Dolor. No siento nada más que dolor
La
cabeza me quería explotar, mi hígado parecía ya no querer funcionar. ¿Pero que
fregados paso aquí? Tenía diferente ropa de ayer, y no olía a ese particular
olor de la marihuana
Por más
que quería recordar, no podía. Todo estaba bloqueado… bueno recuerdo una cosa:
mi novio se va al otro lado del mundo, a un continente diferente al mío
Después
de permanecer como una hora más en la cama, me metí a bañar y me puse ropa ligera,
una gorra negra de beisbol y me fui al pequeño puesto al que siempre iba cuando
quería curar una resaca
-Buenas tardes, Carolina. ¿Lo de siempre?
-Buenas, Don Martin. Si, por favor y bien
cargado
-En un momento te lo llevo
Le
sonreí y me fui a sentar y mis pensamientos comenzaron a flotar dentro de mi
cerebro
¿Qué
iba a hacer con Sebastián? Okey, eso para después. Estaba en su casa y me fui
al barrio para conseguir droga, pero después me di cuenta que esa no era yo
para solucionar problemas así que me fui a algo más sencillo para olvidarlos
por un rato. Yo solo quería quedar inconsciente
Mi
café llego y agradecí lo caliente que estaba. El dolor de cabeza se resistía a
irse y había una revolución dentro de mi estomago, nunca volveré a tomar así de
duro. Me avergüenzo de mi misma por haber hecho todo lo que hice ayer, aunque
no recuerdo la mayoría se que hice mal. Conforme se acababa mi café me acorde
de una pequeña cosa: la voz de Martin. Agarre mi celular y le marque,
contestándome a los tres tonos
-¿Bueno?
-Martin, soy yo
-¡Caro! ¿Cómo sigues? Sobreviviste—rio entre
dientes
-Muy apenas—igual me reí— ¿Podrías decirme que
paso ayer?
-Pues nada, te pusiste hasta el chongo. Te
encontré tirada en una banqueta, golpee a al tipo de la calle 44 por darte la
droga, te lleve al hospital, tuve que parar como tres veces para que te bajaras
a vomitar, te dieron un sedante, te puse en la parte de atrás de tu camioneta inconsciente
y te lleve a tu casa donde te deje con Sebastián que te metió hasta tu
recamara, o no sé donde te allá dejado, ¿amaneciste en tu cama?
Me estremecí
con su nombre
-¿Golpeaste al de la calle 44?
-Me defendí como los machos—bromeo
-¿Hospital? ¿Por qué?—soné alarmada
-Tenía miedo de que convulsionaras o algo así, eso
hace la congestión alcohólica. Prométeme que no volverás a hacer algo así
-Te lo prometo
-Inche cruda que has de tener ahorita—mi amigo
empezó a reírse fuerte desde la otra línea
-No tienes idea… ¿Así que dices que me dejaste
con Sebastián?
-Estabas sedada así que no creo que recuerdes
nada
-Nada de nada, desperté y el no estaba hay
-¿Qué será de ustedes?
-No sé, tenemos que hablar pero ahorita no
quiero ni verlo
-Entiendo pero si yo estuviera en tu lugar
aprovecharía todo el tiempo que me quedaría con esa persona que después vas a
lamentar no haberlo hecho
Me
quede callada
-Me tengo que ir, piensa en lo que te acabo de
decir
-Sí, gracias Martin
-Iba a pasar por tu casa pero ya veo que no es
necesario, te quiero, Caro, no vayas a cometer otra estupidez
-Te lo vuelvo a prometer—sonreí—Adiós
Y
cortamos
Cuando
desperté hoy por la mañana, estaba limpia. Quiero decir, ropa limpia, mi
cabello estaba ligeramente húmedo. Sebastián me baño, me dio una oleada de
vergüenza. ¿Me quedaría todo el tiempo callada? ¿O mi boca ebria hablo?
No
estaba lista para verlo, el dolor en mi pecho era muy fuerte todavía. Se podría
decir que me había roto el corazón, de nuevo. Recordé el momento de la noticia.
Me había asustado la manera en que me beso en la cocina y como antes de ir a la
mesa para comer me había dicho de una manera muy particular que me quería. Pero
nunca me espere esto, era un meteorito cayendo sobre mis emociones. Ahora el también
se iba así como mi familia y Roberto. ¿Cómo podre soportar otra partida? Muy
apenas pude con la de Roberto, estaba demasiado pequeña cuando la Tía Carmen se
fue y dicen que hay una razón de por qué de las cosas y si ella nunca se
hubiera ido nunca hubiera encontrado a Roberto.
