Fingí estar ebria el resto de la noche.
Me quede sin palabras cuando por fin me
separe de Lucas.
Fingiré el resto de mi vida que estuve ebria en ese momento. Si, tenía alcohol
en mi organismo pero no el suficiente como para seguir con lo que hacía.
Los locos celos al verlos juntos aquí fue lo que me movió porque sola jamás
hubiera ocurrido.
Me encontraba en casa de Edith, ella no tomo ni una gota de alcohol
gracias a que ella y Edgar en ningún momento dejaron esa esquina.
Me divertí como loca, también fue divertido fingir estar ebria porque
después del beso no bebí absolutamente nada más.
Pero en el piso frio de la habitación de Edith la realidad me estaba
llegando de golpe. Y la realidad no hacía nada más que confundirme.
Mi mejor amiga no dejaba de parlotear sobre la noche y lo mucho que
quería a su novio. Le conté en el coche todo lo sucedido y ella solo callaba,
esperando a que terminara. Cuando lo hice lo único que salió de su boca fue:
“¿y sigues sin darte cuenta?”
Y no volvimos a tocar el tema.
-
¿Qué
tanto piensas?—dijo curiosa.
-
Soy
tan tonta—mi tono era de agotamiento total.
-
Lose
-
Porque
lo hice ¡DIOS!
-
Lose
-
¡Deja
de decir lose!
-
¿Qué
otra cosa quieres que diga? E tratado de todas las maneras del universo de
convencerte que…
-
¡Si
tú ganas! Has tenido razón todo este tiempo y no quería enfrentarlo por
miedo—las dos guardamos silencio mientras me sentaba en el suelo, recargándome
en la cama—Tengo sentimientos por Sebastián; mas que una amistad.
Edith hiso muecas, no era suficiente.
-
Me
gusta demasiado. Más de lo que quisiera y de lo que puedo aceptar—susurre—Me
enamore de mí mejor amigo y ni siquiera me di cuenta.
Mi amiga
siguió en lo suyo aunque tenía sus cinco sentidos en mi. Ella más que nada sabe
que tengo momentos donde los tengo que tener sola para aplacar las cosas en mi
cabeza y digamos que este era uno de esos momentos.
Quería darme un tiro, uno grande. De todos
los hombres en el mundo, bueno seamos más realistas en la ciudad o en mi
colonia, en la preparatoria y sin verme arrogante; los que querían una relación
conmigo. De todos esos hombres… El.
Una parte de mi cabeza me decía: “¿Por qué
dices eso? El es tu mejor amigo, el único que sabe todo de ti y te acepta por
eso. El que te entiende más que nada y sabes que es una de las mejores personas
del mundo contigo y con el mundo. TUVISTE SUERTE”
Mientras la mala decía: “Tiene una relación
son la perra mas perra y es demasiado feliz nunca se fijara en ti y aunque no
estuviera con ella seguirá sin fijarse en ti”
Las dos tenían razón. Era mi decisión elegir
a cual escuchar pero… ¿eso realmente importaba? Ahora tenía que verme a mí.
Estar enamorada nunca fue parte de mis planes. Ni siquiera imagine la
posibilidad de un día de verdad hacerlo porque… bueno en realidad no sé lo que
es el amor. Al menos el de familia no, nunca he recibido el verdadero amor que sería
el de mis padres. He vivido sin amor todos estos años; razón por la cual el
amor de pareja jamás estuvo en mi cabeza como parte de mi vida. Ni siquiera un
amorío cualquiera.
Y ahora eme aquí, como cualquier común niña
de 17 años enamorada de su mejor amigo. Siento que estoy en una de esas
películas cursis donde a pesar de todo—que él viva a mil kilómetros, que no la conozca,
que tenga a otra, que sea de otra religión, lo que te quieras imaginar—terminan
juntos. El problema era que así no era como íbamos a terminar.
Sebastián ni siquiera me habla ahora. Ya ha
pasado un mes desde que a lo mucho que nos decimos es el “hola” al encontrarnos
afuera de nuestras casas.
Pero… ¿yo enamorada? Quiero decir… ¿eso es
posible? Al parecer lo imposible se hizo posible porque por primera vez en mi
vida veía algo claro. Tan claro que no podía negarlo o ignorarlo. Todos esos
meses, casi un año de risas, la calidez que sentía cuando entrelazábamos manos,
la sonrisa que se me hacía cada vez que aparecía. Lo bien que me sentía alado
suyo, lo segura y lo querida. Completamente completa, como si él tuviera una
parte de mí y sin él no me sentiría así… completa.
Pero en estos momentos lo menos que me
siento es completa.
Estúpido amor no correspondido donde una no
deja de pensar en el mientras él está pensando en ella.
¿Tuvo el que enredarse con otra para poder
darme cuenta? La estúpida también soy yo.
-
¿Pizza?—susurro
Edith a mi lado mientras me enseñaba un folleto de mi pizza favorita.
Teniendo una deliciosa rebanada de pizza en
mis manos, viendo Grey’s Anatomy, nuestra serie preferida fue cuando ella
comenzó a bombardearme de preguntas porque su curiosidad no pudo más.
-
¿Cómo
te diste cuenta?
