Parpadeé los ojos,
se me cerraban solos. Me lleve una mano a la cara y me la frote, tratando de
despejarme. Cuando logre enfocar los ojos, vi a Sebastián justo delante de mi
cara, con un libro entre las manos. Estaba en sus brazos y me sostenía mientras
leía.
Me tuve que haber quedado dormida mientras
lloraba
Y él todavía no notaba que ya despertaba,
así que me tome ese momento para mirarlo. Tenía el ceño casi fruncido, y sus
ojos no se despegaban de la pagina—solo se notaba el ligero movimiento de la
pupila al bajar con cada párrafo—se notaba la concentración en su rostro.
Honestamente, se veía sexy.
Ladeo
un poco la cabeza para ver mejor la siguiente página. Sus labios hicieron un
pequeño puchero que se fue tan rápido como apareció. Me parecía que sus
pestañas estaban más largas que las mías, pero no más gruesas. Ese pensamiento
me hizo sonreír. Me daban ganas de besarle toda su cara, pequeños besos de
azúcar, pero no quería mancharle la cara con mis labios
Se le tenso un poco la mandíbula mientras
hiso el pequeño esfuerzo de cambiar de página—conmigo en brazos, tratando de
moverme en lo más mínimo—me miro de reojo para ver si me había despertado y me
descubrió mirándolo
Su mirada se suavizo, su rostro entero se
relajo y las comisuras de su labios se levantaron un poco en una leve sonrisa.
Alargue mi mano, delicada y lentamente—como si al tocarlo se fuera a romper—y
desplegué mis dedos de su frente a sus labios, por todo su perfil casi sin
tocarlo. Moví mis dedos a su mandíbula y puse toda mi mano en su mejilla,
acariciándola. El corazón me latía con fuerza, y supe que él también lo notaba
Soltó el libro y sonó cuando cayó en el
suelo. Como ya me tenía en sus brazos solo me abrazo más fuerte, y yo con una
mano ya en su rostro, puse las dos.
Estábamos cara a cara, y tenía la necesidad
de decir algo, quería decirle algo pero sentía que si hablaba el momento se
quebraría y se acabaría y no quería eso. Cerré los ojos, poniendo mi frente en
la suya y baje mis manos a sus hombros. Sentí su nariz acariciando la mía y
luego bajándola, hacia mi cuello. Su respiración me cosquilleaba.
Su boca se abrió sobre mi piel, haciendo que
inhalara aire de golpe
-Ya casi cumples
años—susurre al tiempo que dejaba a un lado la esponja y la tina ya vacía
-Cierto
Él ya casi terminaba su parte del carro. Lo
estábamos lavando, mi bebe negro que hace mucho que no cuidaba.
-Sí que eres
lento—bromeé con una sonrisa boba en mi cara
Sebastián se limito a mirarme y echarme gotas
gruesas de agua en la cara, y yo me cubri con la mano y un pequeño grito
ahogado
-Ya enserio—dije
mientras me paraba de la banqueta donde me había sentado— ¿Quieres una fiesta?
¿Un regalo? ¿Una fiesta sorpresa? ¿Un regalo sorpresa?
Comenzó a reir y se sacudió el agua que le
chorreaba desde los codos
-Lo pensare—me
guiño el ojo
Le sonreí y mire con complicidad, a punto de
dar un paso hacia él
-¡Carolina!
Los dos volvimos la cabeza al mismo tiempo
para ver a Edith casi llegando al porche, donde nosotros nos encontrábamos.
Al llegar a mi me abrazo fuerte, casi en
lagrimas. Entramos juntas y subimos a la habitación de Sebastián y mía donde,
ya sentadas en la cama rompió en llanto
Hace tanto que no la veía…
La estuve consolando un buen rato, hasta que
se calmo por completo y se limpio el rostro enrojecido.
-¿Por qué fue todo
eso?—le pregunte con dulzura
Sacudió la cabeza y espere
-No fue algo en
concreto, son muchas cosas que creo explotaron juntas—su voz era ronca debido a
los sollozos
-Hay, hermosa… hace
tanto que no te veía así
Me contó todo lo que le había sucedido en
las últimas semanas y unas cosas que le habían sucedido en los últimos meses.
Problemas de trabajo, de la universidad y hasta con sus padres. Pequeñas gotas
que fueron llenando el vaso hasta que este se derramó
Me entristeció mucho el darme cuenta lo poco
que la frecuentaba últimamente, me sentí pésima amiga y no me equivocaba.