Nunca
he pensado en Sebastián como el amor de mi vida pero… ¿Y si lo es? ¿Por cuando
tiempo se iría? ¿Terminaría su carrera y regresaría? ¿O se quedaría a hacer su
vida con su familia? Como debería de ser…
Los siguientes
dos días me quede a dormir a casa de Edith donde me llevo casi un día entero
contarle todo lo sucedido por las tantas veces que me interrumpía para
regañarme. El primer día le conté sobre la casi sobredosis y al siguiente día
le conté sobre la partida de Sebastián
-Estoy de acuerdo con Martin. Sé que es difícil
perdonar por el hecho de que literal te mintió al nunca contarte pero… deberías
de aprovechar todo el tiempo que te queda con el
-¿Debería?
Edith se
levanto del mostrador y empezó a acomodar la mercancía que recién llegaba. Estábamos
en la tienda de sus padres y era su turno de atenderla y yo le ayudaba. Ya
había cobrado mas de dos veces mientras mi mejor amiga terminaba de desempacar
latas de jugo
-Claro—dijo cuando el cliente se fue—Si te vas
a arrepentir. No me sorprende que hayan llegado al año y medio de relación, se
ve que se adoran
Torcí
el gesto
-Lo amo tanto, Edith
-Por eso tienen que terminar la conversación
que él empezó, porque no creo que se allá acabado con que se larga
-No sé si regresara
-Y aunque lo haga, va a hacer su carrera allá, años
y años mas las practicas… ¿lo vas a esperar todo ese tiempo?
Esa
era la pregunta del millón… ¿Cuándo tiempo se iría?
-¿Y si encuentra otra mujer?
Sentí
como si una astilla—del tamaño de un palo—me atravesara todo con ese
comentario. La imagen de él mimando, acariciando, besando, amando, a otra dolió, de verdad que dolió
-Tienes que hablar con él, ahora
- ¿Ya?—enarque una ceja
-No, cuando este en el aeropuerto—torció los
ojos—Tienen el tiempo contado
-No sé si este lista para esto
Ella
dejo lo que hacía y se acerco a mí
-Nadie está listo para esas conversaciones. Es
como sentarse a hablar para saber cuando su amor se irá a la mierda
Baje
la mirada y jugué con mis dedos
-Solo recuerda que el está haciendo esto porque
tiene que. Es el único hombre de la familia, no puede dejarlas
-Lo sé, se que tiene que hacer esto. Sé que no
es por que quiera, pero duele
-Cuando estés lista, pero ya han pasado tres
días desde que no lo vez
-Lo extraño—susurre
-¿Qué esperas para verlo?
La
mire a los ojos
-No sé cómo reaccionare al verlo.
Me
imaginaba dos opciones: Abrazarlo, besarlo, decirle cuando lo había extrañado y
que aprovecháramos todo el tiempo que nos quedaba juntos y la otra era
cachetearlo, decirle que terminábamos y que no lo quería volver a ver hasta que
se fuera y realmente cumplir la palabra. Me inclinaba más hacia la segunda
Me
levante de la silla—con Edith aplaudiéndome dramáticamente—y encamine hacia la
casa de él que quedaba a solo una cuadra de distancia. Conforme me acercaba
cada vez iba más lento… ¿En realidad quería hacer esto ahorita?
No seas cobarde, es ahora o nunca
Valientemente doble la esquina y vi que su carro estaba estacionado
enfrente de su casa
Maldición, si esta…
Un estrujón
dentro del pecho hizo que me detuviera. Las emociones de saber que lo vería
dentro de dos minutos me hacían recordar sus palabras de hace tres días y el
dolor se presentaba más vivo que antes… No
más lagrimas
Tratando de no arrepentirme llegue hasta su puerta y toque solo una vez
y a los segundos la puerta se abrió
-Buenas Tardes, Señora Emma—salude
Me sonrió
-¿Cómo estas hija?
-Bien, gracias. ¿Se encuentra Sebastián?
-No en este momento, pero no te vayas que me
gustaría hablar contigo
-Claro
Le
sonreí mientras me cerraba la puerta detrás de ella y me conducía a unas
mecedoras en el porche. Ya sentadas se me quedo viendo largo rato y yo esperaba
paciente
-¿Amas a mi hijo, Carolina?
