martes, 5 de marzo de 2013

Capitulo 35: "La llamada"


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-¡Oh dios mío!—mi mano seguía en mi boca, tratando de regresar al planeta tierra— ¿Esto es real?
-Si mi niña, aquí estoy
   Una lagrima lenta cayo por mi mejilla
   No podía encontrar palabras por dónde empezar así que medio tartamudeaba y murmuraba, solo se escuchaban sus gentiles risas mientras me daba el tiempo de asimilar la situación
-¿Estás bien?
-Perfectamente
-Okey… ¡porque chingados me mentiste Roberto!—grite, ahora molesta
-Wow, wo. Tranquila vaquera, era por tu bien—su tono era el que uno usa para calmar una bestia enfurecida
   Respire realmente hondo
-Lo siento, es que te extraño tanto—solloce
-Yo también Carolina,
-Lo lamento tanto, yo no quería causar todos esos problemas
-No fue tu culpa nada de lo que paso, y si quieres culpar a alguien hazlo a Sandoval, pero no tiene sentido
-¿Estás bien?—volví a preguntar, preocupada
-No te preocupes por mí, Carolina
-¿Cómo puedes decir eso? Claro que lo hago… ¿Por qué te alejaste de mi Roberto?
-No iba a permitir que te lastimara. Que me mate a mi, que no te tocara ni un pelo a ti
-¿Cómo puedes decir eso?—volví a preguntar, susurrando
-Cada día, desde los tres años que me fui… me acuerdo de ti y de cómo no cambiaria mi decisión. Porque, tal vez tú no estuvieras viva. Sandoval es un hombre de palabra y si, tal vez solo me amenazo con quitarte la vida para probarme o apaciguarme pero no me tomaría el riesgo, no contigo, princesa
   Trague ruidosamente
-Es solo… no había día en que no pensara en ti, en que no dejara de pensar que perdí a mi padre… al único que me entendía y con el que me sentía protegida
-¿Volviste a la depresión?
-Por un tiempo, parecía que sí. Realmente pensé en… ya sabes todas esas pastillas y hiervas alrededor mío
-Gracias a Dios, no lo hiciste, ¿verdad?
-No—apareció alguien justo para salvarme…
   Suspire
   De pronto me acorde
-¡¿Y los chicos?! ¡Fueron a buscarte! ¿Ya te encontraron? ¿Sabes de ellos?
-Calma, tranquila—rio entre dientes—Los chicos, si… se tardaron en encontrarme por que como ya adivinaras, me cambie el nombre.
-Prometieron hablarme seguido, pero dejaron de hacerlo varios meses atrás
-Es muy difícil cuando tienes que estarte ocultando de la gente, tu más que nada sabes eso. ¿Sabes cuánto vale una llamada a otro país?—me sonsaco
   Reí
-Me preocupaban, demasiado—dije seria
-Yo sé, pero ya están aquí conmigo
  Sentí el alivio entrar a mi cuerpo, remplazando una angustia invisible
-Tengo que pedirte perdón
-¿Por qué?—fruncí el ceño
-Ya se todo lo que ha pasado en el barrio. Que diste a parar al hospital por un disparo, que te han estado persiguiendo… todo. Es mi culpa.
-Claro que…
-No digas que no, sabes que si. El mundo en el que estoy metido ya esta peor y mas en esta parte… escucha—se escuchaba realmente confundido. Estaba poniendo en orden sus pensamientos
   “Cuando me fui no tenía idea a donde irme. Había pensado que tal vez los estados unidos o otra parte del país, pero un hombre amigo mío en ese entonces me ofreció Brazil. Le pensé mucho porque Sandoval tenía muchos colegas en este país y todos esos hombres sabían quién era por ser su mano derecha. Pero no tenía a donde ir y esa era la única opción que me quedaba así que tome ese avión y tan pronto como llegue y me establecí cambie de nombre.
   “No me preguntes como volví de nuevo al negocio porque ni yo recuerdo como fue de tan confuso que fue pero un hombre al que le llamaban “El papa Noel” me tendió la mano. Lo mataron poco después por una deuda grande que tenia así que no tome su lugar para ahorrarme problemas. Como quiera antes de morir, el hombre me dio muy buena imagen con otros proveedores y rápido yo pude empezar mi propio negocio y me encanto ser mi propio jefe
   “No te voy a hacer el cuento largo. Tuve el éxito que quiero y siempre quise, tengo el dinero y el poder, las casas y hasta influencias en el gobierno; las suficientes para que no me lleven a la cárcel. Todo está perfecto, a excepción que no estás en ella, ni mi madre junto con mi hermano. Por eso siempre he tratado de mantenerme al día contigo Carolina, nunca te deje sola. Siempre estuve al pendiente de ti, mandando hombres a cuidarte cada vez que estabas en peligro
-¿Peligro?