-Lamento no haber
estado ahí, no tengo excusa—me pase las manos por los cabellos
-No tienes porque
disculparte, tenias otras cosas en que pensar y mas importantes
Le sonreí con tristeza
-Tú eres importante
-Más lo es
Sebastián, y él ya casi se va
Sacudí la cabeza
-No pienses así. Tu
eres mi amiga y te descuide y te pido perdón así que perdóname—mi voz era un
susurro
Pasamos más rato en aquel cuarto, ella
contándome todo a detalles. Volvió a llorar un poco y volvió a recuperarse.
Sebastián en ningún momento nos interrumpió
Comenzó ella sola a hablar de otros asuntos
para distraerse, después de contarme todas sus estresantes situaciones que le
sucedían últimamente. No me pidió consejos así que no se los di, más que
aconsejarla necesitaba escucharla.
-¿Aquí
duermen?—pregunto cuándo recorrió la habitación con la mirada y paro en la
cama— ¿Juntos?—enarco una ceja con cierto tono de voz y con una sonrisa
apareciendo en la comisura del labio
Abrí la boca para cerrarla inmediatamente.
No le había contado a nadie sobre eso,
para empezar que no había visto a nadie para decirlo. Me había como aislado
junto con Sebastián—incluso antes de vivir juntos, aproximadamente desde que me
dijo la noticia de su partida—, sin darme cuenta de cuánto.
Se escucho un carraspeo y Edith y yo
volteamos la cabeza al mismo tiempo para ver a mi novio en el umbral de la
puerta. Me alivio al saber que me salvaría de la pregunta que me acababa de
hacer
-¿No tienen hambre?—dijo
muy quedamente, murmurando
Edith odiaba que las demás personas la vieran
desmoronándose y Sebastián no era la excepción. Se enderezo y volvió a ser la
mujer que yo siempre he conocido, toda alegre.
-¡Claro!, más vale
que cocines bien—se puso delante de Sebastián—No te muestres tan tímido
conmigo, Sebastián. Como si no hubiéramos pasado como cinco décadas en la misma
preparatoria.
Las palabras de Edith con su expresión en el
rostro sacaron una carcajada a Sebastián, que me espero cuando está siguió
caminando para que yo saliera de la habitación también.
Nos sentamos los tres en la pequeña y
descolorida mesa a comer la sencilla cena que Sebastián preparo. Nos la pasamos
hablando tranquilamente, poniéndonos al día—ella poniéndonos al día a
nosotros—y también nos dio noticias de amigos de la preparatoria que ya no
habíamos visto.
Edith se veía un poco mejor que cuando
llego, el llorar, desahogarse y la comida ayudo un poco. A mitad de la comida,
el celular de mi amiga sonó.
-Ahorita vengo—y se
levantó de la silla
Se escucho el leve parloteo de su voz, por
las escaleras. Creo que era su madre
Sentí como me daban un leve golpe en la
rodilla y cuando voltee a ver a Sebastián, este me miraba con una sonrisa
-¿Qué?—pregunte, contagiada
con su risueña expresión
Se encogió de hombros
-¿Te gusto la
comida?—su voz era una risa contenida, estaba feliz. Al hacerme la pregunta no
me volteo a ver hasta el final, cuando agarro algo de la comida con el tenedor
y se la llevo a la boca
Incline la cabeza y levante las dos cejas,
“adivina” articule, Sebastián me volvió a tocar la rodilla con su pie, más
fuerte que antes
-Auch—me queje,
mientras le devolvía el gesto con una sonrisa tonta en mi cara
Edith estaba en la entrada de la cocina, con
una expresión divertida y rara. Dejo de vernos y dio una vuelta entera sobre
sus talones
-¿Cómo es que casi
no tienen muebles?—inquirió, apunto a la parte donde se supone estaba el
comedor, que estaba vacío—Y la sala solo tiene dos sofás y una tele sostenida
sobre algo raro
-Es una mesa vieja
que teníamos desde hace años—respondió él.
-La mama de
Sebastián vendió casi todo los muebles, otras se las llevo con ella y su
hermana, el resto creo que se quedara aquí o también lo venderán
Con eso, Sebastián asintió. Edith ya estaba
sentada en su lugar, retomando su comida.
-¿Y qué me dicen
arriba? ¿Misma historia? Se ve algo triste que este todo vacio, pero esta
entretenido con el eco que ocasiona
-Para mí no es nada
triste—respondí, encogiéndome de hombros
Edith sonrió de oreja a oreja
-Por supuesto que
no—hizo una pausa—Así que… ¿desde hace cuanto que cogen?