Carraspee
-
Cuando
estaba… ya sabes; besándome con Lucas
-
Cuando
estabas comiéndote con Lucas—entorno los ojos dándole otra mordida a la pizza.
-
Sí,
bueno es que—calle, se me hizo un leve nudo en la garganta—en mi cabeza al que
besaba no era a Lucas. Cuando abrí los ojos y me encontré con esos pares
azules… Sentí una enorme decepción porque creo que yo esperaba que fueran
verdes.
-
¿Qué harás ahora? ¿Le volverás a hablar?
-
No
sé si pueda…
-
Carolina,
tengo demasiado claro que eres la persona más orgullosa de la ciudad pero por
favor no dejes que te gane esta vez.
-
¿Dejar
el orgullo alado para intentar volver a ser su amiga?
-
Mejor
amiga—enfatizo.
-
Sigue
teniendo la palabra “amiga”
-
Eso
a nada, es mejor eso. Mínimo inténtalo, vuelve a hablarle. Olvídate de todo. Borrón
y cuenta nueva, desde cero. Te lo acabas de volver a encontrar después de mucho
tiempo después de que el viajo a Samantalandia.
Se me hacia tarde para entrar a clases pero todavía mi cabeza daba
vueltas pensando si de verdad debería entrar. Me tocaba clase de Valores y
compartía asiento con Sebastián. Las últimas clases ni siquiera nos mirábamos
pero decidí seguir el consejo de Edith y tragarme mi orgullo.
Ya todos estaban en su lugar, hablando distraídos. Sebastián sentado,
rayando garabatos en su libreta.
No me saludo ni levanto la cabeza cuando me senté a su lado.
¿Qué
fregados hacia ahora?
Inténtalo, no tienes nada que
perder. Solo la dignidad y el orgullo pero ¡qué más da! Ya has perdido lo
suficiente admitiendo tus sentimientos.
-
Hola—murmure.
La pluma que sostenía dejo de moverse.
Sus ojos verdes—como hace mucho tiempo que no lo hacían—me miraron a los
ojos.
El trataba de descifrar que pasaba por mi cabeza o mejor dicho, porque
le estaba hablado.
-
Hola—murmuro
igual.
Le medio sonreí.
Volvió a garabatear en su libreta y la maestra entro. Terminando la
conversación.
¿¡ENCERIO!?
En toda la hora yo no puse nada de atención. Solo a él, a sus
movimientos y… y ya no volvería a intentarlo. A la mierda el borrón y cuenta
nueva él ya no me necesitaba y me considero una persona que no persigue a la
que no la buscan.
El timbre sonó
El se fue y yo me quede en mi lugar inmóvil y aturdida. No tengo
palabras para describir la enorme decepción que siento.
Un impulso me hizo levantarme y seguirlo hasta su casillero. El pasillo
ya casi estaba vacío, todos yendo a sus siguientes clases.
-
¿Es
enserio?—le murmure enojada.
El se volvió hacia mí, con las cejas fruncidas.
-
¿De
qué?—pregunto confundido.
-
De
que casi por un año fuimos inseparables, te conté todo de mi, mi pasado, te
considere mi mejor amigo porque de verdad lo eres o fuiste porque ahora ni
siquiera me miras, ni me hablas. ¿Recuerdas cuando me pediste que al menos lo
intentara? Lo intente de mas, tu ni siquiera lo intentaste conmigo, ¿Solo hace
falta una muchacha de por medio para separarnos?—bufe.
Dije todas las cosas que tenía guardadas por las últimas semanas y me
sentí algo aliviada.
El cerró su casillero sin dejar de mirar mis ojos, que de seguro
mostraban mi descontento más que mis palabras.
-
Nunca
te deje de hablar o mirar
-
Sí
que lo hiciste, chico.
-
¿Y
yo solo tengo la culpa?
-
Yo
siempre estuve intentándolo, como habíamos acordado. Deje de hacerlo cuando me
di cuenta que era la única. De pronto dejaste de tener tiempo para mí, solo era
ella y eso está mal.
Me agarro desprevenida cuando tomo mi cara en sus manos y me susurro sin
dejar de verme a los ojos.
-
Yo
soy tuyo, tú eres mía.
Comencé a balbucear pero él me callo delicadamente.
-
No
me he olvidado de ti. Jamás—enfatizo—lo haría—me acaricio la mejilla con el
pulgar—Mi Cari.
Las mariposas en mi estomago comenzaron a sentirse. Nuca había sentido
eso, lo había visto en la tele y las películas.
Lo tenía demasiado cerca. Si, ya sé que lo he tenido miles de veces así
de cerca pero… no desde que descubrí mis sentimientos hacia él.
-
Te
extraño—susurro
-
Créeme
que yo más—le sonreí.
Y como hace mucho que no lo hacía;
me abrazo, dándome un beso en la frente.
me encanto!!!!!!!!!!
ResponderEliminarahhhhh!!!!!!!!! por fin!por fin! por fin! pero eso todavia no ha terminado aun falta que los chavos vuelvan de buscar a roberto :( pero al menos es bueno que Caro mire la primera luz del final del tunel :D
pis publica pronto
besos
cuidate
oh ... una sola palabra... GENIAL... Me emocione con el ultimo tramo de la historia
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