas
-Creo que todo lo que me tienes que decir ya lo dijiste
   Hablaba mientras caminaba y llego a la puerta que estaba cerrada con llave y la llave no estaba ahí, estaba en mi bolsillo.
-Déjame salir—apoyo la frente en la puerta y trago ruidosamente— ¡Déjame salir, maldita sea!
-No
-Porque me haces esto—empezó a golpear la puerta con el puño, ahora con los dos puños, mientras no dejaba de maldecir y decirme que la abriera, empezando a sollozar— ¡Déjame salir! ¡No quiero verte!
   Estaba entrando en una crisis histérica, de nuevo estaba llorando y supe que nunca necesito más apoyo de alguien que ahorita. La tome de los brazos y Carolina trataba de deshacerse de mi agarre
-¡Suéltame, idiota! ¡No me toques!—repetía una y otra vez mientras podía ver de cerca las gotas de agua salir de sus ojos, ahora tristes
   Sin decir palabra seguí forcejeando con ella hasta que la agarre de la cintura y la medio abrase; digo medio por qué hacia todo lo posible para apartarse de mí. Cada vez se quejaba menos, cada vez se hacía más débil y notaba su cansancio a medida que dejaba de forcejear conmigo hasta que se dio totalmente por vencida. Dejo caer su cuerpo así que nos fuimos hasta el piso y dejo salir todo el llanto que se estaba aguantando y me dejo acariciarle el pelo hasta que me abrazo fuerte, fuerte, sacando todo lo que tenia adentro
-Tranquila, mi amor. Yo estoy aquí ahorita, no me iré a ningún lado hoy—le susurraba en su oído.
   Y de nuevo el tiempo fue irracional mientras estábamos en el piso, ella llorando en mi hombro y agarrándome fuerte y yo acariciándole el pelo, tratando de mejorar el desastre que ocasione.



-¿Por qué la dejaste ir en ese estado?
-Ella me pidió espacio y, madre, créeme que lo necesitaba
   Mi mama torció el gesto
-¿Tan mal se puso?
-Es que ella ha tenido una infancia difícil, bueno si vida ha sido difícil. Todas las personas a las que ha querido se terminan yendo de su vida y ahora yo también lo hare. Yo le pedía que me entendiera pero no vi que el que tenía que entender era yo
-Si se ve la frialdad de sus padres hacia ella—mi madre entro a su vestidor y yo seguí hablando
-Ya sé que no estuvo bien haberla dejado irse… ¿En que estaba pensando?
   Salió del vestidor con una bata de dormir puesta. Ya era noche, muy tarde y Carolina seguía sin darme señales de vida. Después de un rato de estar llorando en mi hombro solo me pidió de una buena manera que necesitaba espacio para procesar la información y la deje ir. Eso fue hace más de tres horas
-Y si... y si la abuela nos manda el dinero desde allá y yo podría trabajar y estudiar al mismo tiempo, podría hacerlo mama muchos lo hacen
   Negó con la cabeza
-Ya hemos tenido esta conversación muchísimas veces, hijo pero te lo repetiré todo. Si la abuela nos mandara dinero desde allá tendría que ser mucho, muchísimo por semana y aunque mi mama tiene mucho dinero tampoco es lo suficientemente rica. Tendrías que tener dos trabajos tal vez tres para poder ayudar y aun así no alcanzaría para la universidad, que es demasiado cara.
-Puedo entrar a una universidad abierta o nocturna
-No hay universidades así para psicología
   La mire a los ojos, para que me tratara de entender cuan desesperado estaba por quedarme
-¿Tanto quieres a esta muchacha?
-Mama, yo la amo
   Emma bajo la mirada y se puso a hacer otras cosas dentro de su habitación.
-Sebastián, yo entiendo. Créeme que lo hago también tuve un primer amor así de intenso pero, hijo, es solo eso; una ilusión. Te creo cuando me dijiste que la amas pero todo eso se irá algún día, aun están muy jóvenes—suspiro—Lo que te trato de decir es que no arriesgues el buen futuro que puedes tener solo por un amorío de jóvenes.