Directo al grano, Señora Herrera
-Usted sabe que lo hago, señora
Me
miro cálidamente
-Mi hijo está teniendo estas locas ideas sobre
quedarse y trabajar el doble, no estudiar y tratar de mantenernos—hizo una
pausa—Sabes, siempre me fascino su relación, como la llevaban con tanta madures
y aun y cuando no eran novios yo veía y sentía que su amistad podría acabar con
guerras—rio entre dientes
-No entiendo lo que me trata de decir
-Mi hijo ya tenía estas ideas cuando le conté
de la situación y él me las decía—Emma movía las manos para que le salieran las
palabras—con un entusiasmo, y a mí me daba punzadas de culpabilidad porque él
no sabía la gravedad del asunto.
-¿Y cuál es la gravedad del asunto? Si no es
mucho preguntar
-El señor que era mi esposo—tocio—nos dejo una
gran fortuna y yo… como pensando que iba a ser eterna no la supe usar como se
debía y ahora necesito guardar ese dinero y con lo que gano yo no puedo pagar
una universidad, mantenernos a nosotros tres y a la casa y la colegiatura de
Jimena—La señora Herrera se estaba abriendo a mí, difícil de creer—no puedo yo
sola. Si, Sebastián podría ayudarme con los gastos y salir del problema pero
solo seria unos meses, porque volveríamos a lo mismo. Yo sé que mi esposo hubiera
querido que el estudiara.
-El va a estudiar, señora. Si me permite yo
podría prestarle el dinero que necesite y…
Emma
levanto una mano para interrumpirme y yo calle al instante
-Muchas gracias, Carolina, eso sería muy amable
de tu parte pero no podría aceptarlo. Tenemos que mudarnos, Sebastián lo
entendió cuando supo de la gravedad de nuestra situación y dejo de pensar en
ideas sobre trabajar para mantenernos hasta hace tres días, cuando te conto la
noticia y desapareciste—una oleada de vergüenza me atravesó de pies a
cabeza—Esas ideas volvieron pero ahora es peor porque el ya sabiendo que es
imposible trata de hacerlo posible, y no es posible.
La
señora Herrera, que tenía el pelo pintado de color castaño casi rubio, se lo echo
para atrás y torció sus labios carnosos—vagamente pensé que Sebastián saco sus
labios carnosos de su madre—se veía más cansada de lo que la hacía verse su
edad y en su cara se notaba el estrés
-No me malinterpretes, no te estoy culpando de
nada si pensaste que si
-No lo hice—le sonreí—nunca le pediría a su
hijo que se quedara y lo siento si le dio esa impresión
-No lo digo por ti, lo digo por él. Ayúdame a
hacerlo entrar en razón. Si hubiera algo para impedir esta mudanza te lo juro
que lo haría pero no hay nada que hacer. Los tres hicimos nuestra vida aquí y
será difícil comenzar en otra parte pero no hay otra salida.
-Yo entiendo, y no se preocupe. Todo saldrá
bien, es solo una mala racha
-Dios te oiga, hija
-Me tengo que ir, señora
-¿No quieres esperar a mi hijo?
-Por favor… no le diga que vine, ¿sí?
Me dio
una mirada al parecer de comprensión y asintió. Despidiéndome ya de ella me dirigí
a mi coche para ir con Martin o quien sea… solo, no sé.
Esa
charla significo más de lo que me hubiera gustado. No pensé en pedirle que se
quedara pero me sentía decepcionada en que ni la idea podía tener.
Encarar la realidad, ¿cierto? El hombre al que amo se ira del país, a
otro contiene. Tenía mucho que preguntarle, ¿regresara? ¿Se quedara allá? ¿Vendrá
de visita o simplemente no tendrá marcha atrás?
Cuando
llegue a casa de Doña Piedad estaba Gustavo y le conté la situación. Su
reacción fue nula pero de poco a poco se le vio comprensión en el rostro. Hace
mucho tiempo que no tenía una plática profunda con el
-Aunque regrese de vez en cuando… ¿de verdad
quieres una relación así? A distancia y esperando a que venga para tenerlo unos
días al año… No es muy placentero que digamos
Y tenía
mucha razón, ¿Yo quería ese tipo de relación? ¿A distancia? Cuando me ponen esa
imagen diría que no pero al pensar que estoy hablando sobre Sebastián la cosa
cambiaba. La noche empezaba a caer y al tomar una decisión no pensé dos veces y
me volví a subir a mi carro y me dirigí al restaurante pequeño—que parecía
cabaña—donde mi novio y yo comimos por ´primera vez juntos después de la
preparatoria.