-Muchos que trataron de quitarme poder me investigaron muy a fondo, sabiendo todo de mí. Sandoval ya no quiso meterse y agradezco profundamente. Hemos hablado varias veces con tregua, no te mentiré.
 En fin, encontraron también el historia con mi familia y bueno pues… contigo. Pensaron que eras mi novia o algo parecido y era perfecto que pensaran así pues, después de tanto tiempo de yo irme sabía que no te tomarían tanta importancia como para hacerte daño. Pero encontraron que no, que te veía como hija y valió madres el asunto
   “No tienes idea de cuantas veces estuviste en peligro, era demasiado. Mandaba a mis mejores hombres para que tú ni siquiera te dieras cuenta de que te seguían y ellos se dieron por vencidos y se calmaron por muchos meses. Hasta que cometimos fraude—otra larga historia—con un trato y estos nuevos matones compraron la información de los otros matones y me agarraron desprevenido. Lo lamento tanto
-No lo hagas, no te culpo de nada
-Te hirieron por mí, te persiguen por mí. Carolina no tienes idea de que tan cruel puede ser la gente, sobre todo en el mundo del narcotráfico, es cien veces peor a que como era al ser mano derecha de Sandoval. Y aunque no lo creas has sido exageradamente suertuda; te pudieron haber secuestrado, matado horriblemente, torturarte hasta violarte—su escucho como se le corto la respiración ante tal pensamiento y mi respuesta fue igual
-Pero no lo hicieron—mi consuelo era débil
-Con o sin mi ayuda sé que es difícil atraparte, vaquera—dijo más relajado—Pérez me dijo todo lo que le costó agarrarte y el disparo
-Me ha enseñado el mejor de los maestros
-Claro que si—soltó una carcajada amarga
-No te lamentes por mí, por favor
-Yo te metí en toda esta mierda pero no te preocupes ya tengo todo arreglado
-¿De qué hablas?
-No preguntes, también tengo que ser cruel yo también; más de lo que me gustaría que supieras así que por favor no me preguntes. Ya puedes ir y venir de donde quieras y sobre todo del barrio con total seguridad.
   Suspire
-¿No te puedo hacer preguntas?
-Preferiría que no
-Bueno, solo porque me lo pides
-¿Cómo esta mi madre?
-Perfecta, va bien con sus medicamentos y nunca falta a sus visitas del doctor
-Gracias, vaquera
-¿Cuándo van a regresar los chicos? Los extraño tanto
-Les diré que vuelvan en cuando se recuperen. Tuvieron literalmente que sobrevivir aquí.
-¿Cuál fue tu impresión cuando los vistes?—me reí
-Oh, impresión total. Sobre todo Gustavo. Fue bueno reencontrarme con mi hermano
   Genuina felicidad broto de mí
-Me agrada oír eso
-¿Cómo vas con el baile?
   Bufe
-Hace mucho que no me paro en el estudio
-¿Por qué?
-No se—jugué con mi pelo—eh tenido que lidiar con muchas cosas
   Nunca había pensado en la razón por la cual renuncie temporalmente a mi baile
-Martin me dijo que hay un hombre en tu vida, ¿es cierto?—había una chispa de diversión en su voz
-Sí pero… todo pasó después de que se fueron
-Ya sabes cómo es Martin de intuicioso
-Sí que lo es—solté una risa amarga
-¿Te hace feliz?
-Como nunca nadie lo había hecho—mi voz era distraída
-¿Hay algún problema? ¿No te trata bien?
-Me trata mejor de lo que merezco
-Cuéntamelo todo
   Nos la pasamos tres horas en el teléfono. Le conté absolutamente todo sobre Sebastián con lujo de detalle y me hizo verle todo el lado positivo a esa negra época. Me platico acerca de sus aventuras, de cómo el no ha olvidado el baile y que a veces lo pone en práctica. Me saco miles de carcajadas, como cuando estábamos en su casa y él me hacía de cenar. Nos pusimos serios cuando le conté sobre mis problemas de depresión cuando el se fue y también de Alex. Enloqueció tanto que procure cambiar de tema lo antes posible dejándole en claro que solo fue un malentendido
-¿Qué horas son en Brasil?
   Pregunte después de un rato de estar callados, escuchando la respiración de otro mientras absorbíamos toda la información que nos acabábamos de contar
-Las ocho casi nueve de la noche
   Mire hacia la ventana y todavía había mucho sol
-Hay mucho sol en la ventana
-Son cuatro horas de diferencia, han de ser las cuatro casi cinco por halla
-¿Quieres colgar?
