martes, 10 de abril de 2012

Capitulo 20: Te extraño


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   Fingí estar ebria el resto de la noche.
   Me quede sin palabras cuando por fin me separe de Lucas.
   Fingiré el resto de mi vida que estuve ebria en ese momento. Si, tenía alcohol en mi organismo pero no el suficiente como para seguir con lo que hacía.
   Los locos celos al verlos juntos aquí fue lo que me movió porque sola jamás hubiera ocurrido.
   Me encontraba en casa de Edith, ella no tomo ni una gota de alcohol gracias a que ella y Edgar en ningún momento dejaron esa esquina.
   Me divertí como loca, también fue divertido fingir estar ebria porque después del beso no bebí absolutamente nada más.
   Pero en el piso frio de la habitación de Edith la realidad me estaba llegando de golpe. Y la realidad no hacía nada más que confundirme.
   Mi mejor amiga no dejaba de parlotear sobre la noche y lo mucho que quería a su novio. Le conté en el coche todo lo sucedido y ella solo callaba, esperando a que terminara. Cuando lo hice lo único que salió de su boca fue: “¿y sigues sin darte cuenta?”
   Y no volvimos a tocar el tema.
-          ¿Qué tanto piensas?—dijo curiosa.
-          Soy tan tonta—mi tono era de agotamiento total.
-          Lose
-          Porque lo hice ¡DIOS!
-          Lose
-          ¡Deja de decir lose!
-          ¿Qué otra cosa quieres que diga? E tratado de todas las maneras del universo de convencerte que…
-          ¡Si tú ganas! Has tenido razón todo este tiempo y no quería enfrentarlo por miedo—las dos guardamos silencio mientras me sentaba en el suelo, recargándome en la cama—Tengo sentimientos por Sebastián; mas que una amistad.
  Edith hiso muecas, no era suficiente.
-          Me gusta demasiado. Más de lo que quisiera y de lo que puedo aceptar—susurre—Me enamore de mí mejor amigo y ni siquiera me di cuenta.  
Mi amiga siguió en lo suyo aunque tenía sus cinco sentidos en mi. Ella más que nada sabe que tengo momentos donde los tengo que tener sola para aplacar las cosas en mi cabeza y digamos que este era uno de esos momentos.
   Quería darme un tiro, uno grande. De todos los hombres en el mundo, bueno seamos más realistas en la ciudad o en mi colonia, en la preparatoria y sin verme arrogante; los que querían una relación conmigo. De todos esos hombres… El.
   Una parte de mi cabeza me decía: “¿Por qué dices eso? El es tu mejor amigo, el único que sabe todo de ti y te acepta por eso. El que te entiende más que nada y sabes que es una de las mejores personas del mundo contigo y con el mundo. TUVISTE SUERTE”
   Mientras la mala decía: “Tiene una relación son la perra mas perra y es demasiado feliz nunca se fijara en ti y aunque no estuviera con ella seguirá sin fijarse en ti”
   Las dos tenían razón. Era mi decisión elegir a cual escuchar pero… ¿eso realmente importaba? Ahora tenía que verme a mí. Estar enamorada nunca fue parte de mis planes. Ni siquiera imagine la posibilidad de un día de verdad hacerlo porque… bueno en realidad no sé lo que es el amor. Al menos el de familia no, nunca he recibido el verdadero amor que sería el de mis padres. He vivido sin amor todos estos años; razón por la cual el amor de pareja jamás estuvo en mi cabeza como parte de mi vida. Ni siquiera un amorío cualquiera.
   Y ahora eme aquí, como cualquier común niña de 17 años enamorada de su mejor amigo. Siento que estoy en una de esas películas cursis donde a pesar de todo—que él viva a mil kilómetros, que no la conozca, que tenga a otra, que sea de otra religión, lo que te quieras imaginar—terminan juntos. El problema era que así no era como íbamos a terminar.
   Sebastián ni siquiera me habla ahora. Ya ha pasado un mes desde que a lo mucho que nos decimos es el “hola” al encontrarnos afuera de nuestras casas.
   Pero… ¿yo enamorada? Quiero decir… ¿eso es posible? Al parecer lo imposible se hizo posible porque por primera vez en mi vida veía algo claro. Tan claro que no podía negarlo o ignorarlo. Todos esos meses, casi un año de risas, la calidez que sentía cuando entrelazábamos manos, la sonrisa que se me hacía cada vez que aparecía. Lo bien que me sentía alado suyo, lo segura y lo querida. Completamente completa, como si él tuviera una parte de mí y sin él no me sentiría así… completa.
   Pero en estos momentos lo menos que me siento es completa.
   Estúpido amor no correspondido donde una no deja de pensar en el mientras él está pensando en ella.
   ¿Tuvo el que enredarse con otra para poder darme cuenta? La estúpida también soy yo.
-          ¿Pizza?—susurro Edith a mi lado mientras me enseñaba un folleto de mi pizza favorita.
   Teniendo una deliciosa rebanada de pizza en mis manos, viendo Grey’s Anatomy, nuestra serie preferida fue cuando ella comenzó a bombardearme de preguntas porque su curiosidad no pudo más.
-          ¿Cómo te diste cuenta?
      Carraspee
-          Cuando estaba… ya sabes; besándome con Lucas
-          Cuando estabas comiéndote con Lucas—entorno los ojos dándole otra mordida a la pizza.
-          Sí, bueno es que—calle, se me hizo un leve nudo en la garganta—en mi cabeza al que besaba no era a Lucas. Cuando abrí los ojos y me encontré con esos pares azules… Sentí una enorme decepción porque creo que yo esperaba que fueran verdes.  
-           ¿Qué harás ahora? ¿Le volverás a hablar?
-          No sé si pueda…
-          Carolina, tengo demasiado claro que eres la persona más orgullosa de la ciudad pero por favor no dejes que te gane esta vez.
-          ¿Dejar el orgullo alado para intentar volver a ser su amiga?
-          Mejor amiga—enfatizo.
-          Sigue teniendo la palabra “amiga”
-          Eso a nada, es mejor eso. Mínimo inténtalo, vuelve a hablarle. Olvídate de todo. Borrón y cuenta nueva, desde cero. Te lo acabas de volver a encontrar después de mucho tiempo después de que el viajo a Samantalandia.