-¿Bueno?
- ¿Estas muy ocupado?
Se
tardo en contestar
-No
-¿Quieres venir al restaurante de vinos?—así lo
apodamos por diversión
-¿Ahora?
-Si
-Voy en camino
Me
dieron mesa rápidamente pues al ser un día entre semana no había muchos
clientes—suerte me dieron la mesa más alejada de todo—y ahí fue donde mariposas
en mi estomago empezaron a revolotear
¿Enserio?
Tienen que estar bromeando… Bueno, en si las mariposas nunca se fueron pero sabía
que estas más que mariposas era nerviosismo. Y creer que esta misma mañana le
decía a Edith que no estaba lista para verlo pero no tenía tiempo que perder
Sebastián
llego sin que me diera cuenta por tanto estar pensando y cuando levante mi
mirada el ya estaba sentado enfrente mío, observándome intensamente
Por más
de cinco minutos no hubo palabras, solo miradas. ¿A quién engaño? Tres días sin
verlo y fue una tortura, nunca había pasado tanto tiempo sin verlo ni cuando éramos
solo amigos. No quería darme cuenta por lo enfadada que estaba pero ahora que
lo tenía cerca… ¿Cómo es que pude soportar estar tanto tiempo sin ver su
rostro? Y ahora lo único que quería
hacer era agarrar ese rostro entre mis manos y besarlo, todo. Y lo único que podía hacer era fantasear mientras lo
observaba
Llego
el mesero y pedimos lo que siempre comíamos en ese lugar y en un instante nos
trajo nuestras bebidas
-¿Cómo amaneciste?—rompió el silencio
-Bien
-Sabes a que me refiero
Claro,
a esa noche
-Tú puedes imaginarte como amanecí
Y no
me refería a la cruda y sé que el entendió
-Podrías decirme que paso que desperté en mi
cama y con ropa limpia
El
carraspeo
-Martin llego con tu camioneta diciéndome que
te encontró tirada en una banqueta, que no dejabas de vomitar y que al pensar
que ibas a convulsionar por tanto alcohol o algo parecido te llevo a un
hospital—alce las cejas en sorpresa a esa información—te sedaron y te trajo a
casa.
-¿El fue el que me acostó?
-Al verme te dejo conmigo y él se tuvo que ir.
Carolina—su tono de voz me hizo mirarlo a los ojos—no hay palabras para
describir lo decepcionado que me dejaste ese día, si tan solo te hubieras visto
¡estabas hecha un desastre! Y cuando por fin despertaste hablabas puras incoherencias…
era algo difícil de ver. Lo último que me podía pasar era verte con una congestión
alcohólica
Baje
la mirada y empecé a jugar con mis dedos. Lo siento, quería decirle pero
realmente no lo estaba.
-Te tuve que dar un baño… espero que eso no te
moleste—dijo apenado
Carraspee
-No, bueno, ¿ya paso, cierto? Espero no haberte
causado mucha molestia
-Tú nunca eres una molestia, Carolina
No me atreví
a mirarlo aunque me moría por ver sus ojos verdes
El mesero
llego con nuestros platos y sirvió vino en ambos vasos para después retirarse
con una sonrisa. Sin vacilar le di un bocado a mi comida y parecía que estaba
temblando así que agarre el vaso y bebí casi la mitad del vino.
-Te extrañe
Joder, no me mires así
-¿Tu me extrañaste a mi?—me dio un empujoncito
-Si, te extrañe bastante…—hice una pausa—hable
con tu mama
Comenzó
a comer el también y yo continúe
-Ah si, ¿Cuándo? No me dijo
-Le dije que no te dijera, estabas en el parque
-De que hablaron—y se que el trataba de sonar
como despreocupado
-Me hizo entender mejor las cosas sobre… la
situación que están pasando
-Y que también te afecta a ti—leyó mi mente
-Algo así, y yo solo—solté los cubiertos y me
concentre en verle la cara—me quiero disculpar por la actitud que tome, así fue
mi reacción no me pude controlar.