Sebastián se atraganto y casi escupía el
vaso de agua que estaba tomando y yo voltee a ver a Edith con los ojos muy
abiertos, ella en cambio se echo a reír
-¿Cómo…?—comencé a
decir
-¡Por favor! Viven
juntos, duermen en la misma cama, ya están grandecitos como para no hacerlo y
se les nota. Se comportan diferente desde la última vez que los vi juntos—se
llevo un dedo cerca del ojo, como una señal de que sabe observar
Y vaya que lo hacía
Sebastián al limpiarse el agua que se cayó
del vaso por la sorpresa de la pregunta, ahora reía.
-Me lo pudiste
haber dicho antes, verdad—dijo en tono de sarcasmo, encogiéndose de hombros y
jugando con la comida
Solté una risa, una ligera y solo le agarre
la mano y se la apreté
-Te daré los
detalles luego—le susurre
Edith se concentro en un nuevo mensaje que
le llego y Sebastián me dirigió una mirada coqueta, levantándome una ceja
-¿Detalles?—artículo
Le guiñe el ojo
Ya empezaba a obscurecer
Más tarde—sin Sebastián en la casa—estaba
lavando los platos, Edith se encontraba sentada alado del lavabo con el celular
en la mano
-Marcelo te manda
saludos
Me sacudí el jabón de las manos con una
sonrisa en la cara, como extrañaba a mi blanca nieves
-Dile que lo
extraño tanto—enfatice la última palabra
Edith comenzó a mover los pulgares,
escribiendo el mensaje
-Le estoy contando
de tu nueva y rara forma de vivir
-¿Rara?—fruncí el
ceño, confundida
-Bueno, no
rara—dejo el celular a un lado—diferente. Te ha venido bien mudarte de la casa
de tus padres
Mis padres. Todo lo que Edith no sabía y
hace poco descubrí. ¿Cómo decirle? ¿Cuándo decirle?
-Sí, pero no durara
mucho—dije apática.
¡También tenía que decirle que me ira a
vivir a Brasil! Me di mentalmente palmadas en la cabeza
-Me alegra saber
que elegiste estar a su lado todo el tiempo posible hasta que se marche—susurro
Intente sonreír
-Yo también
-Bueno—levanto las
manos—dejemos esas cosas atrás. Tenemos que ponernos al día en muchas cosas
-Demasiadas—dije
recordando todo lo ocurrido estas últimas dos semanas
-Si, como los
detalles de tu nueva vida sexual—bromeo ella
Le dedique una mirada alegre
-No te vas a escapar
de esa charla, amiga—dijo como quien no quiere la cosa mientras se bajaba de la
barra
-Oh, sé que no lo
hare—no conociéndola
-Quédate a dormir a
mi casa, ¿sí?
Como le estaba dando la espalda no vio mi
expresión. ¿Dormir en un lugar que no sería la cama de Sebastián? ¿Tan rápido
me había malacostumbrado?
Me di la vuelta, con las manos mojadas en
busca de una toalla. Edith me paso la que estaba colgada alado del
refrigerador.
-Gracias—dije—me
encantaría, Edith—le sonreí
-Puedes decirme que
no, se que no debería mantenerte alejada de Sebastián—hizo una mueca
Baje la mirada, no quería decirle que no…
pero me costaba decir que si también
-No sé qué diría
Sebastián—trate de quitar un poco el foco de atención de mí
-¿Se
negaría?—pregunto, mas para ella que para mí— ¡Di que si!—me agarro las
manos—Marcelo también estaría ahí
Se me ilumino el rostro
-¿Enserio?
Eso cambiaba un poco la cosa, la noche con
dos amigos y tanto que decirles
-Di que si—repitió
emocionada
-Ya había dicho que
si—reí
Esperaba que Sebastián regresara mientras
Edith me esperaría en su casa, se había ido porque Marcelo ya había llegado.
En nuestra habitación agarre una pequeña
bolsa donde puse una blusa larga para dormir y ropa interior limpia, para
bañarme al día siguiente.
A
mitad de la acción, Sebastián se recargo en el marco de la puerta. Me le quede
viendo, no lo había escuchado entrar ni subir las escaleras.
-Tan mal compañero
de cuarto soy que te iras de la casa—bromeo pero su rostro era serio
-Pasare la noche en
casa de Edith—murmure sin mirarlo
Escuche sus pasos que se acercaban a mí y al
levantar la vista lo encontré con el ceño fruncido y las manos en las bolsas
delanteras del pantalón. Baje de nuevo la mirada, dejando la mochila—casi vacía—ya
lista a un lado. Yo sentada en la cama, el se hincó delante mío y puso un dedo
en mi barbilla, haciéndome alzar la cara y verlo a los ojos
-Ah
Y pude ver su reacción porque yo tuve la
misma
-Ya agarramos la
costumbre, que dadas las circunstancias es mala
-Ya me di
cuenta—susurro
Se levanto y salió de la habitación ¿Se
habrá enojado? No creo. Escuche que entraba al baño y cerraba la puerta.