      Se me hacia tarde para entrar a clases pero todavía mi cabeza daba vueltas pensando si de verdad debería entrar. Me tocaba clase de Valores y compartía asiento con Sebastián. Las últimas clases ni siquiera nos mirábamos pero decidí seguir el consejo de Edith y tragarme mi orgullo.
   Ya todos estaban en su lugar, hablando distraídos. Sebastián sentado, rayando garabatos en su libreta.
   No me saludo ni levanto la cabeza cuando me senté a su lado.
   ¿Qué fregados hacia ahora?
    Inténtalo, no tienes nada que perder. Solo la dignidad y el orgullo pero ¡qué más da! Ya has perdido lo suficiente admitiendo tus sentimientos.
-          Hola—murmure.
   La pluma que sostenía dejo de moverse.
   Sus ojos verdes—como hace mucho tiempo que no lo hacían—me miraron a los ojos.
   El trataba de descifrar que pasaba por mi cabeza o mejor dicho, porque le estaba hablado.
-          Hola—murmuro igual.
   Le medio sonreí.
   Volvió a garabatear en su libreta y la maestra entro. Terminando la conversación.
   ¿¡ENCERIO!?
    En toda la hora yo no puse nada de atención. Solo a él, a sus movimientos y… y ya no volvería a intentarlo. A la mierda el borrón y cuenta nueva él ya no me necesitaba y me considero una persona que no persigue a la que no la buscan.
   El timbre sonó   
   El se fue y yo me quede en mi lugar inmóvil y aturdida. No tengo palabras para describir la enorme decepción que siento.
   Un impulso me hizo levantarme y seguirlo hasta su casillero. El pasillo ya casi estaba vacío, todos yendo a sus siguientes clases.
-          ¿Es enserio?—le murmure enojada.
   El se volvió hacia mí, con las cejas fruncidas.
-          ¿De qué?—pregunto confundido.
-          De que casi por un año fuimos inseparables, te conté todo de mi, mi pasado, te considere mi mejor amigo porque de verdad lo eres o fuiste porque ahora ni siquiera me miras, ni me hablas. ¿Recuerdas cuando me pediste que al menos lo intentara? Lo intente de mas, tu ni siquiera lo intentaste conmigo, ¿Solo hace falta una muchacha de por medio para separarnos?—bufe.
   Dije todas las cosas que tenía guardadas por las últimas semanas y me sentí algo aliviada.
   El cerró su casillero sin dejar de mirar mis ojos, que de seguro mostraban mi descontento más que mis palabras.
-          Nunca te deje de hablar o mirar
-          Sí que lo hiciste, chico.
-          ¿Y yo solo tengo la culpa?
-          Yo siempre estuve intentándolo, como habíamos acordado. Deje de hacerlo cuando me di cuenta que era la única. De pronto dejaste de tener tiempo para mí, solo era ella y eso está mal.
   Me agarro desprevenida cuando tomo mi cara en sus manos y me susurro sin dejar de verme a los ojos.
-          Yo soy tuyo, tú eres mía.
   Comencé a balbucear pero él me callo delicadamente.
-          No me he olvidado de ti. Jamás—enfatizo—lo haría—me acaricio la mejilla con el pulgar—Mi Cari.
   Las mariposas en mi estomago comenzaron a sentirse. Nuca había sentido eso, lo había visto en la tele y las películas.
   Lo tenía demasiado cerca. Si, ya sé que lo he tenido miles de veces así de cerca pero… no desde que descubrí mis sentimientos hacia él.
-          Te extraño—susurro
-          Créeme que yo más—le sonreí.
    Y como hace mucho que no lo hacía; me abrazo, dándome un beso en la frente. 

2 comentarios:

  1. me encanto!!!!!!!!!!
    ahhhhh!!!!!!!!! por fin!por fin! por fin! pero eso todavia no ha terminado aun falta que los chavos vuelvan de buscar a roberto :( pero al menos es bueno que Caro mire la primera luz del final del tunel :D
    pis publica pronto
    besos
    cuidate

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  2. oh ... una sola palabra... GENIAL... Me emocione con el ultimo tramo de la historia

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