-No la quiero dejar, quiero ver hasta dónde puede llegar esto
-No quiero ser cruel, pero creo que hasta aquí llego todo. Ya está casi todo listo y nos vamos en dos semanas Pero tendríamos que regresar dentro de un mes y medio más o menos para entregar la casa
-¡Yo puedo hacerlo!—sonreí de oreja a oreja por alguna estúpida razón—Ustedes dos váyanse y yo me quedo ese mes y medio hasta que se arregle el asunto de la casa
   Mi mama se quedo callada por un largo rato mientras me veía y al parecer se compadeció de mí lo suficiente. Solo asintió con la cabeza y se acerco para darme un abrazo
-Yo también quiero mucho a Carolina. Desde que la conocí se me hizo una persona de muy buen corazón y me alegre mucho cuando me dijiste que eran novios, supiste elegir muy bien. Mucho mejor que la anterior que tenias, la tal Samanta—bufe con eso—Lo lamento mucho, de verdad que si, tampoco fue mi intención quitarte la vida que hiciste aquí
-Entiendo la situación madre, solo que siento que no estoy haciendo todo lo que puedo para poder quedarnos
-Créeme que si, a mi me consta. Casi tres años aquí, si hubiera algo que nos salvaría de mudarnos a otro país y empezar de nuevo créeme que lo haría—rio entre dientes y yo le sonreí plenamente—Solo no me odies cuando estemos allá
-Nunca, mama
-Tú eres muy guapo, Sebastián, encontraras a otra más rápido de lo que te imaginas
   No quiero a ninguna otra, como quiera nunca encontrare otra más maravillosa que Carolina
   Solo le sonreí, le dese buenas noches y la deje sola en su habitación. Jimena también ya estaba dormida así que no podía hacer ruido pero lo único que quería hacer era gritar, fuerte, muy fuerte. Me fui al piso de abajo para apagar todas las luces y mentalmente me preparaba para no dormir en toda la noche. Pero lo escuche, si, era el coche de Carolina estacionándose
   Me fije por la ventana y efectivamente era su carro. Aliviado salí en silencio para que mi madre no se diera cuenta y al ir cruzando mi porche para llegar a la banqueta vi salir a Martin del asiento del piloto
-¡Gracias a Dios te veo!
-¿Qué pasa?—fruncí el ceño— ¿Dónde está Carolina?
-En la parte trasera completamente noqueada
-¿Qué quieres decir?
   Me di cuenta que Martin estaba manchado de sangre en varias partes de la cara y la ropa
-Hombre ¿qué te paso?
-Tu novia fue lo que paso. Encontré a Caro vagando por las calles del barrio, completamente ebria y drogada
-¿Drogada?
-Consiguió mota con un amigo mío, la sangre es de una pelea que tuvimos al reclamarle habérsela regalado, porque eso hizo.
   Instintivamente cerré mis manos en puños detrás de mi espalda
-¿Sabes que le pudo haber pasado? Nunca la había visto tan mal desde que tu llegaste
-¿Me nombro cuando estaba contigo?
-La encontré tirada en una banqueta y muy apenas hablaba pero decía incoherencias, no le entendí realmente. Ya vomito todo lo que tenía que vomitar, créeme—abrió de mas los ojos—y como su cuerpo ya no esta tan acostumbrado a tanto alcohol y droga al mismo tiempo no quise esperar a que convulsionara o algo y la lleve a un hospital. Nos atendieron rápido, y me dijeron que estuviera tranquilo. Le dieron un sedante poderoso así que  despertara en una hora y media, tal vez dos. Lo más probable es que no recuerde muchas cosas
-Muchas gracias, Martin
-Necesita un muy bien baño, yo la acostaría y dejaría a que recobrara conciencia que ahora está completamente ciega.
-¿Sabes cuánto tomo?
-Dos botellas enteras de tequila y uno de vodka. No sé cómo se pudo tomar todo eso, como su cuerpo acepto todo eso sin quebrarse. Necesito un muy bien motivo—me miro— ¿Se pelearon?
-No peleamos, ella peleo conmigo. Todo esto es mi culpa
-¿Qué paso? Digo para ver a quien golpeare en la cara, a ti o a ella
-Le di la noticia que me mudare a España
   Martin saco aire e hizo una grande mueca
-Tiene que ser broma, Sebastián la vas a matar
-No tengo alterativa, hermano. No quiero dejarla sola,  realmente no tengo opción
   Se paso la mano por los cabellos
-Carolina desde que llego con nosotros nos dimos cuenta que es una persona que sufre en silencio. Todavía cuando sus padres a golpeaban y llegaba con nosotros nos dábamos cuenta semanas después, cuando las quemaduras o cortes cicatrizaban
-¿Quemaduras?
-Varias veces llegaba a la casa de Roberto así, nunca olvidare esa vez que llego sangrando.