No
contestaba, solo me observaba y casi podía escuchar sus pensamientos tratar de
decir algo
-No tienes nada que disculparte—y siguió con su
comida. Estaba comiendo demasiado rápido
También
seguí comiendo y me dieron ganas de salir del lugar junto con él. Elegí mal
lugar para hablar. Tal vez mi subconsciente quería un lugar con gente o una mesa
entre nosotros
No
hablamos hasta que el termino su comida—muchísimo antes que yo—y pidió la
cuenta igual de rápido
-Yo pago—dijo secamente
-Yo te invite
-No está en discusión
Hizo
todo lo que tenía que hacer, se paro y me tomo de la mano para sacarme del
lugar, al llegar a nuestros carros lo único que me dijo fue “sígueme” y se
metió al suyo. Confundida, más que cualquier otra cosa me subí a mi coche y
espere a que el arrancara. Me preguntaba hasta donde me llevaría y casi le
llamaba por teléfono pues las calles eran desconocidas para mí.
Llegamos
como a un estacionamiento—que se encontraba lleno—pero no había nadie, ni
alguien que cuidara los coches. Nos estacionamos en lugares distanciados y
antes de bajarme me vi en el espejo.
Dios, que pálida me veo
Ya
fuera de mi coche lo espere y al llegar a mi me tomo entre sus brazos tan
rápido que me dejo sin aire. Tomo mi rostro entre sus manos y cerrando sus ojos
me dio un beso en la frente. Sin poder resistirme lo abrace igual de fuerte y
pude respirar su delicioso perfume. Sus labios comenzaron a darme pequeños
besos por todo mi rostro, y cuando puso sus labios enfrente de los míos se
detuvo. Abrí mis ojos y me encontré con los suyos. Ese verde me derritió por
dentro mientras el amor que sentía por el cantaba más que nunca.
Su
pulgar toco mi labio inferior con mucha delicadeza y en el momento en el que yo
creí que iba a besarme; me mordió. Sus dientes jalaron tan delicioso mi labio que
moví mi cabeza hacia adelante pidiendo mas pero me sorprendió al sentir la
punta de su lengua pasar por mi labio inferior
Mi
respuesta fue casi inmediata, mi lengua respondió a la suya y se unieron
haciendo un beso. Un beso que de lento paso a muy rápido y casi violento. Tres
días sin verlo, cuatro sin besarlo, que
pesadilla. Mis manos pasaron de su espalda hasta su pelo, jalándolo más
hacia mí, y sus manos dejaron mi rostro para abrazarme por la cintura,
sintiendo sus brazos por toda mi espalda.
Cuando
ya no teníamos aire para respirar nos separamos un poco y volvimos a besarnos
pero esta vez más lento, más calmado y ya después de calmar las necesidades por
el otro.
-No podía seguir hablando como si fuera un
asunto de negocios—dijo entre mis labios—Ya no quería seguir hay
Lo
jale más a mí y me tarde un rato en contestarle, hasta que decidí que prefería
seguir besándolo.
Al
separarnos, duramos mas rato viéndonos
-Es hora de hablar
El
asintió pero no me soltó. Lo agarre de la mano y abrí la parte de atrás de mi
coche y nos sentamos, recargándonos en los asientos y con las piernas extendidas,
con vista a otros carros. Ya estaba muy obscuro y la luz era tenue
-Tengo algunas preguntas que hacerte
Me
acomode entre sus piernas, recargándome en su pecho y me abrazo por detrás y
puso su barbilla en mi hombro
-Te escucho
-Así que te vas en dos semanas—susurre
-Venderemos la cara dentro de dos meses, y mi
mama me dejo quedarme hasta que se venda. Ellas se irán en dos semanas, yo me
quedare un mes y medio después de eso. Te lo dije cuando estabas en la cama
pero no creo que lo recuerdes
Una
sonrisa de oreja a oreja se formo en mi rostro y abrace los brazos que me rodaban
de Sebastián. Me sentí algo aliviada, dos meses. Podemos hacer que duren
-Eso es fantástico—no oculte la alegría de mi
voz
Me dio
un beso en la oreja y me susurro
-Lose
-¿Qué más me dijiste mientras estaba ida?
-No mucho—murmuro
-¿Yo te dije algo a ti? Qué vergüenza…
Sentí
que sonrió contra mi pelo
-No dijiste nada importante—murmuro
Me encogí
de hombros y proseguí
-Siguiendo con las preguntas—de pronto me sentí
tímida—Después de que te vayas, ¿piensas regresar?
-¿Regresar?—repitió confundido
Carraspee y espere, agradeciendo que no podía ver mi rostro
-Regresar después de terminar la carrera o
regresar cada vez que pueda
-Cualquiera de los dos solo, regresar
-Te refieres a mantener una relación a
distancia
Suspire y me solté de su agarre, sentándome en su regazo para que pudiéramos
vernos la cara
-¿Quieres una relación a distancia?