-Claro que no
-Yo tampoco… Regresa a casa
-No puedo. No puedo dar marcha atrás con la vida que llevo
-Todos te necesitamos, yo y Doña Piedad en lo alto de la lista 
-Ayudo como puedo con mi madre, le he mandado dinero a su cuanta de ahorros por los tres años
-¿Enserio?
-Nadie lo nota porque pongo pequeñas cantidades cada vez que gastan, así el cambio no es notorio
-Gracias, ella también te extraña demasiado
-Me lo imagino, siempre fantaseo con regresar pero simplemente no puedo. Agradezco que Sebastián allá llegado a tu vida para cuidarte mientras yo ya no podre hacerlo
-No soy una niña pequeña para que me cuiden
-Por lo que me contaste, te ha salvado de muchas cosas. Incluida de tu propia mierda
   Suspire, dándole la razón
-No lo sueltes
-Nunca lo hare—hice pausa— ¿No has tenido novias?—dije divertida
-Eh tenido varias. No me duran mucho
   Los dos empezamos a reír intensamente
-Estos dos últimos años han sido un infierno
-Lo sé… ¿Tus padres ya no te han vuelto a tocar?
-No—susurre
   Peor que eso, ni sabían que sigo viva
-Regresa a casa—dije después de las risas, con trazo amargo y el nudo apareciendo en la garganta







-Gracias, Pérez
-De nada, Patrona—me dio un asentimiento con una sonrisa que le correspondí
   También les sonreí a los hombres de negro mientras me bajaba de la camioneta y caminaba hacia la casa de Doña Piedad, donde me habían llevado
   Al abrir la puerta vi como el coche se movía y se perdía entre la obscuridad de la noche
   La despedida entre Roberto y yo fue realmente larga—decía que ya íbamos a colgar pero pasábamos otra media hora en el teléfono—y emotiva. No prometió que me llamaría seguido—por los problemas que me traería—pero sí que pronto, que me quería y que realmente me extrañada y también iba para su mama.
   Doña Piedad se sorprendió por mi llegada y me recibió como siempre lo hacía. Le conté todo, y como su hijo me mando el mensaje de decirle su amor, cuando la extrañaba y que los muchachos ya estarían pronto con nosotras.
   Se rompió a llorar en mi hombro pero sabía que eran lágrimas de felicidad.
   Después de un rato y ya cuando ella se recupero, empecé a hacer la cena.
   Al termine me encontré a mi misma yendo al estudio. Encendí las luces, y todo estaba en paz y tranquilo. Cerré la puerta atrás mío y camine hacia en medio de los espejos. Me quede viendo a mi reflejo, su cara reflejando mis emociones—que eran demasiadas—acerca de todo lo ocurrido el día de hoy.
   Paso un largo rato antes de que la puerta se abriera y apareciera Sebastián. Seguía su figura desde los espejos hasta llegar detrás mío y sin decir palabras me rodeo con sus brazos. Cerré los ojos ante su contacto y no nos movimos dentro de lo que parecieron horas. El sabía que necesitaba su presencia pero no sus palabras
   Cuando estuve lista me gire para encararlo. Me sostuvo la mirada y agarro mi cara con las dos manos para darme un beso en la frente.
   Nos miramos a los ojos mientras con urgencia buscamos nuestros labios y los movíamos con velocidad. Lo necesitaba tanto en estos momentos
   Y a pesar de que fue esta mañana la última vez que lo bese, lo sentí de años y esa sensación me hizo rodear su cuello con mis brazos y pegarlo más a mi cuerpo. Cuando terminamos sin aliento—y sin movernos un centímetro del otro—me susurro
-Están preocupados por ti.
-No me importa—hice una pausa— ¿Cómo me encontraste?
 -Martin me marco y me contó que Roberto quería hablar contigo
-¿Martin?
   Sebastián asintió
-Aproximadamente en una semana regresan
   Sonreí
-Te quiero, ¿Lo sabías?
-Sí, lo sé—me beso la mejilla—Hiciste todo un espectáculo. Llamaron a la policía, te buscaron por toda la tarde.
   Solté una carcajada
-Edith y Marcelo estaban histéricos
-Me lo imagino, ¿les explicaste que pasaba?
-Les dije que estabas segura, que todo estaba bien. Tus padres también te estaban buscando
   Mi boca formo una mueca
-También tienes que hablar con el director mañana a primera hora y con la policía cuando regreses a casa
-¿Qué les puedo decir?
   Se encogió de hombros
-Lo que sea, no creo que se pongan a hacer una investigación. Solo diles que no te hirieron
   Asentí mientras ponía mi cabeza en su pecho y él me rodeaba con sus brazos
-Me quiero quedar aquí más tiempo, todavía no quiero volver
-Como quieras, Cari. Te quiero
-Sí, lose 

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