-Nunca me dijo que tan grave eran las golpizas, bueno… más de una vez  
-La trataban como niña de la calle, gente enfermiza para el dinero que tienen—volvió sus ojos a la casa y suspiro—Ah tenido muchas decepciones y ahora tu también te vas, la cosa esta cabrona. Tal vez debería de irse con Roberto para que no esté sola—lo último lo dijo tan bajo que no estoy seguro si escuche bien
   Martin abrió la pequeña puerta trasera que era más o menos también la cajuela y en la caja estaba mi Cari con los ojos cerrados, la cara muy pálida, con el pelo despeinado y hecha un desastre. Se me rompió el corazón
   La bajamos entre los dos y de su llavero abrimos la puerta que ya estaba toda obscura y todos los coches se veían en el garaje así que teníamos que ser muy silenciosos.
-Cuídala, Sebastián o tendré que golpearte a ti también, lo digo en serio. Volveré mañana temprano para ver como siguió
-Está en buenas manos, vete tranquilo. Gracias de nuevo
   Lo vi alejarse hasta llegar al otro extremo de la calle y desaparecer. Subí a Carolina hasta su habitación, cerrando la puerta principal. Las habitaciones de sus padres y Lorena se veían iluminadas en la delgada rendija de las puertas así que me apresure a entrar a su habitación.
   La recosté en la cama y le quite los cabellos que tenía enredados en la cara. No pude no notar el olor a marihuana—que es muy peculiar—a alcohol y ligeramente a vomito, todo era demasiado intenso y se me hacia tan raro dado el hecho que ella siempre olia delicioso, siempre. Iba a ser muy peligroso a que me descubrieran ducharla mientras su familia entrara estuviera aquí así que me espere a que fuera mas tarde y mas de una vez cheque el pulso de Cari al estar demasiado quieta. Todo el tiempo que estuve esperando la tuve agarrada de la mano, viéndola dormir. Desde que se quedo durmiendo en mi casa que no la veía dormir—sonreí con el recuerdo—me levantaba temprano en la mañanas para que tuviera la oportunidad y la dicha de verla tan quita, en sueños. Era maravilloso, pero ahora era tan diferente; esta noqueada por tanto daño que le a echo a su cuerpo y su cerebro todo por tu culpa.
   Me levante y busque ropa limpia para ella y la lleve al baño. Las luces en el cuarto de su familia estaban apagadas y me di el lujo de caminar como si fuera mi casa. La levante de la cama y la lleve hasta la bañera—su baño tenia tanto como regadera como bañera—ahora era la hora de quitarle la ropa.
   Le metí seguro a la puerta y me quite los zapatos. Empecé por sus pantalones, unos desgastados de mezclilla, decidí dejarle su ropa interior—que era azul de encaje—Nunca había agradecido tanto por la existencia de blusa de botones, eso me facilito muchísimo la tarea, se la quite rápido. Fue un dilema decidir si dejarle el brasier o no, pero me dije a mi mismo que se lo he visto varias veces, una vez no iba a ser diferencia y se lo quite. Ahora desnuda abrí el grifo y lo cerré hasta que se lleno. Me puse detrás de su cabeza y recargado sobre una pared, con la mano le moje el pelo hasta dejárselo empapado. Agarre el primer shampoo que vi y al abrirlo capte el olor de su pelo y supe que era el suyo. Vertí algo en mi mano y empecé a masajearle el cráneo hasta que creo suficiente espuma para masajearle el resto del pelo. Si olvidaba las razones por la cuales nos llevo a esta situación y  el hecho de que mi novia estaba desmayada… esto era algo relajante. Al terminar agarre la pequeña esponja y el jabón, los uní hasta que la esponja se lleno blanco y…esto iba a ser extremadamente raro. Empecé por el cuello, y me moví hacia cada uno de sus hombros hasta llegar a su espalda, donde talle desde abajo hasta su nuca. Pase entre sus pechos y cuando tope con su ombligo me extendí por todo su abdomen, siguiendo de sus caderas y si pequeña cintura. Me tuve que mover de mi lugar para ligeramente tallar las piernas. Y con la misma agua se fue engajado sola… todo el tiempo resistiéndome a la necesidad de cambiar la esponja por mis manos.
   ¿Cómo es que después de todo eso no se despertó?
   Quite el tapón y todo el agua se fue por el drenaje. Agarre  la toalla más próxima y repetí todo el proceso para secarla. El removerle sus pantis mojadas y remplazarlas por unas secas fue algo incomodo a tal punto de ponérselas al revés. No es que no quisiera verle las partes íntimas a mi novia, es solo que con su consentimiento y en mejores situaciones—mi inconsciente se burlo de mí—y le puse una camisa realmente larga y aguada. La volví a cargar, después de limpiar todo mi desastre—y al regresar a su cuarto de nuevo la acosté en su cama y la tape.