-¿La quieres tu?
Mire a
otro lado que no fueran sus ojos, ¿la quería?
-No se, nunca se me a pasado por la
cabeza—susurre
-Yo quiero seguir contigo, pero una
relaciona distancia es difícil
-Exacto… no se qué pensar
-Lo sabremos con el tiempo—me sonrió
-No quisiera terminar contigo pero yo creo que sería
lo mejor
-¿Por qué dices eso?
-Bueno, pues conocerás a otras mujeres. Muchísimo
más hermosas que yo seguramente y…
Me
interrumpió poniendo un dedo entre mis labios
-Nadie es más hermosa que tu, mi amor
-¿Cuándo dura la carrera de psicología?
-6 años, creo y faltan las practicas
-En seis años te encuentras a otra, seamos
realistas
Negó
con la cabeza y agarro mi cara con sus dos manos, abriendo la boca tratando de
decir algo pero parecía no encontrar las palabras
-Solo… no me imagino estando con alguien que no
seas tu
Una
sonrisa tímida salió de mi y apoye mi cabeza en su hombro entre el hueco de su
cuello
El
silencio se hizo presente y solo soporte unos minutos
-Tu mama me comentaba que tenías estas ideas de
quedarte a vivir aquí, o mantenerte tu solo, no estudiar
-Esas ideas siguen presentes
-Pues no deberían, tu lugar esta con tu familia
y una carrera para tener un buen futuro
-¿Y tú?—alzo las cejas
-Yo salgo sobrando
Negó
con la cabeza
-Tu opinión tiene demasiada importancia en este
asunto
-No debería. Esto es un asunto de familia, yo
no debo estar metida en esto
-Pero lo estas—suspiro—Si tú me dices quédate,
yo me quedo—dijo firme
Tome
su mano y susurre contra ella
-Nunca hare eso
-Sacrificaría todo lo que tengo para quedarme
aquí, puedo estudiar en otro momento
-No hay otro momento, no vas a desperdiciar
oportunidades por mí
-Tú eres la cosa más bonita que tengo, la
persona que más he querido. Por ti, ninguna oportunidad es lo suficiente buena
Lo
mire a los ojos
-No me hagas esto, no me hables y mires bonito
que voy a ceder. Yo ya hable con tu mama y ella sufre por ti, por toda esta incómoda
situación. No se la pongas mas difícil—suspire—Tienes la bendición de tener una
familia que se preocupa y te cuida y te ama. Mírame a mí, mira el desastre que
es mi vida
-¿Por qué dices eso?—frunció el ceño
-Bueno, mis padres se la pasaron golpeándome
toda mi infancia, tengo cicatrices en todo mi cuerpo, crecí sin amor y eso me
llevo a—y aunque fue una bendición—conocer a un narcotraficante que llegue a
quererlo tanto, tengo amigos asesinos y traficantes. Tengo una pistola, que
ahora mismo está en la guantera y e disparado a varios hombres. Eh ido a
prisión tres veces, he parado al hospital por heridas graves. Salía de fiestas
todos los fines de semana y regresaba hasta el día siguiente, había noches en
que no regresaba, comencé a tomar desde los 14 y si Roberto no me lo hubiera
prohibido, probablemente también me hubiera metido en las drogas y de las
fuertes. Ah no ser por ti hubiera seguido ese ritmo de vida y probablemente hubiera
perdido mi virginidad en un baño de algún antro de mala muerte.
Cerro
los ojos y comenzó a masajearse los ojos
-Tienes razón, estoy siendo muy egoísta
-No es egoísmo, es ceguera
-Es amor—hizo una mueca
Me reí
entre dientes
-Tu vida no es un desastre y si así lo piensas
significa que no he hecho tan bien trabajo
Le sonreí dulcemente y acerque mi cara para
darle un beso en la punta de la nariz
No
hablamos dentro de un buen rato
-Tendremos que hacer rendir el tiempo, veremos
si dos meses serán suficientes. Bueno, tiene que serlo—comencé a parlotear y él
me interrumpió con un murmuro
-Vivamos juntos
-¿Queeeé?
-Dentro de dos semanas, la casa la tendré sola
para mi, vamos a vivir juntos por ese mes y medio ¿Qué dices?
-Si—casi grito sin pensarlo dos veces
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