Casi inmediatamente me levante y camine hasta
el baño, abrí la puerta y él estaba lavándose los dientes. Me pase la mano por
los cabellos mientras el terminaba con el cepillo. Para el momento que acabo,
me recargue en el marco de la puerta y nos miramos mutuamente
-¿Estas molesto?
-¿Debería?—frunció
el ceño
-No sé, dime
tú—dije bruscamente
No me volteo a ver y paso a mi lado saliendo
del baño, cerrando la puerta.
Me quede viendo la puerta cerrada, tratando
de pensar. Pensar que decir y qué hacer. Bueno, se veía molesto pero ya no
puedo echarme para atrás, necesito esta noche con Edith para ponerla al día con
mis asuntos y sobre todo con los suyos y más que nada también necesitaba
decirles tanto a ella como a Marcelo que me iba a vivir a otro país.
Abrí la puerta y baje para encontrarlo pero
no estaba en ninguna parte, estaba segura que tampoco se encontraba arriba.
Salí al porche y ahí estaba el, sentado en el suelo alado de la puerta, con un
cigarro en la mano.
-Por un momento creí
que me habías dejado—trate de bromear
Alzo la mirada y trato de sonreír, el
resultado fue una mueca. Apago el cigarro y lo tiro a un lado. Me senté
enfrente suyo lo más cerca que pude de su rostro
-Solo dime que no
estás molesto
-Y no lo estoy,
Carolina
-Tu actitud me dice
otra cosa
-No me culpes por
lo que crees entender de mi lenguaje corporal—su tono era cortante
Me hizo a un lado—algo brusco—para levantarse
y entro a la casa. No me moví, no sé ni siquiera lo que me pasaba por la mente.
No es propio de Sebastián esta actitud, mucho menos ser brusco conmigo. No
habíamos peleado desde que me mude a su casa, lo cual era una especia de
record.
Salió unos segundos después de haber entrado
-Perdóname—murmuro
Me tendió una mano para levantarme y yo la
tome de buena gana
-Perdón—repitió, tomándome
la cara entre las manos
Trague saliva ruidosamente y camine hacia la
vieja mecedora, Sebastián se sentó a mi lado
-No, no estoy
molesto, estoy decepcionado—suspiro—es una decepción saber que no te tendré en
mi cama bellamente desnuda toda la noche
Me miro de reojo, queriendo saber mi
reacción. Esas palabras fueron un intento para tratar de distraerme, lose, pero
eso no significa que no me derritiera por dentro
-Aparte no hemos
hecho nada como desde… ¿un día? Eso es bastante
Bufe, tratando de reprimir la sonrisa
-Tengo que ir,
Sebastián. Tengo que decirles que me iré a otro país y quiero contarle a ella
todo lo que ha pasado con mis padres—lo mire a la cara—yo también quiero estar
desnuda en tu cama—use sus palabras, lo que hicieron que inconscientemente se
acercara un poco—pero también quiero y necesito una noche de amigos, Marcelo
estará ahí
Sus ojos no se apartaron de los míos
mientras dejaba escapar un largo suspiro. Lentamente dejo caer su cabeza en mi
regazo y acomodo sus piernas al doblar las rodillas para caber en el pequeño
espacio donde estábamos sentados. Yo, por otra parte, comencé a acariciarle el
pelo y rostro, cerró sus ojos ante mis pequeñas caricias
-Es solo que…
-Lo sé—murmure
-Tan mal
acostumbrados que estamos
-Lo se
-¿Qué será de
nosotros cuando…—ni siquiera lo deje terminar la frase al poner un dedo sobre
sus labios
-Lo sé—le sonreí
con cierta tristeza—un asunto a la vez, ¿sí?
Agarro mi mano que iba viajando por su
cuello y se la llevo a los labios, donde comenzó a darle pequeños besos
-Te amo—susurro
entre uno de ellos
Una enorme sonrisa se dibujo en mi rostro
-Podrías tenerme desnuda
en tu cama la próxima noche
-No, te tendré
desnuda en mi cama ahora
Se levanto rápidamente y entre mis
carcajadas me cargo en brazos y me llevo dentro
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