   ¿Qué debía hacer ahora? ¿Irme? Dejarla sola no era una opción pero que tal si ella despertaba y me corría cruelmente… bueno me lo merecía totalmente. Y en medio de mi discusión interna se escucho una débil voz
-¿Quién eres?
   Muy apenas podía abrir los ojos así que los mantuvo cerrados y paso una mano por su cara
-¿Cómo te sientes?—me acerque hasta sentarme en la cama junto a su cuerpo
-No lo sé…mis ojos me arden.
   Claro que te van a arder, no te olvides que esos son los efectos de esa droga
-¿Quién eres?—volvió a preguntar. Sus ojos estaban puestos en mi, ¿Cómo no me va a reconocer? Luego recordé lo que me dijo Martin…                                                                                                    
 -Soy tu mejor amigo—no le estaba mintiendo, tal vez ya no era su novio pero si su mejor amigo, ¿verdad?
-Mentira, mi mejor amigo es Sebastián
- ¿Tu novio?
-Ya no sé si lo es—torció su pequeña boca
-¿Terminaron?
   Se encogió de hombros y se hizo ovillo, mirando a la pared y dándome la espalda
-¿Por qué hiciste todo esto, Carolina?
   Se tardo tanto en contestar que creí que no lo iba a hacer
-No lo sé, yo solo quería apagar mis pensamientos y no sé de otra manera para hacerlo
-¿Por qué querías apagarlos?
 No cedió del ovillo en el que estaba hecha pero dejo de darme la espalda, sin embargo no miro mi rostro. Este era un momento vulnerable de ella, y por lo drogada y tomada y bajo sedantes ella me iba a hablar solamente con la verdad, iba a ser malo que me aprovechara de esto pero es una oportunidad que no se da nada seguido
-Porque mi razón para vivir se va del país
   Wow. Nunca creí a Carolina decir esas palabras. Se me hizo un nudo en la garganta
-Pero esa no es la manera de liderar con la situación
-No conozco otra manera
-Prométeme que no lo volverás a hacer
    Ella me miro a los ojos pero no los mantuvo mucho rato hay, cambio su mirada hacia el techo
-Te contestare eso mañana… ¿Dónde está Sebastián?
-¿Quieres verlo?—se me ilumino todo
-No, solo quiero saber si ya se fue a España o sigue aquí
   Auch
-El sigue aquí, no se irá hasta de dentro de un mes y medio  
-Buen regalo que me dio de seis meses
   AUCH
   Durante los próximos quince minutos no hablo más que de mensadas que no entendía nada—efecto de los sedantes—y sabía que se echaría a dormir muy pronto
-Lo odio
-¿Qué?
-Lo odio, lo odio, lo odio—murmuraba mirando a su mano
   Sabía que me lo decía a mí. Me le quede viendo a su cara adormilada con tristeza y me di el lujo de acostarme a su lado. Tal vez iba a ser la última vez que me dejaría estar tan cerca de ella
-Es mentira—murmuro
-¿Qué es mentira?—dije en el mismo tono
-Yo lo amo, lo amo… mucho y de verdad
   Una sonrisa enorme apareció en mi rostro, me levante un poco de donde estaba recostado y tuve que luchar, de verdad hacer un enorme esfuerzo por no besarla
   Carolina cerró los ojos y cayó en un sueño profundo
-Yo te amo también, Cari. Te amo
   Y en in impulso la abrase por la cintura, recargando mi cara en su abdomen. Podía sentir su respiración profunda, hasta la escuchaba. Sentí paz total, no me moví durante las próximas horas y creo que yo también me quede dormido.
   Más tarde me volví a despertar, encontrándome también con una Carolina despierta
-¿De qué hablábamos?
   Su nivel de inteligencia ahorita estaba realmente por los suelos… ¿Le quedara daño permanente? No creo… ¿Cuándo abra consumido realmente?
-De que amabas a tu novio
-Ah sí…
-¿Por qué no se lo dices?
   Se tardaba mucho tiempo  contestándome las preguntas
-No me respondería igual
   No me des tan fuerte, mi amor
-¿El no ha hecho lo suficiente para que creas que te ama?
-Sí, siempre; pero tal vez yo… malinterpretaba todo
-¿Por qué?—quería sacudirla para que abriera los ojos y me dijera fuerte y claro
-Tal vez por eso se va… por qué no me quiere como yo lo quiero a el
-No, Carlina. Estas equivocada—estaba entrando en la mala desesperación, jamás pensé que ella le sacara esa conclusión a este asunto: que yo me iba por qué no la quería. Por lo que veo, nunca le deje en claro mi amor par que ella pensara esto
   ¡No, no, no, no!
   Esta señorita y yo tendremos una larga charla cuando se recuperara de esto

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